El cambio climático y las banderas de una ilusión
Por Miguel Carrillo Bascary
El 26 de mayo
de 2017 el Grupo de los 7 países más desarrollados del mundo se reunió en la
bella Taormina (Italia) para considerar los efectos del calentamiento global;
el desarrollo humano y el comercio internacional. Fue uno de los tantos
encuentros inspirados en estos motivos que terminó como siempre, con muchas
palabras y escasísimos resultados. No debe extrañarnos; sino preocuparnos,
despertar nuestra reacción de simples seres humanos ante la miopía de nuestros
principales dirigentes políticos y de los grandes grupos económicos, incapaces
de consensuar una agenda mundial realista que permita augurar una mayor
esperanza a nuestra descendencia.
Como
introducción está todo dicho, hoy quiero compartir con ustedes una ilusión, que
solo fue una hermosa esperanza. Me hallaba en un café, como tantos, cuando a la
comodidad de consumir un desayuno se sumó la lectura del diario de la fecha. En
una realidad donde la imagen es todo, lo primero que atrajo mi mirada fue una
fotografía donde los líderes del G-7 posaban con el espectacular fondo del
paisaje italiano. Detrás de cada uno lucían las banderas de la Unión Europea,
acompañando las de Canadá; Alemania; Estados Unidos; Francia; Italia; Japón y
el Reino Unido.
Mis ojos
entrenados en la apreciación de las banderas se abrieron de asombro ante el verde omnipresente en esa formal fotografía.
Dicen que la mente es más rápida que los ojos y lo que percibí, por un instante
me hizo alentar la esperanza de que un súbito cambio de actitud manifestada en
las banderas de la foto contuvieran un mensaje de unidad que augurara acciones
concretas respecto al cambio climático.
Sabemos que el verde es el color de la Naturaleza y que
también se lo identifica con la esperanza. Su presencia en todas las banderas que veía fue un flash que
literalmente me sacudió. Por su parte, todos
los dirigentes llevaban vestiduras, también verdes. Una coincidencia que
anunciaba una verdadera opción. Fue entonces que pensé para mi fuero íntimo:
qué alegría que los intereses de esas naciones hayan cedido un instante hasta
el punto de modificar sus propias banderas y de vestir de verde, como forma de expresar la coincidencia
alcanzada para reivindicar el equilibrio ecológico en el marco de las
preocupaciones por el desarrollo económico.
Sin embargo, la lectura de la noticia me golpeó fuerte y la desilución arrasó la expectativa recién nacida. Veamos el titular: "El cambio climático y el comercio muestran la brecha entre Trump y sus socios del G-7. Fracasaron los esfuerzos del grupo por convencer a E.E.U.U. de la necesidad de apoyar el Acuerdo de París.
Volví a mirar
la fotografía ¿podía haberme equivocado? Un análisis más detenido me señaló una
anomalía en la bandera alemana que no tenía ningún verde en su paño, mostraba
sus franjas en negro, rojo y un inédito rosa; mientras que en la de Francia
lucía un pálido violeta reemplazando el azul.
Fue entonces
que desperté a la realidad de la ingenuidad de mi sueño, algún error en la composición incidió en la tinta
del periódico que transmutó el habitual color que identifica a las banderas del
G-7.
Digamos que
fue una anomalía cromática causada por
un defecto técnico en la gráfica, pero que por un instante me permitió
avizorar un porvenir que ojalá puede concretarse, no ya en las banderas, sino
en el diseño de las políticas que no solo
necesita, que también demanda la Humanidad entera.
Para cerrar,
no sin reiterar mi desilusión les dejo otra foto, la misma pero distinta, la
que corresponde a nuestra realidad:
No hay comentarios:
Publicar un comentario