Abanderados con discapacidad
Por Miguel Carrillo Bascary
En estas semanas mayo a julio, donde
los argentinos celebramos nuestras principales fechas patrias se reiteran las
consultas sobre el ceremonial de las banderas. Hoy quiero compartir algunas
imágenes y reflexiones al respecto.
Toda persona, repito: TODA PERSONA que merezca el honor de ser
abanderado o escolta tiene el derecho de poder cumplir con estos roles.
Queda en claro igualmente que si por alguna razón el interesado no desea
cumplir estas honrosas comisiones es absolutamente libre de hacerlo, nada lo
obliga y la propia Constitución nacional respalda su libre albedrío.
Es una actitud equívoca, altamente errónea, marginar a quién por azar
del destino tiene una capacidad física diferente o a los que transitoriamente
están afectados por un avatar que los limita.
Es cierto que en un lejano pasado,
cuando las banderas participaban de acciones militares en pleno frente de
combate, era lógico que los abanderados y escoltas fueran seleccionados entre los
miembros de elite de los ejércitos y, como tales, debían gozar de un físico en
plenitud, pero no es menos cierto admitir que aquellos tiempos han quedado
atrás, hoy son otros los valores y percepciones.
En la actualidad aquellas personas que presenten capacidades
diferentes, permanentes o transitorias, tienen el derecho de integrarse
plenamente a las actividades de su grupo social, sin que ninguna autoridad u
otra persona pueda hacerlos sentir distintos. Por esta razón no deben ser
marginados, todo lo contrario su esfuerzo de superación y ejemplo tiene que
estimular a todos. Si es necesario se los podrá ayudar, pero solamente en
aquello que sea estrictamente imprescindible (ej.: un ciego demandará alguien
que lo guíe en un desfile; quién tenga un problema en sus brazos podrá recibir
ayuda para portar la bandera).
La “Convención internacional sobre los derechos
de las personas con discapacidad”; aprobada por Argentina como Ley Nº26.378
y reconocida con jerarquía constitucional por la Ley Nº27.044; aclara debidamente
el concepto cuando señala:
“Las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan
deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que,
al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y
efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”.
Sirva el presente post como un sentido homenaje al esfuerzo, tesón y sentido de
superación que testimonian todos aquellos que desde su realidad son un ejemplo a
seguir.
Las siguientes fotografías,
recopiladas de diversas fuentes a los largo de varios años justificarán lo
expuesto.
Ulises Martin (Uli, para los amigos), es el abanderado 2016 del Jardín de Infantes Común N° 1 del Distrito Escolar 2,
dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Padece parálisis cerebral.
Lamentamos no contar con la identidad de este
abanderado de una escuela secundaria de la provincia de San Luis.
Milagros Rocío
Paz, segunda escolta de la escuela “Julia de León”, Rivadavia,
provincia de San Juan, alcanzó un promedio de 9,63; año 2014.
Valentín Rojas tiene 23 años, con un promedio de 9,67 fue designado
abanderado 2003 del Instituto
Primario y Polimodal “Esperanza”, al que concurre en la ciudad de
Godoy Cruz, provincia de Mendoza. Al ser entevistado declaró: “Estoy muy
contento, todos me felicitaron. Ahora, mi próxima meta es seguir con mi amor, con
Luli que es mi novia desde hace siete años. Ella también tiene síndrome de Down
y juntos hacemos patín artístico. Creo que el esfuerzo es importante, pero más
importante es el amor y el interior de cada uno”.
Gisela Ruiz, abanderas de la escuela “General Las Heras” (9,76 de
promedio), remontando su ceguera. Al ser entrevistada afirmó: “Yo creo que hay
que sacrificarse en la vida para obtener resultados y, también, hay que sortear
los obstáculos. Estudiar siempre me gustó y trato de hacer lo mejor posible en
la escuela para tener un buen futuro”.
No hemos podido verificar la identidad de
este niño ciego, escolta del 4to. Grado de su escuela, en oportunidad de
concurrir al Monumento nacional a la Bandera (Rosario) para prestar promesa de
fidelidad a la Enseña nacional.
Axel Salomón, escolta de la bandera del colegio “Comodoro Moisés
Echegoyen”, de Córdoba y premio al mejor compañero. Manifestó: “Sufro parálisis
cerebral. Soy un chico especial, pero no porque camino con dificultad o me
cueste decir palabras o me sea difícil comer. Si bien esto lo padezco, tengo
sueños iguales a los tuyos… sufro las mismas penas”, y pidió “no discriminar,
porque eso es una barrera hecha por mediocres”.
Luciana Pavani, abanderada 2014
de la Escuela Nº408 del barrio Faldeo del Velasco, provincia de La Rioja.
Lamentamos no disponer de mayores referencias
sobre la identidad de esta abanderada.
Bianca (la
fuente no indicó su apellido) es abanderada
de la Escuela Nº 12 “Tomasa Garraza de Quiroga”, de Villa Mercedes, provincia
de San Luis. El síndrome de Bridas Amnióticas provocó que naciera sin
tibia y peroné en ambas piernas y con los dedos de las manos más pequeños; esta dificultad no pudo con ella.
Sirur Maluf, a sus 22 años es el abanderado 2016 de la Escuela
de Deporte Adaptado de la asociación Niken, a la que concurre en San Luis. A
sus 19 años quedó cuadripléjico al zambullirse en Villa Gesell y golpear de
cabeza con el fondo. Con posterioridad alcanzó logros deportivos son notables y
también se desempeña en un cargo de la Secretaría de Deportes de la provincia.
Como no puede portar la bandera con sus brazos él mismo se transforma en asta
para lucirla cuando corresponde.
Buenas tarde. Excelente posteo. Le quería hacer una consulta, yo tengo una discapacidad motriz y en 7mo grado cuando fuí escolta de la Bandera Argentina caminaba, pero al tener poco equilibrio realmente la pasé mal estando tanto tiempo parada arriba del escenario casi en el borde. En ese momento no se me ocurrió ni me lo ofrecieron, pero desde lo que es el protocolo y ceremonial ¿Está comtemplado que en casos como este el alumno pueda tener detrás suyo una silla para poder sentarse en caso de necesitarlo?
ResponderEliminar