lunes, 2 de noviembre de 2015

Trofeos de guerra: Patagones y el Brasil

Dos banderas del Brasil en la Patagonia

 La bandera grande

 La bandera chica

Bandera imperial del Brasil

Actual bandera del Brasil

Por Miguel Carrillo Bascary

En la ciudad de Carmen de Patagones, a unos 900 kms. Al Sur de Bs. Aires, dos antiguas banderas/trofeos testimonian el valor de toda una población.
Patagones fue fundada por Francisco de Viedma el 22 de abril de 1779, sobre la margen sur del río Negro (lugar que hoy ocupa hoy ciudad de Viedma). Luego se trasladó a la ribera Norte para proteger al poblado de las inundaciones. Allí se emplazó un fuerte amurallado, cuya torre aún persiste, Sus primeros habitantes provenían de León. En sus comienzos, debido a lo inhóspito del paraje, debieron alojarse en cuevas excavadas en las barrancas fluviales.
Por entonces mantuvieran relaciones relativamente buenas con los pueblos originarios de la etnia tehuelche, como lo testimonia el grabado de d’Orbigny datado en 1829. 


En 1854 patagones fue reconocida como ciudad; hoy cuenta con poco más de 20.000 habitantes.

Durante la guerra que enfrentó a la Confederación Argentina con el Imperio del Brasil, debido al bloqueo naval brasileño establecido en el río de la Plata, el lugar adquirió una importancia estratégica significativa como base de los corsarios nacionales.

Maqueta del fuerte de Carmen de Patagones (Museo “Emma Nozzi”, Patagones)

Panorama del fuerte a mediados del siglo XIX

Hacia 1826 el poblado contaba con unos 500 habitantes (“cuarenta de ellos, milicias regulares, indios, gauchos matreros, presos deportados por distintos motivos, negros capturados por los corsarios, y una pequeña burguesía pueblerina”). En marzo 1827 una expedición naval brasileña intentó tomar la población pero la resistencia de la guarnición unida al decidido concurso de los demás habitantes pudo frustrarlo.

El historiador Juan José Biedma en su “Crónica histórica del Río Negro de Patagones” (Bs. Aires, 1905), relata:
“Al momento de la batalla, el comandante del Fuerte, Martín Lacarra, había logrado reunir apenas un centenar de hombres de infantería, un escuadrón a caballo (80 vecinos y 20 gauchos), un piquete de artillería, unos 200 corsarios y un grupo de negros voluntarios. Los que quedaban en el fuerte (mujeres, ancianos, niños), fueron armados con palos y piedras, y vestidos con gorros rojos y ropa de milicianos para tratar de simular una gran retaguardia. Así recibieron a la escuadra imperial que apareció merodeando la boca del río el 28 de febrero: eran cuatro naves bien preparadas que llevaban a 600 hombres, más que toda la población del Carmen.
La batalla comenzó en el agua y terminó en la tierra. El 6 de marzo, después de días de fuego cruzado y del varamiento de dos de sus naves, los brasileños hicieron un desembarco general a unas cuatro leguas del Carmen, con el objetivo de marchar sobre la población para tomarla en forma definitiva. Salieron esa misma noche. Se alejaron del camino costero, se perdieron, y después de cuatro horas consiguieron encontrar el camino.
El 7 de marzo de 1827, a las 6.30, llegaron al Cerro de la Caballada. Estaban extenuados y no habían bebido agua en las últimas 24 horas. Desde el cerro vieron cuatro barcos en el río, y en las murallas del fuerte a los negros de infantería, y las mujeres, los ancianos y los niños. El comandante cayó muerto por un disparo antes que pudiera ordenar a sus hombres que se retirasen para ampararse y proteger sus naves. La fuerza de caballería, recién llegada, prendió fuego a los campos resecos y arrinconó a los atacantes. A partir de ese momento, la rendición fue cuestión de horas”.

El fuerte y la costa de Carmen de Patagones hacia 1829

Se tomaron como trofeos siete banderas del imperio del Brasil; seis gallardetes; tres embarcaciones con 29 cañones en total; todos sus pertrechos y 613 prisioneros. Los esforzados defensores de Patagones, siguiendo una inveterada costumbre depositaron las enseñas capturadas en iglesia Nuestra Señora del Carmen como testimonio de acción de gracias. Una tradición oral da cuenta que se tomó una bandera más que llevaba el contingente invasor que desembarcó y que fue derrotado en el cerro, pero que el entusiasmo de los vencedores determinó que fuera despedazada y sus jirones se usaron como pañuelos y adornos para las colas y crines de sus montados.

Se ignora el destino de cinco de estas banderas y de todos los gallardetes. Hoy solo se conservan dos, colocadas a cada lado del altar mayor del templo, en sendos marcos vidriados.
Una es de grandes dimensiones (4,69 mts. por 2,37), habría ondeado en la popa de un gran navío. La otra es menor (2,84 por 1,84), por lo que se piensa que podría corresponder a una goleta.

Esta no es la mejor opción para banderas de tanta significación y antigüedad. Hoy la técnica conservacionista aconseja exhibir este tipo de textiles en posición horizontal, bien aislados de su entorno, con mínima luz, para evitar que se decoloren y dañen.

Sean estas líneas un llamado de atención y un apelativo a la conciencia de las autoridades de Patagones y a su pueblo, a ellos corresponde generar las condiciones necesarias para que tan preciadas reliquias cívicas puedan ser legadas en las mejores condiciones posibles a sus propios descendientes y a todo el pueblo argentino.

Los maragatos (gentilicio con el que se conoce a los oriundos de Carmen, debido a su origen leonés) siempre tuvieron un legítimo orgullo de la acción bélica que protagonizaron en 1827 sentimiento que aún tiene plena vigencia; lo que es muy justo por haber enfrentado un enemigo mayor y más fogueado.


          En memoria de este evento, cuando en 1977 se dispuso adoptar un escudo propio para Cármen de Patagones, se ornamentó con las siete banderas conquistadas, siguiendo una antigua costumbre. Acompañamos una breve explicación de su heráldica:
El castillo y los cañones de bronce cruzados recuerdan el fuerte que defendía el poblado a orillas del río Negro, que se representa con las fajas ondeadas. 
El ancla indica que la ciudad es un puerto.
La bordura está cargada con las armas de Castilla y León, aludiendo a la Monarquía española que dispuso la fundación. Las últimas también remiten al origen “maragato” (leonés) de sus primeros pobladores.
Como cimera lleva la cruz y las estrellas, atributos del escudo de la Orden de Ntra. Sra. del Carmen, patrona de la ciudad.
Obviamente que las banderas brasileñas que flanquean el campo son las conquistadas en 1827.
El blasón lleva como divisa: "Son las armas del vencido", explicando el origen de tales enseñas. 
La corona mural es atributo distintivo que le corresponde por su carácter de ciudad.

           El monumento conmemorativo (Foto: LitoB)

En memoria de la victoria en 1927 se erigió un monolito en el Cerro de la Caballada que fue recientemente restaurado en un entorno jerarquizado (2014).

 Panorámica del sitio en la actualidad (Diagrama: Periódico digital “La Palabra”)

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