Su Pre-historia
Por Miguel Carrillo
Bascary
La historia de una bandera que identifica a un
estado, ya sea éste nacional, subnacional o municipal, comienza cuando se
oficializa como tal. En rigor también comprende las instancias previas a esa
definición, es lo que llamo su “prehistoria”.
En el presente
ensayo referencio la evolución de la bandera de la provincia de Bs. Aires
(Argentina) y de otras enseñas con las que se vinculada, desde su origen como
entidad política hasta el año 1995, cuando se aprobó oficialmente su emblema actual.
Nota: como este
Blog es leído por muchos extranjeros se incorporan aclaraciones obvias para los
lectores argentinos, pero que en el caso se justifican plenamente.
Encuadre histórico
La historia particular de Buenos Aires está tan íntimamente unida a la de Argentina que no es factible diferenciarla con claridad. Abarca desde los tiempos de la colonia hasta la actualidad.
Cuando en 1580 el adelantado Juan de Garay refundó la ciudad de la Trinidad en el Puerto de Santa María de los Buenos Aires (tal su nombre oficial), estableció su Cabildo con jurisdicción sobre un enorme territorio, que con las reformas borbónicas del siglo XVIII fue constituida en gobernación. Poco más tarde, desde 1776, quedó integrada al Virreinato del Río de la Plata del que fue su capital.
No se ha podido determinar la fecha precisa en que Buenos Aires empleó por primera vez el estandarte real que le correspondía según la práctica hispánica. Se presume que en su anverso llevaba las armas reales y, en su reverso, las correspondientes a la ciudad. Este emblema corporizaba la soberanía real[1].
Producida la
formación del primer gobierno patrio, el 25 de mayo de 1810, la Junta
resultante toleró su uso tradicional hasta que el Primer Triunvirato[2],
por decreto fechado el 11 de mayo de 1812 suprimió su exhibición, anticipando
la ruptura con la monarquía.
Como el Fuerte
de Bs. Aires, era una posición naval, ondeó en tiempos de la colonia, la
conocida enseña roji-gualda que usaba la Real Armada. Mientras que las tropas
de tierra empleaban como bandera coronela el paño blanco con el escudo real y
como enseñas divisionales la blanca con el aspa de Borgoña, que en el caso de
las milicias cargaba escudetes alusivos a la región en cada extremo de
los palos, en este caso una apócope del escudo cívico.
En el proceso Buenos Aires experimentó diversas
modificaciones tanto en el régimen de gobierno como en su territorio, que
se vio afectado por la segregación de las provincias de Entre Ríos, Santa Fe,
Corrientes, la Banda Oriental y la independencia de facto del Paraguay. El
movimiento emancipador de mayo de 1810 tuvo al Cabildo porteño[3]
como principal protagonista, hasta el punto que de él surgió el primer gobierno
formado por los criollos. Técnicamente puede afirmarse que la provincia de
Bs. Aires nació a la vida institucional como una entidad política particular,
el 13 de enero de 1812 cuando el coronel Miguel de Azcuénaga fue nombrado como
su gobernador intendente[4]
provisorio.
Las Provincias
Unidas del Río de la Plata adoptaron de hecho la bandera que el
entonces coronel Manuel Belgrano izó en el poblado de Rosario el 27 de febrero
de 1812. A poco, sus tropas llegaron hasta el Alto Perú (hoy Bolivia) y sus
corsarios mostraron su presencia en todos los mares del mundo. Fue en 1816, que
las Provincias Unidas referenciadas
como de Sudamérica, adoptaron
formalmente como emblema la enseña[5]
celeste, blanca y celeste.
Lamentablemente,
la norma no precisó el diseño con el rigor que en la actualidad se demanda, lo
que con los años dio lugar a diferentes interpretaciones y desencuentros.
Paralelamente comenzaron los intentos por dictar
una constitución que organizara el país. Su fracaso motivó la desaparición
del gobierno nacional en 1820, por lo que cada provincia se gobernó en forma
autónoma dando inicio a un periodo que se conoce como la anarquía. Sin embargo, aquellas conservaron el vínculo común
y se presentaron al mundo bajo el nombre de Confederación Argentina, bien que jurídicamente tuvo perfiles sui generis. A partir de 1825 y raíz de
una compleja evolución política, las provincias confiaron al gobernador de Bs.
Aires la representación exterior del conjunto.
Desde 1816 a 1853, la etapa que algunos llaman de la organización nacional, Bs. Aires empleó la misma enseña que caracterizó a las Provincias Unidas y que desde 1818, en su versión de guerra incorporó el Sol. Así se fue difundiendo en el ámbito internacional, hasta el punto que en muchos álbumes[6] que durante el siglo XIX usaban las armadas y marinas de diversas naciones, se identifica al pabellón argentino con el apelativo de Buenos Aires. Más adelante se verá que la ambigüedad técnica del decreto que la estableció determinó que la representación de esta enseña estuvo lejos de ser homogénea, las diferencias de interpretación fueron muchas.
Banderas en tiempos de Rosas
Nota: el análisis de las enseñas
usadas entre 1833 y 1852 es un tema clásico de la Vexilología argentina.
Existen muchos estudios de diversa calidad, pero ninguno abarca tan rica
materia en profundidad lo que eventualmente implicará circunstanciarlo con los
hechos históricos del periodo. Hasta el momento considero que el abordaje que
plantean Juan Manuel Peña y José Luis Alonso[7]
en su extraordinaria obra Las Banderas
de los Argentinos, que es el más completo de los disponibles, aunque
consiste en un conjunto de referencias sobre los ejemplares más destacados, fue
ilustrado por Francisco Gregoric. De momento realizaré una caracterización básica de estos vexilos, por ser
otra la temática del presente ensayo.
Quienes no conozcan la historia argentina merecen saber que la puja de unitarios y federales, fue un hecho traumático, que se derivó en una lucha fratricida que se cobró un elevadísimo precio de sangre y luto, cuyos efectos trascendieron a la época.
El principal referente del federalismo fue el hacendado Juan Manuel de Rosas nacido como Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas y López de Osornio, ejerció su primer mandato como gobernador de Bs. Aires entre 1829 y 1832. Cuando lo hubo terminado, condujo una entrada a las pampas por orden del gobierno, que la historia conoce como la Expedición al Desierto, y que se cumplió entre 1833 y 1834. Al frente de las tropas que mandaba Rosas habría llevado la bandera de tres franjas de subido color azul la superior e inferior y blanca, la central, con el agregado de píleos empicados, que anticipaba las características que tendrían las enseñas en aquel período, así resulta de la catalogación de la pieza que existe en el Museo Histórico Nacional (Bs. Aires). Este vexilo, es el que se muestra seguidamente. Sin embargo, varios investigadores descreen de esta identificación por considerar que por los gorros corresponde a una data posterior.
Según da cuenta el cronista Antonio Zinny[9]
y ratifica el estudio practicado por el capitán de navío ( R) Mario Fermín Pensotti[10],
cuando el gobernador Rosas
cumplió el primer año su segundo mandato, el 13 de abril de 1836[11],
izo enarbolar en el Fuerte de Bs. Aires, sede formal de su poder, “una bandera azul turquí, casi índigo y el
sol dorado, con finas líneas rojas. Se habían añadido cuatro bonetes[12] de Libertad rojos[13]”.
Quede en claro que no hay registro de ninguna ley o decreto que haya ordenado
estas mutaciones. Aparentemente solo medió una simple decisión personal
de Rosas, lo que se corresponde con las características autocráticas de su gobierno.
Coinciden los autores que en ningún momento Rosas quiso disponer una
bandera específica para la provincia de Buenos Aires, antes bien resulta
evidente que intentó desarrollar su gestión bajo los pliegues de aquella que
presidió la gloriosa campaña emancipadora y la victoriosa guerra con el Brasil,
si bien mandó sumarle o toleró que otros lo hicieran, explícitos atributos alusivos
a la ideología federal, al particular alineamiento con sus dictados y estigmas explícitos
contra sus opositores. Es significativo que muchos ejemplares de la época
tienen diseños y dimensiones prácticamente idénticos, lo que hace pensar que
debió existir alguna directiva para uniformarlos, en el contexto histórico esta
disposición debió salir del despacho del propio Rosas. Para más, hay documentos
de donde se deduce que promovió el uso de este tipo de vexilos en las
provincias del interior.
Hay dos
documentos paradigmáticos que manifiestan el pensamiento de Rosas respecto a la mutación cromática
de la bandera:
a) El oficio que el 23 de marzo de 1836[14]
cursó Rosas al coronel Vicente González, jefe del 3 de Caballería y
comandante de la Guardia de San Miguel del Monte (provincia de Bs. Aires), por el
que le remitía:
“… una hermosa bandera […] Para los días de celebridad en ese punto.
Sus colores son blanco y azul oscuro, con
un sol colorado en el centro y en los extremos el gorro punzó[15] de la Libertad. Esta es la bandera Nacional
por la Ley vigente. El color celeste ha sido arbitrariamente y sin ninguna
fuerza de ley Nacional, introducido por los malvados de los Unitarios. Se le ha
agregado el letrero de ¡Viva la Federación! ¡Vivan los Federales-Mueran los
Unitarios!" (Esta enseña hoy está perdida).
b) La nota que Rosas dirigió al gobernador de Santiago del Estero, Juan
Felipe Ibarra, datada el 11 de junio de 1836[16],
donde lo reprende por haberle escrito usando tinta celeste y fundamenta su
observación en estos términos:
"Por este motivo debo decir a
V. que tampoco hay ley ni disposición alguna que prescriba el color celeste
para la bandera nacional como aún se cree en ciertos pueblos. […] El color verdadero porque está ordenado y
en vigencia… es el azul turquí […] muy
distinto del celeste”.
La reiterada referencia a una ley previa devendría de la
interpretación equívoca del decreto que emitió el Congreso General el 25 de febrero de 1818, que en lo pertinente rezaba:
“Que sirviendo para toda
bandera nacional los dos colores blanco y azul en el modo y forma hasta ahora
acostumbrados, sea distintivo peculiar de la bandera de guerra un sol pintado
en medio de ella. Con lo que queda contestada la pregunta de V.E. de 9 de enero
último y le comunico de orden soberana para su inteligencia[17]”.
En esto
basaría su posición Rosas, lo que convenía a su deseo de diferenciarse de sus
opositores. Es el mismo argumento que sus panegiristas sostienen hasta la
actualidad, hasta el punto de que algunos han pergeñado modificar la bandera argentina a despecho de la reciente definición
de sus colores en diversas escalas cromáticas de uso internacional, tal como
resulta de las normas IRAM oficializadas por el Decreto Nº1.650/ 2010[18].
Se ha dicho también, que como el
decreto de 1818 es posterior a la ley de 1816 habría derogado a esta última.
Sin embargo, el primero se refiere a la bandera de guerra y no a la nacional y,
por sobre todo ha de tenerse en cuenta que el principio de supremacía normativa
señala que jamás un decreto puede
abrogar una ley, por ser ésta de naturaleza superior.
Otra interesantísima pieza de este período, que subsiste en el Museo Pampeano
“Los Libres del Sur” de Chascomús (prov. de Bs. Aires) podría datarse como
mínimo en 1839[19]. Corresponde
al batallón del Tuyú[20],
es biazul y blanca con el escudo nacional en el centro, paradójicamente está
orlado de enseñas celestes y blancas. Por esta razón podemos caracterizarla
como una bandera de transición, obviamente que es una insignia militar
de la unidad, por lo que no cabe atribuirle el carácter de enseña de la provincia.
Oportunamente
relevaron Peña y Alonso muchas otras piezas del aquél entonces que existen
en museos, iglesias y colecciones particulares, así como de otras que se
describen en diversos documentos. También reseñan otros vexilos que se
adscriben a la tipología rosista. Cupo del vexilólogo y diseñador Francisco
Gregoric reproducirlas, con la excelente calidad y precisión que lo
caracterizan. Para no abundar, remito a los interesados a tan excelsa publicación.
Pedro de Angelis[21], conocido personaje de la época, hombre de
ciencia, periodista y jurista, archivista de Rosas, referenció que los
gorros representan a ciertas normas por las que las provincias procuraron
establecer el federalismo, lo que implicaba reservarse un grado suficiente de autonomía
como para darse sus instituciones y gobernarse de acuerdo a sus intereses y
tradiciones. Éstas serían los tratados del
Pilar (1820), del Cuadrilátero
(1822), el Federal (1831) y la Ley Fundamental, de 1825, sobre la que
se basó la representación exterior que ejerció la provincia de Bs. Aires, de
todas formas, es una especulación sin fundamento documentado. Otros autores no
les atribuyen ningún significado especial, pero es indudable que en el contexto
de los tiempos expresan, como mínimo, a la Libertad.
Pensotti
informa que, la bandera
implementada por Rosas “fue enarbolada en
todos los barcos de la escuadra de Bs. Aires en la campaña de 1841-1846[22]”. Mariano Pelliza (1837-1902)[23],
escritor cercano temporalmente a los hechos, describe una bandera como “un gran paño azul, oscuro como el fondo del
cielo en noche de borrasca, simbolizado con cuatro bonetes rojos en las
esquinas y un sol también rojo en su centro”. Tampoco esta puede
considerarse una enseña provincial, para más tan escueta referencia
documentales justifican que varios autores descrean de su existencia.
Está
probado como una exageración, fruto de la verba política de Domingo F. Sarmiento[25], que en los tiempos de
Rosas se haya usado un “pendón negro con
sus gorros sangrientos[26]” como mencionó aquel en
su exposición del 24 de septiembre de 1873, cuando se inauguró el monumento a
Belgrano en la ciudad Bs. Aires[27]. La pieza aludida es
azul turquí y blanca, éste fue recuperada por Sarmiento al día siguiente de la
batalla[28] el 4 de febrero de
1852. Como consta en su paño, corresponde al batallón Cuartel General, Caseros. El tribuno la guardó como recuerdo
personal y luego la exhibió en la ocasión descripta, actualmente se halla en el
Museo Sarmiento (Ciudad de Bs. Aires).
Otro vexilo
característico del período es el que ondeaba sobre el Fuerte de Bs. Aires cuando el
ejército aliado hizo su entrada en la ciudad, consumado ya el triunfo en
Caseros. Considerada un legítimo trofeo de guerra. Fue donada por
Urquiza al diplomático uruguayo Andrés Lamas, como testimonio por el apoyo de Uruguay a la campaña. Hoy se preserva en el Museo Histórico Casa de Rivera (Montevideo)
Cabe recordar que el rojo
representaba la forma federal de estado[30]
que decía propugnar Rosas, mientras que sus opositores, los unitarios-liberales,
habían tomado al celeste como su divisa particular[31].
La historiografía reseña la total aversión que Rosas manifestaba por el
celeste y aún por el verde, cuyo uso prohibió, una disposición que algunos
de sus partidarios se encargaban de ejecutar con peculiar violencia. Esta cromófobia
adquirió caracteres que la hacen merecedora de estudio por la Psicología
clínica y que se manifestó en las terribles persecuciones políticas
desarrollados durante el período, al par que el rojo se enseñoreaba en la moda,
en la pintura de las casas, los uniformes, arreos de animales y hasta de los
objetos de culto. El proceso de sustitución del celeste por el azul subido que
se constata en los vexilos de la época fue paulatino y se extendió a todo el
país al amparo de la influencia de Rosas. Más aún, se radicalizó bien entrada
la década de 1840.
Paralelamente se emplearon también banderas totalmente rojas y otras de tres franjas, donde la primera y la tercera eran de este color y la central blanca[32]. Estas divisas fueron usadas por las fraternidades afro-americanas de Bs. Aires y por entidades que se asignaban el ser federales. Evidentemente son vexilos de diversas fracciones partidarias de que respondían a Rosas, pero no corresponden a la provincia bonaerense.
En ejercicio de las relaciones exteriores argentinas, Rosas, quien detentaba la suma del poder público[33], protagonizó hitos históricos de significación, como la resistencia al bloqueo anglo-francés, que derivó en las batallas de la Vuelta de Obligado (20 de noviembre, 1845) y de Punta del Quebracho (4 de junio, 1846), acontecimientos que suscitan legítimo orgullo en el sentir popular. Esto justificó que, cuando en la década de 1990 se pensó en dar a la provincia de Bs. Aires una bandera que la identificara, hubo voces que sugirieron emplear un diseño que se basara en las enseñas del período rosista. Veamos algunos ejemplos, que evidenciarán una notable variedad de estilos.
La evolución de las leyendas pintadas en los
paños también es ciertamente interesante. Durante la anarquía se difundió el
uso de cintillos de colores que incorporaban lemas distintivos propios
de las diversas facciones que en gran medida pasaron a las banderas, como se
advierte en los ejemplos que presento. Los más difundidos fueron los rojos (punzó)
con la leyenda “Federación o Muerte”,
que desde el 3 de enero de 1836 ordenó Rosas que usaran todos aquellos sujetos
a su poder, incluso las mujeres,
existe una amplia bibliografía sobre el tema.
A fines de la década de 1840, particularmente en las provincias del
Norte, cuando el descontento con Rosas aumentaba, aunque continuaran
reconociendo su predominio, aparecieron banderas con el lema “Libertad, Constitución o Muerte[34]”.
Por su parte, las tropas del Ejército
Grande que comandó Urquiza empleaban divisas que mostraban la consigna “Constitución Federal o Muerte”.
Los que reivindican a Rosas alegan que este tipo de expresiones no son “señales de división y de odio, sino de
fidelidad a la causa del orden, la paz y unión entre sus hijos bajo el sistema
federal[35]”.
A mi juicio, esta pretendida justificación es un claro ejemplo de dialéctica
ideológica, si se considera que entre otros lemas federales que constan en
documentos de aquél entonces se cuentan otros aún más agresivos como, por
ejemplo, “Mueran los Inmundos, Salvajes,
Unitarios”.
En la batalla de Caseros (3 de febrero de 1852) que enfrentó a las fuerzas de Buenos Aires con la coalición finalmente triunfadora que mandaba un antiguo aliado de Rosas, Justo José de Urquiza, gobernador de la provincia Entre Ríos, quien también sostenía el federalismo pero que, al contrario del primero, buscaba que se aprobara una constitución en el más breve plazo posible. Esto implicó que se restableciera la clásica bandera nacional (la celeste, blanca y celeste), abandonando los accesorios rojos y las leyendas agresivas, sin que se necesitara ninguna norma al respecto. Lo expuesto permite afirmar que las mutaciones introducidas por el rosismo eran consecuencia del momento político y que no implicaban cambios de fondo sobre el vexilo nacional.
El 1º de mayo de 1853 la República Argentina
finalmente pudo sancionar la Constitución que organizó al país como una
federación formada por provincias[36], es
la misma que aún rige al país.
Pareciera natural que cuando se redacta la constitución de un estado
se establezcan allí sus símbolos nacionales, es una práctica difundida a
nivel universal. Esto asegura su inmutabilidad al amparo de cualquier
contingencia política circunstancial que pretenda intentar un cambio. No es el
caso de Argentina, ya que en ninguno de sus muchos intentos constitucionales[37]
se incluyó la definición de sus símbolos, tampoco ocurrió en las variadas
reformas[38]
ocurridas hasta el presente.
El único antecedente que se registra al respecto es el anteproyecto que presentó en 1852 Pedro de Angelis[39], donde, en el inciso 11 del Artículo 47 de su iniciativa, propició como función del Congreso: “Fijar definitivamente los colores de la bandera y escarapela nacionales, y uniformarlas en toda la República”.
En cuanto a la bandera nacional argentina,
luego de ser oficializada en 1816, experimentó numerosas variantes en su
aspecto, cualquiera fueran sus usos. Se hizo habitual que el Sol tomara
aspectos a gusto de quién confeccionaba la pieza, también las hubo con el
escudo nacional en su centro, con franjas celestes y aún azules de diversos
matices y hasta aquellas que llevaban un Sol en el anverso y el escudo en el
otro lado. En ocasiones el blasón se acompañaba con pequeñas banderas, mientras
que el astro usualmente llevaba facciones humanas, ora de mujer, ora de niño o
bien era neutro, todo expresado en diversos estilos artísticos. Su corona supo
tener rayos regulares, rectos, ondeados, con aristas, gruesos y delgados. En
fin, que las variantes fueron muchas, consecuencia de la pobre técnica con
que se redactaron las normas que establecieron el símbolo. He aquí un
ejemplo:
Volviendo a los hechos que caracterizan la
relación entre Bs. Aires y la Confederación, aquella no había enviado
representantes a la Convención constituyente que se reunió en 1852 y, de hecho,
permaneció como una entidad política soberana, que en la historiografía se la
menciona como el “Estado de Bs. Aires”.
Importa señalar que nunca buscó formar un país diferente, sino que tomó esta
actitud como una herramienta de presión política procurando mantener ciertos
privilegios económicos en desmedro del resto de las provincias.
En el ínterin, el 5 de marzo de 1854 Urquiza
fue electo como presidente constitucional y transitoriamente se fijó como
capital federal a la ciudad de Paraná (Entre Ríos). A poco, surgió un nuevo e
inevitable enfrentamiento entre la Confederación Argentina y el Estado de Bs.
Aires, cuya capital fue sometida a sitio por las tropas nacionales. En este
contexto se dictó el Decreto del 27 de julio de 1853, suscripto por el
gobernador bonaerense, Pastor Obligado (1853-1858), que dispone sobre las
banderas del “Ejército de la Capital” (Bs. Aires). Se reproduce como Anexo 1.
Estos vexilos llevaban los colores de la argentinidad a los que se bordó la honrosa
leyenda de referencia, por lo que tampoco podemos caracterizarlos como enseñas
bonaerenses.
En el lapso que Bs. Aires se mantuvo apartada, ni su
Legislatura o ni su Ejecutivo dictaron norma alguna sobre una bandera
particular de la provincia. La única referencia legal y concreta es el
transitorio Pacto de Convivencia[40]
celebrado entre el Gobierno argentino y el Estado de Bs. Aires, el 8 de enero
de 1855, cuyo artículo 5 dispuso:
“Los buques en cabotaje del Estado de Buenos
Aires y los de la Confederación Argentina serán admitidos como hasta aquí en
los respectivos puertos cualesquiera [sic] que
sea su tonelaje; sin imponerles otros derechos”.
Esto implica que, tanto Bs. Aires como la Confederación continuaron empleando la bandera nacional argentina, con la peculiaridad de que las náuticas llevaban el Sol desplazado hacia el lado de la driza, una modalidad que permitía visualizar al atributo con mayor facilidad en caso de que el viento no tuviera la fuerza necesaria para desplegar el paño.
Luego de nuevos enfrentamientos armados se llegó al Pacto de San José de Flores (11 de noviembre de 1859) lo que determinó
que Bs. Aires volviera al seno del Estado argentino como una provincia dotada de un status
de autonomía similar al de sus hermanas. Esto se concretó al amparo de la reforma
constitucional de 1860, donde la temática de los símbolos nacionales tampoco
fue tratada. Todo hace pensar que se juzgó innecesario disponer al efecto,
lo que ratifica que los vexilos usados por Bs. Aires nunca fueron divisas particulares.
La anhelada estabilidad
institucional que siguió contribuyó en mucho a la pacificación de las
pasiones, mientras que los intereses encontrados se canalizaron por las vías
previstas en la Constitución. Esto determinó que decayera el uso de las
contadas banderas provinciales que aún se exhibían esporádicamente.
De hecho, solo Santa Fe, Entre Ríos, Misiones, Córdoba y Corrientes contaban con antecedentes, todos a partir de 1815, pero este uso no fue uniforme[42]. El resto de las provincias no contó con enseñas particulares, lo que destaco expresamente ya que hay una difundida creencia en contrario.
El empleo de estos emblemas
desapareció insensiblemente antes de extinguirse el siglo XIX, más allá de
manifestaciones aisladas, como en Entre Ríos y Misiones, donde ocasionalmente
de veían como reminiscencias folklóricas de su pasado, Previsiblemente esto
ocurrió desde que la Ley
Nº1.072 de 1880[43]
(promulgada por Julio Roca[44]
a días de asumir su primera presidencia) vedó mantener las milicias locales, a
las que integró en el sistema de defensa común bajo la forma de guardias nacionales (ver el Anexo 2).
Por ende, desapareció la última razón para mantener esos vexilos.
En 1880 y tras largas disputas se sancionó la
ley que estableció como sede del gobierno nacional de Argentina y capital
federal del país a la ciudad de Bs. Aires, con lo que su ejido fue
segregado del territorio de la provincia homónima.
No fue sino hasta 1983, cuando que se
restableció la democracia luego del último gobierno de facto, que las
provincias procuraron afirmar sus respectivas identidades por diversos
medios, entre los que se encontró el darse banderas que las identificaran. Fue una
reacción lógica al centralismo determinado en el predominio de sucesivos
partidos hegemónicos en el gobierno nacional[45]
y la subordinación impuesta por los regímenes militares[46].
En los casos de Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos y Misiones se volvió a las banderas que emplearon en tiempos de la organización nacional. Carentes de toda tradición al respecto, en las restantes jurisdicciones se definieron por medio de otras formas y en la mayoría, entre las que se cuenta Buenos Aires, fue a partir de concursos con participación popular.
Conclusiones
parciales
- El panorama expuesto señala que des que se formó la provincia de Bs. Aires empleó como vexilo identitario la bandera de las Provincias Unidas, luego República Argentina, en la múltiple variedad de diseños propios de normas que no precisaron debidamente sus características.
- Buenos Aires nunca tuvo una bandera que pueda caracterizarse como representativa de su autonomía provincial.
- Las banderas empleadas durante el gobierno de Rosas tampoco pueden caracterizarse como bonaerenses, son simples mutaciones de la enseña nacional argentina que tuvieron vigencia transitoria, hasta la desaparición de ese régimen.
- Al par que muchas provincias iban estableciendo sus respectivas banderas locales surgieron algunas propuestas para que Bs. Aires adoptara un diseño similar a las que se usaron en la provincia durante la época de Rosas. Ninguna se concretó.
Anexo 1 – Decreto que dispone una inscripción honrosa en las banderas militares de Bs. Aires
“Bs. Aires, Julio 27 de 1853
[Visto: lo actuado por el Departamento de
Guerra y Marina]
Considerando: el Gobierno el mérito especial
que han contraído los Cuerpos que forman el Ejército de la Capital en lo
gloriosa lucha que han sostenido por el espacio de más de siete meses,
defendiendo aun a costa de su sangre las instituciones de la Provincia, y
queriendo darles una muestra de la estimación que le merecen sus relevantes
servicios y de la gratitud a que se han hecho acreedores, ha acordado y Decreta:
Artículo 1º.- Los batallones, desde la fecha
de este Decreto, llevarán en sus Banderas la inscripción siguiente, en letras
de oro, orlada de un laurel: “Combatió con gloria en defensa de Buenos Aires –
Años 1852 – 1853”.
Artículo 2º.- Los estandartes de la caballería
y banderas de artillería que se hallen en idéntico caso, están incluidos en
esta Resolución y tienen el mismo derecho.
Artículo 3º.- Este decreto, que se remitirá a
cada uno de los cuerpos por medio de un edecán del Gobierno, será acompañado de
una nota que deberá el cuerpo depositar en su archivo y conservar como un
documento de perdurable valor.”
Firmaron: Pastor Obligado, gobernador de Buenos Aires - José María Paz, ministro de Guerra y Marina.
Fecha de promulgación: 27 de julio, 1853, fuente: Registro Oficial de la provincia de Bs. Aires”. Tomo I, p. 673.
Anexo 2 – Prohibición a las provincias de formar cuerpos militares
Ley Nº1.072.
“Artículo 1º.- Queda prohibido a las autoridades
de Provincia la formación de cuerpos militares, bajo cualquier denominación que
sea”.
Fecha de promulgación: 20 de octubre, 1880. Presidencia de Julio A. Roca
Fuente: Registro Nacional de la República Argentina. Tomo VIII, p. 327.
[1] Era el órgano ejecutivo que se formó el 23 de septiembre de 1811 y que gobernó las provincias que integraban el defenestrado Virreinato del Río de la Plata hasta el 8 de octubre de 1812.
[2] Un interesante ensayo al respecto corresponde a González, Virginia. Estandarte Real un símbolo de poder.
IDAES. Bs. Aires. 2011; https://www.academia.edu/38434130
[3] Se denomina porteño a lo que
es oriundo de la ciudad de Bs. Aires, mientras que bonaerense denota a lo relacionado con la provincia de igual
nombre.
[4] Registro Oficial de la
República Argentina. Tomo I (1810-1821), Nº281,
p. 133. Pub. Oficial. Bs. Aires. 1879.
[5] Fue el 27 de febrero de 1812 cuando en el poblado de Rosario, el
entonces coronel Manuel Belgrano, creó e izó por primera vez una bandera que
llamó “nacional” anticipándose a la emancipación. Hoy se admite que tenía dos
paños, blanco y celeste, en horizontal. Estos colores con diversos formatos y
ocasionalmente con cargas variadas fueron admitidos de facto hasta el 20 de
julio de 1816, cuando el Congreso General reunido en Tucumán aprobó la enseña
trifranjada.
[6] Le Gras, M. A. Album des
pavillons, guidons, flammes de toutes les puissances maritimes. París,
1858. Lámina 13. Puede bajarse desde: https://books.google.com.cu/books?id=HClTAAAAcAAJ&printsec=frontcover#v=onepage&q&f=false
[7] Peña, Juan Manuel y Alonso, José Luis. Las Ob. cit. p 122, a donde
remito al interesado.
[8] Así se llamó la avanzada en las tierras que ocupaban diversas tribus
que condujo Rosas, con relativo éxito
[9] En Historia de los
Gobernadores de las Provincias Argentinas. Ed. La Cultura Argentina. Bs.
Aires. 1870. Tomo I, p. 151.
[10] Referenciado por Alberto Perazzo en el boletín Estandarte Nº24 (Octubre, 1997). Bs. Aires, ed. no convencional),
producido por la Asociación Argentina de
Vexilología.
[11] Se previene que en alguna bibliografía se menciona, erróneamente, el
año de 1835.
[12] El término “bonete” que algunos autores usan para describir los
píleos de las banderas federales es una forma peyorativa, propia de quienes
buscan denigrar a Rosas.
[13] Píleos en realidad, como resultan de las piezas que han llegado
hasta la actualidad. Lamentablemente Pensotti no referenció su fuente, pero la
seriedad de sus estudios amerita que se consigne su relato.
[14] Archivo Gral. de la Nación, VII.22.1.12. Colección Celesia. Juan Manuel de Rosas.
1834-1839.
[15] El punzó es una tonalidad del rojo en su expresión más viva.
[xv] Tomada de Golman, Mario: https://www.vdmnoticias.com/noticias/leer/el-azul-turqui-en-las-banderas-de-rosas/10345
[16] Registro Nacional. Tomo I, p. 458.
[17] Texto completo del decreto en: http://manuelbelgrano.gov.ar/bandera/normas-iram
[19] Ya que se usó en la represión de los Libres del Sur, revuelta contra el poder de Rosas que finalizó en
la batalla de Chascomús, 7 de noviembre de 1839. Peña, J. M. y Alonso, J. L.
Ob. cit., p. 124.
[20] El Tuyú es una circunscripción municipal y geográfica de un partido
de la provincia de Bs. Aires.
[21] De Angelis (Nápoles,
1774–Bs. Aires, 1859).
[22] Dicha campaña corresponde al bloqueo sobre la navegación por el río
de la Plata que impusieron Francia y el Reino Unido como un acto de presión
contra la Confederación, que entonces representaba Rosas.
[23] Pelliza, Mariano. La Dictadura
de Rosas. La Cultura Argentina. Bs. Aires 1894, p. 243: https://books.google.com.ar/books/about/La_dictadura_de_Rosas.html?id=rYnUAAAAMAAJ&printsec=frontcover&source=kp_read_button&hl=es-419&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false
[24] Imagen tomada de la web del Instituto Nacional Browniano: http://inb.gov.ar/pages/guillermo_brown/banderas.html
[25] Político nacido en San Juan (1811) y fallecido en Asunción del
Paraguay (1888), estadista que fue presidente argentino entre 1868 y 1874,
gobernador de su provincia de origen, periodista, impulsor de la educación
pública y del desarrollo de las ciencias, prolífero literato. Era de ideología
liberal, masón y fue un acérrimo opositor a Rosas, quien lo había perseguido.
[26] Discurso pronunciado por el
presidente de la República d. Domingo F. Sarmiento en honor de la bandera
nacional al inaugurar la estatua del general Belgrano el 24 de Setiembre de
1873. Bs. Aires. Imprenta de “La Tribuna”. https://www.cervantesvirtual.com/obra/discurso-pronunciado-por-domingo-faustino-sarmiento-el-29-de-septiembre-de-1868-dias-antes-de-ocupar-la-presidencia-de-la-republica-argentina-en-un-banquete-ofrecido-por-la-masoneria-argentina--0
[27] Manuel Belgrano (1770-1820), estadista y general argentino. Creador
de la bandera nacional. El primer monumento que se le tributó fue por
suscripción popular, se emplazó en el atrio de la iglesia de Santo Domingo,
ciudad de Bs. Aires. Su inauguración ocurrió el 24 de septiembre de 1873,
durante la misma Sarmiento hizo uso de la palabra para destacar el acontecimiento.
[28] Ver nota en Sarmiento, Domingo F. Obras completas - Discursos populares. Tomo 21, p. 345. Augusto Berlín
Sarmiento, recopilador y editor (nieto del autor). Bs. Aires. 1899. Francisco Gregoric recuerda que esta bandera fue robada a punta de pistola en 1964 y que nunca más apareció. La que hoy se halla es una réplica, elaborada en 1965. Otras referencias indican que los responsables del robo fueron nacionalistas que pretendieron deshacerse de un testimonio histórico irritante para los rosistas. Puede especularse que la pieza permanece en poder de algún particular y que difícilmente haya sido destruida, lo que hubiera planteado una contradicción ideológica para los perpetradores.
[29] Ref. Peña, J. M. y Alonso, L. M. Las
Banderas del Fuerte de Buenos Aires, 1835 a 1852. Bs. Aires. 2017: https://surcosenlahistoria.wordpress.com/2017/09/18/las-banderas-del-fuerte-de-buenos-aires-1835-a-1852
[30] El más lejano antecedente del uso de este color se remonta a José
Artigas quien hacia 1815 lo empleó para manifestar la idea de establecer el
federalismo en el Río de la Plata.
[31] Era un secreto a voces que se identificaba a los unitarios con los
liberales y que muchos de ellos revistaban en la masonería, en cuya simbología el
celeste ocupa un lugar preponderante. Es evidente que en consecuencia la
relación celestre/ unitarismo/ liberalismo/ masonería quedaba patente.
[32] Peña, J. M. y Alonso, J. L. Ob. cit. pp. 107 a 111.
[33] Al asumir su segundo mandato Rosas puso como condición que se le
concedieran plenos poderes como legislador, jefe de gobierno y última instancia
judicial. En consecuencia, la Legislatura de Bs. Aires le concedió la suma del poder público, lo que en la
práctica permitió que se perpetuara en el cargo.
[34] Frías, Bernardo. Tradiciones Históricas
(Cuarta: Oribe). Edit. La Facultad. 1926, p. 204.
[35] Cita de Adolfo Saldías. Historia
de la Confederación. Eudeba. Bs. Aires. 1968, p. 263.
[36] El federalismo vernáculo tiene caracteres propios, ya que es mucho
más centralizado que el de los Estados Unidos, paradigma histórico de esta
forma de organización.
[37] Constituciones de 1819 y de 1826, tampoco en diversos estatutos
constitucionales de vigencia circunstancial.
[38] La Constitución de Argentina se reformó en: 1860, 1866, 1898, 1949,
1949 y 1994.
[39] Cuando se elaboró el texto constitucional de 1853 su proyecto no fue
considerado, quizás por ser un conspicuo federal, muy cercano a Rosas. Puede verse
íntegro en: https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/proyecto-de-constitucion-de-pedro-de-angelis-de-junio-1852/html/920dc935-0178-400e-ad29-f8ec0c39d3b9_2.html
[41] Imagen elaborada por Francisco Gregoric correspondiente al buque torpedero Fulminante, hundido en 1877.
[42] Hay quienes sostienen que la provincia de La Rioja tuvo banderas
propias, pero en realidad fueron divisas personales de su caudillo, Facundo
Quiroga. Al respecto también podrían computarse en esta calificación los
vexilos usados por otros jefes militares que actuaron en el interior en
distintos años del siglo XIX.
[43] Registro Nacional. Tomo VIII, p. 327.
[44] Nacido en Tucumán en 1843 y fallecido en Bs. Aires en 1914. Militar
y hábil político, de pensamiento liberal, dispuso la ocupación militar de la
Patagonia y del Chaco. Fue por dos veces presidente de la Nación, en 1880-1886
y 1898-1904.
[45] Sucesivamente: el conservadurismo, el peronismo y la Unión Cívica
Radical.
[46] Estos gobiernos se dieron en: 1943-1952, 1955-1958, 1966-1973 y 1976-1983.
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