Pasiones al viento (¡nota polémica!)
El hallazgo de esta imagen justifica esta breve
aproximación entre el mundo futbolero y los paños donde se plasman sensaciones
que son todo un sentimiento.
Por Miguel Carrillo Bascary
El Futbol
Prácticamente desde sus
inicios el futbol argentino alcanzó una
notable calidad que encuentra su mejor expresión con el desempeño de su
seleccionado nacional encabezado por Lionel Messi y conducido por Lionel
Escaloni. A nivel de clubes también registra incontables logros internacionales, un ámbito donde Independiente y
Boca Juniors destacan por derecho propio, seguidos de cerca por River Plate.
El primer torneo oficial,
de carácter amateur se remonta a 1891. La historia inmediata es muy rica y, al
mismo tiempo, muy compleja en lo que hace a la institucionalidad del deporte. Pero hay consenso en que alcanzó su madurez en 1934 cuando se formó la
Asoc. del Futbol Argentino (AFA) entidad rectora de la actividad hasta nuestros
días.
Se afirma que en 1937
nació el concepto de agrupar a los principales clubes bajo el título (extraoficial)
de “los cinco grandes”. Fue ese año que la AFA estableció el voto calificado para
sus asambleas, otorgándoles tres a las instituciones que acreditaran: 1) contar con más
de 15.000 socios; 2) tuvieran más de veinte años de participación consecutiva
en los campeonatos oficiales; y 3) hubieran logrado al menos dos títulos de la
liga.
De esta forma emergieron
los “cinco grandes”: Boca (fundado
en 1905), Independiente (1905), Racing (1903), River Plate (1901) y San Lorenzo
(1908), a los que ordeno por estricto orden alfabético. Por su parte, a Estudiantes
de La Plata (1905) y Huracán (1908), se les reconocieron dos votos, por lo que
podríamos considerarlos “medianos”; este último accedió al conjunto superior en
1941, mientras que Chacarita Juniors (1906) y Gimnasia y Esgrima de La Plata, pasaron
a tener doble sufragio[1].
Esto subsistió hasta 1955, cuando se
eliminó el voto calificado del estatuto de la liga, pero el apelativo ya estaba
firmemente arraigado en el argot futbolero.
Con los años, los logros
alcanzados, incluso de nivel internacional, el número de socios y el
protagonismo en los campeonatos nacionales plantea una dura e indefinible pugna. A riesgo de ser juzgado como “parcial”,
puede señalarse con base objetiva que también
otros clubes acreditan méritos para sumarse al selecto grupo de los
“grandes”: Estudiantes, Huracán, Rosario Central (1889) y Vélez Sarsfield
(1910); hago constar que N.O.B. (1903) también pide pista, pero atendiendo a
sus resultados en concreto viene algo más atrás. Además, si se consideran las actuaciones de las últimas décadas, otros
clubes del interior aspiran a sumarse al selecto conjunto, como: Belgrano de
Córdoba (1905), Colón de Santa Fe (1905), Atlético Tucumán (1902) y Talleres de
Córdoba (1913), aunque todavía adeudan un mayor nivel de rendimiento en números de campeonatos.
A los interesados por el tema les recomiendo el artículo “Cinco grandes del futbol argentino”, en el portal Wikipedia[2]. Precisamente, ahí aparece la ilustración que motiva este post y que será objeto de análisis en los próximos párrafos.
Las banderas
Con el auge de los
deportes y la popularidad consiguiente, la
competencia dio lugar a las “hinchadas”, término que se usa en Argentina
para designar las parcialidades que apoyan a todos y cada uno de los
contendientes. En un fenómeno que estudia la Psicología Social sus integrantes se identifican de tal forma
con sus equipos favoritos que surgen un marcado fanatismo, más allá de toda
razón. Esto se expresa en las banderas y
en un verdadero cotillón que los aficionados utilizan para alentar a sus
equipos.
Nada parece suficiente, hasta el punto de comprometer sus propios cuerpos en pluralidad de tatuajes y pintura en sus rostros. Lejos, lejísimas han quedado las vestimentas que nos ofrecen las viejas fotos de los hinchas, mayormente varones, que hasta la década de 1960 concurrían a los estadios ataviados de traje, corbata, chaleco y hasta sombreros.
Tribuna popular de antaño
Hoy las gradas se
tiñen de los colores de los equipos, mientras las once camisetas por equipo
que se veían en las canchas hace setenta años han proliferado en las decenas de
miles que llevan puestas los aficionados.
Recordemos que solo
en 1953 la FIFA autorizó cambiar un jugador lesionado, siempre y cuando ocurriera en el
primer tiempo[3].
Las iniciativas personales
están tan arraigadas en el futbol que no
existe un canon que regule la confección de las banderas. En todo caso, la manifestación de identidad se da en los
colores no en la forma que adquieren los vexilo. La cromatografía resulta
de los escudos y, por supuesto, de las camisetas oficiales. Una cosa es clara, en el futbol es más importante el color,
no la forma de las banderas, a las que con toda familiaridad se denominan “los
trapos”.
Las dirigencias han evitado plantear regulaciones al respecto y, si lo hubieran hecho, sin dudas habrían fracasado su propósito. Quizás por este motivo resulta singular la imagen que abre esta nota, que data
de 1941. La editorial responsable se encontraba en el pasaje “Rauch” Nº1847,
pleno barrio de La Boca, desde 1973 denominado “Enrique Santos Discépolo”, el
popular compositor y dramaturgo porteño.
Como se verá, el orden expuesto en esa lámina consagra al club de la Ribera en primer término (a la derecha, conforme el orden protocolar), luego se ubican, River, Racing, Independiente y cierra San Lorenzo; un posicionamiento acorde a los logros habidos en la década de 1940. A la fecha, "los Rojos" han superado netamente a la “Academia”, tanto a nivel local como en títulos internacionales[4].
Desde la perspectiva actual, las banderas que aparecen en la publicación lucen excesivamente formales, rígidas, por calificarlas de alguna manera.
Hoy las divisas son mucho menos estructuradas, prescinden de las astas con que las vemos (excluidas de los estadios por razones de seguridad), las piezas se muestran en manos de los aficionados, algunas alcanzan a cubrir tribunas enteras, otras se extienden como largas cintas, sostenidas por cientos de partidarios cuyos pechos alientan a sus favoritos más allá de toda medida… ¡como corresponde en el futbol!
Adenda: Los escudos de los cinco grandes
[1] A fuer de presentar un panorama más completo, agrego que: durante la primera
mitad de la década de 1950 pidieron obtener tres votos en las asambleas de la
AFA: N.O.B., Vélez, Platense (1905) y Lanús (1915), en cuyo caso habrían ingresado a la nómina de los "grandes", pero no se hizo lugar a lo solicitado.
[2] La imagen aparece en https://es.wikipedia.org/wiki/Cinco_grandes_del_f%C3%BAtbol_argentino
[3] La regla de once jugadores por equipo en partidos oficiales fue inflexible, hasta que se autorizó un recambio por lesión, pero solo para la clasificación
al Mundial de 1954, autorización que se generalizó en 1958. Fue recién en 1967 que la
FIFA habilitó universalmente un reemplazo por razones tácticas, al año
siguiente se admitieron dos y para el Mundial de 1970 esto quedó consagrado.
Con los arqueros hubo diferencias, pero no es el caso abundar al respecto. La
Historia continúa.
[4] A Boca se lo llama "club de la Ribera", por su ubicación geográfica. Los "Diablos Rojos", son los fanáticos de Independiente, dado el color de su casaca, y a Racing se lo denomina la "Academia", porque entre 1913 y 1919 alcanzó siete campeonatos consecutivos.