Presencia en la Liturgia católica
Por Miguel
Carrillo Bascary
Con motivo del reciente cónclave, en que la Iglesia Católica eligió a León XIV como su nuevo papa, este Blog que se especializa en Ceremonial, Vexilología e Historia, intenta responder a varias consultas recibidas que versan sobre los tocados que se lucen en las ceremonias.
Es un punto muy menor en la enormidad del acontecimiento, pero la información podrá tenerse presente en otras circunstancias vinculadas al Ceremonial. Estas breves notas serán esencialmente prácticas, por lo que se prescindirá de sutilezas que los interesados podrán obtener en otras fuentes.
Breves conceptos previos
En la mayoría de las
religiones los sacerdotes se revisten para el culto con vestimentas especiales, muchas veces elaboradas en materiales de
alto costo y/o bajo precisas directivas. Esto se consideró en la antigüedad como
una forma de honrar a Dios, en la misma
forma que cuando las personas usan sus mejores ropas cuando concurre a cenas y
otros encuentros sociales. En el lenguaje
del vestir los servidores son reflejo de la autoridades y dignidad de su
señor y esto se trasunta al culto. Lamentablemente los abusos por sobre estos
sanos conceptos han sido numerosísimos.
La mitra
Es un atributo que usan los obispos y de algunos abades y abadesas en los actos litúrgicos.
Obviamente que se trata de un tocado (cubre cabeza). Su origen puede remontarse al mitznefet de los sumos sacerdotes del Israel Antiguo, una suerte de turbante de lino blanco, emblema de pureza; aunque este precedente sea objeto de discusión. Se afirma que la primera expresión plástica de una mitra se observa en el Liber Pontificalis[1] del siglo VI. Cuatrocientos años más tarde tal uso se universalizó con el carácter indicado.
En concreto, la mitra señala la condición episcopal
de quien la usa. Por esto es un emblema de la autoridad del obispo, que identifica a su portador de entre de la jerarquía eclesiástica durante el
transcurso de ciertas liturgias.
En su condición de obispos de Roma los papas utilizan ampliamente la mitra. No debe confundirse con la corona papal o tiara, que de hecho dejó de usarse desde el pontificado de San Pablo VI (1963).
Composición
Como toda prenda evolucionó a lo largo del tiempo, un aspecto que los historiadores religiosos explican con detalle. En su origen eran cónicas, con forma de casquete.
En la actualidad
la mitra consta de dos segmentos simétricos, rígidos, llamados picos, puntas, cornua o frontis, a manera de dos pentágonos con vértices aguzados; antiguamente llegaron a dimensiones desmesuradas. Se confeccionan con un alma de cartón o
material plástico, forrado de lino, seda, raso y aún por telas sintéticas.
Estos segmentos se unen entre si y se integran con una base (circulus) en la que se inserta la cabeza del portador. Algunas llevan un galón vertical (titulus) que a veces toma forma de cruz. Se complementa con dos cintas anchas llamadas ínfulas caen sobre la nuca y hombros; signos de la consagración al estudio del mensaje de Dios, en las Sagradas Escrituras y en la tradición eclesial (otros indican que refieren al Antiguo y al Nueva Testamento); originalmente estaban destinadas a sostener la mitra sobre la cabeza del portador. En su actual uso, las ínfulas son lisas, se adornan con una simple cruz o bien reflejan la decoración que predomina en el frontis. Otra costumbre consiste en bordar el escudo papal o episcopal del portador, si fuera el caso.
Los ritos ortodoxos utilizan mitras redondeadas, por lo que también en este aspecto expresan una pauta de identidad.
Los obispos de otras confesiones cristianas, no católicas, como por ejemplo ciertas iglesias luteranas, también usan de la mitra.
La mitra se aplana cuando se retira de la cabeza, lo que facilita su operatoria posterior y el transporte.
En la liturgia de la misa el obispo encabeza la procesión inicial dotado
de mitra. Se le retira antes de que venere el altar y la recibe al iniciarse las
Lecturas. La abandona para escuchar la proclama del Santo Evangelio, después de bendecir al
lector. La inviste cuando predica su homilía. Se la retira para la Oración de
los Fieles o el Credo, según corresponda, y vuelve a usarla cuando recibe las
ofrendas, para inmediatamente quitársela al pie del altar, antes de su bendición. Luego permanece sin ella y la retoma al terminar la Oración después
de la Comunión, manteniéndola en esta posición hasta que se retira del templo, en
forma procesional. Como vemos, todo esto implica una dinámica ritual poco comprensible
para los fieles, pero de gran impacto visual. Para estas operaciones el prelado
es ayudado por un acólito.
Les comparto un brevísimo video que lo explica con
ventaja. Fue producido por el equipo de “Liturgia Papal”: https://www.youtube.com/watch?v=GR00FfrsTCo
La renovación litúrgica del Concilio Vaticano II sintetizó al máximo las características de este atributo. Hoy se imponen las mitras simples (simplex), que antiguamente se empleaban en tiempos penitenciales.
Es usual que los obispos tengan mitras de uso personal, pero en los santuarios y catedrales, donde las concelebraciones son reiteradas, suelen haber varias unidades idénticas, aunque una tiene detalles diferenciales que se destinará al principal concelebrante
Las que revisten los cardenales en las ceremonias vaticanas son de tela adamascada[3], si las observa bien se verá que forman una piña y, en conjunto, esta imagen se potencia. Tal uniformidad fáctica es signo de colegialidad. La piña es un símbolo que desde antiguo representa a la Iglesia, en donde cada escudete se inserta en el núcleo.
Todavía persiste el uso de las mitras preciosas (que algunos llaman ornadas o, técnicamente, speciosas). Estas contienen aplicaciones de oro y plata, gemas y perlas, bordadas o engarzadas y, en ocasiones, incorporaban alegorías litúrgicas, arabescos y foliaturas. Aún durante los tiempos de su auge se las reservaba para las liturgias de mayor solemnidad.
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En las iglesias de rito oriental los estilos pretéritos se conservan; vemos como ejemplo el contraste durante el encuentro entre el Papa Francisco y el Patriarca armenio católico Nerses Bedros XIX (2015).
El reciente conclave permitió ver a cardenales de ritos orientales que se distinguieron por las mitras propias de sus culturas:
Primitivamente las mitras fueron blancas y así se han mantenido, aunque abundan las doradas (auriphrygiatas), con titulus y circulus de oro o plata, antiguamente dedicadas a las ceremonias penitenciales.
En los últimos años se advierten excepciones en color, aunque en rigor no acompañan los propios de los tiempos litúrgicos (morado, rojo, verde y hasta el celeste [5]). Ciertos subjetivismos llevan a inexplicables fantasías.
La Heráldica religiosa tiene en las mitras un elemento muy difundido en los blasones que caracterizan a los obispos, aunque en las ultimas décadas su consideración ha disminuido y hoy predomina el báculo.
En el ámbito de la Vexilología no es poco usual ver mitras, particularmente en las banderas religiosas de tradición británica. También en aquellas ciudades o condados que fueron posesiones de algún obispado o abadía.
Finalmente, existe un fuerte movimiento que plantea la supresión de las mitras en la Liturgia católica, por su parte se registra una profunda tradición en su milenario uso. Posiblemente la simplificación de su diseño haya otorgado muchos años de vigencia a este atributo.
[*] Se agradece el asesoramiento prestado por Don Pedro Benítez.
[1] Una de ellas es https://liturgia.mforos.com/1767119/8484151-la-mitra/ de la que tomo prestadas algunas fotos.
[2] Imagen basada en la elaborada por Joseph Braun, S.J.(Die Liturgische Gewandung, Friburgo. 1907)
[2] Antigua compilación de reseñas biográficas de los primeros papas, desde San Pedro a Esteban V (+891).
[3] Se caracteriza por tener un anverso brillante con el fondo tejido y un reverso mate con dibujos. Es originaria de la ciudad de Damasco, Siria.
[4] Como reflejo del llamado "privilegio español", que implica el uso tradicional no reglado del celeste en las fiestas de Nuestra Señora, el 15 de agosto, Asunción de María, y 8 de diciembre, Inmaculada Concepción; sólo en España, América y Filipinas.
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