Apuntes de una noche trascendente
Esta foto[1] manifiesta conceptualmente
al federalismo argentino, donde el poder se distribuye entre el gobierno
nacional plasmado en la soberana Bandera argentina y en las enseñas de provincias, sus
elementos esenciales. Ellas manifiestan a sus pueblos, y a las
autoridades surgidas del ejercicio de sus propias autonomías, confluyentes en esa compleja
forma de estado[2].
La figura del Presidente de la Nación, revestido de los atributos de su cargo ,corporiza al “Poder Ejecutivo fuerte” como lo calificaba Juan B. Alberdi en sus “Bases[3] y
puntos de partida”, que anticipó el texto de la Constitucion Nacional. Ambos
documentos aparecen extendidos sobre la mesa donde los congresales de 1816
suscribieron el acta de la Independencia argentina. Por sobre todo, un
crucifijo materializa a “Dios fuente de
toda razón y justicia” que, según consta en el Preámbulo, inspiró a los
conencionales constituyentes cuando aprobaron esa norma fundamental en 1853.
Por Miguel
Carrillo Bascary
Nota: intentaré analizar con objetividad la firma del “Acta de Mayo” los comentarios que aporto se concretarán desde la óptica del Ceremonial. De las siguientes líneas no debe inferirse ningún propósito político-ideológico. El tiempo dirá si se trató de una ocasión histórica o de un proyecto que naufragó pese a sus buenas intenciones. De momento fue evidente que los partícipes procuraron dar a la ceremonia un sobrio pero muy emotivo desarrollo.
Referencias para los lectores que no sean argentinos
A la hora cero del
día 9 de julio del año 2024, en la
Casa Histórica (San Miguel de Tucumán) donde en la misma fecha de 1816 se
proclamó la independencia nacional, respondiendo a la convocatoria del Presidente de la Nación se reunieron 17 gobernadores[4]
y el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Bs. Aires, con el propósito de
rubricar el “Acta de Mayo”, documento de coincidencias básicas[5]
que pretende establecer las pautas para cimentar un profundo cambio en la realidad nacional.
El momento elegido
La iniciativa presidencial
originalmente llamada “Pacto de Mayo”
fue planteada en marzo del corriente año ante la Asamblea Legislativa. Debió
firmarse el 25 de mayo, fecha en que Argentina conmemora la formación del
primer gobierno patrio, en 1810. Las negociaciones implicadas lo difirieron y
finalmente se concretó en ocasión de un nuevo aniversario de la declaración de
la Independencia. La coincidencia evidencia el propósito del gobierno de plantear
una suerte de refundación del Estado
nacional sobre la base de la Constitución argentina.
Mucho extrañó que la
ceremonia haya ocurrido a partir de las cero horas, lo que desde la óptica
comunicacional resultó negativo. Sin embargo, responde a costumbre que rige en muchas provincias del interior, donde
las efemérides patrias se solemnizan desde el primer minuto de esos días.
Los espacios comprometidos
Indefectiblemente debía ser la “Casa Histórica de la Independencia”, hoy convertida en museo y centro de peregrinaciones patrióticas. Claro está que su arquitectura no se prestaba para este tipo de eventos, en que fue necesario arbitrar la presencia de varios cientos de personas convocadas.
Los organizadores previeron dos espacios, los momentos del inicio y del final, se concretaron en el paseo que se extiende justo al frente de la fachada. No resultó cómodo, pero permitió destacar el perfil de la construcción que es tan caro a los sentimientos nacionales; esto aportó un encuadre muy apropiado para referenciar la efeméride y predispuso los espíritus. El núcleo del acto, la firma del documento, tuvolugar en elhistórico “Salón de la Jura[6]” donde los congresales proclamaron la Independencia.
El dispositivo fue sencillamente espartano, acorde a la limitación de todo gasto innecesario que hoy es política de gobierno. Sumamente sobrio y serio, sin ningún rasgo festivo como fue estilo de la anterior gestión a cargo del Poder Ejecutivo.
El primer segmento del acto no demandó mayores artificios, solamente de un atril central movible que luego ocuparía el Presidente, una hilera de asientos destinados a los gobernadores y dos bloques de sillas para el resto de los asistentes. Un mínimo detalle discordante fue una silla diferente, de no haber alguna idéntica al resto, debió colocarse en uno de los extremos para que no fuera tan evidente.
Como únicos elementos tecnológicos había dos
pantallas que permitieron seguir la ceremonia que se realizó en el interior.
Sobre la inmaculada fachada, blanca con aberturas azules, destacaban, el Escudo nacional y dos astiles con sendas banderas argentinas, es decir,
el aspecto habitual de este monumento histórico. Nada más y nada menos.
El segundo ámbito fue más sencillo todavía. En el fondo de la
habitación se mantuvo un breve entarimado sobre el que lució la mesa[7]
donde se firmó el acta de la Independencia, allí se vio un ejemplar original de la Constitución Nacional,
como icono justificativo de lo que estaba por concretarse, y otro original de
“Bases”, La presencia de estos testimonios históricos[8]
fue pasada por alto por el guion del evento, con lo que se perdió la
oportunidad de destacarlo a la población. Además, aguardaba el Acta que se
firmaría luego y dos elegantes estilográficas oscuras.
En el testero permaneció
como desde antiguo un crucifijo[9] de estilo colonial, mientras que, de
pared a pared estaba la Bandera Nacional que definía el centro del espacio,
acompañada por las enseñas de la que corresponde a la Ciudad de Bs. Aires y las
de todas las provincias y; aún las de aquellas cuyos gobernadores se
ausentaron.
Estas se dispusieron alfabéticamente, en orden alternado, según era
propio. Todas se presentaron muy prolijas, munidas de astas y pies soportes de
reglamento, con las corbatas acordes a la legislación y los usos vigentes, excepto la correspondiente a Jujuy que no lleva las leyendas que la particularizan. Los
paños no mostraban plegados y contaban con invisibles expansores, lo que permitía
apreciar sus cargas.
Algún ceremonialista
podrá cuestionar que no se haya unificado el formato de los paños, pero
entiendo que lo mostrado expone el criterio
correcto, un tema que para explicarlo demandaría una extensión desproporcionada
a los comentarios de hoy, por lo que será tema para una próxima nota.
Llamó la atención la ausencia de la Bandera Nacional de la Libertad Civil, símbolo patrio histórico
reconocido por la ley Nº27.134[10].
Es cierto que su uso es opcional, pero hubiera sido una muy buena medida que se
exhibiera teniendo en cuenta su probado origen belgraniano y a que representa
al estado de derecho, un principio
liminar de nuestra Constitución que coincide explícitamente con los valores que
alega profesar el gobierno. Desde lo protocolar nada impedía colocarla, en su
caso debió estar a la izquierda de la Enseña oficial de la Nación. La verdad es
que no llego a entender la razón por la que el área de Ceremonial de Presidencia se empeña en no presentar este
símbolo en los dispositivos a su cargo, desde su aprobación en el año 2015
han transcurrido tres gestiones presidenciales completas y sigue siendo
ignorado en la presente. Es de esperar
que esto cambie a la brevedad ya que la ausencia no tiene fundamentos y que
se trata de un símbolo de alto significado. Cabe apuntar que el emblema se
expone desde hace pocas semanas en el mismísimo “Salón de la Jura”.
Sobre las blancas paredes
pendían los retratos al óleo de los
congresistas que declararon la Independencia, en sus antiguos marcos
dorados. El piso mostraba los gastados baldosines rojos que pisaron los
congresales en 1816.
El desarrollo
Para este análisis me
serviré de la trasmisión del acto por
cadena nacional[11].
Como es usual se inició con la imagen de la Bandera Nacional flameando. Cuando
se conectaron las cámaras mostraron la fachada
de la Casa-museo y a los presentes saludándose, quienes poco a poco fueron
tomando sus lugares.
Corresponde destacar por
su enorme impacto emocional el momento en que el ex ministro y legislador Esteban Bullrich fue ingresado en una
silla especial debido a la discapacidad que lo aqueja. Esta significativa
muestra de compromiso con el momento no pasó desapercibida a los presentes,
quienes al advertirlo se pusieron de pie y le dedicaron un prolongado aplauso. Un detalle de interés radicó en el poncho
tucumano[12]
con el que se cubría. Como correspondía, atento a su afección fue colocado en
la primera fila, junto a la derecha de los altos jefes militares presentes.
Ya todos en sus sitios se anunció
la presencia del primer mandatario,
quien portaba su bastón de mando y
revestía la banda presidencial,
atributos de su cargo, sobre su traje oscuro, llevaba corbata lisa y una
desconcertante camisa celeste grisáceo que, francamente, desentonaba tratándose
de una ocasión solemne y en horas de la noche.
El Presidente llegó desde
el interior de la Casa-museo llevando a su izquierda al Gobernador de Tucumán que oficiaba de anfitrión, más atrás se
observó la discreta presencia del edecán de turno, perteneciente a la Armada. Seguidamente
la banda militar presente interpretó el Himno
nacional que corearon todos los presentes.
Posteriormente se anunció
que el Presidente y los gobernadores se trasladarían hasta el “Salón de la
Jura” para suscribir el “Acta de Mayo” y así lo hicieron. Acompañó el
desplazamiento una marcha militar, a su término se generó un prolongado e incómodo bache en la
trasmisión que debió haberse cubierto de alguna manera.
La guardia de Granaderos
se colocó bajo el vano de la puerta, cerrando el ingreso, lo que resaltó su
silencioso protagonismo tutelar que presta a la figura presidencial.
Posteriormente las cámaras mostraron al Presidente ingresando al Salón y tomar posición tras la mesa, mientras los gobernadores ya se encontraban junto a las paredes laterales, en los sitios designados por discretas cartelas, tal como es de práctica profesional. Esto es lo correcto, los gobernadores prestaron el marco para el ingreso presidencial y no como alguna crítica indicó, que el primer mandatario debía ingresar seguido de los primeros.
A continuación, la
locución nombró a quienes firmarían el Acta, los que se fueron destacando a tal
efecto, aproximándose a la mesa, saludando al Presidente, signando el documento y posando para una foto con él.
Quien primero lo hizo fue el gobernador de Tucumán, en su condición de anfitrión. Luego fue el turno del Presidente provisional del Senado, del titular de la Cámara de Diputados y de la Secretaria General de la Presidencia, único miembro del gabinete que llegó hasta el lugar. Continuó el acto con la firma de los gobernadores, según el orden de precedencia. Fue de lamentar que no se invitó a suscribir el documento a los dos expresidentes que se encontraban presentes, sentados en la primera fila de invitados.
Cumplo en dejar constancia que protocolarmente no correspondía la presencia de la funcionaria, ni tampoco su firma, lo que solo puede explicarse por su especial relación con el primer mandatario.
Hubo una circunstancia imprevista que reveló la importancia que tiene la atenta presencia de los funcionarios de Ceremonial, ocurrió cuando uno de los firmantes dejó caer el capuchón de la lapicera. Prestamente, el auxiliar se destacó con discreción, tomó la pieza del piso y con toda naturalidad la depositó en su sitio, superado así el inconveniente. Una muestra más de la callada, pero eficiente función del personal especializado.
Esta fase de la ceremonia fue muy formal y sobria. En
todos los casos los encuentros terminaron con apretones de manos. Hubo algunos notorios
gestos de afabilidad entre el
Presidente y varios de los firmantes. Salió de este escueto marco protocolar el
mandatario de Salta, quién se permitió saludar a la Señora Secretaria General y
a un par de sus colegas; no quedó mal, pero llamó la atención.
Las firmas se fueron
colocando en forma anárquica,
Algunos gobernadores lo hicieron con grandes trazos, otros fueron más modestos.
Al llegarle el turno al Presidente se vio precisado a firmar junto al encabezado, caso contrario su
participación habría quedado confundida con las del conjunto. El lugar elegido
le otorgó un protagonismo indudable.
En la etapa final la locución
invitó a los presentes a colocarse para la tradicional
“foto de familia”, la disposición fue totalmente espontánea, sorprendió ver
al Presidente en segunda línea, como
uno más. El Jefe de Gobierno de Bs. Aires advirtió la situación e intentó darle
espacio a su lado, pero el primer mandatario lo tomó del hombro tranquilizándolo.
En ese momento se vio a dos auxiliares
de Protocolo que procuraron acomodar un poco a los funcionarios, esto permitió mayor realce a la figura presidencia,
tal como se evidencia en las fotografías.
Igualmente, la disposición no fue la correcta, correspondía
que el lugar central y, en primera fila, fuera ocupado por el Presidente de la Nación.
Ya sin la presencia del
grueso de los gobernadores, fue el momento de colocar una muy simple ofrenda votiva en reconocimiento a los
congresales de 1816. En primer lugar, lo hizo el mandatario tucumano, en su
carácter de anfitrión, asistido por dos efectivos del Regimiento “Gral. Racedo”
con uniformes de época, por ser la unidad que presta la guardia de honor en el
sitio histórico, el tributo contaba con una leyenda muy apropiada que decía “Pueblo y Gobierno de Tucumán”. Esto se
concretó ante el cuadro de quien presidía el Congreso el 9 de julio de 1816[13],
Francisco N. de Laprida.
Acto seguido hizo lo
propio el Presidente Milei, mediante una pieza algo más grande pero aún más
sencilla, fue asistido por dos miembros de los Granaderos a Caballo.
En presencia de los dos
altos funcionarios, los efecticos castrenses
se ordenaron conforme el orden de precedencia que corresponde a sus efectivas
unidades, y cumplieron con el saludo militar, en homenaje a los próceres.
En forma concomitante, un efectivo de la banda del Regimiento Infernales de Güemes procedió a ejecutar un siempre muy sentido toque de silencio[14]. Fue entonces que ocurrió el único fallo significativo de la ceremonia cuando una persona se interpuso subrepticiamente ante la cámara.
Tras lo expuesto los firmantes
se dirigieron hacia el frente de la Casa Histórica, donde el Presidente de la Nación se dirigió al pueblo y a los presentes
exponiendo los conceptos con que dispuso destacar la ocasión. Para esto utilizó
un sencillo ambón transportable,
desprovisto de todo emblema, claro que por sobre el disertante se hallaba
el gran Escudo nacional que destaca el acceso al lugar. A cada lado, sendos
Granaderos a Caballo dieron marco al momento. Flanquearon al primer mandatario,
a su derecha el gobernador anfitrión y a su izquierda, el presidente
provisional del Senado, en estricto orden protocolar.
El Presidente finalizó
convocando a la unidad del pueblo argentino y proclamó en alta voz ¡Viva la Patria! que corearon todos los
presentes. Terminó vivando por tres veces al principio de libertad, con la
exclamación que popularizó durante su campaña y que ha repetido en cuanta
presentación pública realizó. A manera
de despedida manifestó “-Muchas
gracias a todos. Gracias por tanta granea. Gracias por este gesto patriótico.
Muchas gracias.
A mi juicio quedó
patente que el agradecimiento estaba dirigido a todos los que cooperaron para
dar forma y llevar adelante el compromiso implicado en los conceptos que
componen el “Acta de Mayo”. Particularmente considero que se trata de un gesto
auspicioso.
Mientras muchos se
acercaban a saludar al alto funcionario la banda hizo escuchar la muy popular
marcha, “Avenida de las camelias”,
que compuso en 1915 el maestro Pedro Maranesi.
Con lo expuesto es
indudable que cada detalle de la
ceremonia tuvo como centro al Presidente de la Nación, protagonistas
secundarios fueron los gobernadores y los otros funcionarios que se citaron.
El resto de los invitados pasaron prácticamente desapercibidos por la cobertura
de la TV oficial. Entiendo que hubiera sido muy pertinente que se destacara de
alguna manera a los principales, sobre todo si se considera el pluralismo planteado en tan solemne
ocasión. Como argumento para la posición
en contrario que, se entiende, adoptó la organización, se apunta a que la
firma del “Acta de Mayo” constituye un compromiso formal de llevar a cabo la
gestión de gobierno que asumía la Presidencia de la Nación, los gobernadores y
los legisladores nacionales, representados estos por quienes representaban a
las dos cámaras.
Destaco en particular que el primer mandatario sostuvo permanentemente en sus manos el bastón de mando. Esto que podría ser de infima sigmificación es implica in mandato no escrito del Ceremonial ya que es emblema mismo de su poder. No han tenido esta prevención algunos de sus predecesores.
Apostillas
Algunas líneas sobre la vestimenta de los gobernadores que
participaron del acto. La premisa era que se trataba de un acto de gran formalidad
que carácter oficial que se cumplió en otras de la noche. Se imponía entonces llevar traje oscuro, la mayoría optó por el
negro o un gris muy subido, algunos apelaron al azul y hubo un par de casos que
eligieron al gris, lo que hizo que sus portadores desentonaras, notoriamente.
En cuanto al resto de los
funcionarios varones se los vio con rigurosa
corbata, tal como convenía a la ocasión, contraviniendo a estilo
despreocupado de camisa abierta que rige por lo general en lo cotidiano, se
hizo evidente que la gélida temperatura pudo incidir en lo expuesto.
También hubo un par
(otros) que calzaron en marrón, fue
menos evidente pero igualmente desacertado. No podemos dejar de lado tampoco el
acierto del gobernador de Salta que llevó sobre su hombro izquierdo el clásico poncho representativo de su
provincia, un detalle que bien pudieron imitar otros funcionarios pero que
perdieron la oportunidad de capitalizar como elemento de identificación con sus
terruños.
Hubo también dos casos donde
faltó el adecuado asesoramiento para
interpretar el código de vestimenta que requería el acto: uno de los
gobernadores utilizó un sweater de lana amarillento, otro llevaba una campera
tejida, con cierre relámpago, bajo su saco de vestir. Esto no pasó
desapercibido para nadie y sus imágenes
institucionales se vieron perjudicadas.
Otra falta, casi
imperceptible para los televidentes radicó en las escarapelas que faltaron en las solapas de una buena cantidad de
gobernadores, se infringió lo que mando una costumbre inveterada. ¡Una
verdadera lástima!
La televisación no
permitió apreciarla debidamente, pero la
estilográfica era marca Parker, con guarniciones de oro y llevaba grabado
el nombre del documento que se firmó. Previsiblemente será preservada para,
oportunamente, ser exhibida en el Museo de Casa Rosada[15].
El servicio de audio fue impecable.
Concluyendo
- Quedan expuestas así las observaciones que considero pertinentes sobre el dispositivo de firma del “Acta de Mayo”, las que practico con neto propósito didáctico desde la perspectiva del Ceremonial y Protocolo, un análisis de base objetiva que se apoya en las fotografías expuestas y en la trasmisión televisiva.
- Sin dudas que podrían formularse otros aportes en parecido sentido, los que dejo a cargo de otros colegas, en la pluralidad de los enfoques radica la fortaleza de las construcciones conjuntas, sin que sea necesario coincidir en todo.
- Es factible que de lo expuesto puedan sacarse elementos válidos para implementar eventos similares a futuro.
- El tiempo dirá si el “Acta
de Mayo” es un acto refundacional de
la República Argentina o quedará como un intento más de alcanzar la anhelada
recuperación de nuestra querida Nación. Reza el dicho popular que la esperanza nunca se pierde, pero hoy los argentinos demandamos concreciones
¿seremos capaces de realizarlas? ¡Confiemos que sí!
[1] La toma fue distribuida por “Presidencia de la Nación”, para esta nota
se detrajo de A24 del 9 de julio
2024, que la publica con el significativo epígrafe de “Milei y la soledad del pacto de Mayo” https://www.a24.com/politica/pacto-mayo-milei-se-llevo-la-foto-gobernadores-pero-se-quedo-solo-sus-ideas-n1332937
[2] Nótese que la figura presidencial oculta casi totalmente la enseña
de la provincia de Bs. Aires, distrito cuyo gobierno es el mayor opositor a la
gestión que llegó al poder con las elecciones del año 2023. ¿Mera casualidad? Es
factible, si se repara que corre igual suerte la bandera de Chaco.
[3] Bases y puntos de partida
para la organización política de la República Argentina es obra de Juan B. Alberdi (1810, Tucumán– 1884, Neuilly-sur-Seine,
Francia). Lo publicó en 1852 en Santiago de Chile donde estaba exiliado. Sirvió
de fundamento y de inspiración para la Constitución argentina que se aprobó en
1853. https://bcn.gob.ar/uploads/BasesAlberdi.pdf.
Edición Biblioteca del Congreso de la Nación. Bs. Aires, 2017. Frase citada en
su página 43.
[4] Hubo 6 gobernadores que no asistieron, todos ellos se identifican con
el modelo político del anterior gobierno nacional. Tampoco concurrieron otros
expresidentes, ni los ministros de la Corte Suprema de Justicia.
[5] Estos son los 10 puntos contenidos en el Acta: “1. La inviolabilidad de la propiedad privada. 2. El equilibrio
fiscal innegociable. 3. La reducción del gasto público a niveles históricos, en
torno al 25% del Producto Bruto Interno. 4. Una educación inicial, primaria y
secundaria útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono escolar. 5.
Una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva, simplifique la vida
de los argentinos y promueva el comercio. 6. La rediscusión de la
coparticipación federal de impuestos para terminar para siempre con el modelo
extorsivo actual que padecen las provincias. 7. El compromiso de las provincias
argentinas de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país. 8.
Una reforma laboral moderna que promueva el trabajo formal. 9. Una reforma
previsional que le dé sostenibilidad al sistema y respete a quienes aportaron.
10. La apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a
ser protagonista del mercado global”.
[6] Este salón es el único espacio que se preserva de la construcción
original, el resto fue demolido en 1906 por amenazar ruina. Luego se
reconstruyó sobre los cimientos definiendo el aspecto que hoy presenta, esta labor
finalizó en 1943.
[7] Se trata de una mesa escritorio que perteneció al prócer tucumano
Bernabé Araoz (Monteros, 1776-Trancas, 1824), está construida en guayacán.
[8] Dio cuenta de estas presencias el director del Museo, Dr. José María
Posse, en una entrevista que le realizó el canal La Nación+ en horas de la tarde.
[9] El crucifijo es muy antiguo y perteneció a la familia Aráoz, pero no es
el original de 1816, que se encuentra perdido. El actual se instaló en 1973.
Puede ampliarse en: https://www.cadena3.com/noticia/secretos-de-la-casa-de-tucuman/secretos-3-el-misterio-del-crucifijo-original_391740
y en https://blogatarraya.com/2020/07/22/entre-la-cruz-y-el-escudo-el-museo-casa-historica-de-la-independencia/
[12] De ponchos e identidades (Nota 4)– Tucumán. El primer
"poncho oficial": https://banderasargentinas.blogspot.com/2024/01/de-ponchos-e-identidades-nota-4-tucuman.html
[13] Recordemos que para esta función el cuerpo designaba a uno de sus
miembros cada mes.
[15] El repositorio “tiene por
objetivo preservar, investigar y comunicar la historia argentina a través de
sus gobernantes, transcurridos 30 años de la finalización de su mandato”.
Se encuentra en el subsuelo de la sede del Gobierno nacional.
Ejemplares datos profesor. Gracias
ResponderEliminarBuenas tardes Doctor una consulta, no podría haberse situado la bandera de Tucumán como anfitriona?, se obvia está condición? o es otro concepto el que prevalece, saludos.
ResponderEliminarPodría haber sido un criterio que sin duda se hubiera aplicado si el evento se concretaba en otro lugar, pero evidentemente prevaleció el considerar que se trataba de un acto organizado por el gobierno nacional, realizado en un ámbito de igual carácter. No olvidemos que el Museo Casa Histórica de la Independencia es un monumento histórico nacional (cabe la redundancia apuntada) Gracias por tan interesante apreciación
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