jueves, 16 de marzo de 2023

Escarapelas y banderas en los albores de la aviación militar

Sinfonía de formas y colores en el vértigo de la guerra

 

Por Miguel Carrillo Bascary

De chico me llamaron la atención las escarapelas, cucardas o insignias nacionales que lucen los aviones desde comienzos del siglo XX. Una temática directamente emparentada con la Vexilología, como podemos concluir.

Efectivamente, en aquellos ya lejanos días, se hizo motivo de orgullo que los primeros exponentes de la tecnología aeronáutica mostraran los colores de cada nación pintados en los fuselajes y, particularmente, en las derivas y los timones de cola.

Este fenómeno de identificación colectiva no era sino reflejo de la arcaica función de llevar este tipo de distintivos que se desarrolló en diversas naciones, como por ejemplo en España, Inglaterra, en Francia y en algunos estados germánicos. Fue a fines del siglo XVIII que los contingentes revolucionarios de Francia divulgaron la tricolor, que en realidad era un distintivo de partido más que de nacionalidad, aunque el caso francés sea el más conocido del gran público.

Las divisas, eran la única manera de identificar a propios y extraños en el tumulto de las batallas, cuando la uniformidad no regía con amplitud como ocurrió posteriormente. Para facilitar la visual las escarapelas tomaron forma de un económico botón textil formado por una cinta hilvanada por su lado inferior, que podía confeccionarse, repartirse y reemplazarse fácilmente en campaña.

La costumbre se extendió durante todo el siglo XIX y hasta pasada la II Guerra Mundial. Posteriormente fueron reemplazadas paulatinamente por pequeñas banderas que los militares llevan en sus brazos, aunque el uso de aquellos primeros emblemas se mantiene en muchas fuerzas armadas, hasta la actualidad.

Su empleo pasó también a otros efectos militares y armamentos, particularmente en los rodados. Fue en los albores de la aviación militar que dichos colores se pintaron en los aeroplanos. En un segundo momento aparecieron las cucardas, pero esto no implicó que aquellos fueran reemplazados. 


Este ejemplar en particular, lleva la insignia personal del capitán Francesco Baracca (caído en 1918), héroe de la aviación italiana. 
Su padre de la concedió a Enzo Ferrari en mérito a su bravura en las pistas, cuando en 1923 obtuvo el triunfo en el circuito de Savio, Rávena, 
o que derivó en el scudetto que identifica a la famosa marca

Se afirma que la primera escarapela de Aeronáutica apareció primeramente en la fuerza de Francia, de donde se extendió a España, Italia y al resto de la comunidad internacional capaz de poseer escuadras volantes.

Con el estallido de la I Guerra Mundial, el uso del arma aérea se multiplicó, con lo que sus poseedores pintaron las pertinentes escarapelas con todo orgullo, reflejando en ellas los colores de sus banderas.

Obviamente que nunca se implementó un registro universal de estos atributos, pero por su propia naturaleza los nuevos usuarios intentaron no repetir los que ya existían. Más aún, algunos debieron adaptar los que escogieron primeramente para evitar cualquier peligrosa confusión.

Claro está que en aquellos tiempos la vista de pilotos y artilleros no era suplida por los artilugios tecnológicos, de manera que por sobre todo se buscada destacar la pertenencia en la tensión del combate. 

Revisando mi biblioteca al azar me encontré con una obra verdaderamente excepcional que me hizo remontarme en el tiempo, cuando comencé a coleccionar los fascículos que componían el “Gran Atlas de la Aviación” de editorial Sarpe, Madrid. Destaca por la rigurosa documentación a los aparatos volantes desde los primeros intentos del hombre hasta los que ya podemos identificar como aviones o aeroplanos, como se les decía, pasando por globos y dirigibles. La calidad de impresión es inmejorable, lo que incrementa el placer de recorrer cada hoja. La primera edición data de 1981 y la que tengo en mi poder es de 1985, consta de 4 tomos con hojas volantes encarpetadas.


Esto me lleva a compartir las ilustraciones, lo que entiendo una consulta suficientemente detenida producirá en los lectores las mismas satisfacciones que me embargan. Es así que creo justo reconocer el mérito de quienes ilustraron la publicación:

Los editores han optado por presentar un esquema a todo color de un ala, el fuselaje y la deriva, con el fondo predominante en sus escuadrillas, cuando no se emplean camuflajes. Más abajo se identifica a la nación y se referencia el año. Si bien las cucardas están generalizadas, se verá que algunos estados persistieron en emplear sus colores nacionales, aún los hay en forma de banderas. Para apreciar mejor los detalles puede utilizarse la herramienta zoom del sistema.










Como verán hay para todos los gustos pero, tanto en su estilo como significado, cada uno tiene su impronta que lo referencia con las banderas de sus respectivas nacionalidades.

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