Banderas en obras en construcción
Vexilología, Historia, Ceremonial, Heráldica, Símbolos nacionales, Banderas, Protocolo, Historia argentina, Banderas provinciales, Signos, Estandartes y Abanderados
viernes, 19 de febrero de 2021
¿Por qué suelen verse banderas en un edificio en construcción?
Por Miguel Carrillo Bascary
Ver una
bandera en lo alto de una obra es una costumbre extendida,
particularmente en Europa, pero también goza de validez universal.
El origen de
esta tradición es tan antiguo que enraíza en la Edad Media, más concretamente
en el tiempo en que levantaban las más grandes catedrales; fortalezas
y palacios. Podría pensarse que es una demostración del orgullo que implicaba
la misma construcción, pero en realidad entrañaba un código profesional.
Característica
de estas súper construcciones del período era la necesidad de formar los arcos
que debían sustentar la techumbre. Para la operación se empleaban andamios
construidos en madera, como todavía ocurre hasta cierto punto en la actualidad.
Complejos aparejos permitían izar los bloques de piedra, que debían colocarse
con verdadera maestría. Cualquier imprecisión podía ocasionar un desastre y,
peor aún, si ocurría un derrumbe ya que quedaban
esterilizados días y hasta semanas de duro trabajo; amén de los costos
incurridos. En la ecuación, la menor pérdida estaba en la vida de los obreros.
Uno de los
factores que podía incidir en la siniestralidad era la fuerza del viento y particularmente, un brusco cambio en su dirección. Para apercibir a los trabajadores de este peligro
se recurrió a un método empírico, pero ciertamente efectivo, consistió en
colocar a la mayor altura posible una banderola triangular, que con su
ondear daba cuenta aproximada de la intensidad y dirección de los vientos; en
la misma forma que los conos de viento que se emplean en los aeropuertos.
En cuanto
era posible hacer el cierre de los arcos, se indicaba el logro con otra banderola, que señalaba el tiempo de tabicar; con lo que la
gravedad del peligro disminuía.
Esta enseña bien podía ser la del señor feudal que
solventaba la obra; la de la orden religiosa implicada o la del obispo del
lugar; también la del arquitecto o el constructor principal o bien la del
gremio.
La ocasión
era motivo de celebración y en ocasiones se montaban
verdaderos festivales en los que se compartía el
logro con los vecinos y se honraba a los maestros constructores. Las
características de la fiesta daba lugar a diversas tradiciones, propias de
cada lugar. En comunidades religiosas previamente se celebraba una misa de acción de gracias, en la que también se
oraba por los fallecidos durante la construcción.
Aquellos que
se dedican a este metier profesional y quienes
tengan vivencias comunitarias acendradas tendrán muy presente cuando se termina la techada de una construcción, en la que muchas veces han
participado vecinos y amigos, la ocasión sirve como pretexto para una comida en común (un asado,
en el caso de Argentina) que recrea aquel primitivo ágape medieval, aunque
nadie lo recuerde.
El auge de
la construcción de “rascacielos” a comienzos
del siglo XX hizo revivir la costumbre de exhibir de banderas en lo alto, como un gesto
de orgullo profesional y hasta nacional.
La usanza se
extendió a los grandes puentes, una costumbre de la que el de Brooklyn es un buen exponente.
Hoy cuando
los edificios poseen alturas inconmensurables en comparación de aquellos, ya no
tiene sentido izar banderas en la altura porque apenas pueden ser vistas desde
el suelo. Sin embargo, es bastante usual izar
banderas nacionales de las grúas utilizada en las operaciones de montaje.
Seguidamente
mostramos otros ejemplos que avalan lo dicho:
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