sábado, 23 de mayo de 2020

Pines y solaperos

Origen y pautas para su prudente uso

 




Por Miguel Carrillo Bascary



Los “pines”; “escuditos”; “distintivos”; “chapitas” y otros apelativos similares son insignias de pequeño tamaño que suelen usarse sobre las prendas de vestir. Convencionalmente indican pertenencia; evidencian una identificación explícita o; pueden señalar un rango; función o status. También pueden emplearse para expresar puntos de vista; ideas o el apoyo a determinada causa. Su uso es una costumbre que se extiende.


La escarapela o cucarda (fr.: cocarde) es un distintivo militar que se empleó originalmente para indicar la procedencia regional o nacional de los miembros de un cuerpo armado (siglos XVII al XIX); un uso que persiste pero mucho más atenuado, considerando las características de la técnica bélica moderna. Desde la Revolución Francesa, estos emblemas trascendieron la función castrense y fueron asumidos espontáneamente por los estamentos populares como emblema  de nacionalidad.


Escarapela revolucionaria (Francia, ca. 1790)

Se divulgaron también en la forma de cintas de colores (“divisas”), muchas veces estampadas con diversas leyendas o signos para señalar identidades corporativas y afinidades de todo tipo.


Divisas del partido federal (Argentina, 1835 – 1853)


Por lo general se llevan en forma bien visible; por ejemplo en solapas; sombreros o sobre el lado izquierdo del pecho (si no se usa esta prenda), significativamente a la altura del corazón. Incluso se emplean en ropas informales, aunque en estos casos su empleo goza de mayor apertura. Particularmente en las naciones anglosajonas es muy común el uso de escudos bordados en los bolsillos delanteros o cosidos sobre los antebrazos; pero en este post omitiremos su tratamiento.


Blazer con un escudo de fraternidad universitaria aplicado sobre el bolsillo


Corresponde distinguir los pines de los prendedores. Estos últimos tienen la función específica de “adornar”. En la moda femenina se los emplea de complejos diseños; muchos de ellos son joyas de elevado precio. Sirven para resaltar y embellecer una prenda de colores plenos; sin estampados.


Registran una variedad asombrosa de tamaños y materialidad. Lo habitual es que sean de fundición metálica. Los de naturaleza textil se emplean cada vez menos, mientras que los plásticos son decididamente desaconsejables; se reservan para niños o circunstancias alternativas (por ejemplo para identificar a quién ha contribuido en un evento de caridad, por ejemplo las clásicas “poppys”, con forma de amapola que se lucen en las celebraciones en memoria de los excombatientes).


Uno de los muchos modelos de poppys


En los últimos años los avances de la tecnología gráfica han difundido el uso de chapas metálicas pintadas. El iso-logo de las Naciones Unidas nació precisamente del distintivo que identificó a quienes asistieron a la Asamblea General reunida en San Francisco, en 1945.


Pin original de la Conferencia diseñado por un equipo dirigido por Oliver Lincoln Lundquist


Eventualmente son verdaderas joyas. Quizás el mejor paradigma sea la bandera nacional argentina que usó Eva Perón desde 1949, fue confeccionada por la casa Van Cleef & Arpels, su última tasación en ocasión de una subasta fue de unos u$s 500.000.- 

“Sun of May” creación de la casa "Van Cleef & Arpels"


La forma de fijar un pin presenta enorme diversidad. Desde simples alfileres o de tipo “aguja”; hasta broches de dos elementos que se ajustan a presión u otros más complejos que reciben el nombre de “mariposa” sugerido por su formato. Muchos pines tienen una estructura que permite introducirlos en los ojales de las solapas.


Su materialidad puede evidenciar jerarquía en el ámbito de una organización. Por ejemplo: si el pin es dorado o esmaltado expresará la pertenencia a un status dirigencial pero, si es plateado o simplemente pintado, seguramente que corresponderá a un estamento inferior.


No deben confundirse los pines con las cintas; rosetas o botones que dan cuenta que el portador ha sido distinguido con alguna condecoración. La Falerísitica, disciplina que estudia las medallas, nos indica que las preseas se lucen solo en ocasiones solemnes, generalmente con ropas de gala; mientras que emblemas menores se emplean en la vestimenta de uso diario.

 
Roseta de la "Legión de Honor" (Francia)

Condecoración "Al valor en Combate"
Discernida por el Estado Argentina por mérito en la Gesta de Malvinas
Presea; barreta y roseta o distintivo


Hay pines de formato pequeño (de unos 5 milímetros de diámetro); pero también de grandes dimensiones (de 6 y hasta de 8 centímetros). Por lo general promedian entre 10 y 15 milímetros.



Escudo de la ciudad de Rosario, Argentina

 

Su uso puede ser de carácter permanente, como los pines con que se identifican los miembros de una corporación; o circunstancial, en el caso de quienes asisten a un congreso o convención.


 Pin de los ferrocarriles nacionales del Canadá

 

 Pin conmemorativo de los 150 años de la batalla 

de Tucumán (Argentina) 1812 -1962


Como todo accesorio del vestir el uso de pines; distintivos; cintas y otros elementos similares debe realizarse acorde a las reglas de la sobriedad y del buen gusto; según sea su simbolismo o la ocasión.


Los expertos en imagen personal aconsejan llevar solo uno; a lo sumo. 


Si la ocasión es informal podrán ser dos y en algún caso especialísimo, tres. No más; aunque es factible llegar a ver un pecho cuajado de pines. Sobre gustos no hay nada escrito.


Además del aspecto visual hay una razón concreta que avala esta pauta de sobriedad: el reducido formato del emblema impide que el interlocutor pueda centrar su observación en más de un par.


Protocolo de los pines; escuditos y solaperos


Aunque su uso está hoy muy extendido confesamos no haber hallado algún comentario específico dedicado a la forma en que se deben colocar pines, distintivos, etc.


Entendemos que pretender codificar el uso de estos elementos sería una esteril tarea por sus amplias connotaciones. Pero, como pauta ordenadora básica estimamos que se deben guardar los principios que señala el orden protocolar. Así, en un nivel superior se colocarán aquellos que representen a un estado o nacionalidad, por ejemplo los que reproduzcan a los símbolos oficiales (bandera o escudo). Más abajo irán los que correspondan a un ente subnacional (provincia/ estado) o ciudad. Luego aquellos que aludan a una institución privada. Finalmente los que tengan otra significación.


A nuestro juicio un botón o cinta representativos de condecoraciones discernidas por un estado tienen prioridad exclusiva.


En ocasiones formales solo deberían usarse los elaborados en metal, evitando los estampados en chapa o plástico y aquellos que tengan un tamaño superior a los 15 milímetros. Los de naturaleza deportiva quedarían desterrados, excepto que se tratara de una convención u otra situación vinculada con la especialidad. El buen gusto y la discreción, por sobre todo.


     Como todo objeto los pines deben lucir en perfectas condiciones; para lo cuál serán periódicamente limpiados o lustrados de conformidad a su materialidad. Se evitará emplear los que presenten alteraciones a su integridad física (falta de pintura; esmalte saltado; un abollón; etc.)

       Por último, los pines se han transformado en preciados elementos coleccionables, basta ver los portales de ventas de ocasión. También pueden hallarse en museos por cuanto se tratan de elementos culturales que pueden alcanzar gan significación.

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