Algunas de las banderas
históricas de México
Por Miguel Carrillo Bascary
Dice un antiquísimo proverbio hindú:
“Un libro
abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma
que perdona; destruido, un corazón que llora”.
Desde que lo escuché de un profesor en
la escuela primaria, pude comprobar su total acierto. Hace unos días
experimenté por enésima vez cuanta verdad tiene.
Todo empezó cuando entre los libros de
mi biblioteca encontré tres gruesos volúmenes un poco averiados que subsistieron
en poder de mi familia a través de cinco
generaciones, como que lleva por año de edición el de 1852, aunque estimo
que habrán llegado en fecha ciertamente posterior a alguno de los varios abogados Carrillo que me antecedieron .
La curiosidad exacerbada por la
cuarentena me concedió el tiempo de ir sus páginas y, ratificando la
validez del proverbio, di con una referencia válida para compartirla con los
lectores de este Blog en esta entrada especialmente dedicada a los amigos de México.
Este gran país cuenta con una rica
historia vexilológica ya que fueron varios los diseños de las banderas que
adoptó desde que comenzó su desarrollo institucional. México tiene particularmente presentes todas
aquellas con la que se identificó en sus dos siglos de vida
independiente. Así se evidencia con la fotografía que abre este posteo.
Datos sobre la obra
Como reivindicación por tanto olvido
transcribiré seguidamente las dos normas que me llamaron la atención, luego
aportaré el marco histórico imprescindible, haciendo mención a otras de las primeras banderas. El solo título del pesado volumen expresa su antigüedad, hasta
el punto en que me cansó transcribirlo:
“Pandectas Hispano – Megicanas ó sea
Código General comprensivo de las leyes generales, útiles y vivas de las Siete
Partidas, recopilación Novísima, la de Indias, Autos y Providencias conocidas
por de Montemayor y Beleña y Cédulas posteriores hasta el año de 1820. Con
exclusión de las totalmente inútiles de las repetidas y de las expresamente
derogadas por el Licenciado Juan N. Rodríguez de San Miguel”.
La obra fue editada en 1852 por la “Librería de Rosa, Bouret y
Cia.” de París; consta de tres tomos y la fuente mencionada consta en la página
2 de su Tomo I (994 págs.) Su autor fue un eminentísimo jurista mexicano que
vivió entre 1808 y 1877. Dejó una abundante bibliografía. Quienes tengan
interés por conocer algún dato más pueden consultar https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/4/1855/17.pdf
Dos decretos casi bicentenarios
Mantendré la redacción y la grafía
originales para ser totalmente fiel en la tarea:
(1.) Decreto del 14 de abril de 1823 - Escudo de armas y pabellón nacional
“El sobreano
congreso constituyente megicano, á consecuencia de la consulta del gobierno de
9 del corriente sobre si ha de variarse ó no el escudo de armas y pabellon nacional,
se ha servido decretar:
1. Que el escudo sea el águila megicana parada en el
pié izquierdo sobre un nopal que nazca de una peña entre las aguas de la
laguna, y agarrando con el derecho una culebra en actitud de despedazarla con
el pico; y que orlen este blasón dos ramas la una de laurel y la otra de encina,
conforme al diseño que usaba el gobierno de los primeros defensores de la
independencia.
2. Que en cuanto al pabellón nacional se `éste al adoptado
hasta aquí, con la única diferencia de colocar el águila sin corona, lo mismo
que deberá hacerse en el escudo.”
(2.) Decreto del 7 de enero de 1822
Nota: como el artículo 2do. de la
norma que antecede implícitamente remite a una previa sobre la misma materia,
el recopilador insertó el siguiente decreto para mejor comprender el previo. Lo
hizo en los siguientes términos:
“La parte segunda que es la útil, dice así:
Lo segundo
que el pabellón nacional y bandera del ejército deberán ser tricolores,
adoptándose perpetuamente los colores `verde, blanco y encarnado´, en fajas
verticales y dibujándose en la blanca una águila coronada, todo en la forma que
presenta el diseño” (Nota
del compilador: se omite por idéntica la
parte segunda de la orden de 2 de noviembre de 1821. No se reprodujo el
diseño)
Contexto y otras banderas vinculadas
El 24 de febrero de 1821, se acordó el “Plan
de Iguala”; por el que desapareció formalmente el virreinato de la Nueva España
y México consumó su emancipación.
Sus principios
básicos se resumen en “las Tres Libertades” que podrían enunciarse así:
- la independencia de México bajo una monarquía constitucional en la
persona de Fernando VII u otro miembro la dinastía borbónica;
- la religión católica como la única; y
- la unión de todas las clases sociales.
Por el mismo se
estableció la paz entre las facciones que desde hacía más de una década se
enfrentaban en el territorio mexicano. La que encabezaba Agustín de Iturbide (general
españolista, liberal) y Vicente Guerrero, el más prominente de los
“insurgentes” (independentistas). El tratado fue consecuencia de la
coincidencia entre ambos manifestada en
el “Abrazo de Acatempan” (10 de
febrero, 1821). De esta forma surgió el “Ejercito Trigarante”, como fruto del
delicado equilibrio de poder resultante. Circunstancialmente implicó la
independencia de México.
Ese mismo día se izó
por primera vez el “Pabellón Trigarante”
que Iturbide había mandado confeccionar al sastre local José Magdaleno Ocampo, aquella
que la historiografía del país llama “la primera bandera mexicana”. La triple
coincidencia quedó representada por los colores blanco, verde y rojo en franjas
diagonales con una estrella al centro de cada una. El primero expresaba a la
religión católica; el segundo, era emblema de la independencia política de
México; y el tercero, conformaba la unión entre los indígenas, mestizos,
criollos y españoles. En cada una lucía una estrella de ocho puntas,
equivalentes a las garantías del consenso de Iguala.
Critica vexilológica
Este diseño es de fabricación
compleja por lo que desde su inicio presentó dificultades para su divulgación.
No es sencillo cortar y ensamblar los diferentes tramos del paño. Este mismo
problema se advirtió con respecto a la primera bandera del Perú que estaba
formada por cuatro triángulos concéntricos, por lo que coadyuvó a su cambio por
franjas horizontales. Otro punto de dificultad se verificó en las estrellas de ocho
puntas, de tal forma que la segunda versión del lábaro las redujo a seis.
De esta forma se tomaron los colores
expresados en la llamada “bandera
“Siera” (franjas verticales en verde, blanco y rojo); que inspirados en el
plumaje del cuautotol, ave originaria
de la sierra de Zongolica (Veracruz) la que se usó en el bienio 1810 /1812 por
un contingente indígena oriundo de la región, que combatió al mando de Nicolás
Bravo. Otra versión que personalmente considero antojadiza indica que estos
colores fueron tomados de la bandera de Italia por influencia de los jesuitas que
“tenían gran predicamento” en ambos países.
Cuautotol macho
Original preservada
en el Museo Histórico Nacional de México
Reconstrucción
Una segunda versión de esta divisa incorporó una corona imperial en la
franja central; tasmutó los colores de las estrellas que quedaban con 6 puntas
y viró el sentido de las franjas, de manera que la verde partía desde el cantón
hasta el vuelo.
Reconstrucción
Critica vexilológica. Puede pensarse que la principal
modificación respecto de su antecedente era la sumatoria de la corona; con lo
que disiento. Este atributo puede decirse que era de detalle; en tanto que si
se variaba la forma de gobierno debía reemplazarse. Entiendo que la mutación más
significativa fue enraizar el verde en el cantón (lugar de preminencia del paño),
lo que da preponderancia al significado del color, sobre los restantes. Las
leyendas “traducían” el significado de los colores, es decir que manifestaban
los ideales de Iguala. No me constan razones sobre lo que implicaba la
modificación de las estrellas.
El 27 de septiembre 1821, mediante el “Acta de la Independencia” se consumó la independencia del la Nación
soberana bajo la forma del Imperio Mexicano.
Posteriormente Junta
provisional Gubernativa dictó la Orden (decreto) del 2 de noviembre de 1821 que rezaba así:
“… las armas del imperio para toda clase de sellos será
solamente el nopal nacido de una peña que sale de la laguna y sobre él parada
en el pie izquierdo una águila con corona imperial. (...) el pabellón nacional y banderas del ejército deberán ser tricolores,
adoptándose perpetuamente los colores verde, blanco y encarnado en fajas
verticales, y dibujándose en la blanca una águila coronada; todo en la forma que
presenta el adjunto diseño”. (Fuente: “Colección de ordenes y decretos de
la Junta Provisional Gubernativa”; Tomo I, pag. 26 (2da. Edic)
Nota: Esta es la norma aludida por el decreto del 7 de enero de 1822 que se transcribió en el item “(2.)”
Bandera
según la orden del 2 de noviembre de 1821
Pieza
conservada en el Museo de Historia Nacional de México
la que inexplicablemente
suele representarse su reverso
Reconstrucción
modernizando su estilo
Notas vexilológicas:
Originalmente la franja central era
más ancha qe las laterales, como resulta de analizar la estructura de la pieza
museográfica.
La representación del emblema central tiene origen en la
leyenda sobre la fundación de Tenochtitlan. Se compone de tres elementos: el
águila; el nopal y la roca; la señal que Huitzilopochtli les dio a los antiguos
mexicas sobre el lugar en que debían afincarse cuando al juicio del dios debía finalizar
su extenso deambular desde Atztlan, sus tierras originarias. En la web existen numerosas representaciones
del lábaro donde muchas veces faltan las aguas de la laguna. Una representación
puede verse en el “Códice Mendoza”, cuya imagen central se reproduce:
El emblema del águila ya constaba en una de las primeras banderas independentistas,
la que hizo confeccionar en septiembre de 1810 el capitán patriota Ignacio
Allende y Unzaga para los “Dragones de la Reina” que comandaba. Por esto se las
llama “banderas de Allende” o bien “banderas
gemelas”, por la correspondencia entre la que nos interesa (llamada de “San
Miguel”, por incorporar una imagen del Arcángel) con otra, que lleva a Ntra.
Señora de Guadalupe en su centro. Podrá ampliarse sobre ellas desde: http://www.h-mexico.unam.mx/node/6542. El símbolo que tradicionalmente se usaba desde el tiempo
de los aztecas había sido prohibido en 1642 por orden del Virrey Juan de
Palafox y Mendoza; por lo que su uso por Allende implicó una muy evidente reivindicación
de las raíces autóctonas.
Reconstrucción de la “bandera de San
Miguel”
con el emblema azteca en su centro
Acontecimientos posteriores
Si bien los los
juramentados de Iguala estipulaban la coronación de un Borbón, las
circunstancias del momento determinaron que Iturbide fuera designado por dos
veces como presidente de la “Junta de Regencia”, hasta que finalmente se hizo
coronar emperador el 19 de mayo de 1822.
El 2 diciembre de 1822, el general Antonio
López de Santa Anna proclamó el “Plan de Veracruz”, provocando que los republicanos
se alzaran en armas. El 1º de febrero de
1823, se firmó el “Plan de Casa Mata”,
por el que se unieron a los borbonistas para lograr el derrocamiento de
Iturbide.
El emperador abdicó el
19 de marzo de 1823 y se exilió en Europa; lo que permitió que se
restableciera la república. Transitoriamente el “Congreso Constituyente” formó un gobierno provisional depositado en un
triunvirato con el nombre de “Supremo Poder Ejecutivo”. Fue precisamente éste
quién hizo la consulta al Congreso, sobre la eventual adecuación de los
símbolos del Estado; lo que se referencia en el decreto transcripto en “(1.)”
La “segunda” bandera
El asunto pasó a una
comisión especial integrada por Juan Horbegoso, Manuel Montes Argüelles y
Carlos María de Bustamante bajo presidencia de Servando Teresa de
Mier. Su informe fue avalado por el plenario del Cuerpo de donde resultó la
decisión concretada en el decreto del 14
de abril 1823, transcripto en “(1.)”; es el diseño que la historiografía define como “la segunda bandera mexicana”.
Notas vexilológicas:
Reconstituida la república, era
improcedente que persistiera el águila coronada que simbolizaba al imperio.
Acertadamente la comisión dispuso eliminarla, manteniendo los restantes colores
y atributos como una muestra clara de la continuidad institucional de la Nación
mexicana.
Durante la “Guerra de Reforma” (1858
a 1861), los liberales representaron el águila con su cabeza girada hacia la
izquierda; mientras que los conservadores la llevaban coronada o no, según se
tratara de efectivos imperiales o republicanos; esto persistió hasta que
Maximiliano dispuso que el rapaz se colocara de frente y con la corona. La
anarquía en la materia demandó que en diciembre de 1880 Porfirio Díaz dispusiera
que se representara de frente.
Así, la segunda bandera nacional, es decir, la
de 1823 se diferenciaba de su predecesora en la composición del escudo central donde
había desaparecido la corona del águila y se incorporaban la serpiente y las
ramas de encina (roble) y laurel, elementos que aún se mantienen en el diseño
del blasón mexicano actual, aunque en la imagen que se presenta esta última
haya sido reemplazada arbitrariamente por una de roble.
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