jueves, 22 de marzo de 2018

Una nación transestatal

La Nación  Misionera y su bandera


PoMiguel Carrillo Bascary

La historia del continente americano nos revela un extraordinario experimento social que en su momento tuvo enorme fruto y que aún se presenta como ejemplo de aculturación con valorización de la realidad étnica previa.

Se conoce al fenómeno como las “misiones jesuíticas”, un sistema original creado por la Orden Ignaciana que según algunos puede asimilarse a una república teocrática, dentro del Imperio español, lo que a la postre determinará su expulsión durante el reinado de Carlos III (1767)



Símbolo de la Orden, la Compañía de Jesús

El territorio abarcó una extensa región en Sudamérica, que hoy se dividen Argentina, Paraguay y Brasil. Sus protagonistas fue el pueblo guaraní y sus vectores los misioneros de la Compañía de Jesús que fundaron cerca de cincuenta establecimientos, aunque los que lograron afianzarse solo fueron unos treinta.

Croquis del territorio que abarcaron las Misiones

Durante muchos años la región fue saqueada por los bandeirantes que llegaban desde las costas del Brasil, que esclavizaban a los indígenas en gran número. Como referencia basta citar que entre 1628 y 1631 se vendieron unos 60.000 guaraníes.

Para resistir esta dura realidad los jesuitas armaron y organizaron a sus discípulos, que elegían a sus propios jefes y utilizaban banderas como emblemas.

El punto culminante de estas tensiones fue la batalla de Mborore, el 8 de marzo de 1641, donde los misioneros derrotaron ampliamente una superior fuerza atacante, con lo que desde entonces se alcanzó cierta estabilidad, que esta nunca fue completa.

La posterior expulsión de la Orden desquició el sistema de las misiones que sufrieron nuevos ataques desde el Brasil y lentamente se fueron despoblando. Los gobiernos criollos no fueron capaces de sostener este esfuerzo. En Argentina no fue sino hasta 1953 que se organizó la provincia de Misiones.

Las raíces étnicas y la cultura mestizada son una realidad y basta como evidencia citar el uso del idioma guaraní, aún en mayor medida que el castellano o el portugués.

Los nuevos tiempos de integración regional desde la firma del tratado del Mercosur alentó un franco intercambio entre los descendientes de aquellos pueblos misioneros.

Surgió así un movimiento cultural, la Nación Misionera, lo que marcó el inicio de una serie de actividades destinadas a fomentar la identidad regional, proteger el patrimonio ancestral y el turismo con base histórica.


En este contexto, el 29 de diciembre del año 2013, cuando se celebraban los 404 años de la fundación de san Ignacio Guazú los impulsores comprometidos en tan significativo esfuerzo adoptaron como símbolo una bandera que identifica a la “Nación Misionera”. El paño fue bendecido el provincial de la Orden Jesuita del Paraguay, el padre Cristóbal Alberto Luna.

Origen de la bandera


Según los promotores del movimiento el diseño de esta bandera se inspira en la que usaron las tropas guaraníes en la batalla de Caiboaté (10 de febrero de 1756) que libraron contra las tropas coaligadas de España y Portugal (Guerras Guaraníes 1754 – 1756) en cumplimiento del Tratado de Madrid, llamado también “de Permuta” (1750), que dispuso la desolación de las siete misiones jesuitas emplazadas al este del río Uruguay por haberse convenido una nueva frontera entre ambos reinos. En este conflicto los jesuitas habrían alentado la lógica rebelión de sus discípulos.

La enseña adoptada tiene un paño bermejo que alude a la sangre derramadas en las guerras que mancharon esta la tierra y que también es el color del suelo de la región, ya que posee un alto contenido ferroso.

En su centro luce una “cruz de Caravaca” cuyo origen que se mezcla con la leyenda y que según tradición oral se remontaría al 1232.

Básicamente consiste en un pequeño relicario con forma de cruz patriarcal, también llamada arzobispal; que contenía algunas astillas de la “vera cruz de Cristo” recuperada por Santa Elena durante su peregrinación a la Tierra Santa. Muchos años más tarde los jesuitas establecieron en cercanías de Caravaca un colegio y convento; dese allí divulgaron la devoción a todos los lugares a que iban.

Fue usual que, en la plaza mayor de cada una de las misiones guaraníes, los jesuitas levantaran una gran cruz de Caravaca. Esto justifica la identificación de las antiguas misiones con el símbolo cristiano.

Cruz emplazada frente a la antigua Misión de San Miguel (Brasil)

Luego de ser venerado por 800 años en la principal iglesia de Caravaca (Murcia) la reliquia fue profanada en 1934, durante la Guerra Civil española. Nunca fue posible recuperarla y hoy se venera una reproducción.

 Imagen actual de la reliquia reproducida

Sin embargo, puede apuntarse una divergencia sobre el origen del diseño ya que se indica que las banderas tomadas en Caiboaté como trofeos llevaban la cruz de Borgoña, mientras que otras utilizaban imágenes de santos.

Entendemos como factible que estas últimas hayan sido los clásicos pendones de las parroquias y cofradías, que por toda lógica llevaban los indígenas como emblemas de pertenencia a identificación del grupo.

En cuanto a la bandera con la cruz, personalmente entiendo que debió/eron ser del tipo miliciano, ya que los pobladores de las misiones estaban organizados como tales, en cumplimiento de las normativas militares de la Colonia. Ver al respecto la clásica “Historia del Paraguay desde 1747 a 1767”, del padre Domingo Muriel, SJ (edición 1919) quién en su página 335 escribe que las tropas regulares de España y Portugal tomaron como trofeos “dos banderas que se solían emplear en sus fiestas”; https://archive.org/stream/historiadelparag00muri/historiadelparag00muri_djvu.txt

Antigua bandera miliciana capturada por las tropas patriotas

Nota: Para quién se interese en el tema podemos recomendarle vivamente la monografía de Carlos Bedoya, 2009, que Puede leerse desde: http://www.academia.edu/5046785/Una_interpretaci%C3%B3n_de_la_historia_de_las_Misiones)

No hay comentarios:

Publicar un comentario