La Nación Misionera y su bandera
Por Miguel Carrillo Bascary
La
historia del continente americano nos revela un extraordinario experimento
social que en su momento tuvo enorme fruto y que aún se presenta como ejemplo
de aculturación con valorización de la realidad étnica previa.
Se
conoce al fenómeno como las “misiones jesuíticas”, un sistema original creado
por la Orden Ignaciana que según algunos puede asimilarse a una república
teocrática, dentro del Imperio español, lo que a la postre determinará su expulsión
durante el reinado de Carlos III (1767)
Símbolo de la Orden, la Compañía de Jesús
El
territorio abarcó una extensa región en Sudamérica, que hoy se dividen
Argentina, Paraguay y Brasil. Sus protagonistas fue el pueblo guaraní y sus
vectores los misioneros de la Compañía de Jesús que fundaron cerca de cincuenta
establecimientos, aunque los que lograron afianzarse solo fueron unos treinta.
Croquis del territorio que abarcaron las Misiones
Durante
muchos años la región fue saqueada por los bandeirantes que llegaban desde las
costas del Brasil, que esclavizaban a los indígenas en gran número. Como
referencia basta citar que entre 1628 y 1631 se vendieron unos 60.000
guaraníes.
Para
resistir esta dura realidad los jesuitas armaron y organizaron a sus discípulos,
que elegían a sus propios jefes y utilizaban banderas como emblemas.
El
punto culminante de estas tensiones fue la batalla
de Mborore, el 8 de marzo de 1641, donde los misioneros derrotaron ampliamente
una superior fuerza atacante, con lo que desde entonces se alcanzó cierta
estabilidad, que esta nunca fue completa.
La
posterior expulsión de la Orden
desquició el sistema de las misiones que sufrieron nuevos ataques desde el
Brasil y lentamente se fueron despoblando. Los gobiernos criollos no fueron
capaces de sostener este esfuerzo. En Argentina no fue sino hasta 1953 que se
organizó la provincia de Misiones.
Las raíces
étnicas y la cultura mestizada son una realidad y basta como
evidencia citar el uso del idioma guaraní, aún en mayor medida que el
castellano o el portugués.
Los
nuevos tiempos de integración regional desde la firma del tratado del Mercosur alentó un franco
intercambio entre los descendientes de aquellos pueblos misioneros.
Surgió
así un movimiento cultural, la Nación Misionera, lo que marcó el inicio de una
serie de actividades destinadas a fomentar la identidad regional, proteger el patrimonio
ancestral y el turismo con base histórica.
En
este contexto, el 29 de diciembre del año 2013, cuando se celebraban los 404
años de la fundación de san Ignacio Guazú los impulsores comprometidos en tan
significativo esfuerzo adoptaron como símbolo
una bandera que identifica a la “Nación Misionera”. El paño fue bendecido el provincial de la Orden
Jesuita del Paraguay, el padre Cristóbal Alberto Luna.
Origen de la
bandera
Según
los promotores del movimiento el diseño de esta bandera se inspira en la que
usaron las tropas guaraníes en la batalla
de Caiboaté (10 de febrero de 1756) que libraron contra las tropas
coaligadas de España y Portugal (Guerras Guaraníes 1754 – 1756) en cumplimiento
del Tratado de Madrid, llamado también “de Permuta” (1750), que dispuso la
desolación de las siete misiones jesuitas emplazadas al este del río Uruguay
por haberse convenido una nueva frontera entre ambos reinos. En este conflicto
los jesuitas habrían alentado la lógica rebelión de sus discípulos.
La
enseña adoptada tiene un paño bermejo
que alude a la sangre derramadas en las guerras que mancharon esta la tierra y
que también es el color del suelo de la región, ya que posee un alto contenido
ferroso.
En su centro
luce una “cruz de Caravaca” cuyo origen que se mezcla con la leyenda y que según
tradición oral se remontaría al 1232.
Básicamente
consiste en un pequeño relicario con
forma de cruz patriarcal, también llamada arzobispal; que contenía algunas
astillas de la “vera cruz de Cristo” recuperada por Santa Elena durante su
peregrinación a la Tierra Santa. Muchos años más tarde los jesuitas
establecieron en cercanías de Caravaca un colegio y convento; dese allí divulgaron
la devoción a todos los lugares a que iban.
Fue
usual que, en la plaza mayor de cada una
de las misiones guaraníes, los jesuitas levantaran una gran cruz de
Caravaca. Esto justifica la identificación de las antiguas misiones con el
símbolo cristiano.
Cruz emplazada frente a la antigua Misión de San Miguel
(Brasil)
Luego
de ser venerado por 800 años en la principal iglesia de Caravaca (Murcia) la
reliquia fue profanada en 1934, durante la Guerra Civil española. Nunca fue posible
recuperarla y hoy se venera una reproducción.
Sin
embargo, puede apuntarse una divergencia sobre el origen del diseño ya que se indica que las banderas tomadas en Caiboaté como trofeos llevaban la cruz de
Borgoña, mientras que otras utilizaban imágenes de santos.
Entendemos
como factible que estas últimas hayan sido los clásicos pendones de las parroquias y cofradías, que por toda lógica
llevaban los indígenas como emblemas de pertenencia a identificación del grupo.
En
cuanto a la bandera con la cruz,
personalmente entiendo que debió/eron ser del tipo miliciano, ya que los
pobladores de las misiones estaban organizados como tales, en cumplimiento de
las normativas militares de la Colonia. Ver al respecto la clásica “Historia
del Paraguay desde 1747 a 1767”, del padre Domingo Muriel, SJ (edición 1919) quién
en su página 335 escribe que las tropas regulares de España y Portugal tomaron como
trofeos “dos banderas que se solían emplear en sus fiestas”; https://archive.org/stream/historiadelparag00muri/historiadelparag00muri_djvu.txt
Antigua bandera miliciana capturada por las tropas patriotas
Nota: Para
quién se interese en el tema podemos recomendarle vivamente la monografía de Carlos
Bedoya, 2009, que Puede leerse desde: http://www.academia.edu/5046785/Una_interpretaci%C3%B3n_de_la_historia_de_las_Misiones)
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