La independencia del Perú en el merchandising del período
El “kero de la bandera
original del Perú”
Por Miguel Carrillo Bascary
El merchandising
propone captar elementos de interés general tomados de la realidad en utensilios
y otros elementos de uso cotidiano que muchas veces son totalmente efímeros.
Obviamente que el lucro preside el esfuerzo, aunque
no siempre se busca la gratificación de un precio el propósito está en la captación de un público con diversos
objetivos o responder a una demanda de identificación con le
concepto expresado.
A quienes vivimos en el siglo XXI puede parecernos
que esta técnica de comercialización es absolutamente actual o que a lo sumo
data de pocas décadas atrás. Esta apreciación es absolutamente errónea ya que
pueden rastrearse elementos de merchandising en diversas culturas de la Antigüedad y a lo largo de todas las
épocas.
Por su interés para la temática de este Blog me
interesa comentar una pieza de notable
inspiración aunque lamentablemente sea de baja calidad. Por paradoja, esta
última calificación es la que la destaca como un elemento destinado al uso
cotidiano, por lo que evidencia la dispersión o penetración de la idea que
inspira en las clases populares.
El Perú a comienzos del siglo XIX
El Virreinato
del Perú tenía como base territorial el antiguo imperio Inca y las regiones
aledañas extendidas a lo largo de la cadena de los Andes sobre el océano
Pacífico. Cuando en el vecino virreinato del Río de la Plata se constituyó un
gobierno de americanos (1810) la región el Alto Perú (aproximadamente lo que es
Bolivia) quedó de hecho bajo dependencia de Lima.
Virreinato del Perú hacia 1820
En la región constituía la principal unidad política del imperio borbónico, propiedad personal
de los reyes de Castilla. De conformidad todo el sistema económico y social de
Sudamérica meridional le estaba subordinado y su principal fuente de riqueza
era la plata extraída del Cerro Rico de Potosí.
La sociedad
estratificada de la Colonia tuvo en el Perú su mayor expresión, por el
número de habitantes y por las complejas relaciones sociales. Allí convivía una
nobleza vernácula con otra de raíces hispanas; una oligarquía comercial con
otra, minera; productores criollos; diversos pueblos originarios caracterizados
por sus respectivas culturas; funcionarios menores de la Administración;
soldados de fortuna y decenas de miles de esclavos de raza negra; junto a una
enorme masa de mestizos.
Debido al predominio del poder español y a los
intereses vinculados al mismo, el proceso de emancipación de los pueblos
americanos demoró en hacerse sentir en las regiones aledañas a su capital,
Lima.
Las revueltas internas fueron sofocadas en sangre y
las expediciones mandadas desde Bs. Aires fracasaron en su intento de avanzar,
aunque se registraran éxitos momentáneos.
El rol del Libertador
Fue la genial inspiración del general José de San Martín (nacido en Yapeyú,
actual Argentina y muerto en Boulogne-sur-Mer, Francia, en 1850), quien
permitió ejecutar el plan que había concebido, sabedor de que sin la caída de
Lima la libertad de su Patria y la viabilidad de las otras regiones hubiera
estado permanentemente amenazada.
Su
estrategia fue diferente a la que
se venía empleando y la ejecutó con una táctica soberbia. San Martín formó un
pequeño pero entrenado ejército; férreamente disciplinado, debidamente equipado
en la logística y cuidado en lo sanitario, como no se había visto en América.
José de San Martín, "Protector del Perú"
Contaba a su favor la experiencia militar recogida
en sus campañas ibéricas donde alcanzó el grado de coronel. Obviamente su enorme
capacidad y determinación tuvieron un rol fundamental para la empresa. Unía a
ello una grandeza de espíritu que
puso de manifiesto en numerosos hechos, grandes y nimios. Su desinterés
económico y su desprecio a las
posiciones de poder lo singularizan sobre la gran mayoría de las
personalidades de América.
Con ese ejército formado por la “Provincias Unidas
de Sudamérica” (hoy, la República Argentina, más algunos emigrados chilenos)
San Martín cruzó los Andes y cayó sobre los realistas de Chile a los que
derrotó en forma completa.
El éxito fue solo un logro instrumental, su principal objetivo era armar una expedición
que debía golpear el centro del poder español, tomar Lima y establecer allí un
gobierno de americano.
Para esto San Martín formó en Chile otro ejército expedicionario al que se llamó
“Unido” y armó una flota para que lo transportara y avituallara durante la
campaña que emprendería en el Perú.
El 8 de
septiembre de 1820 se inició el desembarco en la playa de Paracas, bahía
de Pisco, con lo que comenzó formalmente la guerra de liberación del territorio
peruano.
No fue
una campaña bélica a sangre y fuego, San Martín tenía bien en claro que su objetivo era la libertad americana y
no imponer un régimen de fuerza; un perfil que no fue bien comprendido por
muchos de su época y que algunos todavía le cuestionan.
El 15
de julio de 1821 San Martín hizo firmar el acta
de la independencia del Perú y el 28 del mismo mes la proclamó públicamente
en Lima con las siguientes palabras:
“Desde
este momento el Perú es libre e independiente por la voluntad general de los
pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende. ¡Viva la Patria!,
¡Viva la Libertad!, ¡Viva la Independencia!”
Proclama de la independencia del Perú
Detalle central
Lo
relatado fue un verdadero acto
fundacional de una nueva realidad que vino a sustituir radicalmente al régimen
monárquico. Aquel 15 de julio de 1821 se fundó un Estado que debió rodearse de
una imaginería apropiada, comenzando por adoptar una bandera.
La primera bandera peruana
Quienes gustamos de la Vexilología conocemos bien
la importancia de las banderas en
los movimientos sociales y en los acontecimientos populares.
San Martín era consciente de ello, por lo que desde
que inició su campaña en el Perú enarboló
una bandera completamente nueva, de características únicas dentro del
panorama que mostraba la Vexilología en aquellos años. Mucho es lo escrito
sobre el significado de la enseña, en este punto la leyenda y el mito se
entrelazan con la realidad. Igual ocurre con muchas banderas a lo largo del
mundo.
Lo concreto es que San Martín dio a Perú su
bandera. Al respecto, se conserva el su diseño
original, dibujado en un papel (30 x 20 cmts,) y coloreada a la acuarela,
presumiblemente por mano Charles Chatworthy Wood, ingeniero militar británico,
pintor. Sin embargo la proclama en
Lima fue presidida por una composición ligeramente diferente, centrada en el
Sol. Años más tarde, sería modificada invocando diversas razones por
disposición de los gobiernos locales, lo que nunca cambió fueron sus colores.
Bandera de San Martín, Huaura, 20 de diciembre de 1820. 30 x 20 cm .
(Museo Histórico Nacional, Buenos Aires)
Las ideas del nuevo gobierno prendieron rápidamente
en las clases populares, lo que se evidenció en obras de teatro; ceremonias
religiosas; desfiles y otras manifestaciones sociales.
Un documentado relato
de la ceremonia lo aporta Lila Velasco Asenjo en http://limaenlahistoria.blogspot.com.ar/2010/07/lima-y-la-independencia-del-peru.html
(2010)
El kero de la bandera
A este contexto pertenece la pieza que comentaré,
se trata de un kero decorado con escenas
alusivas a la independencia del Perú y la derrota del poder español. En la
imagen que incia este post vemos al general San Martín que porta la bandera
peruana pisando a un jefe realista vencido; por este motivo me permito
particularizarlo con el título indicado.
En este análisis reconozco la inspiración que motivó la imagen de
referencia, contenida en el ensayo “Los fabricantes de emblemas. Los
símbolos nacionales en la transición republicana. Perú, 1820-1825” , de la investigadora Natalia
Majluf, capítulo del libro “Visión y símbolos. Del virreinato criollo a la república peruana”; editado
por el Banco de Crédito del Perú - Ramón Mujica. Lima, 2006. (https://www.researchgate.net/publication/319324595_Los_fabricantes_de_emblemas_Los_simbolos_nacionales_en_la_transicion_republicana_Peru_1820-1825)
Un kero
(se admite también la grafía “qero”) es un vaso elaborado habitualmente en
madera (del quechua “kiru”, madera, material usado con preferencia, aunque también
los hay de arcilla y de metal); siempre profusamente decorados con motivos
abstractos (cruces; grecas; soles) o figurativos de animales dotados de
simbolismo mítico (rana, puma, serpiente; camélidos; caracoles; etc.); escenas
de la vida cotidiana; guerreros; y otros.
Sus formas
son múltiples pero por su número la más característica consiste en un cono cuya
base es la boca del recipiente, tal como el objeto que analizamos acá.
Los keros de
madera se fresaban utilizando primitivos tornos accionados por palancas
(similares a los empleados por los alfareros) y algunos instrumentos de corte
para ir desgastando el material.
Tenían uso
ceremonial por lo que a la cultura europea podría equipararse a los cálices
aunque obviamente no poseían la sacralizad de estos últimos, al menos desde la
perspectiva de la Liturgia católica.
Habitualmente se los empleaba para libaciones de chicha (bebida alcoholica
del maíz fermentado). Como curiosidad los estudiosos indican que se fabricaban
siempre en número para, en tanto que los usos sociales demandan al menos dos
personas para beber. La cultura andina es muy propensa a estas libaciones
ceremoniales (aún hoy) en lo que se conceptúa como “dar de beber” a la Pacha
Mama (la madre Tierra).
La pieza en análisis
La referencio en forma de ficha:
·
Pertenencia: Museo Nacional de la Cultura Peruana, sito en Lima (Perú) un
repositorio destinado a exhibir su desarrollo desde la más lejana antigüedad
hasta el presente.
·
Materialidad: madera polícroma
·
Motivo:
una figura con uniforme azul y blanco caracterizado como “un soldado patriota” que
blande una bandera caracterizada en la referencia como “la patria” venciendo
“al león”.
·
Datación:
ca. 1820-1822 (según información consignada)
Observaciones:
El decreto del 21 de octubre de 1820 firmado por
San Martín estableció la primera bandera del Perú.
Fue en la “Gaceta del Gobierno”, No. 22, tomo
segundo, del sábado 16 de marzo de 1822, que se publicó el decreto que modificó
la composición de la anterior. estableciendo que sus franjas fueran horizontales
y portara en el centro un Sol; lo firmaba el titular del Ejecutivo, Bernardo de
Torre y Tagle. De hecho era similar a la empleada por la República Argentina,
reemplazando el celeste por el rojo. Sería por pocos meses, ya que el Congreso
sancionó una ley el 25 de febrero de 1825 que dispuso la actual composición, en
franjas verticales.
Esto es lo que dice la Historia, en tal sentido
podría verificarse la datación enunciada aunque no hay seguridad de que el kero
haya podido ser elaborado con posterioridad a las mutaciones sufridas por la
bandera oficial.
En contraste con los numerosos keros conservados en
museos y colecciones particulares de todo el mundo, el que observamos presenta
una decoración muy tosca, donde la
madera parece haber sido burilada con el extremo de un cuchillo de dimensión
inapropiada. El artesano apeló a líneas muy básicas, como si tuviera urgencia de terminar el trabajo.
El mismo torneado
es muy poco cuidado, sobre el mismo se observan los relieves irregulares
dejados por la acción del torno usado, particularmente en su base.
La madera con que fue confeccionado es de baja calidad, hasta el punto que el
torneado dejó al descubierto un nudo o fisura.
La coloración
asignada también es muy limitada; se
iluminaron las figuras empleando los pigmentos básicos: azul, rojo, negro y
blanco.
En cuanto al “león”,
es una alusión directa del poder colonial. Recordemos aquí algunos de los
versos del Himno nacional argentino compuesto en 1813:
“Se
levanta a la faz de la tierra/ Una nueva y gloriosa Nación: /Coronada su sien
de laureles /Y a su planta rendido un león”
“Buenos
Aires se pone a la frente/ De los pueblos de la ínclita Unión/ Y con brazos
robustos desgarran/ Al ibérico altivo león”
El problema es que en el kero analizado ese león no existe. Lo que pisa el
uniformado de azul y blanco es la cabeza de otro uniformado, que viste chaqueta
roja y pantalón blanco, atuendo que predominaba entre los realistas. Literalmente,
en la imagen, el triunfador “hace morder el polvo de la derrota” a su enemigo.
Cuestiono la caracterización de que sea “un
soldado”. Entiendo que es el mismísimo San
Martín, en base a varias consideraciones:
·
La figura evidentemente
pertenece a un “jefe militar”, así resulta del uso de largas botas de
caballería y del sombrero elástico que porta; todo lo asimila a la imagen que
la iconografía guarda del general San Martín.
·
Refuerza lo
anterior que porta la bandera original, que dispuso el mismo; la asociación del
portador con esa divisa exime de mayores consideraciones. Podemos decir que la
bandera remite al creador y este caracteriza a la enseña.
·
Para más, el
gesto dominador sobre su vencido potencia la interpretación realizada. Si se
tratara de “un soldado” el acto de reputarlo vencedor sobre el poderío español
sería desproporcionado.
Conclusión
Históricamente la pieza es muy interesando, por que
relata un momento de exaltación popular fácilmente ubicable en la Historia.
Su confección es muy tosca, lo reiteramos y su
decoración absolutamente básica, aunque muy expresiva.
Lo expuesto permitiría aventurar que el artesano
que la confeccionó quiso aprovechar la efervescencia popular con motivo de la
proclamación de la independencia peruana para vender su producto, razón que
avalaría la alusión al merchandising que contiene el título de este post.
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