¡Desde cuando!
Serie: Errores de Ceremonial
¡Así, no!
Por Miguel Carrillo Bascary
En el permanente recorrer Internet
buscando aprender suelen surgir verdaderos hallazgos, como el que comparto.
No interesa la situación; tampoco la
entidad responsable, pero resulta imperioso explicar que es absolutamente
improcedente que los abanderados y escoltas se sienten durante un acto.
El Ceremonial universal rechaza unánimemente
esta “comodidad”. El abanderado y los escoltas tienen el rol de destacar a la bandera por
sobre todas las cosas, el primero es un verdadero mástil
viviente que “no puede darse el lujo de cansarse.”
Es obvio que los jóvenes que vemos
no tienen responsabilidad por el desatino mostrado, pero no podemos decir lo
mismo sobre la institución organizadora.
En la eventualidad de que el acto
sea excesivamente prolongado; para que esto no afecte a los alumnos de la
escuadra corresponderá que en el lugar
asignado a la bandera se coloque un pie, para que la última pueda colocarse
allí. Esto permitirá que el abanderado y los escoltas se retiren hasta el
momento en que vuelvan a buscarla, próximo ya el fin del evento.
Hay otras dos opciones factibles pero
ambas son tan poco ortodoxas que las
desaconsejamos:
a) luego de cierto tiempo, intercambiar
roles entre los miembros de la escuadra, de manera que el primer escolta tome
la bandera y que el abanderado pase al lugar del anterior; o bien,
b) reemplazar a la escuadra completa
por un nuevo trío de alumnos.
¡Así, sí!
En este segundo caso hallamos que uno
de los escoltas parece haberse cansado pues lo vemos sentado, mientras que el
abanderado permanece correctamente de pie. Cualquiera podría señalar también
que el portador ha colocado la enseña patria sobre su izquierda y que tanto el
tahalí esta en posición invertida.
20 de mayo de 2008
El caso adquiere particular destaque
si observamos que se trata de un acto oficial, organizado por una entidad del
Gobierno nacional y que, además el evento es de tanta importancia que participa
el mismísimo Emanuel Ginóbili. Debería suponerse que la entidad aludida cuenta
con la experiencia y la sapiencia necesarias para no dar lugar a desatenciones
como las apuntadas.
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