Íconos de una época
La "Chica de Oro", el Aston Martin y 007
Por Miguel Carrillo Bascary
1964 – Se estrena Goldfinger (Dedos de Oro, en Argentina), tercera
película de la saga de James Bond, el inefable agente 007 del MI5, con Sean
Connery en el papel protagónico.
A 59 años de distancia su
impacto permanece. Quienes pudimos verla en el cine recordamos la enorme
repercusión que tuvo. Proyectó a Connery hasta su estrellato como el prototipo
del play boy amante de las aventuras y de cuanta beldad encontrara. Ellas, las
chicas Bond componían un estereotipo femenino
que hoy está en franca crisis.
La película mostró el apogeo
y lujo del jet set y señaló la aparición de los recursos tecnológicos
al servicio de la ficción, en tiempos donde los que hoy aporta la era digital
resultaban insospechables.
El éxito fue clamoroso y se
transformó en una de las películas de más taquilla en la historia del
cine, hasta el punto que hubo salas en los Estados Unidos que permanecieron
abiertas las 24 horas para satisfacer la demanda de los espectadores.
¿Quién no se acuerda del muy británico Aston Martin DB 5, dotado con artilugios tan sorprendentes como sus ametralladoras ocultas tras los faros y las chapas-patentes intercambiables?
Era capaz de cubrir su marcha con densas cortinas de humo y de levantar un blindaje para protegerse. Tenía detalles sofisticados, como su sedoso tapizado en cuero y teléfono inalámbrico. Sumaba: misiles, un esparcidor de clavos miguelitos, arietes frontales y un dispositivo lanzador de aceite. Pero, convengamos que el mayor acierto era el asiento eyectable, para quitarse acompañantes indeseables. Hoy hasta podemos asombrarnos con la capacidad de imaginar el actual GPS, prefigurado en su geo localizador.
Este Aston Martin fue el
primero de los fabulosos autos Bond,
es el mismo que también usó en su siguiente misión, Thunderball (Operación Trueno),
tres años más tarde.
Parecerá increíble, pero aquél
DB5 está espléndido, en diciembre de 2022 se subastó y pagaron por
él 2.992.000 libras esterlinas que ingresaron al fondo benéfico del Príncipe
de Gales.
Otro sugerente icono que
marcó a fuego la historia del cine fue la “chica de oro” un verdadero
símbolo erótico en tiempos donde los condicionamientos fílmicos de entonces
hoy nos parecen de cuento.
Ella era “Jill Masterson” (Shirley Eaton), quien muere
con el cuerpo recubierto de oro en polvo, como una manifestación de poder y
maldad del archivillano que da nombre al film (Gert Frobe), al que busca
desenmascarar 007.
Su foto, de espaldas, “muerta” sobre una cama, asesinada por el coreano "Oddjob", resultó de tan alto impacto que sirvió como afiche a la película.
Claro que para públicos
más conservadores se empleó un cartel mucho más casto, pero igualmente
insinuante.
Al constatar la penosa pérdida de su amiga Bond menciona que murió asfixiada por que el oro tapó los poros de su piel y, para hacer más creíble la causa, explica: “Se sabe que igual les pasa a las bailarinas de cabaret. Está bien siempre y cuando dejes un pequeño parche desnudo en la base de la columna, para permitir que la piel respire”.
Una verdadera leyenda
urbana que potenció con sus dichos, cuando la fisiología comprueba que tal asfixia es imposible.
Por las dudas la producción tomó sus precauciones, dejó sin pintar el abdomen
de la artista (como se ve en la foto) y llevó un médico a la filmación.
El público aceptó la
causa de la muerte en forma universal y aún perdura como si se tratara de una “verdad científica”.
Más todavía, entonces se difundió la noticia de que Shirley falleció en el set,
hasta el punto que durante los meses que siguieron al estreno la actriz debió hacer
presentaciones públicas para desmentirlo.
El maquillaje insumió más
de una hora y media, oportunidad en que “Jill” se cubría con una tanga y
llevaba dos conos adheridos a sus pechos, con lo que la producción cumplió con
los rígidos códigos del Hollywood de aquellos años.
Cuando Shirley comentó su experiencia dijo que se
sentía untada con un gel algo grasiento, incómodo y caluroso. Para sacárselo tuvo
que tomar varios baños turcos y someterse a duras refriegas.
Para que se entienda la
repercusión mundial de la chica de oro basta mencionar que Shirley,
cubierta totalmente de purpurina dorada de oro excepto sus labios y en sensual pose, fue tapa de la famosísima
revista LIFE. Los chicos de
entonces pudieron colgar la foto en sus habitaciones por solo 35 centavos de
dólar.
Shirley Eaton había nacido
en 1937. Para el casting de Goldfinger
no solo se tuvo en cuenta su innegable belleza, sino que también acreditaba
más de 15 películas e intervenciones en varios capítulos de la exitosa
serie de TV El Santo (The Saint), acompañando a Roger Moore
(12 de enero de 1937), donde
cumplió con varios papeles.
Su actuación
en Goldfinguer la proyectó como un
verdadero símbolo sexual. Mayores referencias sobre su carrera pueden
verse en http://www.shirleyeaton.net/. El pasado 12 de enero cumplió sus primeros 87 años.
La muy corta aparición de
Shirley en la película resultó ser tan fuerte que eclipsó al personaje
femenino principal, Honor Blackman, que actuó bajo el sugerente nombre de Pussy Galore, igualmente preciosa. La
misma que personificó a Cathy Gale en
la serie de culto “Los Vengadores”. Honor, sin renegar de su femineidad, se destacó por reivindicar la posición de las mujeres. Murió el 5 de abril de 2020 ¡a sus 94
años! (muy bien llevados)
Honor Blackman en su plenitud y en su brillante atardecer
¿Y Sean
Connery? ¿Qué se puede decir sobre
tan enorme figura de la filmografía mundial? Está todo dicho. Valdría recordar las
siete veces que protagonizó al agente con lincencia para matar: Dr. No (1962), From Russia with love (1963), Goldfinger
(1964), Thunderball (1965), You only live twice (1967), Diamonds are forever (1971) y, por
último, Never say never again, en
1983.
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