Argentina, Navidad 2022
Por Miguel Carrillo Bascary
La sabiduría popular se expresa en una afirmación que
encubre la resignación ante las realidades de lo cotidiano ¡Esta Argentina da para todo!
Pareciera que los argentinos estuviéramos
acostumbrados a lo insólito, pero que el mismísimo Gobierno protagonice el dislate ya parece ser demasiado.
Convengamos que el término “dislate” no es de uso común,
pero viene al caso para no emplear otros
calificativos que son de un uso infinitamente más populares. Si no se
conoce el significado de la palabreja bastará recurrir al Diccionario de la
Real Academia Española o googlearla,
Ya con este saber adquirido o recordado, según sea el
caso, no hace falta mucha imaginación para proveerlo de sinónimos teñidos de cotidianeidad.
La imagen que nos acerca el amigo Francis es por demás
sugestiva. Consta como cierre a un "ingenuo" video institucional producido por la Presidencia de la Nación de Argentina, que
podrán apreciar en https://youtu.be/RC1s7xKd7os Lleva el sugestivo título de, “En estas fiestas celebremos lo que nos une”.
Los lugares comunes que expone nos hacen sonreír, pero
también señalan los intereses en pugna. Eso
sí, bajo una pátina de humor.
Lamentablemente es una verdad de a puño, que la grieta que nos atraviesa no la cierra un
corto de TV que dura 45 segundos, mientras el binomio a cargo del Ejecutivo
ni siquiera mantiene un vínculo social.
Sin embargo, como aspiración de 45.000.000 millones de
voluntades el mensaje de unidad debería alentarlo. ¡Claro está que no se si los
45M estarían dispuestos a hacerlo!
Lo que sí es
una verdad objetiva radica en la
banalización de uno de nuestros símbolos nacionales. Aquel escudo que la
Asamblea de 1813 señaló como emblema de la Nación, se nos presente a los argentinos
del año 2022 como una cruel humorada, tocado por un bonete navideño que ha popularizado un fiel exponente del
mercantilismo internacional, producto de una sociedad de consumo, el inefable, repudiado,
bonachón, cuestionado y querible, Papá
Noel (alias) Santa Claus.
En la imagen analizada el Escudo aparece desvaído,
cediendo todo el protagonismo al gorro navideño, perdido entre los débiles
trazos ese otro gorro, el píleo de la
Libertad adquirida al alto previo de la sangre vertida en la lucha por la emancipación.
Una realidad que la mayoría de los argentinos parecen haber olvidado.
¿Hace falta seguir? Quizás para recordar que Papá Noel
le regaló a la Presidencia un nuevo avión para su uso (u$s 22.000.000 + el “viejo”,
valuado en u$s 3.000.000) mientras se recortan los gastos para los
discapacitados, jubilados, etc.
Pero, permítanme algo más, el modelo del blasón oficial que se muestra en la imagen analizada y en muchos otros soportes institucionales no es la imagen institucionalizada del Escudo Nacional.
Sí pareciera que desde la cima del poder se empeñaran en recordarnos que cada día fuera 28 de diciembre, el “día de los inocentes”.
Comparemos, la que consagra la normativa vigente (modelo 1) con
la que el Gobierno vine usando desde la presidencia de De la Rúa a través de
las diferentes gestiones de Duhalde, Kirchner, los dos Fernández (Cristina y
Alberto) y también de Macri (modelo 2). Ah, me olvidaba, también se usó en los
efímeros mandatos de Puerta, Rodríguez Saá y Camaño.
¡Por lo que se ve, no es cuestión de ideologías… y después, hablamos de crisis de identidad nacional!
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