Cuando el clímax altera las precedencias
Por Miguel Carrillo Bascary
Una de las reglas básicas
del Protocolo es que la bandera del
estado local ocupa el primer lugar con referencia a otras. Este es el principio
generalísimo, pero para todo existe una excepción, de ella trataremos.
Ocurre que en una
ceremonia pública no siempre el primer
lugar es el que luce más. Para entenderlo tenemos que representarnos una ocasión
que hayamos vivido y asó podremos apreciarlo en forma mucho más sencilla que
con un largo intento de explicarlo.
Antes del inicio de una
actividad suele haber enorme expectativa,
en esta circunstancia hace su entrada al recinto una delegación encabezada, como
es tradicional, por su bandera nacional; a la que siguen otras tantas.
Pero, cuando las delegaciones son muchas y se presentan en orden sucesivo,
es natural que paulatinamente se genere un ambiente que potencia la creciente emotividad
del público; que acentúa la expectativa hasta que llega el momento cúlmine, el ingreso de la última delegación. Por esto, la bandera que cierra es la que
recibe la más alta valoración.
Es lo que ocurre también en un desfile de modelos, donde la última pasada deposita ante la mirada de los asistentes la creación estrella de la colección.
El Protocolo estatal
resulta impermeable a estos fenómenos tan vinculados a las emociones por eso,
lo que comentamos no aplica, pero en
un ámbito donde las precedencias pueden flexibilizarse es perfectamente
factible, aunque la bandera local no encabece las presentaciones.
Una excepción a la regla
El ejemplo típico son los Juegos Olímpicos, una ocasión de
encuentro internacional donde las cuestiones de estado se dejan de lado para celebrar
la confraternidad humana centrada en el deporte en un marco de publica alegría,
donde los rígidos cánones del protocolo
oficial habilitan una mayor espontaneidad, sin por ello caer en una
despreocupada anomia.
Desde su primera edición
las Olimpíadas han cultivado y enriquecido sus pautas de protocolo cimentando
una tradición que hace a la esencia de
los Juegos.
Así la bandera de Grecia tuvo un protagonismo
señalado desde la primera edición de los Juegos (1896), donde fue local; en
este contexto fue natural que las delegaciones participantes se identificaran
con sus respectivas enseñas. En 1913 se creó la “bandera olímpica” que hizo su formal debut en la ceremonia
inaugural de los Juegos realizados en Amberes, en 1920 (1).
El Código de Protocolo Deportivo
del Comité Olímpico Internacional se basa en la Carta Olímpica que inspira a los Juegos. Se complementa con un
manual, que estipula diferentes previsiones para otras tantas situaciones. Sus prescripciones
han trascendido prácticamente a
todas las realizaciones deportivas de otro nivel y también respecto de otros
eventos.
En cuanto al desfile de
banderas se consustancia con la presentación de las delegaciones participantes
que superan las 200. Sintetizaremos exclusivamente lo pertinente:
- Cada delegación, en uniforme oficial, desfila precedida por un cartel con su nombre y por su bandera, que lleva un miembro de la delegación. Las banderas de todas las representaciones, al igual que los carteles, son suministrados por el Comité Olímpico y tendrán todas las mismas dimensiones. A los portadores de los carteles los designa el Comité Organizador; ya que tienen la misión de guiar el trayecto del conjunto de deportistas y contribuyen a mantener el ritmo estipulado para la pasada, una función de vital importancia para no alterar la continuidad de las coberturas televisivas.
- Los participantes no pueden llevar otras banderas, estandartes, ni otro vexilo; aunque en ocasiones la organización autoriza que porten pequeñas banderitas nacionales en sus manos. En ningún casos se desfila con escoltas, por cuanto en el contexto de la pax olímpica serían antinaturales. Mientras que también se omite el uso de tahalíes con los colores nacionales, que son complemento imprescindible en el Ceremonial de muchos estados; se sustituyen con un correaje portabandera, uniforme para todas las representaciones.
- Las delegaciones desfilan en el orden alfabético definido por la lengua del país anfitrión, con excepción de la griega, que abre el desfile y la del estado local, que lo cierra, seguida inmediatamente por los atletas de esta última nacionalidad.
- La espontaneidad se manifiesta en que los abanderados pueden hacer ondear los paños, algo que en una ceremonia oficial tradicional sería impensable; más aún, censurable.
Aplicación
Lo expuesto puede aplicarse
en ocasiones similares, y constituye
una variante más al alcance de los organizadores de eventos.
En estos casos el ordenamiento puede adoptar diferentes
criterios; por caso, tomar como referencia el
nombre de las entidades representadas por las delegaciones participantes o
también, disponer que el ingreso sea de acuerdo a la antigüedad (según la fecha de fundación), la de su integración a la organización que las
agrupe o algún otro criterio similar; para terminar con el paso la bandera de
la entidad anfitriona.
Nota: (1) algo más sobre la bandera olímpica en http://banderasargentinas.blogspot.com/2016/08/lecciones-de-una-bandera-robada-la_29.html
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