De banderas; mástiles y remos en el Monumento a la Bandera
Por Miguel Carrillo Bascary
Quienes recorren el
Monumento Nacional a la Bandera, que en la ciudad de Rosario honra al primer
símbolo argentino, no pueden menos que sentir curiosidad por su forma de nave, como sus autores explicaron
en la memoria descriptiva del anteproyecto. Ahí consta que representa a la Nación argentina que avanza sobre el mar
de la eternidad hendiendo sus aguas hacia su glorioso destino. Esta es la explicación que usualmente aportan los guías y las publicaciones turísticas; con lo que los
interesados suelen quedar satisfechos.
A poco que se estudie la
hermenéutica general del Monumento se entenderá que cuando Ángel Guido propuso
el concepto de “nave”, tuvo en mente a una galera
de la Antigüedad clásica, aquellas que por siglos surcaron el Mediterráneo
impulsadas por remos y ayudadas por una o más velas. Fenicios; griegos;
egipcios; cartagineses; tartesios; etruscos y romanos construyeron su mundo sustentado
en la fuerza de los galeotes, ya fueran esclavos; delincuentes condenados u
hombres libres. Más tarde utilizaron la misma tecnología las repúblicas
latinas; entre las que sobresalieron Venecia; Génova y Pisa, sin olvidar la
Orden de Maltas y, por supuesto, los berberiscos y otomanos. En estas
embarcaciones los remos se ubicaban en ambos lados de la nave, generalmente en
una hilera; a veces en dos o en un número mayor. (1)
Si miramos la estructura general del Monumento se distinguirá
con facilidad: la proa, con la “Patria Abanderada” como mascarón; que abre las “olas”
del Océano Atlántico y del Río Paraná; mientras que la Torre representa el
conjunto del mástil y la vela, que lleva el Sol en su centro y que, en el caso,
estaría plegada; el Mirador aludiría al puesto del vigía que nuestros ancestros
hispanos llamaban “el carajo”, un término que mal se usa en las expresiones cotidianas. En el otro extremo destaca el castillo de popa (el Propileo), que en las galeras antiguas contenía el fuego perenne para los
sacrificios con que los augures antiguos vaticinaban la suerte de la navegación;
en la creación de Guido este elemento se corporiza en la “Llama votiva de la argentinidad" que honra al soldado desconocido muerto en las luchas por la emancipación.
El espacio que se abre entre estos dos puntos, el “Patio Cívico”, contiene al pueblo embarcado, que al igual de lo que ocurría en las naves de la Antigüedad impulsa la embarcación con el esfuerzo constante, lo que se debería reflejar en los remos.
Al llegar a este punto los visitantes suelen preguntar -¿Dónde están los remos? En la emergencia algunos guías dirán que “son imaginarios”; otros que se representan con los mástiles laterales. Sabedores de que la respuesta no es fácil, con la habilidad que otorga la práctica introducen otro tema y la cuestión queda soslayada. Sin embargo, la Humanidad es curiosa, de manera que trataré de avanzar más que nuestros imaginarios guías; por supuesto que será una explicación subjetiva ya que Guido no dejó constancia alguna en la materia; ni tampoco los comentaristas contemporáneos de su obra. Verán Uds. si les satisface o no, por mi parte tendré conciencia de haber hecho lo posible.
El pensamiento de Ángel Guido
En ningún momento Guido
concibió al Monumento como un artefacto
estático, aunque su estructura de mármol pareciera determinarlo. Posee un
dinamismo obvio que principalmente se refleja en esas “olas” que va abriendo
las aguas; en el flamear de la Bandera y en el danzar de la "Lama votiva". El
otro elemento que muestra la dinámica y
funcionalidad del Monumento es la gente que lo recorre, protagonista
fundamental en la obra de Guido quien en la memoria descriptiva del anteproyecto nos
dice poco más o menos, que buscó que los visitantes conjugaran el verbo "recorrer"; no tanto el "admirar" más propio de la acepción general que a que nos remite
la palabra “monumento”, que refleja una estructura enraizada en un punto
determinado de la geografía. Esto nos señala que el Monumento tiene una simbología tan rica que puede explicarse desde
diversas ópticas. En el caso podemos hacerlo en dos niveles: lo concreto, lo material; pero también
desde lo abstracto y lo ideal.
En consecuencia, puede pensarse que los remos deben concebirse como
una idealidad, pero, en la doble dimensión que nos propone Guido, donde
cada espacio y cada volumen del Monumento admite varias concepciones, también
es válido explicar que los remos se
visualizan en los mástiles ubicados sobre las bardas de la imaginaria nave.
Trataré de explicarlo. Para Guido el Monumento fue una verdadera experiencia vital que implicó su cenit como profesional. Cuando lo vio terminado alcanzó una meta personal, que implicó “una llegada a puerto”. En este entendimiento es válido interpretar que los “remos” de su creación (los mástiles) están enhiestos, en la misma posición que se presentan cuando las naves llegan a puerto, saludando a quienes las esperan en la orilla, culminada ya su misión impulsora.
Esta, a mi juicio habría sido la personal visión que tuvo Guido.
Máxime si se considera que en los primeros momentos de su construcción planteó colocar
banderas, sino gallardetes en forma de
pendones como resulta de sus croquis y planos primitivos.
En definitiva, creo que, de esta forma, en esta doble realidad y en la simbología del Monumento a la Bandera; son válidas las dos explicaciones relativas a los remos, de manera que, estos elementos tanto son un concepto ideal, como adquieren realidad concreta representados en los mástiles.
¿Banderas o gallardetes?
A partir del proyecto y en
el curso de su ejecución Guido debió
ajustar distintos aspectos. en su función de director de la obra. De los
principales quedaron constancia en las actas de las reuniones que mantenía
periódicamente con la Comisión Ejecutiva que actuaba como representante del
comitente, el Estado Nacional. La mayor parte de estas mutaciones se justificaron por la necesidad de reducir costos.
Si se compara el croquis original de las farolas - mástiles con los que posteriormente se instalaron, es evidente que el costo de los primeros era muy superior. También los gallardetes implicaban un mayor gravamen, si se los confronta con las simples banderas de ornamento (sin Sol) que finalmente se colocaron.
La pregunta inicial
Siguiendo con el
desarrollo llega el momento de responder al interrogante planteado en el título
¿por qué 20?
En el perímetro del Patio Cívico encontramos 22 mástiles; 20 en sus laterales y dos en los contrafuertes que enmarcan el Atrio de la Torre. Durante la construcción Guido planteó colocar uno de mayor altura, en el espacio interno, que se destinaría a la Bandera Nacional, finalmente se optó por instalar el "Mástil Mayor" fuera del recinto, por entenderse que en la posición primigenia su altura habría competido con la Torre, con pérdida de protagonismo para ambos elementos. Finalmente, ese Mástil Mayor se dispuso en una rotonda ubicada en la prolongación del eje de simetría de la obra. Más tarde, en la década de 1990 se integró al conjunto monumental mediante una amplia explanada. la idea de ampliar la pequeña rotonda del Mástil fue planteada a la Intendencia por un asiduo concurrente a las ceremonias de izamiento y arrío, el señor Francisco de Bonis en el año 1993.
En la concepción
primigenia de Guido ese alto mástil interno quedaba visualmente
flanqueado por aquellos dos que lo enmarcaban desde el Atrio. Esto es lo que
define el apelativo de “mástiles
escoltas” con que habitualmente se los menciona.
Para la inauguración del
Monumento se izaron en los mástiles laterales
banderas sin Sol, mientras que en los “mástiles escoltas” se instalaron dos
enseñas con soles, una disposición se mantiene hasta la actualidad, con algunas
excepciones a las que me referiré. Cada día las banderas “escoltas” se izan y arrían;
luego de hacerse lo propio con la que se muestra en el Mástil Mayor, mientras
que las de ornato permanecen izadas ya que en este caso puede prescindirse de
la ceremonia.
Respecto de los mástiles
laterales, bien pudieron ser en número diferente, en más o en menos. Originalmente Guido pensó en 14 (siete a cada lado) pero hay
un hecho que justificó el que en definitiva se instalaron 20, al que me voy a referir.
Es proverbial el alto concepto de Guido por el
americanismo; cuando la conclusión del Monumento se acercaba planteó la idea
de crear la “Galería de Honor de las
Banderas de América”, aprovechando el subsuelo del Propileo. La Comisión lo aceptó en 1956. Esta óptica
continental se trasuntó en que durante el mes de abril de 1958 se dispuso embanderar
los mástiles laterales con las enseñas de las naciones americanas, habida
cuenta que el día 14 de ese mes se conmemora el “día de las Américas”.
Por aquel entonces los
estados del continente, todos ellos integrados en la O.E.A. eran: Argentina; Bolivia;
Brasil; Colombia; Chile; Costa Rica; Cuba; Ecuador; El Salvador; Estados
Unidos; Guatemala; Haití; Honduras; México; Nicaragua; Panamá; Paraguay; Perú;
República Dominicana; Uruguay y Venezuela. La insignia argentina se colocó, como era habitual, en ambos mástiles escoltas.
En consecuencia, fueron 20 mástiles que se asignaron a
cada una de las 20 naciones soberanas que existían en el continente, exclusión
hecha de la Argentina, cuyo pabellón se instaló en los “mástiles escoltas” que
flanquean el Atrio.
Con los años las banderas americanas se izaron solo durante la semana que comprendía al 14 de abril y, en ocasiones se prescindió de este significativo ornato por no disponerse del número suficiente de banderas. Más tarde el incremento de estados soberanos del continente puso en crisis la costumbre, por cuanto se consideró que, si se izaban las insignias de algunos y de otros no, dada la falta de mástiles suficientes, se hubiera infringido el principio de igualdad entre naciones. En mi criterio lo adecuado sería preservar la disposición original, esto es la de 1958 y que, eventualmente, en la víspera del día conmemorativo se izaran las de aquellos estados que obtuvieron su plena independencia con posterioridad.
La evolución
“Invicta”, nombre que recibió el anteproyecto que presentaron Guido, Bustillo, Fioravanti y Bigatti en el concurso de 1940 no mostró ningún tipo de mástiles en todo el perímetro del Monumento.
La siguiente imagen muestra un boceto de Ángel Guido, con 7 mástiles a cada lado y uno central, corresponde a un ejercicio arquitectónico que podría datarse con gran probabilidad en 1946. Es digno de admirar, tiene un tamaño considerable y se exhibe en la “Sala Antártida Argentina”, en el subsuelo del Monumento.
Por su parte, el maquetista personal de Guido, Manuel Chamorro, elaboró en el curso de la obra un modelo que hoy se exhibe en la “Galería de las Banderas de América”; si se observa bien se verá que plantea 11 mástiles a cada lado. (Una plaqueta data el modelo en 1957, pero indudablemente es muy anterior)
Finalmente, cuando se inauguró el Monumento solo tuvo 10 mástiles a cada lado; número que, como se dijo, reflejó el número de las naciones soberanas de América en aquella década.
Todo esto muestra un cambiante dinamismo entre la concepción y la ejecución de la obra.
Lo que siguió después
Lo expuesto hasta aquí permite
explicar también el origen de la particular
liturgia que con los años se fue formando con relación al izamiento de
otras banderas en las fechas patrias de Estados amigos; en el día en que se conmemora la formación de las Naciones Unidas y en otras circunstancias similares. A este
fin se destinó el segundo de los
mástiles escoltas, ya que en el primero ondea siempre la Bandera Oficial de
la Nación, con lo que se preserva debidamente el privilegio protocolar que corresponde al estado local.
Con los años tanto la provincia de Santa Fe como la ciudad de Rosario adoptaron banderas que las identifican. Fue natural entonces que en el año 2011 el Decreto municipal Nº1631 ordenara que, en el primer mástil del lateral derecho se colocase la enseña provincial y en el primero a la izquierda, la de Rosario.
Para conocimiento general se hace saber que, en el Monumento, no es posible colocar cualquier vexilo; ya que todo lo que se refiere a su embanderamiento está regulado por el Decreto
Nº1631/ 2011, norma que consagró una práctica
aquilatada por más de 50 años. Puede verse su muy interesante texto en: https://www.rosario.gob.ar/normativa/ver/visualExterna.do?accion=verNormativa&idNormativa=75782
En consecuencia, solo el Intendente municipal puede disponer al respecto y en respecto al principio de legalidad lo deberá concretar por medio de un decreto que modifique en citado. El Concejo Municipal, no tiene competencia alguna para disponer sobre el uso y el ornato del Monumento, por cuanto el titular de la administración del sitio es el Intendente de Rosario, por expresa delegación del Poder Ejecutivo nacional (Decreto Nº374/ 1963), una atribución de la que por supuesto carece el Concejo. Dicho esto con mayor claridad el Monumento no es propiedad del municipio de Rosario, su titular es el Estado Nacional y su administrador responsable el Intendente rosarino.
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