domingo, 28 de mayo de 2017

Discapacidad y servicio de abanderados

Abanderados con discapacidad

      Por Miguel Carrillo Bascary

En estas semanas mayo a julio, donde los argentinos celebramos nuestras principales fechas patrias se reiteran las consultas sobre el ceremonial de las banderas. Hoy quiero compartir algunas imágenes y reflexiones al respecto.

Toda persona, repito: TODA PERSONA que merezca el honor de ser abanderado o escolta tiene el derecho de poder cumplir con estos roles. Queda en claro igualmente que si por alguna razón el interesado no desea cumplir estas honrosas comisiones es absolutamente libre de hacerlo, nada lo obliga y la propia Constitución nacional respalda su libre albedrío.

Es una actitud equívoca, altamente errónea, marginar a quién por azar del destino tiene una capacidad física diferente o a los que transitoriamente están afectados por un avatar que los limita.

Es cierto que en un lejano pasado, cuando las banderas participaban de acciones militares en pleno frente de combate, era lógico que los abanderados y escoltas fueran seleccionados entre los miembros de elite de los ejércitos y, como tales, debían gozar de un físico en plenitud, pero no es menos cierto admitir que aquellos tiempos han quedado atrás, hoy son otros los valores y percepciones.

En la actualidad aquellas personas que presenten capacidades diferentes, permanentes o transitorias, tienen el derecho de integrarse plenamente a las actividades de su grupo social, sin que ninguna autoridad u otra persona pueda hacerlos sentir distintos. Por esta razón no deben ser marginados, todo lo contrario su esfuerzo de superación y ejemplo tiene que estimular a todos. Si es necesario se los podrá ayudar, pero solamente en aquello que sea estrictamente imprescindible (ej.: un ciego demandará alguien que lo guíe en un desfile; quién tenga un problema en sus brazos podrá recibir ayuda para portar la bandera).

La Convención internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad”; aprobada por Argentina como Ley Nº26.378 y reconocida con jerarquía constitucional por la Ley Nº27.044; aclara debidamente el concepto cuando señala:
“Las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”.

Sirva el presente post como un sentido homenaje al esfuerzo, tesón y sentido de superación que testimonian todos aquellos que desde su realidad son un ejemplo a seguir.

Las siguientes fotografías, recopiladas de diversas fuentes a los largo de varios años justificarán lo expuesto.


Ulises Martin (Uli, para los amigos), es el abanderado 2016 del Jardín de Infantes Común N° 1 del Distrito Escolar 2, dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Padece parálisis cerebral.


Lamentamos no contar con la identidad de este abanderado de una escuela secundaria de la provincia de San Luis.


Milagros Rocío Paz, segunda escolta de la escuela “Julia de León”, Rivadavia, provincia de San Juan, alcanzó un promedio de 9,63; año 2014.


Valentín Rojas tiene 23 años, con un promedio de 9,67 fue designado abanderado 2003 del Instituto Primario y Polimodal “Esperanza”, al que concurre en la ciudad de Godoy Cruz, provincia de Mendoza. Al ser entevistado declaró: “Estoy muy contento, todos me felicitaron. Ahora, mi próxima meta es seguir con mi amor, con Luli que es mi novia desde hace siete años. Ella también tiene síndrome de Down y juntos hacemos patín artístico. Creo que el esfuerzo es importante, pero más importante es el amor y el interior de cada uno”. 


Candela Sandoval
, abanderada de la escuela “General Rudecindo Alvarado”, de Tunuyán, provincia de Mendoza (2012). Pese a estar afectada por síndrome artrogriposis múltiple obtuvo un promedio de 9,63.


Gisela Ruiz, abanderas de la escuela “General Las Heras” (9,76 de promedio), remontando su ceguera. Al ser entrevistada afirmó: “Yo creo que hay que sacrificarse en la vida para obtener resultados y, también, hay que sortear los obstáculos. Estudiar siempre me gustó y trato de hacer lo mejor posible en la escuela para tener un buen futuro”.


No hemos podido verificar la identidad de este niño ciego, escolta del 4to. Grado de su escuela, en oportunidad de concurrir al Monumento nacional a la Bandera (Rosario) para prestar promesa de fidelidad a la Enseña nacional.  

Axel Salomón, escolta de la bandera del colegio “Comodoro Moisés Echegoyen”, de Córdoba y premio al mejor compañero. Manifestó: “Sufro parálisis cerebral. Soy un chico especial, pero no porque camino con dificultad o me cueste decir palabras o me sea difícil comer. Si bien esto lo padezco, tengo sueños iguales a los tuyos… sufro las mismas penas”, y pidió “no discriminar, porque eso es una barrera hecha por mediocres”.


Luciana Pavani, abanderada 2014 de la Escuela Nº408 del barrio Faldeo del Velasco, provincia de La Rioja.


Lamentamos no disponer de mayores referencias sobre la identidad de esta abanderada.
  

Bianca (la fuente no indicó su apellido) es abanderada de la Escuela Nº 12 “Tomasa Garraza de Quiroga”, de Villa Mercedes, provincia de San Luis. El síndrome de Bridas Amnióticas provocó que naciera sin tibia y peroné en ambas piernas y con los dedos de las manos más pequeños; esta dificultad no pudo con ella.
  

Sirur Maluf, a sus 22 años es el abanderado 2016 de la Escuela de Deporte Adaptado de la asociación Niken, a la que concurre en San Luis. A sus 19 años quedó cuadripléjico al zambullirse en Villa Gesell y golpear de cabeza con el fondo. Con posterioridad alcanzó logros deportivos son notables y también se desempeña en un cargo de la Secretaría de Deportes de la provincia. Como no puede portar la bandera con sus brazos él mismo se transforma en asta para lucirla cuando corresponde.

1 comentario:

  1. Buenas tarde. Excelente posteo. Le quería hacer una consulta, yo tengo una discapacidad motriz y en 7mo grado cuando fuí escolta de la Bandera Argentina caminaba, pero al tener poco equilibrio realmente la pasé mal estando tanto tiempo parada arriba del escenario casi en el borde. En ese momento no se me ocurrió ni me lo ofrecieron, pero desde lo que es el protocolo y ceremonial ¿Está comtemplado que en casos como este el alumno pueda tener detrás suyo una silla para poder sentarse en caso de necesitarlo?

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