jueves, 10 de diciembre de 2020

La Bandera y el reloj

¿A qué hora se iza / arría la Bandera?

Por Miguel Carrillo Bascary

El tema se las trae ya que es uno de las clásicas preguntas que se nos suelen formular a quienes intentamos dedicarnos al Ceremonial con la seriedad que merece. No es para menos ya que involucra a nuestra Enseña nacional.

En principio la cuestión se plantea muy sencilla, solo se necesita fijar el horario, sin embargo, hay muchos factos a considerar. En Argentina, la incertidumbre proviene de la falta de una normativa común e inequívoca que regule el Ceremonial de la Bandera.

Para información de los lectores que no sean argentinos, nuestro país carece de una norma que abarque todos los aspectos de la disciplina, esto genera dudas, errores y no pocas contradicciones, a lo que se une que por ser una federación es factible que las provincias (unidades sub nacionales) comparte atribuciones con los poderes nacionales.

Por ende, mi enfoque será de carácter general ya que en algunas disposiciones provinciales se establecen directivas precisas y, además, las Fuerzas Armadas y de Seguridad disponen en concreto, cuyos orígenes se remontan a las seculares tradiciones castrenses hispanas.

El principio general es que la Bandera se iza “al salir el Sol” y se arría coincidiendo con su puesta.

El origen del criterio y su aplicación

Una bandera nacional se muestra en un mástil para señalar la soberanía de un Estado en el sitio concreto y en su entorno. Es de uso universal que estos vexilos se coloquen al tope durante el día, ya que de esta forma pueden ser vistos. No tiene sentido izarlos en la noche, donde no podrán cumplir su misión, simplemente porque no se alcanzarán a ver.

El análisis del Ceremonial comparado indica que hay dos criterios para regular la práctica:

a) el astronómico - convencional; y

b) el sociológico

En el primero la oportunidad del izamiento y del arrío se fija convencionalmente tomando una hora que corresponda con la salida del Sol y su ocultamiento.

El problema radica que el ciclo solar es dinámico, por lo que no pueden fijarse parámetros absolutos ya que las condiciones de luminosidad varían con el avance de las estaciones, por lo que difieren en los estados de gran extensión territorial, como es el caso de Argentina.

Por ejemplo; en el mes de enero la Antártida tiene un día sin puesta de Sol propiamente dicha (noches blancas); mientras que en invierno el lapso de luminosidad es prácticamente inexistente.


La modalidad determinante se aplica en el ámbito castrense, donde las actividades están rigurosamente tabuladas en los reglamentos propios de la vida militar, donde las ceremonias tienen una estructura uniforme y formal acorde a las rutinas cotidianas.

Por otra, parte en las múltiples actividades de la sociedad civil el criterio inapropiado por lo que los procedimientos de izado y arrío demandan un correlato con las conductas humanas.

Ambas ceremonias tienen un contenido social innegable, aunque la cotidianeidad tienda a hacernos olvidar sus profundos significados. Quienes participan en ellas lo hacen en nombre de la Nación toda. No debería ser una rutina.

Digámoslo con todo énfasis: el izado y el arrío son rituales trascendentes y por su naturaleza los protagoniza un conjunto social y esto implica promover la participación de los involucrados.

Nada obsta, aún en la eventualidad de que haya una única persona a cargo de la operación, en esta soledad está implícita el protagonismo tácito de todo el pueblo argentino.

 

Reflexiones de síntesis

Lo ideal es que la legislación establezca una pauta horaria de referencia; que convencionalmente y acorde a los usos actuales es a las 8 a.m. para el izamiento y a las 19 en verano; pudiendo acortarse a las 18 en invierno; por corresponder esto con la existencia de luz natural en el lapso en la generalidad del territorio nacional. Consideremos también que durante el estío la puesta del Sol se concreta aproximadamente entre las 19,30/ 20 hs. con lo que en principio el arrío podría demorarse hasta entonces.

Lo dicho justifica que estas pautas sean flexibles, facultando que la autoridad responsable pueda disponer cambios excepcionales en los horarios, con el propósito de favorecer la participación cívica.

Así lo consagra el anteproyecto de “Ley Sistémica de Símbolos Nacionales y su Ceremonial” promovido ante el Congreso por el INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO. En el mismo se dispone también que la hora de izado puede adelantarse para hacerla coincidir con el inicio de las actividades a realizarse en el lugar de que se trate.

Por ejemplo; si en un establecimiento las clases comienzan a las 7, 30 se podría izar la Bandera a las 7,45, para promover la participación de la comunidad educativa.

Algo parecido corresponde para el descendimiento donde, si la actividad en el lugar finaliza antes de los horarios pautados, será adecuado adelantar el acto para que sea la última actividad común del día y no se reduzca al solitario gesto del personal que se retira último.

En las ya caducas “Normas generales de Ceremonial” para actos escolares dispuestas por la Resolución del Min. de Educación Nº1635/ 1978, se ordenaba practicar estas operaciones “al iniciar las clases del turno de la mañana y al terminar la del turno tarde”; mientras que los fines de semana y feriados se optaba por el criterio astronómico – convencional, el izamiento a las 8 y el arrío a las 18, cualquiera sea la fecha del año.

La flexibilidad también cabe ante circunstancias climáticas o ambientales.

Por ejemplo; en una región de clima muy riguroso donde en una escuela no haya un mástil interno que permita izar la bandera al momento de entras a clase, a las 8 hs. Eventualmente podría diferirse la ceremonial hasta media mañana, cuando la temperatura ambiente sea algo más cálida lo que permitirá preservar la salud de los niños.

Asimismo, es la pauta que habilita recoger el paño en condiciones de intenso viento, que eventualmente pueden desgarrarlo o cuando ocurran precipitaciones o nevadas que lo perjudiquen.

Foto de Cristian Argañaraz

En el ejercicio cotidiano de las actividades oficiales, donde las agendas de los altos funcionarios de la Administración pública son muy densas y complejas; la flexibilidad en los horarios de izamientos y arríos es una necesidad.

Con lo expuesto entiendo que las razones que avalan deberían despejar todo temor de infringir los convencionalismos cuando resulta necesario adecuar los momentos, a condición de que se concrete con la debida prudencia.

El paradigma

La factibilidad de modalizar horarios vinculados al lucimiento de la Bandera Nacional nos lo aporta su propio creador, el general Manuel Belgrano. Fue en el sublime momento en que, tras crear la Enseña patria mandó izarla por primera vez en la batería “Libertad”, el 27 de febrero de 1812.

En el conocido oficio, donde informó el hecho al Triunvirato consta que el acto se cumplió a las 18,30, momento que habría elegido para facilitar la concurrencia de la población de Rosario, una vez finalizada la jornada laboral.

En consecuencia, el precedente que recordamos debe servirnos de ejemplo para no atarnos a un formalismo estéril sino para disponer todo aquello que favorezca la participación cívica.

 

El izado durante la noche

Está muy difundido el concepto de que es una falta de respeto al símbolo que permanezca izado en horas nocturnas, como si hubiera sido “olvidado” por los responsables de la tarea.

El caso es que, al perfeccionarse la tecnología, particularmente desde el advenimiento del sistema LED, hoy es posible mantenerlos iluminados adecuadamente, por lo que hoy cabe admitir que permanezcan izados, a condición de que sean claramente visibles, por lógica.



1 comentario:

  1. La Bandera del parque de La Independencia permanece las 24 hs sin que halla luz que la identifique durante la noche.

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