¿A qué hora se iza / arría la Bandera?
Por Miguel
Carrillo Bascary
El tema se las trae ya que es uno de las clásicas preguntas que se nos suelen formular a quienes intentamos dedicarnos al Ceremonial con la seriedad que merece. No es para menos ya que involucra a nuestra Enseña nacional.
En principio la cuestión se plantea muy sencilla, solo
se necesita fijar el horario, sin embargo, hay muchos factos a considerar. En Argentina, la incertidumbre proviene
de la falta de una normativa común e inequívoca que regule el Ceremonial de la
Bandera.
Para información de
los lectores que no sean argentinos, nuestro país carece de una norma que
abarque todos los aspectos de la disciplina, esto genera dudas, errores y no
pocas contradicciones, a lo que se une que por ser una federación es factible
que las provincias (unidades sub nacionales) comparte atribuciones con los
poderes nacionales.
Por ende, mi enfoque será de carácter general ya que en algunas disposiciones provinciales se
establecen directivas precisas y, además, las Fuerzas Armadas y de Seguridad disponen
en concreto, cuyos orígenes se remontan a las seculares tradiciones castrenses
hispanas.
El principio
general es que la Bandera se iza “al salir el Sol” y se arría coincidiendo
con su puesta.
El origen del criterio y su aplicación
Una bandera nacional se muestra en un mástil para
señalar la soberanía de un Estado en
el sitio concreto y en su entorno. Es de uso
universal que estos vexilos se coloquen al tope durante el día, ya que de
esta forma pueden ser vistos. No tiene
sentido izarlos en la noche, donde no podrán cumplir su misión, simplemente
porque no se alcanzarán a ver.
El análisis del Ceremonial comparado indica que hay dos criterios para regular la práctica:
a) el astronómico -
convencional; y
b) el sociológico
En el primero la oportunidad del izamiento y del arrío
se fija convencionalmente tomando una hora que corresponda con la salida del
Sol y su ocultamiento.
El problema radica que el ciclo solar es dinámico, por lo que no pueden fijarse parámetros
absolutos ya que las condiciones de luminosidad varían con el avance de las
estaciones, por lo que difieren en
los estados de gran extensión territorial, como es el caso de Argentina.
Por ejemplo; en el
mes de enero la Antártida tiene un día sin puesta de Sol propiamente dicha
(noches blancas); mientras que en invierno el lapso de luminosidad es
prácticamente inexistente.
La modalidad
determinante se aplica en el ámbito
castrense, donde las actividades están rigurosamente tabuladas en los reglamentos
propios de la vida militar, donde las ceremonias tienen una estructura uniforme
y formal acorde a las rutinas cotidianas.
Por otra, parte en
las múltiples actividades de la sociedad civil el criterio inapropiado por lo
que los procedimientos de izado y arrío demandan un correlato con las conductas humanas.
Ambas ceremonias tienen un contenido
social innegable, aunque la cotidianeidad
tienda a hacernos olvidar sus profundos significados. Quienes participan en ellas
lo hacen en nombre de la Nación toda. No debería ser una rutina.
Digámoslo con todo énfasis: el izado y el arrío son rituales trascendentes y por su
naturaleza los protagoniza un conjunto
social y esto implica promover la participación de los involucrados.
Nada obsta, aún en la eventualidad de que haya una
única persona a cargo de la operación, en esta soledad está implícita el protagonismo tácito de todo el pueblo
argentino.
Reflexiones de síntesis
Lo ideal es que la legislación establezca una pauta horaria de referencia; que
convencionalmente y acorde a los usos actuales es a las 8 a.m. para el
izamiento y a las 19 en verano; pudiendo acortarse a las 18 en invierno; por
corresponder esto con la existencia de luz
natural en el lapso en la generalidad del territorio nacional. Consideremos
también que durante el estío la puesta del Sol se concreta aproximadamente
entre las 19,30/ 20 hs. con lo que en principio el arrío podría demorarse hasta
entonces.
Lo dicho justifica que estas pautas sean flexibles,
facultando que la autoridad responsable pueda disponer cambios excepcionales en los horarios, con el propósito de favorecer la
participación cívica.
Así lo consagra el anteproyecto de “Ley Sistémica de Símbolos Nacionales y su Ceremonial”
promovido ante el Congreso por el INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO. En el mismo
se dispone también que la hora de izado puede adelantarse para hacerla
coincidir con el inicio de las
actividades a realizarse en el lugar de que se trate.
Por ejemplo; si en un
establecimiento las clases comienzan a las 7, 30 se podría izar la Bandera a
las 7,45, para promover la participación de la comunidad educativa.
Algo parecido corresponde para el descendimiento donde,
si la actividad en el lugar finaliza
antes de los horarios pautados, será adecuado adelantar el acto para que sea
la última actividad común del día y no se reduzca al solitario gesto del
personal que se retira último.
En las ya caducas “Normas generales de Ceremonial” para
actos escolares dispuestas por la Resolución
del Min. de Educación Nº1635/ 1978, se ordenaba practicar estas operaciones
“al iniciar las clases del turno de la
mañana y al terminar la del turno tarde”; mientras que los fines de semana
y feriados se optaba por el criterio astronómico – convencional, el izamiento a
las 8 y el arrío a las 18, cualquiera sea la fecha del año.
La flexibilidad
también cabe ante circunstancias
climáticas o ambientales.
Por ejemplo; en una
región de clima muy riguroso donde en una escuela no haya un mástil interno que
permita izar la bandera al momento de entras a clase, a las 8 hs. Eventualmente
podría diferirse la ceremonial hasta media mañana, cuando la temperatura
ambiente sea algo más cálida lo que permitirá preservar la salud de los niños.
Asimismo, es la pauta que habilita recoger el paño en condiciones de intenso viento, que
eventualmente pueden desgarrarlo o cuando ocurran precipitaciones o nevadas que lo perjudiquen.
En el ejercicio cotidiano de las actividades
oficiales, donde las agendas de los altos funcionarios de la Administración
pública son muy densas y complejas; la
flexibilidad en los horarios de izamientos y arríos es una necesidad.
Con lo expuesto entiendo que las razones que avalan
deberían despejar todo temor de infringir los convencionalismos cuando resulta
necesario adecuar los momentos, a condición de que se concrete con la debida
prudencia.
El paradigma
La factibilidad de modalizar horarios vinculados al
lucimiento de la Bandera Nacional nos lo aporta su propio creador, el general Manuel Belgrano. Fue en el sublime
momento en que, tras crear la Enseña patria mandó izarla por primera vez en la
batería “Libertad”, el 27 de febrero de 1812.
En el conocido oficio, donde informó el hecho al
Triunvirato consta que el acto se
cumplió a las 18,30, momento que habría elegido para facilitar la
concurrencia de la población de Rosario, una vez finalizada la jornada laboral.
En consecuencia, el precedente que recordamos debe servirnos de ejemplo para no atarnos a
un formalismo estéril sino para disponer todo aquello que favorezca la
participación cívica.
El izado durante la noche
Está muy difundido el concepto de que es una falta de respeto al símbolo que
permanezca izado en horas nocturnas, como si hubiera sido “olvidado” por los
responsables de la tarea.
El caso es que, al perfeccionarse la tecnología, particularmente desde el advenimiento
del sistema LED, hoy es posible mantenerlos iluminados adecuadamente, por lo
que hoy cabe admitir que permanezcan izados, a condición de que sean claramente
visibles, por lógica.
La Bandera del parque de La Independencia permanece las 24 hs sin que halla luz que la identifique durante la noche.
ResponderEliminar