lunes, 30 de abril de 2018

La promesa a la Bandera argentina/ Parte 4:

Los extranjeros y la promesa a la Bandera


Por Miguel Carrillo Bascary

¿Un extranjero puede prometer la Bandera nacional?

Anticipamos que la respuesta es afirmativa, rotundamente. Hoy, la presencia de niños extranjeros en nuestras escuelas públicas y privadas es una realidad que dista de ser excepcional y no puede marginárselos de un acto de tanta trascendencia como la promesa a la Bandera.

Hay circunstancias históricas que avalan que los foráneos presten no solo una promesa sino hasta un juramento de fidelidad a la Bandera argentina. Muchos extranjeros que participaron de las luchas por nuestra Emancipación, formulaban el pertinente juramento al enrolarse en nuestras Fuerzas Armadas. El principal exponente es el almirante Guillermo Brown, nacido en Irlanda, que comandó repetidas veces la Marina nacional, desempeñándose con marcada heroicidad y que incluso, llegó a gobernar la provincia de Bs. Aires.

 
Guillermo Brown

También hicieron lo propio muchos otros extranjeros que se enrolaron en nuestro Ejército y Marina en las postrimerías del siglo XIX, cuando aún era factible que se incorporaran a sus filas ciudadanos de otros orígenes. Este juramento era condición sine qua non para el enrolamiento. Hay ejemplos múltiples de aquellos que honraron su compromiso hasta con sus vidas.

Las circunstancias en que un alumno extranjero promete fidelidad a nuestra Bandera son múltiples y cada una merece la debida atención. El consejo obvio será que los docentes trabajen con el niño el concepto y las implicancias de la promesa a la Bandera argentina; pero también hay que hacer lo propio con su núcleo familiar. Más aún será pertinente recabar la autorización de sus padres como planteo inicial para abordar la situación.

Es factible que más allá del lugar de su origen la familia tenga un fuerte compromiso con nuestro país por razón de su vida, pero también es previsible que en ella se cultive acendradamente el vínculo con su patria, hasta el punto que la promesa del niño pueda generar, como mínimo, una incomodidad y como máximo, un desajuste importante con potenciales repercusiones para su futuro. Se impone evitar toda situación de desencuentro.

Aportamos una anécdota verídica que bien puede ilustrar lo expuesto. Ocurrió que un niño extranjero hizo la promesa a la Bandera argentina en su escuela y posteriormente sus hermanos lo hicieron objeto de sus pullas llamándolo "argentino"; despectivamente, lo que generó un conflicto interfamiliar de cierta significación.

Una vez definido que un niño extranjero realizará la promesa, habrá que analizar si lo hace por la misma fórmula que sus compañeros o conviene componer una especial. En este último caso habrá que articular muy bien los conceptos y elegir el vocabulario con cuidado para que no incurrir en una eventual antítesis entre su patria de origen y nuestra nacionalidad. En ciertos ámbitos pueden aflorar estereotipos con efectos xenófobos, aislacionistas, chauvinistas o como quiera llamárselos; particularmente en zonas de frontera; es obvio que son inadmisibles.

Como complemento de lo expuesto convendrá realizar acciones propedéuticas para con sus compañeritos, a fin de que entiendan cabalmente lo que implica que un extranjero prometa a la bandera argentina y, eventualmente, que asuman los porqués de la diferenciación en las palabras elegidas.

En la planificación del acto protocolar corresponderá tomar las previsiones adecuadas e incluir alguna glosa en el guion de la ceremonia, de manera que durante la alocución se explique al resto de los presentes el significado del acto.


Una interpretación más formal

También puede interpretarse que cuando un extranjero realiza la promesa a la Bandera nacional no implica renegar de sus vínculos con el país de origen, ni tampoco crea de por sí vínculos afectivos con la Nación argentina sino que expresa el compromiso de acatar su Constitución y sus leyes, cuya generosidad para con los extranjeros está reconocida en el Preámbulo y que se traduce en múltiples formas.


¿Qué hacer si el niño extranjero no “promete la bandera”?

En el imaginario infantil de un niño de diez años, que es la edad acostumbrada en Argentina para protagonizar este ritual cívico, la ceremonia tiene mucho de iniciática. Más aún cuando se concreta en el curso de un viaje hacia algún lugar histórico o se la rodea de un aparato simbólico que distingue a los promesantes (Ej.: uso de vestimenta o atributo especial).

Es indudable que la experiencia genera un “nosotros” en el grupo etario. Si un niño extranjero no “hace la promesa” quedará diferenciado de sus pares, más allá de toda racionalización que pueda hacerse de la situación. Esto demanda un especial esfuerzo de atención de los padres y docentes para con el niño en cuestión e incluso, demandará la colaboración de sus compañeros.

Un procedimiento sería permitir que el niño esté presente en la preparación de las actividades, y participe de la formación durante la ceremonia, junto con sus compañeros, pero instruirlo de no expresar la fórmula de promesa, quedando subsumido en la actitud general. Esta posición tiene la ventaja de no ponerlo en evidencia evitándole el estrés de quedar expuesto ante la comunidad educativa como un "diferente".


¿Un niño argentino puede prometer lealtad a la bandera de otro país?

Si bien no existe una prohibición expresa, un acto de esta naturaleza es todo un contrasentido y no debería practicarse en ningún establecimiento escolar argentino. Una actitud de esta naturaleza puede generar confusión, tanto en el niño como en la comunidad.


En alguna escuela que instituyó esta práctica se intentó justificarla como una pauta de integración entre los niños argentinos y sus compañeros extranjeros; explicando que era una muestra de respeto al símbolo de otra nación.

Cabe entender que, hay numerosísimos actos que pueden promoverse para señalar el respeto que se merecen los símbolos de otros estados, pero no precisamente el de prometer fidelidad a una bandera extraña.

Si se analiza debidamente el contexto, tampoco corresponderá que un niño extranjero que concurra a un establecimiento escolar argentino prometa fidelidad a la bandera de su nación como parte de su escolaridad. En su caso, corresponde que lo haga en el seno de su propia comunidad nacional.

Por similares razones, tampoco es pertinente que los alumnos de establecimientos educativos vinculados con alguna comunidad extranjera formulen promesa a la bandera de ese país.

La promesa a nuestra Bandera no es un acto banal, tampoco puede considerarse un signo de afinidad o de simple protocolo internacional.

Adelantándonos a algunas consideraciones apuntamos que es muy distinto que los argentinos acompañen el canto del himno de otro país ya que este acto no implica compromiso alguno. En todo caso solo es una manifestación de respeto; afinidad y coincidencia en los valores que expresa la composición.


sábado, 28 de abril de 2018

La promesa a la Bandera argentina/ Parte 3

Otros aspectos sobre la promesa 


Por Miguel Carrillo Bascary

¿Quiénes prometen, pueden llevar alguna señal distintiva?

Las reglamentaciones vigentes no lo demandan; en consecuencia, existe amplia libertad, aunque lo usual es lucir una escarapela nacional sobre el pecho.

Las costumbres institucionales o la iniciativa particular de muchos establecimientos educativos adoptan el temperamento de identificar a los promesantes de alguna manera, como forma de gratificar a los niños en la singularidad de su condición.

La experiencia indica que estos atributos son muy variados. Puntualizamos algunos: una faja con los colores nacionales o una banda similar, que descienda desde el hombro derecho hasta la cintura izquierda; un moño celeste y blanco sobre el brazo; una boina o bufanda celeste o blanca; un globo con algún mensaje; etc.

También hemos registrado que algunos establecimientos escolares entregan banderas sencillas a todos los promesantes como pauta y signo de inclusión en el rol de abanderados. En otros casos se los provee de una pequeña enseña plástica.


En provincias donde existe la costumbre de que los abanderados lleven guantes blancos (como expresión de respeto al paño de la enseña y para preservarla de la grasitud de la piel humana), los niños promesantes también suelen usarlos, un gesto que indica que están prestos a tomar la Bandera, si fuera necesario. Sin embargo, no debería soslayarse que la adquisición de estos elementos puede incidir en el presupuesto de una familia de bajos recursos, situación a considerar por la dirección del establecimiento para que su uso no marque diferencias (“o todos, o ninguno”).


Bien sea desde antes del acto, como inmediatamente después, puede ocurrir que la entidad escolar quiera distinguir a los promesantes entregándoles una pequeña medalla grabada con su nombre, a manera de recuerdo de tan grato día. Hay diversas ofertas en el mercado y su costo suele ser muy módico.

 

Otra opción puede estar en confeccionar un botón conmemorativo; que bien podrá estar personalizado o no.

  
También es factible preparar un certificado o diploma que acredite la promesa. En Internet existe numerosas plantillas; un poco de creatividad hará el resto.
La experiencia de quien esto escribe aconseja entregar el certificado en algún soporte plástico para minimizar que se estropee con las muestras de nerviosismo y entusiasmo de los alumnos; en cuyo caso tenderá a ser descartado a poco de realizada la ceremonia. Lo ideal será informar durante el acto que se realizará la entrega, pero diferirla en lo material. 


¿Cuándo se promete?

Es tradición que la ceremonia de promesa se realice en el acto alegórico de una de las principales fechas patrias. Por lógica, la más pertinente es el 20 de junio, que los argentinos celebramos como el “día de la Bandera”. La segunda opción será por lógica el 9 de julio, “día de la independencia”; no olvidemos que fue el mismo Congreso que la declaró la autoridad que oficializó la divisa.

Eventualmente, los alumnos que por cualquier causa no hayan podido participar de la oportunidad podrán hacerlo en una fecha posterior, procurándose que se concrete durante la ceremonia alusiva a otra efeméride de significación.

Prometer, donde nació la Bandera

Se ha hecho una tradición que alumnos provenientes de diversas localidades del país se hagan presentes en Rosario para realizar su promesa en el Monumento Nacional a la Bandera. Las escuelas interesadas en participar del evento cuentan con toda la información pertinente en la web institucional www.monumentoalabandera.gob.ar
Para los niños es una experiencia muy enriquecedora que comparten con otros de diversos orígenes. Como una forma de satisfacer la gran demanda que se registra, la organización dispone de varias fechas durante el mes de junio y también hay otras en los meses de agosto y septiembre. Las solicitudes de turnos se realizan a partir del primero de marzo de cada año. Interesa destacar que este tipo de participaciones son totalmente gratuitas.


¿Cómo acompañar la promesa?

El sistema educacional y la comunidad educativa toda deben acompañar a los niños promesantes de la mejor forma posible para que perciban la importancia del acto, trascendiendo los aspectos puramente festivos. De esta manera podrán asumir todo lo que implica la decisión que expresarán.

El rol principal en este acompañamiento corresponderá al docente asignado a la tarea, pero los restantes miembros del entorno deben comprometerse activamente en la tarea.
Lo reiteramos, el acto de la promesa es un ritual cívico social, donde el promesante cobra protagonismo como un miembro pleno de su comunidad. Los niños deben sentir esta alegría, lo que también implica una importante responsabilidad.

Toda la preparación debe encararse con este objetivo.

viernes, 27 de abril de 2018

Sorprendente descubrimiento en Jujuy

La “bandera olvidada” fue descubierta en Jujuy  

 
La bandera descubierta y las investigadoras
(Fotografía: Joaquín Carrillo)

Una sensacional noticia vinculada a la Historia argentina y a la vexilología indica que se descubrió una antigua bandera colocada por detrás de la “Bandera Nacional de la Libertad Civil”. Evidentemente, es una enseña nacional argentina, de tres franjas y de color azul, blanco y azul; pero no tiene Sol. Dos lazos de cinta de similar color ornamentan la pieza.

La noticia fue confirmada oficialmente por la coordinadora de “Patrimonio Material” de la Secretaría de Cultura de Jujuy, Valentina Millón.

Significativamente, el descubrimiento se concretó en vísperas del tercer aniversario de la sanción de la Ley Nº27.134 (29 de abril de 2015) por la que se reconoció a la enseña como “símbolo patrio histórico”.

Ocurrió cuando el equipo encabezado por la licenciada Patricia Lissa procedió a desmontar la antigua vitrina que atesoraba a la enseña desde hace ochenta y dos años. Esta tarea fue el primer paso de la evaluación técnica que permitirá determinar un programa de preservación de la histórica pieza; cuyas condiciones de exhibición distan de ser las aconsejadas por la técnica museológica. Sendos estudios datados en los años 2012 y 2017 habían advertido al respecto.

La bandera reliquia en la vitrina donde se la exhibía

Desmontado de la pieza para evaluar su estado

La sorpresa fue mayúscula ya que no existía evidencia alguna sobre esta segunda bandera.

Recientemente acaba de publicarse la segunda edición de su libro “La Bandera Nacional de la Libertad Civil; su historia y su pueblo” editada por el Instituto Belgraniano de Jujuy, obra del vexilólogo e historiador Miguel Carrillo Bascary en la misma no existe ninguna referencia sobre la nueva pieza.

Portada de la publicación

Consultado el mismo se permitió calificar al hallazgo como “la bandera oculta” e informó que a lo largo de sus investigaciones no encontró evidencia alguna sobre ella. Estima que es prematuro avanzar por el momento y que se deberán realizar mayores pruebas para articular alguna de las varias hipótesis que podrían adelantarse.

Destacó asimismo que el hallazgo tiene un valor excepcional pero que nada permite pensar aun que pueda datar del año 1813, fecha en que Belgrano mandó confeccionar la bandera que entregó al pueblo jujeño y que se conoce como la “Bandera Nacional de la Libertad Civil”.

La bandera legada fue alojada en 1935 en la vitrina de nogal que la contenía hasta la fecha, la que fue donada por el Ejército Argentino y que se construyó en la Penitenciaría de Jujuy bajo la experta dirección de los hermanos Castellanos.
Justamente, detrás del tablero al que se fijó aquella fue donde se halló la pieza “olvidada”.

La noticia del descubrimiento se dio a conocer en diversos medios de prensa de Jujuy.

La reconocida experta

Esta profesional parece ser la indicada para llevar adelante las tareas de conservación. Tuvo a su cargo similares trabajos sobre la llamada la llamada “Bandera de Macha” (existente en el Museo Histórico Nacional); sobre su similar, que tiene los colores invertidos, que se preserva en la “Casa de la Libertad” (Sucre, Bolivia); asimismo sobre la “Bandera del Ejército de los Andes” (hoy en Mendoza): la “Bandera ciudadana” (correspondiente a la división Cabot del ejército sanmartiniano, exhibida en San Juan) y otras divisas realistas tomadas por las tropas patriotas en varias batallas.

Referencias parciales sobre los antecedentes de la licenciada Lissa pueden consultarse desde: http://www.templodaarte.com.br/professores/info/2859/prof-patrcia-ceclia-lissa

Joaquín Carrillo

La toma que encabeza este post fue obtenida por el ingeniero Joaquín Carrillo, presidente del “Instituto Belgraniano de Jujuy” y acreditado fotógrafo, que documentó el emotivo momento para que fuera conocido por todos los argentinos.


sábado, 21 de abril de 2018

Banderas de los pueblos indígenas argentinos

Pautas de su identidad 

(adhesión a la semana que los destaca)


Banderas de algunos pueblos indígenas argentinos y la Wiphala (Ver nota al pie)

Por Miguel Carrillo Bascary

Como parte del proceso de visibilización de estas comunidades en los últimos años muchas han adoptado banderas que los identifican.

Subjetivamente pueden gustar; técnicamente algunos presentan objeciones a su diseño; pero es necesario comprender que si fueron elegidos fue por propia decisión, lo que no puede discutirse.

Los colores y formas que incorporan responden a sus respectivas culturas.
La diversidad que puede verse en la imagen demuestra y ejemplifica lo expuesto. Para lograrla tomamos algunas de las decenas de bandera que hoy están en uso.

No existe una bandera que los aglutine

Cada uno de estos pueblos posee una identidad que los particulariza del conjunto.
Es factible que en el futuro todos ellos definan alguna bandera que los represente, a la manera en que la enseña de las Naciones Unidas, lo hace con la mayoría de los estados del mundo.

Hasta el momento esto no ha ocurrido, de manera que puede afirmarse que no existe ninguna bandera que simbolice a todos los pueblos originarios.
Sin embargo, se ha difundido la idea de que la Wiphala, de origen aymara es “la bandera de los pueblos originarios”. Nada más lejos de la verdad.

En primer lugar, la Wiphala es un símbolo cultural, no una bandera propiamente dicha, posee una impronta cultural precisa.

En segundo, hay que precisar que la Wiphala, ha alcanzado gran difusión a consecuencia de diversos procesos ideológicos; etno-centristas y otros factores (incluso el marketing de la new age). A los ojos de la opinión pública, esto le atribuye una representatividad que no tiene, simplemente porque el conjunto de los pueblos originarios no se la ha dado.
Un tercer aspecto radica en que la Wiphala está considerada por algunos como la bandera del Tiwantinsuyo (Imperio Inca), el estado de cuatro naciones unidades (“Tawa suyo”, en aymara). Esto permitiría que las diferentes etnias que estuvieron comprendidas por ese gran sistema político americano; pudieran reconocerla como emblema de unidad, pero (se reitera) esto aún no ha ocurrido.

Además, es preciso reconocer que esa referencia excluye a todos los pueblos que nunca pertenecieron al Incanato; más aún hubo muchos que por varios siglos resistieron con las armas ser sojuzgados por los descendientes de Manco Cápac y sucesores. Es el caso de la “gente de la tierra” a quienes se conoce como mapuches” o “araucanos”; su lucha secular contra el Incario avalan que jamás acepten identificarse con la Wiphala, como ya lo han manifestado sus referentes en sin número de oportunidades.

No existe una única Wiphala

Todo lo contrario, en la siguiente imagen se demuestra la enorme variedad que posee, aunque vale reconocer que la más difundida es aquella de lados iguales, cuya banda central es de color blanco, originariamente representativa de la región  sur del imperio que abarcaba el Altiplano boliviano, el Norte de Argentina y Chile, junto al extremo del Perú (“Qulla suyo”, en aymara)


Una última observación

La Constitución Nacional argentina en su reforma de 1994 alude a estas etnias como “pueblos indígenas argentinos” (artículo 75, inciso 17) y les garantiza su identidad; este marco jurídico avala que por propia decisión y sin que medie necesariamente ningún reconocimiento oficial, adopten las banderas que libremente determinen.

En consecuencia, las enseñas de estos pueblos pueden ser usadas en nuestro país, con la sola condición de que se reconozca la preeminencia de la Enseña nacional y de las provinciales.

No es correcto designar a estos conjuntos con el término jurídico de “naciones”, este término se ha difundido por ser el empleado en América del Norte, que aluden a los pueblos originarios como “las primeras naciones”.


Nota: en la imagen se representan las banderas de: diaguitas, ocloyas, lules, comechingones, tastil, tehuelches, kawesqar, wichis, mocovíes, qoms, mapuches, pilagás, charrúas, avás y varios ejemplares de wiphala.

jueves, 19 de abril de 2018

La promesa a la Bandera argentina/ Parte 2

La ceremonia en sí misma

 Foto: W. Flores

Por Miguel Carrillo Bascary
¿Cómo se promete?

La costumbre universal se inspira en el juramento de fidelidad que prestaban las tropas por esto, quién requiere la promesa es una autoridad, en lo posible aquella que tenga la de mayor jerarquía de entre los presentes al acto (ver foto superior).


En algunos casos (que van en aumento), hemos visto que algún actor se caracteriza como el general Manuel Belgrano y que participa en el acto de las promesas. Esto suele impactar en los niños, pero no es correcto que sea él quién tome la promesa. En todo caso podrá realizar una invitación a seguir su ejemplo de vida o formulará una proclama patriota (arenga), pero para no desvirtuar el sentido de la toma el rol deberá ser cumplido por la más alta autoridad que se encuentre presente en el acto.

La promesa es pública. Se concreta ante toda la comunidad educativa y, eventualmente, frente al pueblo en general reunido en ocasión de alguna fecha patria.

Se patentiza a partir de una fórmula que ha ido variando con los tiempos. En algunas provincias está expresamente prevista en la normativa vigente. En otras, cada entidad podrá definirla con amplia libertad, pero la experiencia indica que en ocasiones no es apropiada, bien sea por su "mensaje", bien ocurra por el uso de un lenguaje ampuloso, casi barroco.

El acto de la promesa propiamente dicha es muy sencillo, ya lo hemos visto. La autoridad recita la fórmula y los promesantes responden a viva voz: ¡Sí prometo!

Inmediatamente los asistentes prorrumpen en un caluroso aplauso, como forma de validar la promesa formulada y de expresar un sincero apoyo a la decisión manifestada por los pequeños. Un toque de diana, aviso marcial tradicional ejecutado con una trompeta, suele acompañar este momento. El énfasis propio de la afirmación se explica en la completa decisión contenida en la expresión.


La promesa se realiza de pie, una posición que denota atenta disposición para el servicio. Su adopción uniforme por parte de los promesantes indica también una humilde voluntad de conjunto.

Por una elemental razón de orden los niños que van a prometer se forman en filas con aquellos de menor estatura en las primeras. Es la mejor, para que todos puedan destacarse. Sin embargo, tengo conocimiento que en alguna escuela expresamente se dispuso que los promesantes se coloquen como gusten; ya que la formación en filas remite a “costumbres castrenses”. Lamento disentir, absolutamente, en primer lugar porque la posición caótica genera pujas entre los niños, siempre hay algunos que buscan sobresalir y también los hay que se mantienen aislados; en segundo lugar, porque el ordenamiento en filas no es exclusivo de los militares; es un comportamiento humano casi atávico son innumerables los ejemplos que nos aporta la cotidianidad.

En la mayoría de las provincias del interior los promesantes remarcan su decisión extendiendo el brazo derecho hacia adelante, en forma más o menos perpendicular a la línea de su cuerpo. Esta posición también tiene un origen antiguo y constituye una recreación del gesto de tocar o besar la bandera que realizaban los soldados al tiempo de jurar. Lo propio ocurre en la mayoría de los juramentos que realizan nuestras autoridades cuando asumen sus funciones. Hemos podido constar este tipo de posición en: Catamarca; Chaco; Chubut; Corrientes; Formosa; Jujuy; La Rioja; Misiones; Río Negro; Salta; Santa Cruz; San Luis; San Juan; Santiago del Estero y Tucumán (en algunas de forma exclusiva).


La práctica también tiene su correlato en el llamado “saludo Bellamy” (Pledge of Allegiance) difundida a fines del siglo XIX por el pastor bautista Francis Bellamy (EE.UU.;1886 – 1972). La más antigua referencia sobre esta forma de saludo la encontramos en el órgano de difusión del Consejo Nacional de Educación, Nº487, tomo XLVI, del 31 de julio de 1913.  Esta usanza es de ejercicio cotidiano al comenzar la jornada escolar en los Estados Unidos, aunque en algunos estados se practica solo los días lunes; mientras que en Argentina la promesa a la Bandera se concreta una sola vez en toda la experiencia escolar de los niños. 


A consecuencia de que los nazis y fascistas adoptaron la posición del brazo extendido como un saludo a sus líderes, fue lógico que durante la Segunda Guerra Mundial el ritual despertara resistencias en los Estados Unidos; por esto en muchas regiones fue reemplazado por el gesto de llevarse la mano derecha al corazón, una práctica que también se difundió en nuestro país en el curso de la última década. Hemos constatado esta variedad en escuelas de: Bs. Aires; Córdoba; Corrientes; Chubut; Entre Ríos; La Pampa; La Rioja; Neuquén; Río Negro y Tucumán.


Algo más sobre el “saludo Bellamy”
El brazo extendido tiene uno claro propósito mostrar la intención de posarse en la Bandera, como objeto cuasi-religioso; tal como en muchas culturas se lo considera desde el punto de vista de la civilidad. Es un gesto perfectamente natural; de esto da fe el propósito de los fans de tocar a su artista preferido.
Extender el brazo hacia algún elemento significativo, propio de diferentes culturas, es un gesto atávico de identificación, de búsqueda de protección, el que puede interpretarse como un intento de recibir la buena influencia del objeto religioso; en suma, de establecer un vínculo sensible, vital, positivo.
Veamos que sucede con relación a la bandera. En una clase; como era impráctico que todos los niños tocaran la bandera, Bellamy propuso sustituir ese contacto por el brazo extendido, cuyas connotaciones positivas en la sociedad buscó reforzar aludiendo al saludo romano.

Marco Aurelio saluda a Roma (Museo Capitolino)

El fundamento de lo enunciado podemos hallarlo en la forma en que se realizan los juramentos durante la toma de posesión de las autoridades políticas, lo principalmente se evidencia en aquellas ceremonias que implican a varios legisladores. Cuando prestan su juramento no pueden materialmente apiñarse en derredor de la Biblia y por ende extienden su mano derecha en su dirección, copiando claramente la postura corporal propia del saludo Bellamy y del saludo romano.
El brazo extendido evidencia la intención de posar la mano en la Bandera, que en muchas culturas era considerada un objeto cuasi-religioso. Es un gesto perfectamente natural.


 Aún encontramos otra variante, se trata de levantar la mano derecha con la palma abierta hacia adelante, con el antebrazo en paralelo al cuerpo. Lo que hemos constatado en: Córdoba; Corrientes y Tierra del Fuego. 


La más extraña forma de prestar promesa a la Bandera la hemos documentado en la provincia de Salta, como resulta de la siguiente fotografía, lamentablemente carecemos de otra referencia y mucho agradeceremos poder recibirla en nuestro correo. 


Verdaderamente llama la atención ya que el saludo con el puño en alto (en este caso, el derecho) es un signo de rebeldía internacionalizado.

Cualquiera sea la forma elegida, el acto de la promesa posee una emotividad impactante. Por lo general los mayores reviven aquella edad en la que ellos mismos formularon la promesa, con toda la inocente e inexpresable belleza que implica verse reflejados en los niños.


¿Cuál es la fórmula para prometer a la Bandera?

La disposición del “Consejo Nacional de Educación” adoptada en 1909 y difundida por su órgano oficial “El Monitor de Educación Común” estableció la siguiente fórmula:

“Alumnos: la Bandera blanca y celeste – Dios sea loado- no ha sido jamás atada al carro triunfal de ningún vencedor de la tierra.

Alumnos: esa bandera gloriosa representa la patria de los argentinos. Juráis rendirle vuestro más sincero y respetuoso homenaje; quererla con amor intenso y formarle desde la aurora de la vida un culto fervoroso e imborrable en vuestro corazones; prepararos desde la escuela para practicar a su tiempo con toda pureza y honestidad las nobles virtudes inherentes a la ciudadanía; estudiar con empeño la historia de nuestro país y las de sus grandes benefactores a fin de seguir sus huellas luminosas y a fin también de honrar a la Bandera y de que no se amortigüe jamás en vuestras almas el delicado y generoso sentimiento de amor a la Patria.

En una palabra, juráis hacer todo lo que esté en la medida de vuestras fuerzas para que la Bandera argentina flamee por siempre sobre nuestras murallas y fortalezas, a lo alto de los mástiles de nuestras naves y a la cabeza de nuestras legiones y para que el honor sea su aliento, la gloria su aureola, la justicia su empresa”.

La alocución debía ser respondida por los niños con un enfático: “¡Sí, juro!”

Inicialmente, la fórmula del juramento se componía del los párrafos iniciados con las siguientes expresiones: “La Bandera blanca y celeste”… y “flamee por siempre”, ambos pertenecían al discurso que Sarmiento pronunció en la ciudad de Buenos Aires, el 24 de septiembre de 1873 ("Obras completas”, XLVI), así lo determinó la presidencia del “Consejo Nacional de Educación”, ejercida por el doctor José María Ramos Mejía, en sesión del 11 de febrero de 1909. Posteriormente, la fórmula fue ampliada, y se le agregaron el segundo y el tercer párrafos: “Esa bandera gloriosa…” y “Juráis rendirle…” por iniciativa del inspector general de escuelas, profesor Ernesto Bavio (Sesión del Consejo del 26 de junio de 1909).

En el año 1949 se reemplazó el término “alumnos” por el de “niños” (aunque por tradición continuó usándose en muchos casos) y en 1950 la referencia al juramento se cambió por el de promesa, como se explicó poco antes.

A más de un siglo de establecida, la fórmula aludida a comienzos el siglo XX es notoriamente anacrónica. Hoy son otros los lenguajes; otros los códigos sociales; otras las vivencias que implican aquellas palabras, que ya podían sonar pretéritas cuando se adoptaron, si tenemos en cuenta que algunas de sus frases fueron tomadas del famoso discurso sarmientino en 1873.

La fórmula de 1909 modificada en 1950 pervivió por muchas décadas, hasta que la federalización del sistema escolar ocurrida en los años 90 dio lugar a variantes espontáneas e inorgánicas, de amplia recepción en la realidad. Paralelamente algunas provincias asumieron la facultad de regular específicamente la materia, lo que en la práctica generó una gran variedad de manifestaciones.

Las mutaciones apuntan a simplificar la alocución; se procura hacerla menos retórica; menos clásica; tiene a procurar una mayor comprensión para el entendimiento de los niños; en pocas palabras se intenta modernizar la expresión.

¿Cómo debe colocarse la Bandera?


En una sociedad democrática como se precia de ser la argentina, la posición de honor de una bandera es la perpendicular al suelo, mientras se la eleva y se la coloca en la cuja del tahalí. Esta, y no otra, debe ser la posición durante la promesa. Resulta verdaderamente inexplicable la supervivencia de una práctica propia de las monarquías, que en inglés se conoce con el nombre de “dipping” y que en castellano se le dice "presentación" de la bandera.


La práctica indica que, en algunas regiones, cuando el portador presenta la bandera durante el acto de la promesa, la inclina hacia el frente en un ángulo aproximado a los 45º. Esta costumbre es una rémora de la reverencia que las banderas hacían ante los monarcas, en su condición de titulares de la soberanía de la nación (de hecho, esto continúa haciéndose en los países realistas). 


 Más aún, no es inusual que las banderas se abatan ante el paso del rey hasta el punto de arrastrar por el piso.


Por otra parte, esta inadecuada colocación suele generar muchos problemas a los abanderados de pequeña contextura física o a quienes no están entrenados; ya que el peso del paño y del asta les resulta exagerado.

Nota: tomando en consideración el gran interés que ha despertado esta temática, la continuaremos desarrollando en próximos post. Para no perdérselos suscríbanse como seguidores del Blog.