La señal de PESTE
Por Miguel Carrillo Bascary
Lo primero a destacar es que no se trata propiamente de una “bandera”, sino de una señal en “forma de bandera”. El vocablo “peste” vine del latín, pestis, apelativo con que se designaba a cualquier enfermedad que afectaba a un conjunto de personas.
El título que abre esta
entrada se justifica plenamente, cuando pensamos el horror que despierta en la
Humanidad constatar su miseria como especie ante el insondable misterio de la enfermedad, un estado capaz
de aniquilar civilizaciones; destruir familias; descalabrar el comercio; paralizar
el trabajo … en definitiva, que esta señal nos hace ver a los hombres y mujeres de
toda edad, la nada que somos ante las
realidades de la Naturaleza.
El terminar este año, el vexilo pestífero desnudando la soberbia de una Humanidad que se consideraba dueña de su
destino.
Los hombres de hoy
nos igualamos con aquellos, que con un valor
a toda prueba desafiaban los mares desconocidos en débiles embarcaciones de
madera, pero palidecían al ver ondear en la brisa la “bandera de la peste”. Contra los piratas podía lucharse; eventualmente confiar en su misericordia, pero contra la enfermedad nada podía hacerse, sino rezar.
Hoy como ayer, ante ese
tremolar, los ojos de la Humanidad se vuelven a los cielos buscando a Dios, en mil idiomas, pidiéndole su
protección.
El enemigo invisible sigue
acechando buscando presas; implacable; mutante; disfrazado en el negacionismo insensato de muchos para sorprender
a los incautos y a otras víctimas, aquellas surgidas en la desconsideración de
sus vecinos; de sus propios hijos y de sus amigos.
El color amarillo
A lo largo de los siglos
diversas patologías se han visto reflejadas en la señal que hoy tratamos: el cólera; la viruela; el sarampión; la fiebre amarilla y
la peste bubónica, por supuesto, la “muerte negra” que acabó con más de un
tercio de la población europea en el siglo XIV.
Es paradójico que el amarillo, el mismo
color del oro y del Sol, símbolo de la vida, de la prosperidad y la energía; haya
sido seleccionado para representar el horror de la muerte por enfermedad.
El amarillo también ha señalado a los reos de traición; a las meretrices; a los condenados por herejía; a los
locos y a los comerciantes en quiebra. En la Alemania nazi se impuso a los
judíos una gran estrella de David de este color que debían llevar cosida sobre
su pecho; cruel afrenta que avergüenza a todo el género humano. También en los
medios del arte se considera que convoca a la mala suerte.
El amarillo fue el color
predominantemente elegido para simbolizar la enfermedad, lo que podría explicarse por varias razones:
- es uno de los colores más visibles al ojo humano y por ende sirve de advertencia para mantener alejadas a las personas sanas;
- las principales potencias marítimas de Europa no lo usaban en sus banderas, de manera que en el mar no generaba confusiones;
- el color ceniciento de la piel de los enfermos, suele representarse con el amarillo pálido, por contraposición del rosado, que caracteriza a la buena salud.
Como vemos, al
amarillo se le atribuyen grandes dones pero también, connotaciones cargadas de
negatividad.
Un oficio inmemorial
Un lejano antecedente de la enseña pestífera podrían ser las
banderolas que llevaban en la Edad Media los cazadores de ratas (rat catchers)
que recorrían calles y caminos de Europa aplicando su oficio para el
control de estos roedores. En aquellas ciudades fétidas cumplían un verdadero servicio público. Una manifestación muy conocida es la conocida fábula
del “Flautista de Hamelín”.
Subsisten antiguas viñetas
que muestran a estos peculiares personajes. Se especula que pudieron ser
amarillas, para resaltar mejor las siluetas de ratas que llevaban pintadas señalando el oficio.
Como una variante al “mensaje”,
la señal de peste se potenció con el agregado del negro, representativo de la
muerte en las culturas europeas que, en coincidencia con el amarillo componen
una marca visual sumamente clara.
Esto se refleja en las
señales negras-amarillas que se usan en las carreteras y como código de
advertencia en materia de seguridad industrial. Apareció así la bandera cuadriculada en negro y
amarillo.
Con el advenimiento de la
cultura del automóvil fue necesario reglar su circulación y como principal
señal luminosa se apeló al semáforo,
donde el amarillo significa: cuidado; advertencia. De allí su simbolismo pasó a
muchos otros usos.
Otros significados
La temida “yellow
Jack”, como la llamaron los marinos británicos, se usó para advertir la
presencia de enfermos a bordo; por
extensión se empleó para simbolizar la cuarentena sobre una embarcación;
los hospitales (antes de que se inventara la “cruz roja” a mediados del siglo
XIX); los lazaretos; colonias de leprosos y otros lugares similares.
Otro nombre que mereció fue el de “Quebec”, emblema de la “Q” en el alfabeto de señales marítimas. Claro estereotipo discriminante que emplearon los británicos para con los habitantes de la antigua colonia francés de la ciudad homónima. Hoy ha persistido en el "Código Internacional de Señales" para la navegación, implementado desde 1855 por iniciativa de la "Cámara de Comercio Británica” (British Board of Trade). Sin embargo, luego de sucesivas revisiones el código Quebec hoy indica precisamente lo contrario a su primitiva connotación, y se considera que implica: “barco sano”.
La lucha actual
Al declararse la actual
pandemia de corona virus la “Sociedad Española de Vexilología” promovió un
concurso que permitió seleccionar un emblema
de la lucha contra este mal. Se consideraron 23 proyectos (1) de entre los que fue seleccionado el que presentó José Manuel Erbez. Su memoria
descriptiva dice así:
“La mitad superior de la figura central
en forma de Sol sobre la mitad inferior en forma de coronavirus simboliza la
victoria sobre la enfermedad. Además, la mitad superior simboliza el
amanecer de un nuevo tiempo sin cuarentena (representada por el amarillo de
la parte inferior)”.
Notable síntesis en su mensaje; dotado de un bella esperanza
y una señal coherente con la tradición aquí explicada. En cuanto a los colores
seleccionados; consta el amarillo, por supuesto; pero superpuesto a él, vemos
al celeste, emblema de un cielo despejado, sereno, formando un conjunto binario, tal como se
expresa en los usos marítimos del Japón para aludir a la letra “Q”. Al respecto advierto la significativa diferencia con el diseño anterior, donde el azul se trasmuta en celeste, acorde al significado que le asignó su creador.
Formulo votos para que, vacuna mediante, se concrete el triunfo preconizado en el paño. Las vacunas que por estos días comienzan a distribuirse, así lo hacen esperar. Confiemos.
Banderas en consecuencia
Al comienzo de la pandemia
se hizo conocido el crucero turístico “Diamond
Princess” que puso en su borda una bandera de Japón con una inscripción que
señalaba que llevan enfermos de
covid (o por lo menos, así decía el epígrafe).
Vistos los efectos
luctuosos de la pandemia, a lo largo del mundo diversas comunidades quisieron
expresar su dolor ante la muerte de sus miembros mediante la clásica colocación
de las banderas a media asta; lo que
en otros tantos puntos del planeta fue rechazado por considerarse una claudicación
ante la enfermedad. De ello surgió una polémica sin solución ya que, tanto es legítimo
expresar el duelo con este posicionamiento, como es válida la decisión de
mantener en alto las banderas. como emblema de fortaleza ante la adversidad.
Ambas muy respetables.
Otras banderas de la angustia
Pero también en los
últimos meses, luego de las primeras semanas de declarado el confinamiento surgieron
otras señales dramáticas. Son las banderolas que procuraban llamar la atención de
los poderes estatales y conmover a las simples personas de buena voluntad sobre
el hambre y el desamparo que padecían
las víctimas más vulnerables de la adversidad. Así, a la blanca se la asignó como significado una urgente demanda de alimentos y a la roja, al pedido de medicinas.
Una manifestación solidaria ante
las consecuencias del coronavirus es la coloración
de monumentos y de algunos elementos naturales con las banderas de los
estados más afectados. Con espontaneidad así lo hizo la comuna de Zermatt
(Suiza) que proyectó la enseña argentina sobre el Matterhorn (monte Cervino),
actitud que también se reprodujo aludiendo a otros países. En la misma línea podría
citarse a la ciudad de Bs. Aires que
hizo lo propio con la de Italia, plasmada sobre el Obelisco que la caracteriza.
Así, en plena Era Tecnológica, la “bandera del horror”, la “bandera de la peste”; sigue atemorizando a la Humanidad.
Nota: Pueden
verse los otros diseños que se presentaron a concurso desde el link https://vexilologia.org/propuestas-para-bandera-de-la-lucha-contra-la-covid-19/?fbclid=IwAR00gv8jsVAdJH2YnAMIfzgm2JafPX2RdaG52wkm9gKjE_hWdZSndfbA7IA
Como curiosidad les
presento otros tres diseños presentados al concurso que por distintos motivos me llamaron la atención, en cada caso quedan señalados sus autores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario