El trineo de Santa Claus … y otros transportes que usa
Por Miguel Carrillo Bascary
Con el presente continuamos tratando distintos aspectos del mito de
Santa que tienen un simbolismo cultural muy significativo lo que justifica
incluirlos en nuestro Blog. Esperamos que sea de vuestro interés.
Cuando los niños
piensan cómo hace Santa para distribuir sus regalos a lo largo del mundo los
padres pasan por verdaderas dificultades. Una primera respuesta consiste en
explicar que la Nochebuena no es simultánea en las diversas latitudes del globo
e intentar satisfacer la curiosidad natural de los chicos explicando que Santa
usa algún vehículo mágico para trasladarse. Pensar que emplea un trineo tirado
por renos es una simplificación demostrada por la historia.
Como toda persona
de edad Santa Claus tiene una profunda sabiduría que a lo largo de los tiempos le
ha permitido adaptarse a los tiempos, incorporando diversos tipos de vehículos para
su recorrida. Vamos a dar un panorama lo más exacto posible pero adelantamos
que lamentablemente no podremos agotar el tema pues la inventiva de Santa nos
supera, obviamente.
En
un principio
Si recordamos
que el primer San Nicolás era obispo
y que vivió en la antigua ciudad de Myra, Anatolia, allá por el siglo IV, es natural
que usara un burro para llevar los regalos. Ese era el medio de transporte por
excelencia, como prueba vemos que la Sagrada Familia usó uno de estos animales
para huir de Palestina hacia Egipto cuando el rey Herodes quiso matar al “Niño
Dios”. Aquí vemos una antigua imagen de Santa, ataviado con un ropaje muy
propio del Medio Oriente acompañado por su burro.
Sin embargo,
sabemos que los asnos no son muy confiables; a veces se empacan y no hay quién
los pueda hacer andar (¡ni siquiera Santa!). Por eso, el "Papá Noel" armó un
pequeño carro y tomó una cabra para que lo ayudaran en el reparto.
Cuando Santa
empezó a hacerse conocer en el Norte de Europa, al principio hacía su periplo
caminando sobre la nieve. Los pobladores eran escasos y todavía predominaba el
paganismo.
Más tarde los
pedidos aumentaron y se agenció un trineo de arrastre para facilitar su
trabajo; cuando encontraba una pendiente se divertía deslizándose.
Fue entonces que
sus amigos los sami (el pueblo de Laponia) que eran sus vecinos más cercanos le
explicaron las bondades de los trineos que ellos usaban; a los que uncían uno o
más renos, según la necesidad. Le contaron que en su origen se construía con un
tronco ahuecado.
Santa quedó tan
entusiasmado con este tipo de trineo que ha tenido infinidad de ellos a lo
largo de los tiempos; cada uno más perfeccionado que el anterior. De aquella
pareja de renos que la regalaron los sami descienden todos los que ha usado
Santa.
A medida que la
fama de Santa se iba divulgando tuvo que viajar por las extensas llanuras de la
taiga y de la tundra rusa. Fue entonces que cambió sus fieles renos por hermosos
caballos, de esta forma pudo ir más rápido y su el trineo se transformó en una
troika.
Pero cuando
Santa circulaba por climas más apacibles pudo prescindir de uno de los caballos
para que este no pasara tanto frío y pudiera permanecer bien abrigado en su
establo.
Muchos pueblos costeros
lo vieron desplazarse en diversos barcos a vela. Dicen, que incluso los feroces
vikingos le prestaron uno de sus famoso dakars. Al fin y al cabo este pueblo
vivía algo más al Sur que la casa de Santa.
En una Navidad Santa tuvo que
viajar a Inglaterra zarpó muy entusiasmado por la gran cantidad de regalos que
podía llevar, pero la experiencia fue un fracaso. Cuando los ingleses vieron que
la silueta del dakar se recortaba sobre el horizonte, huyeron despavoridos
tierra adentro por que creyeron que los guerreros nórdicos llegaban para
invadirlos.
También en
Venecia se hizo famoso Santa y como en esta ciudad no hay calles sino canales tuvo
que conseguir que le prestaran una góndola; desde entonces, en el mes de
diciembre por esos hermosos canales navega cantidad de gondoleros disfrazados
de “Babbo Natale” (así lo llaman a Santa) que tratan de aprovechar la oportunidad
para ganar algunos euros. Los turistas conocen el truco pero gastan con gusto;
¡al fin y al cabo se aproxima Navidad!
Aquí vemos al auténtico Santa con su
góndola llena de regalos, llevando a un pequeño ayudante.
La experiencia
fue muy interesante para Santa por eso que cuando tuvo que repartir sus regalos
en zonas isleñas o no hay buenos caminos dejó a sus renos en casa y usó una
piragua cuyo manejo resultó ser más complicado que la góndola.
Con el tiempo Santa
consiguió una lancha para transportarse por las regiones acuíferas.
Con el avance
tecnológico su vieja lancha presentó algunos problemas y por eso en los últimos
tiempos Santa pide ayuda a unos amigos que tienen un moderno crucero inflable,
el mismo con el que lo vemos pasear junto a sus gnomos.
Los holandeses
siempre fueron raros. Su país está lleno de canales que deben cruzarse
constantemente, a pesar de esto a su “Sinter Klass” no lo conciben sino a
caballo, blanco por supuesto. Con él recorre las casas de los niños. La leyenda
dice que en los lugares donde pisa el equino al año siguiente se obtienen los
mejores tulipanes.
Las demandas de
celeridad del reparto de presentes preocupaba a “Sinter Klass” fue entonces que
con un sortilegio su blanco caballo aprendió a volar. Los griegos, cuya
economía estaba pasando un muy mal momento (como todos sabemos) se llegaron
hasta Santa para intentar cobrarle “derechos de autor” diciendo que ellos
habían inventado a Pegaso y que por eso “algo” debían recibir en compensación.
Con gran habilidad Santa (a quién los griegos llaman Άι
Βασίλης) prometió solemnemente que “el próximo año” les pagaría
regalías. Los griegos se fueron muy contentos, pero como el “próximo año”
siempre está por llegar … Como Santa, además de pícaro es muy bueno, en
recuerdo del hermoso Pegaso cuando pasa por Grecia todos los años da a sus
aguas el más puro color azul; de esta manera muchos turistas visitan el país y
con ello dan trabajo a los griegos.
Ya en el siglo
XIX la mecanización iba avanzando y en Europa el tren hacía furor. Todos y
todas se movilizaban por tren. Los rieles se extendieron por todo el mundo y
Santa consideró que no podía permanecer indiferente, además el “caballo de
hierro” (como lo bautizaron los pieles rojas) tenía una capacidad de carga
extraordinaria, por lo que nuestro amigo pensó que había resuelto todos sus
problemas de logística.
Santa lo usó
algunos años, pero cuando se enteró que el humo contaminaba la atmósfera y que
se cortaban muchos árboles para producir carbón donde no existía este mineral,
resolvió volver a sus renos.
Pero antes experimentó con un novísimo medio de transporte, el globo aerostático. Acá lo vemos haciéndolo:
A fines de ese
siglo la bicicleta se popularizó en forma extraordinaria. Todos andaban
bicicletas. Como Santa tiene sus añitos no se animaba a probarla, pero varios
chicos lo convencieron y de aquél episodio nos ha quedado esta imagen.
El experimento
no dio muchos resultados pero Santa se quedó con las ganas. Muchos años más
tarde se volvió loco con un nuevo tipo de bicicleta y resolvió hacer otra
experiencia.
Alguien descubrió
que colocando un motor a las bicicletas se transformaban en motos. Santa
también quiso probar una, pero la capacidad de carga era muy escasa y por eso
abandonó la idea.
Otro “alguien”
inventó el “coche sin caballos”, que con el tiempo conocimos como “automóvil”
(o auto, simplemente). El aparato se transformó en un ícono cultural,
fundamental para la cultura humana. La acelerada evolución del vehículo le
abrió a Santa un mundo nuevo.
Su primer auto
estaba impulsado por un motor eléctrico y corría a la impresionante velocidad
de 35 kilómetros
por hora. ¡Mamá Claus estaba muy preocupada!
Años más tarde
un norteamericano inventó la “producción en línea” con lo que los autos se
difundieron extraordinariamente. Mediante una hábil política de marketing Santa
recibió en su casa un flamante “Modelo T” (no decimos la marca para no hacer
publicidad gratuitamente).
Santa siempre
guardó este coche defendiéndolo de Mama Claus que cada noche de Año Nuevo, le
preguntaba “si al fin iba a deshacerse de ese cacharro”. Durante un verano, muchos
años más tarde, cuando la fábrica de juguetes todavía tenía estaba de
vacaciones, Santa resolvió restaurarlo. Con varios gnomos amigos pusieron la
mecánica “a nuevo” y lo pintaron de un alegre amarillo. Para recordar los
buenos tiempos, la Navidad siguiente Santa lo usó en algunos repartos.
Ya en los años
’50 Santa quiso tener un hot-road y le pidió al excelente style-man argentino, Héctor Cademartori (ex revista “Corsa”) que le
diseñara un nuevo look para su querido coche. Fue entonces que “Papá Noel” dejó
de comer galletas de jengibre y se aficionó a las donas.
Fueron
muchísimos los autos que ha tenido Santa. En la década de 1930, el mismo señor
que le había regalado el “Modelo T” le facilitó un camión de reparto que dio a
Santa muchas satisfacciones.
En la siguiente
imagen lo vemos haciendo un alto en su camino, a mediados de la década de 1940.
Este coche era mucho más veloz y confortable.
A mediados de la
década de 1950 Santa consiguió una “casa rodante” con la que recorrió
muchísimos kilómetros en su gratísima tarea anual.
En regiones muy
alejadas, donde los caminos se cubren de una gruesa capa de hielo y nieve Santa
usa este engendro, mezcla de trineo y de poderoso camión impulsado por un doble
tren de tracción.
Con los años para
llegar a los niños que viven en regiones arenosas, Santa acondicionó un dune buggy
En cambio, para
distribuir regalos en algunos countries
muy exclusivos Santa cuenta con un carrito de golf.
Pero volvamos
unos años más atrás. Cuando Santa aprendió a conducir su primer auto surgió un
problema inesperado; se aficionó mucho a la velocidad, como lo demuestra la
siguiente imagen.
La velocidad se
transformó en la segunda pasión de Santa. ¡Obvio que la primera es hacer
felices a los niños”. Acá lo vemos conduciendo su “Santas’s Little Helper Special” en acelerada carrera con uno de sus
amigos.
Santa ha
desarrollado sus habilidades automovilísticas en diversos tipos de terrenos;
con máquinas cada vez más sofisticadas y poderosas. Incluso ha llegado a correr
el famosísimo “Rally de Montecarlo”.
También hizo una
exitosa experiencia en los famosos óvalos peraltados del NASCAR . . .
Cuando unos
locos de apellido Wright inventaron el avión, el aparato fue usado por Santa en
la Navidad del año siguiente (1904) se llamaba “Kitty Hawk”
A medida que el
“aeroplano” se fue desarrollando Santa y sus ayudantes lo emplearon asiduamente
para llegar hasta las diversas regiones más alejadas.
Una variante
empleada en la década de 1930 fueron los dirigibles o zeppelines.
Más adelante, la
propulsión a reacción facilitó el trabajo de Santa a quien vemos piloteando
este poderoso jet.
Claro que para
llegar a lugares inaccesibles Santa emplea un helicóptero.
Cuando fue necesario
asistir a los niños refugiados del Tercer Mundo a consecuencia de diversas
calamidades, Santa solicitó la colaboración de la USAF que le facilitó un avión
Hércules.
Estamos seguros que el mejor regalo para estos chicos sería la paz y un
desarrollo humano armónico y sostenible, pero ¡ni siquiera Santa no puede dar
todo lo que se le pide! En estos "casos imposibles" Santa tiene una receta, rezar al “Niño Dios” y vivir conforme a sus enseñanzas.
Santa Claus no
ha permanecido al margen de la lucha ideológica que sacudió al mundo durante la
llamada “Guerra Fría” prueba de ello es la poco “sutil” alusión que surge de la
siguiente imagen.
Por aquellos
años la desaparecida Unión Soviética lideraba la “carrera espacial”. Para demostrar
su superioridad sobre los yankees, el
Kremlin anticipó que en el futuro Santa contrataría sus servicios para cumplir
su tarea navideña. Aquí vemos en una postal de propaganda a un vehículo
espacial soviético (por supuesto) conducido por un astronauta de esta
nacionalidad y Santa como especialísimo pasajero.
Más allá de las
disputas políticas, Santa está decidido a mantenerse al día con la innovación
tecnológica. Se sabe que ha probando varias naves en el más absoluto secreto.
Nuestros informantes nos aportan las siguientes imágenes como prueba de su
habilidad de espías y de los futuros pasos de Santa Claus en su eterna labor
a favor de lo niños.
¡Como vemos, a
Santa no lo asusta ni la variedad ni la naturaleza de los vehículos que se le
atribuyen!
Al terminar este
largo informe, cuya confección nos ocupó largos meses, surge una conclusión
evidente que resiste toda manipulación; pese a los adelantos de la tecnología, la
imagen con la que se despide de nosotros demuestra que . . .
¡Santa Claus sigue prefiriendo su clásico
trineo!
Más sobre Santa Claus y este Blog: "banderas argentinas-blogspot":
- "El verdadero traje de Santa Claus" http://banderasargentinas.blogspot.com.ar/2016/12/el-verdadero-traje-de-santaclaus-por.html
- "La primera parada de Santa Claus": http://banderasargentinas.blogspot.com.ar/2016/12/la-primera-parada-de-santaclaus-o-la.html
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