miércoles, 20 de noviembre de 2024

¿República Argentina? Predominantemente

¿Por qué usamos esta denominación?

 

Por Miguel Carrillo Bascary

Estimados amigos lectores, en esta nota apelaré a un formato ciertamente olvidado, el de una carta, como aquellas que solíamos escribir, ensobrar y franquear, con la esperanza de que (Correo mediante) llegara a las manos de los destinatarios. Será un ejercicio mnemónico que a muchos nos traerá recuerdos. De la información vertida resultarán conceptos que justifican la manera con la que cerraré este amable aporte. Veamos cómo sale.

Texto de la hipotética carta

Estimados Amigos: 

Es conocido que a lo largo de nuestra turbulenta historia la Nación Argentina adoptó diversas denominaciones, no pretendo exponer la cuestión en detalle, me basta en recordar lo que dispone nuestra Constitución Nacional, cuyo texto se aprobó en 1853 y se completó en 1860 con el ingreso del Estado de Buenos Aires, de esta manera se perfeccionó el ejercicio del poder constituyente originario por parte del pueblo. Es precisamente con esta reforma cuando se introdujo la temática.

Se transcribe la norma inscripta como Artículo 35:

Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente, a saber: Provincias Unidas del Río de la Plata; República Argentina, Confederación Argentina, serán en adelante nombres oficiales indistintamente para la designación del Gobierno y territorio de las provincias, empleándose las palabras "Nación Argentina" en la formación y sanción de las leyes”.

Queda en claro entonces que nuestro país cuenta con los siguientes “nombres oficiales”:

·         Provincias Unidas del Río de la Plata;

·         República Argentina,

·         Confederación Argentina.

Debemos observar que estas cuatro denominaciones pueden emplearse indistintamente, como reza el texto constitucional.

Eventualmente también podría usarse “Nación Argentina”, pero no para actos formales, porque este término tiene el uso específico consignado por la Constitución, "en la formación y sanción de las leyes".

No faltará quien recuerde que en la declaración de independencia se consigna otro apelativo, “Provincias Unidas de Sudamérica”, un término que los constituyentes no tomaron en consideración, pero que también podrían haber empleado.

Hasta acá lo que dice y lo que no dice la Constitución, pero, más allá de lo formal, los usos cotidianos han generado una forma corta: “Argentina”.

Lo cierto es que muchas normas constitucionales son susceptibles de ser reglamentadas, tanto por el congreso como por el Poder Ejecutivo y este último es el caso del Artículo 35.

Es así que el 8 de octubre de 1860, el entonces presidente Derqui dispuso priorizar el empleo de uno de los nombres asignados a la Nación, lo hizo por decreto[1] y, para darle mayor solemnidad apeló a realizarlo “en acuerdo de ministros”. Esta formalidad indica que refrendaron el decreto todos los ministros del Ejecutivo y no solo el de Interior como por la materia hubiera bastado para darle ejecutoria.

Este decreto es muy poco conocido, incluso entre los doctrinarios e investigadores, razón que justifica que seguidamente se reproduzca para intentar difundir su contenido.

“ACUERDO GENERAL

Habiendo resuelto la Convención Nacional ad hoc que, para designar la Nación, pueden indistintamente usarse la denominación – Provincias Unidas del Río de la Plata- República Argentina o Confederación Argentina; siendo conveniente a este aspecto establecer uniformidad en los actos administrativos. El Gobierno ha venido en acordar, que para todos estos actos se use la denominación “República Argentina”. Comuníquese a quienes corresponde, publíquese dese al registro Nacional.

Firma: Santiago Derqui[2], presidente de la Confederación Argentina. Refrendan: Juan Pujol, Emilio de Alvear, Norberto de la Riestra, José S. de Olmos y José M. Francia”.

De la sola lectura es claro que para todo acto administrativo el Ejecutivo ordenó usar “República Argentina”, sin perjuicio de subsistir la posibilidad de usar válidamente cualquiera de los otros nombres, o sea “Provincias Unidas del Río de la Plata o Confederación Argentina”.

Tal disposición insensiblemente se extendió con amplitud, no ocurrió lo propio con las designaciones históricas; aunque bien pueden usarse, sin que nadie lo cuestione ya que la misma Constitución lo avala.

Explicado lo cual, reciban todos los lectores mis más cordiales saludos que concreto con esta misiva electrónica que dato el 20 de noviembre de 2024, "día de la soberanía nacional", en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, en las Provincias Unidas del Río de la Plata.



[1] Registro Nacional, Tomo IV, p. 346.

[2] Presidente de la Nación entre el 5 de marzo de 1860 y 5 de noviembre de 1861.

martes, 19 de noviembre de 2024

Las cuatro Banderas de Macha

Certezas y errores, una incógnita más en el pasado sudamericano

La mítica capilla de Titiri

Por Miguel Carrillo Bascary

Introducción

En esta nota aporto un muy resumido encuadre sobre el hallazgo de cuatro antiguas banderas que, se estima, pertenecieron al Ejercito Auxiliador del Alto Perú que operó en la región hacia 1813. Dos de ellas se conocen como “banderas de Macha” las que han dado lugar a una amplia producción historiográfica, son otras dos las que me interesa destacar. Para esto me referiré especialmente a un documento trascendental, conocido con el nombre de “Acta de Colquechaga”, a cuyo conocimiento solo han podido acceder unos pocos expertos, aunque muchos otros lo mencionan en sus trabajos. Como un adelanto consigno que en dicha población se mostró una de estas banderas, que en sus líneas quedó plasmado el relato del sacerdote que dijo haberla descubierto el que revela la existencia de otros tres vexilos.

También es oportuno relacionar varios testimonios y documentos que desmienten que el “Ejercito Auxiliador del Perú” comandado por el general Manuel Belgrano se haya visto privado de su bandera a consecuencia de la batalla de Ayohuma, como suele afirmarse con cierta ligereza.

Finalmente aporto algunas noticias sobre la ya famosa capilla de Titiri y sobre las ciudades de San pedro de Macha y de Conquechaga.

Una mirada hacia el pasado

Conocido es que en octubre del año 1883 el sacerdote a cargo de la capilla[1] ubicada en el desolado paraje de Titiri, dependiente del curato de San Pedro de Macha, provincia de Chayanta, en Bolivia, encontró unas banderas disimuladas formando “una especie de marcos” (sic) en derredor de dos cuadros de Santa Teresa que se encontraban colgados en la pequeña nave del templo. Al hacerlo quedó embargado por la sorpresa, solo atinó a desplegarlas para apreciarlas en forma cabal y después las cubrió con las pinturas. De esto dio cuenta en el testimonio que brindó en la ciudad de Colquechaca, en 1885.

Una reconstrucción hipotética del aspecto que
presentaban los cuadros de Santa Teresa en 1883

No fue sino hasta 1885 que el hallazgo tomó estado público, cuando el Padre Primo Arrieta retomó a su cargo el pequeño templo, quien (se supone) informó de la novedad al subprefecto de la región[2], Abdón Ondarza. La noticia debió llamar mucho su atención hasta el punto que el 5 de abril de ese año el funcionario se trasladó hasta el lejano paraje donde, siempre según el Acta, vio la bandera del caso “… en la Capilla de Titiri, clavada tras el retablo del templo”, una posición que se contradice con lo relatado por el padre Arrieta.

En una digresión necesaria acoto que, considerando la gran superficie que tienen las banderas, la ubicación indicada por Ondarza resulta más lógica que la referenciada por el presbítero. Para el no advertido recordamos que, por “retablo” se entiende un gran panel de madera destinado a resaltar el altar; suele contener hornacinas para exhibir estatuillas y emblemas religiosos, por lo que su superficie parecería mucho más amplia e indicada para cubrir las enseñas desplegadas que los cuadros indicados. Estas son disquisiciones son insustanciales ya que ni los cuadros ni el retablo se conservan, pero sus dimensiones pueden estimarse.

La historiografía reconoce a dos de las piezas descubiertas como las “banderas de Macha”, aunque en puridad debieran llamarse “de Titiri”, lugar de su hallazgo. Siguiendo el parecer del religioso, desde el principio se estimó que podían estar vinculadas con las luchas por la emancipación que ocurrieron entre 1810 y 1826. Las comprobaciones realizadas por el equipo de restauración que las intervino entre los años 2007 y 2009, que estuvo coordinado por Lic. Patricia Lissa, permitieron probar que ambos textiles son idénticos, aunque su composición cromática difiera[3]. Aunque sus dimensiones son considerables, aproximadamente con más de 2,50 de largo y de 1,50 de ancho, no resultan extrañas ya que muchos cuerpos de infantería de la época empleaban banderas similares, lo que permitía que el comando observara las evoluciones de las unidades desde larga distancia.

La que se individualiza como “bandera de Macha A”, se compone de tres franjas horizontales (celeste, blanca y celeste) y se preserva en el “Museo Histórico Nacional” (Bs. Aires).

La designada como “bandera de Macha B”, es similar a la anterior pero de colores blanco, celeste y blanco. Constituye la pieza fundacional del Museo “Casa de la Libertad”, sito en la ciudad de Sucre, principal repositorio histórico de Bolivia.

Cuando en 1892 la noticia llegó a oídos del Dr. Ángel Carranza, activo director del entonces “Archivo Histórico Nacional” (más tarde convertido en museo), este interesó a las autoridades argentinas e inmediatamente se iniciaron gestiones diplomáticas del más alto nivel para requerir ambas dos piezas al Estado boliviano.

Bandera de Macha "A" ("Museo Histórico Nacionao", Argentina)

Bandera de Macha "B" (Museo "Casa de la Libertad")

Ante el formal pedido Bolivia accedió a ceder aquella que se menciona como “bandera de Macha A”, con el fundamente de que, por sus características, coincidía con la enseña nacional argentina. Esto se concretó en mayo de 1896 y la pieza llegó a Buenos Aires en el mes de junio.

En cuanto a la particularizada como “Macha B”, el gobierno boliviano dispuso mantenerla a su cargo. Se alegó en su momento que pertenecería a algún cuerpo alto peruano que combatió como tropa auxiliar de los ejércitos enviados por las autoridades argentinas. Esta interpretación varió con los años, en la actualidad se afirma que correspondió a las fuerzas que mandaba Belgrano y que estuvo a orillas del río Pasaje (Salta) el 13 de febrero de 1813[4], lo que justifica que se llevara en la campaña que ese mismo año cumplió el prócer en el Alto Perú. Como vemos, esta mutación de pensamiento genera complejas implicancias. Pese a todo, desde mediados de los años ‘60 se multiplicaron los pedidos argentinos para que se “devuelva” la pieza, estimando que sus colores justifican la solicitud. Las autoridades de Bolivia nunca respondieron formalmente, pero se ha dado a entender que su decisión es la de retenerla.

Al respecto la “Academia Nacional de la Historia”, en fecha 11 de mayo de 1999, aprobó un dictamen suscripto por los prestigiosos miembros de número que informaron sobre la temática: Félix Luna, Eduardo Acevedo y Laurio Destéfani. que en lo sustancial reza:

La Academia Nacional de la Historia entiende que no es conveniente avanzar en las gestiones diplomáticas ante el gobierno boliviano para solicitar o reclamar la devolución de la aludida bandera, hasta tanto no pueda determinarse fehacientemente el origen y su pertenencia”.

Nada ha variado desde entonces. Pese a tan claro pronunciamiento desde distintos sectores las iniciativas para solicitar la pieza a Bolivia se renuevan periódicamente. En general, sus impulsores entienden que sería la bandera que izó el general Belgrano en Rosario, el 27 de febrero de 1812[5].

¿Qué pasó en Colquechaga?

Dígase primeramente que es la capital del municipio de Chayanta, departamento de Potosí, Estado Plurinacional de Bolivia. La respuesta al interrogante radica en el tenor del Acta que se labró el 10 de septiembre de 1885, la que se transcribe más adelante en forma íntegra.

El acontecimiento debió conmover a la región, ya que implicó la presencia de las importantes autoridades que se llegaron hasta el lugar. Así se desprende de la nómina de asistentes al evento que consta en el encabezado del instrumento. Allí también se refiere al “cónsul general de la República Argentina, Sr. Mariano Peró” y al ex cónsul, Antonio Tejada, lo que revela que lo actuado fue un acto preparatorio de la cesión que se concretaría al año siguiente.

El presbítero Primo Arrieta, a la sazón titular del templo de Titiri, fue el protagonista principal del acto donde presentó la pieza celeste, blanca y celeste, al par que testimonió las circunstancias del hallazgo. También planteó la hipótesis de que el general Belgrano, luego de ser derrotado en Ayohuma el 14 de noviembre de 1813, las habría encargado al por entonces cura párroco de Macha y de Titiri, Juan de Dios Araníbar, quien las habría escondido en la forma relatada para evitar que cayeran en poder de los realistas. Una cosa a destacar: nada hace pensar que Belgrano en persona le haya entregado los vexilos al sacerdote, como vulgarmente se aduce; si se sigue la hipótesis planteada, también pudo ser alguno de sus subordinados. Más aún el propio consagrado podría haberlas recogido por su mano de entre los restos de la batalla e, inspirado en su patriotismo, consideró prudente ocultarlas.

Advertencia necesaria

Coincidiendo con el relato de Arrieta se dice que, a consecuencia de la derrota en Ayohuma, la bandera que identificaba al ejército patriota y otra que sería propia de alguna de sus unidades, fueron depositadas en la capilla de Titiri. En este punto de mi aporte no puedo dejar de señalar algunos hechos concretos y bien documentados que desmienten esa afirmación. En las respectivas trascripciones subrayaré las referencias a la enseña.

Citaré en primer término al mismísimo general José María Paz[6], por entonces jovencísimo oficial, quien escribe en sus memorias: “… los restos de nuestros infantes que huían en todas direcciones se fueron replegando al general Belgrano, que había enarbolado la bandera del ejército”. También destaco el comentario que oportunamente dejó escrito un bisoño Lorenzo Lugones[7], más tarde coronel, quien escribió: “Nuestra pérdida fue total, se puede decir que todo quedó en el campo de batalla, excepto la bandera que para que se perdiera era preciso que se muriera Belgrano, porque él la llevaba en la retirada”. Se trata de dos testigos presenciales, de largo predicamento en nuestra historia, quienes prueban que “la bandera”, en la que puede reconocerse a la principal del ejército, esto es “la generala”, como se la caracterizaba en la terminología de la época, estuvo presente en las postrimerías del enfrentamiento y nada menos que en manos de Belgrano, quien la portó durante la retirada.

Con posterioridad, estabilizado el frente de combate, los usos castrenses vigentes indican que dicha enseña debió mantenerse en la sede de comando del ejército hasta que el prócer fue sustituido en el mando por el general San Martín, el 18 de diciembre, 1813.

Hay cuatro documentos suscriptos por Belgrano que ratifican esos testimonio y prueban que conservó la divisa pese a la amarga derrota. Al primero se lo conoce como la “Proclama a los pueblos del Perú[8]” y está datado en la ciudad de Tucumán el 25 de febrero de 1814, se trascribe:

He depositado en sus manos [se refiere a San Martín] la bandera del Ejército que en medio de tantos peligros he conservado, y no dudéis que tremolará sobre las más altas cumbres de los Andes, sacándoos de entre las garras de la tiranía y dando días de gloria y de paz a la amada Patria”.

El segundo documento consta en el Libro de Órdenes del día del Ejército Auxiliar del Perú donde, en la correspondiente al 22 de mayo consta la previsión de colocar la bandera a la que se refiere como “nacional”, en el Cabildo tucumano durante el 25 de ese mes y en su víspera, algo que la lluvia caía frustró, por lo que debió diferirse hasta el día 28[9].

La tercera prueba documental es la carta personal que Belgrano dirigió a San Martín desde Santiago del Estero (6 de abril, 1814) [10] donde, con su característica caligrafía le recomendó: “…conserve la bandera que le dejé, que la enarbole cuando el Ejército se forme…”

Y aún hay un cuarto e importantísimo instrumento que ratifica la conservación del lábaro. Antes de citarlo se recuerda que el 7 de agosto de 1816 Belgrano había asumido el comando del ejército, entonces acantonado en Trancas, al Norte de Tucumán. Poco antes, el 20 de julio de ese año, el Congreso reunido en Tucumán oficializó como “bandera menor” la que hoy caracteriza a nuestro país, es decir la celeste-blanca-celeste. En septiembre, el prócer eligió la jornada en que debía conmemorarse el cuarto aniversario del triunfo en Tucumán para cambiar la de bandera de la fuerza por una que estuviera acorde a las características regladas. Esta circunstancia expresa que la que debía reemplazarse no tenía las tres franjas ordenadas. La decisión implicaba ratificar públicamente su liderazgo y contribuía a reverdecer la memoria sobre el triunfo en el Campo de las Carreras. Conforme a la Orden del Día para el 24 de septiembre de 1814[11], Belgrano rodeó la ocasión de toda la parafernalia que imponía su intuitiva capacidad para traducir y aplicar principios de lo que hoy llamamos Psicología Social. El mismo prócer nos relata el acontecimiento, que culminó cuando depositó ante la imagen de Nuestra Señora de la Merced, generala del Ejército, la que él llama la “bandera vieja[12], que había portado por tres años en gloriosas y dramáticas jornadas. Durante la arenga Belgrano manifestó: “Una nueva bandera del ejército os presento, para que, reconociéndola, sepáis que ella ha de ser nuestra guía y punto de reunión. La que acabo de depositar a los pies de nuestra generala, María Santísima de Mercedes, sirvió al mismo efecto mientras tuve el honor de mandaros”. Esta última alusión es capital para entender que la entregada fue la misma con que se había hecho la campaña al Alto Perú.

En consecuencia, queda probado sobre una sólida base documental que la llamada bandera” del ejército” no fue ocultada luego de Ayohuma, como plantean quienes afirman que ocurrió en la capilla de Titiri, cercanías de Macha. Todo lo contrario, es evidente que siguió en uso cuando San Martín[13], primero, y Rondeau, después, ejercieron el comando, hasta que Belgrano lo retomó luego de haberse declarado la independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica, el 9 de julio de 1816. Es cierto que el relato generado por Arrieta y aderezado por comentaristas posteriores pierde su mística, pero cuando la Historia aporta instrumentos indubitables estos deben prevalecer en mérito a la verdad fáctica.

Dos banderas “olvidadas”

Reconstrucción hipotética

Quisiera resaltar en forma muy significativa que del “Acta de Colquechaca” se desprende haberse encontrado otras dos banderas, ambas de colores rojo y azul, sobre las que no existe ninguna constancia posterior. Puede decirse que se pierden en la Historia, empero, desde el documento analizado, nos plantean innumerables interrogantes. La falta de datos parece haber invisibilizado su presencia tras ser descubiertas en 1883, cuando de ninguna manera debió ocurrir.

Leyendo la copiosa historiografía se advierte que con el paso del tiempo llegó a sostenerse que solo fueron halladas dos enseñas a las que se describen como “azules y rojas”, coloración que se atribuyó al desteñido de la cobertura. Esta apreciación no solo es absolutamente errada, también es torpe. Resulta evidente que ninguna presentaba un rojo que diera lugar a una confusión tal como la planteada, aún antes de las intervenciones destinadas a restaurar las banderas de Macha existentes en los museos citados. El ejemplar “A”, no tiene un ápice de tinte derivado del rojo, mientras que el “B” expone un ligero rosado en el extremo más estropeado; o sea que nadie bien intencionado puede decir que originalmente se mostraron como rojas y azules. Para constatarlo basta observar las imágenes de ambas que se presentan en esta nota.

En conclusión, destaca que muchos historiadores y comunicadores ni siquiera mencionan a estas dos banderas rojas y azules. El “Acta de Colquechaga” prueba sin lugar a dudas que existieron, de manera que es un eslabón fundamental en la historia de estos cuatro vexilos, merecedores de ser considerados verdaderas reliquias cívicas. Lo que resulta increíble es el significativo “olvido” en que suelen incurrir los relatos sobre las banderas de Macha. Por esta nota me propongo facilitar la difusión del documento para provecho de los interesados en la materia.

En definitiva, quienes lean con detenimiento el Acta, concluirán en reconocer que las famosas “banderas de Macha (o de Titiri)” no son dos, sino cuatro. ¡Nada más, ni nada menos!

El  "ACTA DE CONCQUECHACA"

Como fuente del documento se reconoce al opúsculo “La Obra del Templo de Macha[14]”, del presbítero Martín Castro, publicado en Colquechaca, por la Imprenta "El Pueblo", 1897. También fue reproducido más tarde por el investigador Mario Golman[15]. Hizo lo propio Augusto Fernández Díaz, pero en forma parcial[16].        

Carátulas de las obras de Castro y de Golman

Trascripción (se mantuvo la puntuación y uso de mayúsculas que presenta el documento)

“El doctor Ceferino Méndez, Abogado de las Cortes de la República de Bolivia y Presidente de la H. Junta Municipal de la Provincia de Chayanta[17], Certifica: Que en el Libro de Actas de la Junta Municipal correspondiente al año 1885, a fojas 115 y 116, se encuentra una cuyo tenor literal, sacado a la letra es el siguiente:"

"En la Capital de Colquechaca a horas dos de la tarde del diez de Septiembre de mil ochocientos ochenta y cinco; reunidos en el Salón Municipal el vecindario de este pueblo con asistencia del Sub-prefecto Dr. Abdón S. Ondarza, de los Sres. Munícipes Dálio Fernández, José María Dalence, Patricio Plaza, Pedro Paiva y Josué Ibáñez, del Sr. Juez de Partido Dr. Mariano Barrero, del Sr. Fiscal de Partido Dr. José Lloza, del Juez Instructor Dr. Feliciano Abastoflor, del Cura Párroco de Colquechaca Dr. Vicente Padilla, del Cura del Beneficio de Macha Dr. Primo Arrieta, del Presidente de la Sociedad Patriótica José A. Otero, del. Cónsul General de la República Argentina Sr. Mariano Peró, del Ex Cónsul Argentino, Sr. Antonio Tejada, del Administrador de Correos, Manuel María Patiño, del Coronel Don José María Sierra, del Corregidor de Macha Don Agustín Pérez, del Reverendo Padre Fray Jaime Riccolt y de todos los demás Ciudadanos que firman, se extendió una Bandera sobre la mesa del Salón Municipal y la reconoció el Sr. Sub-prefecto ser una de la dos banderas que el dos de abril de este año vio en la Capilla de Titiri, clavada tras el retablo del Templo, y que sabiendo que el Sr. Cura de Macha podía testificar sobre esta bandera lo mismo que otra bandera que está en su poder, pueden haber pertenecido al Ejército Unido que combatió contra los Españoles, en los campos de Vilca-pucyo y Ayoma[18], pidió preste una declaración: prestó tacto pectore et in verbo Sacerdotis, el juramento respectivo y dijo: Habiendo tomado posesión el día 16 de octubre de 1883 de la Capilla de Titiri, encontré las dos banderas Argentinas arrolladas y sirviendo de especie de marco de dos cuadros de Santa Teresa, y deseando quitar estos adornos sucios al parecer, los desenvolví y encontré huellas de sangre, lo que me dio idea del mérito de las banderas y las clavé a la pared cubriéndolas con los dos cuadros dichos. Creo ahora que no pueden ser otras que las traídas por el General Belgrano, y perdidas en Ayoma[19], porque el cuidado de su conservación revela que una mano amiga las guardó conociendo su importancia moral, en un lugar retirado de la Parroquia, como es Titiri, no en el templo principal de donde las habrían arrancado los realistas que vivían y recorrían el país, porque también el lugar está en línea recta a dos leguas de Charra Huaytu, lugar del impropiamente llamado combate de Ayoma; es decir, trepando una quebrada escarpada que no indica señal alguna de camino."

"Concluyó pidiendo el honor de esta conservación en la Capilla de Titiri para el Sr. Cura de entonces que me consta que fue muy amigo del General Belgrano y cuyo nombre íntegro lo daré en breve, pues en este momento no lo recuerdo. Me apoyo además para esta aserción en que el referido Cura desapareció de la Parroquia sin sentar las diligencias precisas en los libros parroquiales, cosa indispensable en una entrega pacífica de la Parroquia, lo que indica que su patriotismo lo condenó a la proscripción; no sin dejar las reliquias encontradas, constantes de dos banderas Argentinas y dos que llevan los colores rojo y azul [lo destacado me pertenece], con encargo de no tocarlas, pues de otro modo el sucesor las habría sacado de la Capilla de Titiri y Pumpuri. Asimismo, declaró que el Sr. Sub-prefecto, sin aviso ninguno mío halló las banderas Argentinas solamente y que las recogí por quitar una sustracción desde que el dicho Sr. Sub-prefecto dio conocimiento al público por un discurso pronunciado en ésta el día 16 de Julio, y que no las entrego todas por no ser de mis atribuciones y esperar orden del reverendísimo Arzobispo, sobre el particular. Con lo que terminó esta acta ante mí el notario Juan Pablo Espinosa y firmaron ella, quedando depositada la bandera de seda de dos colores; es decir de dos fajas celeste despintado y una blanca al centro, rota y estropeada, con manchas descoloridas de sangre, sin duda por la acción del tiempo y en comprobante firman".

"Nota: La bandera de que se hace mérito en la anterior acta, por orden del Sr. Sub prefecto de esta Provincia, quedó depositada en poder de los Ministros de la Junta Municipal Sres. Patricio Plaza, Josué Ibáñez, José María Dalence, Pedro Paiva y Dalio Fernández; todo lo que siendo por esta diligencia y doy fe. Una firma: Espinosa."

Años más tarde, el 24 de noviembre de 1892, el padre Arrieta le mandó al funcionario de cancillería boliviana, el Dr. Telésforo Aguirre, una carta ampliatoria en donde repite lo que dijo en Colquechaca, insistiendo en que las banderas estaban clavadas detrás de los cuadros, lo que implica que se estaría refiriendo al redescubrimiento que protagonizó en 1885. Al finalizar su misiva señaló “Las banderas son de color azul y blanco y rojo y azul”. Si consideramos que las dos enseñas llamadas “de Macha”, son claramente blancas y celestes, resulta evidente que donde Arrieta escribe “azul”, en realidad quiso decir “celeste”.

En cuanto al vexilo que retuvo Bolivia (“Macha B”) se exhibió transitoriamente a la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en la catedral de Sucre. De allí pasó al poder de la “Sociedad Geográfica[20]”, de esa misma ciudad “… para servir de base a un Museo histórico”, como se consignó. La situación no ha variado, hoy se exhibe en el “templete dedicado a la bandera de Belgrano[21]”.

Sector dedicado a la "bandera de Belgrano"
Museo "Casa de la Libertad" (Sucre) 

Otras consideraciones

Queda en claro entonces que el presbítero Arrieta presentó en 1885 solo una de las cuatro banderas encontradas, la celeste, blanca y celeste (“Macha A”); mientras que retuvo las otras, por considerar que debía ser el Arzobispo de Sucre quién dispusiera al respecto. Al fin y al cabo se trataban de elementos que estaban en un templo bajo su jurisdicción.

Un aspecto que llama la atención es la referencia a “manchas de sangre” sobre la enseña “Macha B”, algo que Arrieta y algunos otros han querido ver, quizás para no contradecir al religioso que halló las piezas. El caso es que durante las tareas de restauración que concretó el equipo conducido por la Lic. Patricia Lissa, no se halló ningún resto hemático entre las fibras. Cabe entender que los testigos de Colquechaga pudieron verse inducidos al error por la manifestación de Arrieta que atribuyó a sangre la tonalidad rojiza. Con mayor razonabilidad esta característica pudo resultar del desteñido la tela que cubría las piezas por efecto de las lluvias deslizadas en el interior del templo que, aún hoy se encuentra techado con paja; la forma irregular con que se muestran las máculas pareciera avalarlo. La hipótesis de la presencia de sangre un atractivo épico y muchos cronistas la destacan reiteradamente como si se tratara de una inequívoca verdad. La pasividad general cimentó el error, sin que se advierte que la desmitificación resulta del propio textil, ya que cuando la sangre se oxida al contacto con el aire toma una coloración oscura, amarronada, muy característica, y formando como grumos, algo totalmente diferente al estado que presenta la pieza.

¿Cuál pudo ser la partición de las banderas rojas y azules? Imposible saberlo, aunque cabe suponer que no poseían ningún emblema aplicado ya que de tenerlo habría merecido alguna referencia de los testigos. Hay aún otra cuestión, si consideramos que el género rojo que cubría la bandera “Macha B” había desteñido sobre la misma da lugar a pensar si las piezas rojas y azules no pudieron sufrir la misma suerte y haber sido, en su origen, blancas y azules (o celestes).

¿Tendrían algún tipo de carga en el paño? Parecería imposible, ya que en su caso se habrían destacado ante la consideración del sacerdote y de cuantas otras personas pudieran haberlas visto.

En definitiva, queda en claro que las banderas descubiertas en 1893 en la capilla de Titiri son cuatro, las que se preservan en los museos de Buenos Aires y de Sucre y otras dos, rojas y azules (celestes, más bien) que sean convertido en un misterio más para la historia americana.

Noticia sobre la capilla de Titiri

Titiri, imagen satelital

Su ubicación es prácticamente inaccesible. Hace unos quince años llegó allí a caballo y tras viajar unas cuatro horas desde Macha, un grupo de argentinos vinculado con la “Fundación del Bicentenario”, con asiento en Tucumán. Entre ellos se encontraba su presidente, el entonces diputado provincial Jorge Atilio Mendía, los conducía el agrónomo jujeño Misael Soria Linares, cuyo conocimiento de los cerros, del quechua y vinculaciones locales fue de una ayuda invalorable.

El difícil camino a Titiri (foto de 2024)

En la oportunidad se constató que el templo estaba poco menos que en ruinas, aunque sus paredes de adobe y piedra testimoniaban el paso de más de dos siglos. En su derredor se observaban los cimientos de varias construcciones, quizás también corrales de pirca y un antiquísimo cementerio totalmente abandonado. Se accedía al recinto por el vano de una puerta, apenas cubierto por una vieja hoja de zinc acanalado. El techo de paja mostraba perforaciones y su vacío interior se mostraba sucio, observándose solo las bancadas donde debió apoyarse el altar. El tosco revoque de las paredes presentaba restos de un encalado agrietado[22].

Tanto el retablo como la imaginería y el moblaje litúrgico habían desaparecido, salvo una pequeña imagen “de vestir” correspondiente a una virgen o santo inidentificable, de las que son tan comunes en la región; silente presencia de que en ese humilde lugar se celebró el Santo Sacrificio de la Eucaristía y se impartieron los sacramentos en presencia de una comunidad extinguida. Llegará el momento en que algún caminante, o un jinete quizás, entrará en ese templo y al mirar esa vetusta imagen se conmoverá y elevará a Dios una oración por todos aquellos que supieron honrarlo desde la humildad del lugar. 

El interior de la capilla, sobre la izquierda se observa la imagen, 
significativamente iluminada por un rayo de sol

El templo y su campanario en espadaña

Como un prodigio de resistencia a los años y silencioso aval de la arquitectura vernácula aún se yergue el campanario en espadaña; los bronces han desaparecido, solo el viento ulula por los espacios vacíos.

Noticias sobre la ciudad de San Pedro de Macha

Vista general, donde destaca la plaza principal

Pese a la antigüedad de la población, que se remontaría al siglo XVII, San Pedro de Macha recién fue constituida en municipio en el año 2019, las gestiones se habían iniciado en 1946. Se ubica a unos 150 km al Norte de Potosí, a casi tres horas de viaje por carretera. La población de la jurisdicción se estima en unos 20.000 habitantes. El 80% de la misma se encuadra en la extrema pobreza. Sufre también una preocupante falta de agua, por el bajo caudal del cercano río y la contaminación generada por explotaciones mineras aledañas, lo que plantea un estrés hídrico de importancia. El cultivo de la papa, el trigo y la cebada, principales recursos de la población, junto con la cría de caprinos y camélidos está muy amenazado Tiene como bandera local la imagen de la descubierta en Titiri, es decir, la blanca celeste y blanca (“Macha B”).

Plaza de San Pedro de Macha, la bandera local y la iglesia, año 2024 [23]

Monumento al general Belgrano con la bandera que se le atribuye,
plaza principal de Macha (Foto: Víctor Cazas Sarmiento/ Google view)

Macha es considerada la “capital del tinku”, un tipo de lucha ancestral de profundas raíces en la cultura del Altiplano[24], declarada patrimonio cultural de Bolivia. Se desarrolla en oportunidad de la “Fiesta de la Vera Cruz” o “Fiesta de la Chacana”, durante los días 3 y 4 de mayo.

Una parcialidad del tinku, al fondo la iglesia parroquial

Noticia sobre la ciudad de Colquechaca 

Panorámica de la ciudad

En 1882 se la declaró a Colquechaca[25] como capital de la provincia de Chayanta, departamento de Potosí. En 1906 se le dio título de ciudad, aunque el asentamiento humano reconoce una data inmemorial. A fines del siglo XIX y en las primeras décadas del XX la explotación argentífera originó un rápido incremento poblacional que justificó esta condición. Se encuentra a unos 3.600 metros sobre el mar. Unos 130 kilómetros la separan de Potosí, que se cubren en unas tres horas por carretera.

Municipio de Colquechaca, fragmento. Destacan Macha y Ayoma

pLa apacible plaza de Colquechaca


Próximamente reproduciré un documento complementario, la carta que el padre Arrieta dirigió al Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia, que está datada el 24 de noviembre de 1892.


Notas y referencias:

[1] Sobre la identidad del sacerdote existe la duda de si fue Primo Arrieta o Martín Castro, como está más difundido, habiendo sido el primero quien las redescubrió en 1885, como resulta del “Acta de Colquechaca”, como bien lo señala Mario GOLMAN (Enigma sobre las primeras banderas argentinas. Edit. De los cuatro vientos. Bs. Aires. 2007, pp. 181 a 183), el padre CASTRO escribió un folleto (La obra del templo de Macha) datado en 1897, donde indica que el descubridor fue Arrieta, quien por entonces había reemplazado en sus funciones al anterior, así concluye el investigador. Aunque no coincido en la interpretación que se hace respecto del cuál sería el primer diseño de la Bandera nacional, me permito recomendar, vivamente, la lectura del libro de Golman, aunque lamentablemente hoy se encuentra agotado.

[2] Cargo equivalente al de un subgobernador, según nos indica Golman. Ob. cit., p. 177.

[4] En el año 1957 el investigador argentino Augusto FERNÁNDEZ DÍAZ lanzó la hipótesis de que la “bandera de Macha B” es la enseña que el prócer presentó en Rosario el 27 de febrero de 1812 y la designada como “A”, sería la que Rivadavia le mandó a Belgrano ordenándole que sustituyera a la primera. Esta hipótesis queda destruida por la constatación que realizó la Lic. Lissa, que probó que ambas enseñas son de un idéntico textil. Pese al empeño que puso en su cometido, Fernández Díaz nunca pudo aportar pruebas que justificaran su apreciación. Sin embargo, ciertas teorías conspirativas aducen que es la “bandera escondida” por la versión académica de la Historia Argentina, quizás por esto la tesis alcanzó la difusión que evideencia. (Nota: son numerosos los opúsculos y notas que sobre el tema escribió Fernández Díaz, el más extenso y completo es “El verdadero origen de la actual Bandera Nacional”, publicado en los anales del “4to. Congreso Internacional de Historia” que organizó la Academia Nacional de la Historia. Bs. Aires. Octubre, 1966. Para aventar otra inrerpretación capciosa en torno a los colores de la primera Bandera Nacional cabe remitir a un documento inobjetable, suscripto por el propio Belgrano quien cuando comunicó sobre el hecho de Rosario al Gobierno de entonces expresó: "siendo preciso enarbolar bandera y no tenéndola la mandé a hacer blanca y celeste conforme los colores de la escarapela nacional"; o sea, que si su mismo creador expresa "celeste" es este color y no "azul", como algunos pretenden ver (Ref. AGN. División Nacional. Secc. Gobierno. Bandera y Escarapela, 1812-1818 [X.44-8-29] https://inbelgraniano.cultura.gob.ar/info/bandera/#creacion-de-la-bandera-nacional)

[5] Ver nota anterior.

[6] PAZ, José María. Memorias póstumas. Ed. La Revista. Bs. Aires. 1855. Tomo I, p. 152.

[7] LUGONES, Lorenzo. El coronel Lorenzo Lugones (Memorias). Ed. Kraft. Bs. Aires. 1896. p. 56.

[8] Reproducida en Documentos para la historia del General Don Manuel Belgrano. Tomo VII, pp. 407-409. Instituto Nacional Belgraniano. Bs. Aires. 2015.

[9] Trascripción que realiza el académico Rómulo ZABALA en “La bandera vieja en el ejército” (Diario La Nación), edición del 24 de septiembre, 1944. Bs. Aires.

[10] Reproducido en Documentos para la historia del General Don Manuel Belgrano. Tomo VII, pp. 456 y 457. Instituto Nacional Belgraniano. Bs. Aires. 2015.

[11] PALOMBO, Guillermo y Espinosa, Valentín. Documentos para la historia de la Bandera Argentina. Inst. Estudios Iberoamericanos. Bs. Aires, 2001, p- 175. Documento tomado del Libro de Órdenes del día del ejército Auxiliar del Perú, fs. 70-71 (5-5-4), Museo Mitre.

[12] Así la llamaron Zabala y otros numerosos autores.

[13] Por esto, cuando el Libertador de América inició la campaña rumbo a Chile dotó al Ejército de los Andes de una bandera de similares características a la que tuvo en sus manos cuando ejerció el comandó en el Norte, a dos franjas, blanca la superior y celeste la inferior; es cierto que le adicionó un escudo como atributo particular. Hoy se conserva en el memorial que le está dedicado, en la ciudad de Mendoza.

[14] Las circunstancias de la publicación parecerían indicar que el autor procuró que el Gobierno argentino se comprometiera a contribuir económicamente para atender las obras que demandaba el templo de Macha. Esto sería como una suerte de retribución por haber albergado las reliquias cívicas durante varias décadas. Si fue así, no lo consiguió.

[15] GOLMAN, M. Ob. Cit. pp. 202-204.

[16] FERNANDEZ DIAZ, A. Los dos simbolismos de la Patria, pp. 19-20. Edic. del autor. Rosario, 1968.

[17] Cargo similar al intendente de las ciudades de Argentina.

[18] Se alude a las batallas que la historiografía argentina denomina Vilcapugio (1º de octubre) y Ayohuma (14 de noviembre), libradas a fines de 1813 en aquella zona, a cuyas resultas el ejército patriota mandado por el general Manuel Belgrano fue vencido por el que comandaba el general Joaquín de la Pezuela, comisionado por el virrey del Perú.

[19] Así se denomina a Ayohuma en muchos documentos del siglo XIX, el poblado cercano mantiene la antigua nominación.

[20] Fue reconocida oficialmente el 16 de mayo de 1896; http://www.geograficasucre.8m.net/historia/historia3.htm

[22] Agradezco al amigo Misael haberme compartido el relato sobre aquella verdadera expedición. Más información en: https://eltribunodejujuy.com/nota/2020-12-30-1-0-0-se-fue-uno-de-los-precursores-de-la-marcha-evocativa

[25] Una breve caracterización a través de un video: https://www.youtube.com/watch?v=uiTrgwXcFoU