En la gélida isla Bouvet
Por Miguel
Carrillo Bascary
Esta isla dista de ser paradisíaca,
todo lo contrario, sus condiciones climáticas la hacen refractaria a la vida
humana y su ubicación en el Océano Antártico la sindica como la más aislada del planeta. Algunas
cifras lo justifican ya que está unos 1.750 km al Norte de la Antártida, a 1.900
km al Este de las islas Sándwich del Sur y a 2.520 km al Suroeste del cabo de
Buena Esperanza. Las tierras habitadas más próximas son las islas de Tristán de
Acuña a 2.270 km de distancia.
Su orografía revela que se
trata de la boca de un volcán sumergido
en la inmensidad del Océano Atlántico. Su actividad es escasa, como que su última
erupción data de 1958. Está cubierta por glaciares. Tiene un área de 49 km² y
su perímetro es de 29,6 km. Su importancia radica en la zona económica
exclusiva que rodea la isla, ya que cubre un área de 441.163 km². Políticamente
depende de la Corona noruega y pese a su ubicación no está comprendida por las
disposiciones del Tratado Antártico en cuanto a soberanía.
Fue avistada por primera vez el 1º de enero de 1739 por el bretón Jean Baptiste Charles
Bouvet de Lozier (1705-1786), quien comandaba una expedición confiada por la
Compañía Francesa de las Indias Orientales, a bordo de la fragata Aigle, quien se hallaba a la búsqueda de
la Terra Incógnita, la Antártida. Bouvet
creyó que se trataba de una porción de ese territorio, con lo que la denominó
Cabo de la Circuncisión. Con los años se comprobó que se trataba de una isla que
recibió el nombre de su descubridor, según es tradicional.
Su localización fue
confirmada en 1808 por James Lindsay, que al mando del Snow Swan la circunnavegó y le dio su nombre considerando que había
sido su descubridor. La primera vez que la planta de un hombre holló sus playas
de arenas volcánicas fue en 1822 cuando desembarcó el marino y aventurero Benjamin Morrell (Rye, Estados Unidos,
1795-1839). Fue en 1823, cuando realizaba un largo viaje por aguas
subantárticas con el Wasp, barco
foquero patentado en Nueva York, el primero de los cuatro que concrfetó.
La isla fue renombrada en
1825, esta vez con el apelativo de Liverpool, así lo hizo el capitán George
Norris que comandaba el buque ballenero Sprightly
perteneciente a la compañía ballenera Enderby, quien reclamó la soberanía para el Reino Unido tras desembarcar el 16 de
diciembre de ese año.
Las coordenadas precisas de Bouvet[1]
recién fueron establecidas en 1898 por el biólogo alemán de la Universidad de
Leipzig, Karl Chun (1852-1914) quien exploraba los mares australes al comando
del Valdivia, nombre que se preservó
en uno de sus accidentes geográficos.
Correspondió al poderoso empresario ballenero y explorador Lars Christensen (1884-1965) de Noruega efectuar los primeros estudios científicos en la insula, fue en 1927, en ocasión del relevamiento de casi un mes que cumplió con el Norvegia. Algunos atribuyen este protagonismo al marino de la misma nacionalidad, Harald Horntved (1879 - 1946), pero solo era el capitán del buque y estaba subordinado a Christensen.
El accionar científico de esta expedición
es la base del reclamo de soberanía
sobre la isla para la Corona de Noruega, que se plasmó en el decreto real
del 23 de enero de 1928, con lo que se convirtió en su dependencia. Gran Bretaña
reconoció este acto posesorio en 1930, abandonando sus primarias pretensiones. Desde el reconocimiento efectuado por Christensen los
desembarcos fueron sumamente esporádicos.
En 1964 el patrullero de
la Marina Real Británica, HMS Protector, durante
una misión desprendió un helicóptero que sobrevoló el territorio insular
comandado por el subteniente Allan Crawford quien visualizó un bote abandonado sobre el que se han
tejido numerosas hipótesis[2].
En 1977 Noruega establecio
una pequeñísima estación meterologca
automática que no demandaba dotación humana, fue la primera de otras que
sucesivamente fueron arrasadas por las brutales condiciones meteorológicas.
Entre las Bouvet y las islas del Príncipe Eduardo tuvo lugar el Incidente Vela, (22 de septiembre de 1979) que detectó el satelite de Estados Unidos de igual nombre. Habría implicado dos explosiónes apaentemente atómicas en el
marco de una hipotética experiencia llevada adelante por Sudáfrica o Israel,
con la probabilidad de que pueda haber sido un proyecto conjunto. Otra
hipótesis considera que se detonó un arma atómica táctica o de neutrones probada por
Francia. El suceso permanece inscripto en la lista de los misterios del siglo XX.
En 1971 Noruega declaró a
la isla Bouvet como una reserva natural
protegida bajo supervisión del Instituto Polar de ese país en mérito de que no
regista ninguna intromisión biológica perteneciente a otra área ecológica.
En 1989 la German DX Foundation patrocinó una expedición científica internacional formada por investigadores de Japón, Suiza, Francia y Noruega, por supuesto, quienes acamparon en su superficie durante 16 días.
Banderas para Bouvet
Al amparo de que la isla Bouvet está deshabitada varios
vexilógrafos han propuesto eventuales enseñas para identificarla. Un relevamiento reciente aporta los siguientes diseños, los primeros siguen el clásico patrón de la cruz nordica:
Como queda documentado, el asignar una bandera particular pora Bouvet, más allá de la que corresponde a Noruega es fertil terreno para las fantasías más variadas, tanto como árido es su suelo. Aún así, sirve de excusa para concretar un verdadero ejercicio de Vexilografía.
Notas
[1] Son sus coordenadas: 54º25′ de latitud S y 3º22′ E.
[2] Tras relevar diversas fuentes comparto con los lectores la siguiente
http://misterioresuelto.com/index.php/2017/08/20/la-isla-bouvet-y-el-misterio-del-bote-abandonado/
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