El caso de la Aduana de Rosario
Por Miguel Carrillo Bascary
Es posible que pocos hayan reparado en este mástil destinado a la Bandera nacional,
ni tan siquiera muchos de los que trabajan en el edificio de la ex Aduana de Rosario (convertida en dependencia
municipal desde hace ya muchos años), calle Urquiza Nro. 902. Tampoco los miles
que fatigan los pasillos haciendo tramites en su múltiple oficina.
Se encuentra en el gran patio interno de la monumental construcción que erigió el Gobierno
nacional, que se inauguró el 24 de noviembre de 1938, siendo presidente el Roberto
M. Ortiz y Eduardo Ocantas Acosta, director general de Aduanas. Así lo
testimonia una gran placa marmórea instalada en el hall de acceso, sobre la
avenida Belgrano.
El recinto que aloja al mástil se encuentra en el piso segundo, al que se accede directamente desde la entrada. Es una ubicación privilegiada, ya que se percibe desde los numerosos balcones que se abren en los tres pisos que circundan al patio y que se jerarquizan en altura, centrados bajo la enorme claraboya que introduce la luz solar hasta el corazón del espacio edilicio.
Según lo testimonia lo grabado en su basamento, el mástil se colocó en 1950 “Año del Libertador General José de San
Martin”, una designación que prescribió el Gobierno nacional para
conmemorar el centenario de la muerte de este gran prócer. El vertical está
construido en bronce y nace de una base de mármol travertino pulido.
Precisamente allí la referencia esculpida informa que el mástil se levantó mediante la suscripción de los empleados de la entonces “Dirección General Impositiva”, Delegación Rosario, que tenía su sede en ese edificio, el que compartía con otras numerosas reparticiones nacionales. Si bien la dedicatoria implica un homenaje a la “Bandera Nacional”, los honores se hacen extensivos al Padre de la Patria, como resulta de un importantísimo detalle que pasa casi totalmente desapercibido para el público.
Efectivamente, observando con el debido cuidado se verá que en el pedestal existe un corazón de bronce, de unos veinte centímetros. Allí, con caracteres casi ilegibles en la actualidad debido a la abrasión de limpiezas que deberían volver, se indica que en el lugar hay depositada una porción de tierra extraída del solar natal del Libertador, Yapeyú (provincia de Corrientes, para información de los lectores no argentinos). En concreto, en el grabado se distingue: "1950/Años del Libertador/ General San Martin/ Héroe de la Paz/ Yapeyú".
Complementándose mutuamente con lo explicado, a su lado
y en posición central del espacio puede verse un lindísimo busto del general José de San Martín[1],
que fuera donado por la Seccional 47ª. de la “Confederación del Personal Civil
del Estado”. En ella se lee una muy bélica sentencia del Libertador:
“Solo el
enemigo de la libertad y de la independencia de la América será el objeto de
las armas de la Patria”
Un
recuerdo y una ilusión
La presencia de la Bandera Nacional es un testimonio silente del cariño de los trabajadores argentinos que justificó la instalación.
Un antiguo y memorioso empleado me hizo saber que, hace decenas de años se realizaban sencillos actos de homenajes en el lugar y que se colocaban en la base del mástil ofrendas florales en ocasión de las fiestas patrias y del aniversario del fallecimiento del general San Martin y del “Día de la Bandera”. Acorde a mis indagaciones parece haberse perdido toda referencia de cuando ocurrió esto por última vez, es de esperar que mi ligereza no me haya llevado a preguntar a las personas indicadas.
Hace muchos años que los empleados municipales reemplazaron a los afiliados de la entidad sindical de origen nacional que originalmente ocuparon el edificio. ¡Qué bien sería que tomaran la posta de sus hermanos y que el próximo 17 de agosto, aniversario de la partida hacia la eternidad del General San Martín, realizaran allí algún acto recordatorio!
Oportuna
e importante desmentida
Es pertinente desmentir acá una supuesta y antojadiza que prohibiría erigir mástiles que soporten una bandera de izar emplazados en el interior de una construcción. No existe ni existió ninguna norma que así lo disponga, sin embargo, varias veces se me ha consultado al respecto, lo que demuestra que el concepto cuenta con cierta difusión en la opinión pública.
Si bien es lógico que los mástiles se emplacen en espacios exteriores, son incontables los casos en que se los coloca en interiores como, por ejemplo: en las legislaturas, concejos municipales, oficinas públicas, escuelas y hasta en los recintos de sesiones tan formales como los del propio Congreso Nacional.
[1] No hay referencia alguna
sobre el artista que lo ejecutó, pero por referencias indirectas habría sido el notable arquitecto que fue José Gerbino (Sto. Stefano di Camastra, Sicilia, 1886-St. Triphon, Suiza, 1972) quien además de su labor profesional que desarrolló mayormente en conjunto con su amigo Leo Schwartz, realizó numerosas esculturas como la Venus, La Madre y La Durmiente, en el parque de la Independencia; el coronamiento del Palacio Minetti; entre otras.
Felicitaciones Miguel, y gracias por compartir tan loable tarea de difundir estos actos y testimonios de HONRRAR A LA PATRIA Y A NUESTROS PROCERES . Creo que deberia tener mayor difusio!!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Miriam. Se hace lo que se puede, con medios muy limitados como este Blog
ResponderEliminarExcelente como siempre y sus importantes aportes profesor.
ResponderEliminarMuchas gracias Ramomita
EliminarExcelente Miguel. De toda la información y archivos que tengo de San Martin, no tenia ese registro. Siendo que soy un apasionado por la vida de él y que tengo un archivo importante. Lo que explicas, no lo tenía. Muchas gracias.
ResponderEliminarMe alegro que te haya servido. Abrazo
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