Coronación de imágenes marianas
Por Miguel Carrillo Bascary
Para el desarrollo de este post tomaremos como referencia lo ocurrido en la ciudad de Rosario (Argentina) ciudad que, como se sabe se desarrolló en derredor de la humilde capilla levantada a mediados del siglo XVIII. A la misma se le atribuyen milagrosas intercesiones. Previamente existió otra de la misma advocación que pertenecía a otra comunidad y que por esto debió ser devuelta.
Fue a fines de la década de 1930 que el entonces obispo de Rosario, monseñor Antonio Caggiano, promovió un especial reconocimiento a la Santísima Virgen María en su advocación de Ntra. Señora del Rosario, cuya imagen se venera en el lugar desde 1773, año en que llegó de España.
La coronación canónica de las imágenes de la Virgen María es una de las formas más solemnes y excepcionales de la devoción. No todas las imágenes de la Virgen se coronan canónicamente, aunque todas llevan este tipo de atributo.
Las primeras coronaciones se remontan al siglo XVII;
fueron los padres Capuchinos quienes las promovieron en origen como culminación de las
misiones que protagonizaban. En la ocasión solían recoger joyas donadas por los fieles, como
signo de conversión y desprendimiento, que fundían para confeccionar una corona para la Virgen. Así, en el origen remoto del rito se advierte que la corona es signo material de compromiso de vida, algo en
lo que el ritual actual insiste muchísimo.
El rito subraya la devoción hacia una determinada
advocación mariana, particularizada en su imagen y consiste en imponerle una corona (o
coronas, si ésta lleva al Divino Niño).
Durante el rito, se ciñe primero la corona a la imagen
del Hijo y luego a la de la Madre; lo que evidencia reconocer la natural
prelación que existe entre ambas personas. Es importante señalar que los
católicos adoran a Dios (la Trinidad: Padre; Hijo y Espíritu Santo); a María se
la venera, no se la adora.
La Virgen, es Madre del Hijo de Dios y como tal es rey
mesiánico, lo que se evidencia con la corona signo que se extiende a su progenitora.
Además, es “reina del pueblo”, de la Iglesia; mediadora amantísima de las
gracias que Dios (y no Ella) concede a quienes se lo piden (recordar su
intercesión en el conocido episodio evangélico de las Bodas de Caná de Galilea)
Las coronaciones son dispuestas por el Papa, en cuyo caso se las designa como “pontificias”; pero recientemente el santo papa Juan Pablo II autorizó que también las dispongan los obispos. Obviamente no todas las imágenes de la Virgen María son coronadas en la forma indicada. Esto ocurre respecto de aquellas que concitan mayor devoción en los fieles y que acreditan una importante antigüedad (hoy el culto debe ser superior a los 50 años); además se requiere acreditar que son centros de peregrinaciones o de un particular arraigo del culto en una región o país.
Es especialmente importante
que los fieles entiendan que la verdadera corona que recibirá la Virgen, son
ellos mismos y que es signo de los frutos de una vida de fe expresada en la
caridad. Por esto, toda coronación va precedida de un verdadero “estado de
misión” para que los fieles adviertan la importancia de la conversión personal;
de la solidaridad con sus hermanos y de la unión en la Iglesia.
La ceremonia se concreta durante la celebración de la
Eucaristía (misa) particularmente solemne presidida por un obispo. En ocasiones
también puede participar el nuncio apostólico, o sea el embajador del Papa ante
la nación de que se trate; también es habitual que se sumen otros obispos, como
manifestación de la participación de la Iglesia toda. Luego de la homilía (el
sermón) se produce el rito de la coronación, y se continúa la misa. En la
actualidad este rito admite otras variantes. Los interesados pueden consultar:
La coronación de histórica imagen de Ntra. Señora del Rosario ocurrió el 5 de octubre de 1941, vísperas de la fiesta universal de tal advocación. Había sido autorizada por S. S. el Papa Pío XII a fines de 1939.
Tuvo carácter extraordinario por la movilización misionera y popular que implicó. Literalmente fueron decenas de miles las personas que se acercaron a la Iglesia en la ocasión. Participaron de la preparación diversas instituciones y asociaciones de todo tipo.
Un momento de la ceremonia
Para confeccionar las coronas se solicitó a las señoras de familias más pudientes que colaboraran donando algunas joyas de su uso personal; 850 respondieron favorablemente. Paralelamente se concretó una gran colecta de otros bienes con lo que se formó un fondo para gastos y para distribuir a los más necesitados. Debido a la pequeña talla de la imagen (unos 60 cmts. además de la corona se la dotó de una importante aura doble, lo que la resalta a la vista de quienes la contemplan.
En la actualidad se venera la imagen histórica en el camarín ubicado en el subsuelo de la iglesia Catedral de la ciudad de Rosario.
Como una forma de
paliar la desocupación que por entonces afectaba mucho a la ciudad, también se
promovió una gran obra pública que demandara gran cantidad de mano de obra.
Esta fue el edificio desatinado al Colegio Normal Nro. 3 que fue una construcción
modelo en su tipo y que aún hoy presta ventajosos servicios, a casi ochenta
años de su finalización.
Edificio levantado en la ocasión
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