La dama de las banderas
(Elena María)
Elena María Chamorro (Foto: Mariana Araujo/ LA NACION)
Con este post rendimos homenaje a todos aquellos que fabrican banderas (los flag makers, como se los llama en inglés). Ellos nos alegran el espíritu cada vez que las vemos ondear con el cielo por marco. Reproducimos un artículo publicado en el diario “La Nación” de Bs. Aires, fundado en 1870 por el historiador, ensayista y político Bartolomé Mitre (presidente de la Nación entre 1862 y 1868) en su edición del 29 de mayo de 2001. La nota pertenece a la periodista Susana Reinoso. Agregamos algunas notas para ilustrar a nuestros lectores no-argentinos.
Desde
su casa en Adrogué donde trabaja, Elena María Chamorro fue una protagonista
-sin haberlo imaginarlo jamás- en el casamiento del ex presidente Carlos Menem
y la periodista chilena Cecilia Bolocco [26 de mayo 2001]. Chamorro confeccionó
las 300 banderas argentinas y las 60 riojanas[1]
que engalanaron la boda más esperada por la farándula vernácula.
En 1994, esta dama
-que estudió pintura e Historia del Arte- tomó la decisión de fabricar
insignias patrias, de países, provincias, clubes, sindicatos, escuelas e
instituciones diversas. "La idea
surgió por la necesidad de combinar mi rol de madre y mi deseo de desarrollar
una empresa", comentó Chamorro a La
Nación, en su cálida casa revestida en madera, ubicada en un barrio plácido
y silencioso del partido de Almirante Brown.
En cinco años de
actividad, esta pequeña empresaria estima haber confeccionado cerca de 100.000
banderas de todo tipo. "Pero mi
preferida es la argentina. Es un símbolo que deberíamos usar más",
comenta, rodeada por enseñas de distintos colores.
La bandera y el humor social
Dice Chamorro, como
una hechicera capaz de escudriñar el humor de los argentinos a través de los
símbolos patrios, que puede predecirse el ánimo social por la salida que tienen
las banderas. "Cuando las cosas van
mal, la venta se cae. Y si el país anda bien, la gente las compra más."
El cliente más caro
a sus sentimientos es el municipio de Almirante Brown, que ha elegido sus
diseños en diversas ocasiones. "Para
mí es muy importante pasar por la plaza que está frente al edificio municipal y
ver que allí flamea una de mis banderas", dice la empresaria.
Chamorro asegura que
puede reconocer fácilmente "por los soles" las insignias que fabrica[2]
Y, sin hesitaciones,
dice: "Para mí fue un orgullo cuando
en enero de 1997, Valeria Mazza[3]
fue tapa de una revista argentina envuelta en una insignia de ceremonia que yo
había confeccionado. Es una digna representante argentina en el exterior".
En tren de trazar un
mapa del humor social, la empresaria afirma que "los argentinos se
embanderan cuando están en ganadores. Recuerdo que durante el Mundial de Fútbol
de los Estados Unidos, en 1994, estábamos vendiendo muchas banderas. Hasta que
a Diego Maradona le dio positivo el control antidoping. Ese mismo día cesó la
venta en forma instantánea. El fervor de los argentinos por la bandera aumenta
cuando hay un ídolo".
Durante el Mundial
de Francia, en 1998, la venta no fue tan amplia. Al seleccionado argentino las
cosas no le fueron tan bien.
Otro dato es que
"la gente se embandera más con el
fútbol que con una fiesta patria", según comentó la empresaria.
Reconoce Chamorro que el primer semestre del año, época de las principales
efemérides patrióticas, las ventas son mejores que en el segundo. "Luego,
vuelven a repuntar para las fiestas de fin de año, porque trabajamos mucho con
escuelas de todo el país", comenta. La insignia más
grande que alguna vez hizo fue una bandera argentina de 20 metros de largo,
"que no llevaba sol porque era muy
extensa".
Pocas veces conoce a
sus destinatarios, porque sus productos se distribuyen a través de las empresas
Provisión Escolar y Sistemas Educativos. Sin embargo, en el caso de la insignia
de veinte metros de largo, supo que fue a parar a un estadio de fútbol. También las ha confeccionado
para los radicales y los peronistas[4],
los clubes y la Cruz Roja, los sindicatos y las embajadas, las entidades
intermedias y los hinchas de fútbol.
Y agrega, que la vida
de una bandera es más activa que la de una escarapela, símbolo condenado a una
venta cada vez más pequeña. Aunque, para algunas fechas patrias, algún
hipermercado, de capital nacional, suele comprar escarapelas a granel para
prenderlas en el pecho de sus clientes, justo en el momento en que éstos llegan
a la caja.
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