Posición de las figuras en el Pesebre de Belén
En este día 24 de diciembre muchas
familias a lo largo del mundo arman el pesebre de Belén
en sus casas preparándose para celebrar la Nochebuena. Esta es una tradición minoritaria porque la gran mayoría lo hace el 8
de diciembre, festividad de la inmaculada concepción de María, de donde la
madre de Jesús (que es también nuestra), asume la advocación de “la Inmaculada
Concepción”.
Respondiendo a una consulta de último momento
intentaremos evacuarla describiendo las razones que
determinan la posición de los elementos que componen la imagen idealizada de
aquél “santo Pesebre”. Por razones de tiempo dejaremos para otro
momento analizar con cierto desarrollo el significado de cada figura.
El Niño en el pesebre
Como es natural el personaje principal es el “Niño Dios”, que según las
Sagradas Escrituras nació en un pesebre. Es importante distinguir aquí, que el “pesebre” es el lugar donde se coloca el forraje para los animales,
adminículo que ofició de improvisada “cuna” para el “Recién Nacido”; solo por
extensión llamamos “pesebre” al recinto que albergó a la Sagrada Familia en la
noche de Belén. En su origen se habría tratado de una gruta o saliente rocoso (alero), acondicionado para generar
un ámbito que permitiera resguardar del frío, la noche, lluvia o nieve a los
animales y a sus pastores. En consecuencia, el término “pesebre” nos indica una
simple estructura de madera, con capacidad para contener el heno (una suerte de
caja abierta); allí fue colocado Jesús. Este pesebre se
coloca en el centro de la escena, naturalmente.
Obviamente que lo importante no es el “pesebre”,
sino su contenido, el mismo “Divino Niño”, que por lo
general se representa apenas cubierto por un pañal; sonriendo y con sus
bracitos abiertos, como recibiendo a quienes se acercan a Él.
En los belenes más antiguos, que solían ser más apegados a las convenciones de
cada época, el Niño aparece vestido, pero siempre con sencillez.
Su Madre
Como en todo nacimiento, el segundo protagonista es la madre. Por eso en los belenes
destaca la Virgen María, generalmente contemplando
al Niño, inclinada hacia Él, en silenciosa adoración del Salvador. Esto se
enfatiza en su posición, de rodillas; lo que ciertamente no condice con una
reciente parturienta, pero que expresa la actitud de María como ser humano que
privilegia contemplar a la divinidad por sobre las propias demandas de su condición
física.
¿Ahora bien, dónde se coloca María
con respecto al pesebre? La tradición indica que a su izquierda.
Intentaremos explicar por qué. Desde ya que llama la atención su lugar porque,
si la Virgen es el segundo protagonista en importancia, lo lógico sería que
estuviera a la derecha del personaje principal, pues este es el lugar de honor,
tal como lo reconoce el protocolo universal desde la Antigüedad clásica. La
explicación está en la colocación del tercer elemento, como veremos. María lleva su manto cubriendo su cabeza, un gesto
universal de modestia por el que cede el protagonismo materno al recién nacido.
Otro detalle de interés es explicar por qué
en aquellas manifestaciones donde la Virgen carga
al Niño, lo hace con el brazo izquierdo. También aquí apelamos a
la lógica representativa simbólica propia de la Antigüedad; de esta manera el bebé
queda sobre el corazón de la madre y escucha su latir, rememorando el
privilegiado resguardo en que se hallaba en el vientre; además, si se considera
que la mayoría de las personas son diestras, es adecuado que la madre mantenga
esta extremidad libre y cargue al pequeño con la izquierda.
San José
Como padre aparente del Niño, es también con
lógica el tercer protagonista del Pesebre. Generalmente
está de pie y a la derecha. Esto tenía una explicación muy
válida a los ojos de nuestros antepasados que poseían un sentido muy vivencial
de las posturas simbólicas; una percepción de la realidad conceptual que está
muy lejos de nuestra comprensión de hombres y mujeres del siglo XXI.
Si observamos bien la imagen esencial del
Pesebre que todos tenemos, José no solo está de pie, sino que
se apoya en su bastón de peregrino que sostiene con la mano derecha.
Esto obliga a remontarnos un poco más. Las Escrituras informan que José (con
María) debió viajar hasta Belén por ser esta localidad donde debía empadronarse
conforme al decreto del emperador de Roma. Esto implicó un viaje y en este
menester era usual llevar un bastón o cayado de fuerte madera para ayudarse en la marcha, especialmente en
terrenos montañosos como los que rodean a Belén (localidad ubicada a unos 2.300 metros sobre el
nivel del mar). El bastón servía con múltiples propósitos; si se clavaba en el
suelo y sobre él se extendía un manto podía formar una improvisada tienda que ayudara
a soportar el frío nocturno o el calcinante sol del mediodía en regiones
desprovistas de arbolado. También era útil como palanca, para remover algún
pedrusco que obstaculizara la senda por donde se transitaba; como improvisada arma para enfrentar a algunos de los malhechores
que acechaban a los viajeros o para alejar a la perrada que se abalanzaba sobre
los extraños cuando estos se acercaban a un lugar poblado.
Esta última función es la que podemos asignar
al cayado de San José, quien como lo explican las Escrituras fue puesto por
Dios como sustento material del Niño y su Madre; no solo para proveerlos en sus
necesidades físicas; también como custodio de la familia. En consecuencia, San José está de pie, como signo de atención, una posición que potencialmente
facilitaba defender a su familia con la mayor presteza.
Podemos decir así que José “esta de guardia”; atento al recién nacido pero en actitud
vigilante ante los visitantes que en lo humano eran para él perfectos
desconocidos, cuyas buenas intenciones no cabía suponer; más aún en un entorno
solitario como era el paraje que circundaba a la cueva. Por otra parte San José suele colocarse algo más adelantado con respecto a María y al
Niño, conoceremos esta razón cuando analicemos el próximo
párrafo.
Lo visto hasta aquí en principio, esto no nos
explica el por qué de la ubicación de José. Siguiendo nuestra línea argumental,
se coloca a la derecha
pues es la posición desde donde una persona que sea diestra puede cubrir con
mayor eficacia las necesidades de una hipotética defensa ante un agresor que
accede desde el exterior. Precisamente, que el Carpintero esté algo más
adelantado con respecto al Niño y más cercano al exterior de la cueva, facilita
la acción defensiva en caso de alguna hipotética necesidad. La sutileza de la observación nada dice a la humanidad actual, pero en
las duras condiciones de supervivencia que encarnaban nuestros antepasados, la
posición de José resultaba absolutamente obvia y natural.
El buey y el burro
Son otros partícipes destacados del sagrado
evento. Estos animales representan a la Naturaleza, como parte de la Creación y
poseen profundo significado en el mensaje evangélico, un aspecto que obviamos
tratar en este ensayo, pues demandaría mucha extensión. Por ahora nos
circunscribiremos solo al objeto de la pregunta ¿dónde se
colocan?
La tradición nos remite a una
realidad física absolutamente realista: como mamíferos de sangre
caliente la presencia de dos animales de su volumen constituye una importante fuente de calor que seguramente sería
muy bien apreciada en las precarias condiciones que afrontaba la “Sagrada
Familia” en el frío nocturnal de un invierno en zona de montañas. Más aún si
consideramos que el aliento animal insufla aire algo más templado sobre el
espacio donde se halla un recién nacido. Además, siempre siguiendo a la
tradición, los cuadrúpedos estaban en la cueva con anterioridad a la llegada de
tan especiales los huéspedes; por esto, lo usual es que el buey y el asno aparezcan por detrás del pesebre.
Hasta aquí algo hemos avanzado, sin embargo,
¿dónde colocamos al buey dónde al asno?; queda claro que su posición puede
ser indistinta.
Los ángeles
Ya considerando la posición relativa de los
otros protagonistas del Nacimiento las siguientes imágenes corresponderán a los
ángeles, seres espirituales que según las Escrituras fueron los primeros en
reconocer la divinidad de Dios en los tiempos de la Creación del Universo. La
multitud de ángeles adora al Niño reconociendo en Él la culminación de la
promesa de salvación que hizo Dios a los hombres. Como son por naturaleza
inmaterial los ángeles se distribuyen en derredor de Jesús,
como “volando” casi compitiendo con María y José, pero cediéndoles el
protagonismo debido a su inmediatez con la encarnación de Jesús en la naturaleza
humana. Podrían hacerse muchos comentarios sobre las implicancias teológicas de
la presencia angélica en tan significativo momento de la Historia.
La doctrina cristiana reconoce la existencia
de diversas categorías angélicas;
por esto sus representaciones implica que en los belenes veamos variadas formas
de representarlos humanizándolos como ángeles-niños y hasta como guerreros de
edad mayor e importante contextura física. Entre los ángeles no suele faltar
quién empuña una trompeta, en alusión a la proclamación del Nacimiento; en
quien algunos ven al arcángel Gabriel.
En conclusión, los ángeles
ocuparán diversos espacios del Pesebre, resaltando su condición
espiritual con el uso alas y de vestiduras blancas, doradas y efectos brillantes.
Los pastores de Belén
Es el segundo conjunto de personas que participaron de
aquella primera adoración a Jesús. Siempre se presentan en grupo,
caracterizando a la Humanidad, particularmente a los más sencillos y humildes
que el Mensaje evangélico señala como los más proclives a reconocer la
Divinidad de Jesús y la validez de su salvación. Por esta razón los pastores se distribuyen también en forma aleatoria con sus espaldas
hacia el exterior de la cueva; admitiéndose que
algunos puedan hallarse más cerca del Niño, en cuyo caso se
representan arrodillados, adorándolo; mientras que otros, en una posición
relativa más alejada, pueden encontrarse a pie, como llegando. En la convenciones de los belenes, lo usual es que los pastores se nos presenten de diversas
edades, destacando algún anciano y otros casi niños; de esta forma se abarcan los diversos estadios de la vida humana.
Podemos apuntar una sutileza cuya apreciación
es desconocida para nuestra mentalidad siglo XXI; los pastores cuando se
muestras con solo una rodilla en tierra deberían representarse hincando la
derecha; esta es la posición que tradicionalmente corresponde como señal de
reverencia a la divinidad; por esto, cuando los súbditos hacían (y todavía lo
hacen) una genuflexión ante los reyes cristianos, lo concretaban doblando su
extremidad derecha.
Las ovejas
Acompañando a los pastores, como una
certificación de su ocupación laboral, hallamos a las ovejas que se distribuyen también en forma aleatoria.
No suele faltar que un pastor lleve un cordero como ofrenda al “Divino Niño”; bien sea entre sus brazos o sobre sus
hombros. Este cordero tiene un significado teológico muy obvio y al mismo
tiempo muy complejo pues anticipa que ese mismo Niño será más tarde considerado
el “Cordero de Dios”, víctima inocente
del sacrificio de la Cruz, acto concreto donde se consumó la salvación del
género humano.
También suele verse un perro pastor; infaltable ayuda para el hombre en estas tareas.
Los Reyes Magos
Son otros personajes, casi infaltables en los pesebre de Belén; en número de tres según refiere la tradición. Se
nos presentan ataviados con ricos mantos y coronados, atributos propios de su
condición. Cada uno lleva un presente, señalando su tributo a la divinidad del
Niño. Ellos suelen aparecer en la periferia de
la escena, señalando así que llegaron un tiempo después del
Nacimiento, como relatan los Evangelios.
A veces son acompañados por diversos servidores (personajes prescindibles en el sentir
general, pero figurantes en los grandes belenes). Es mucho más común encontrar
sus camellos y hasta por algún caballo; medios de locomoción que cabe atribuir a
los Reyes en el contexto histórico – geográfico de la época.
Otros seres
Con esta referencia aludimos tanto a humanos como a animales y
hasta diversos seres mitológicos.
Entre los primeros encontramos aldeanos;
particularmente niños y algún soldado romano,
por supuesto. En los grandes pesebres pueden aparecer: la profetisa Ana;
Simeón; San Juan Bautista y hasta el rey Herodes. Todos ellos se ubican en
posiciones periféricas respecto al pesebre.
También puede presentarse al “caganer [1]” o
“caganger”, cuyo origen se disputan diversas regiones de España; éste se coloca
en un lugar apartado de la escena; habitualmente detrás de una peña; árbol o
matorral; pero en otras representaciones se encuentra en un sitio ostensible,
como contraste; generalmente cuando el personaje se caracteriza en alguna figura
popular o cuando se identifica como un político.
Diego Maradona
Tratándose de animales, la variedad es pasmosa. Pueden ser domésticos o salvajes, acordes a las
diferentes regiones del mundo. En algunos casos serán muy realistas, hasta el
punto se presentarse en situaciones de una fiera cazando a una presa o bien; en
una actitud mucho más acorde a la paz que inspira la Navidad, veremos a un
león, junto a un ternero o a un águila posada al lado de un conejo; otra
posición muy realista en el contexto de un pesebre de campo son las ratas y
ratones; por lo general se los observa con una actitud despreocupada, curiosa
respecto al Niño, pero en posiciones rastreras o semiocultos. En otros pesebres
la caracterización de estos animales será absolutamente ingenua.
En algunos pesebres más recientes suele incluirse a Santa Claus
Dinámica
En las tradiciones puede hallarse una
particular dinámica en la “aparición” de las figuras del Pesebre. Lo usual es que se arme sin la presencia del Niño
y que éste solo se coloque con el primer minuto del día 25 de diciembre. En
algunas familias la tarea se confía al más pequeño vástago; en otras al
patriarca de la casa o a la mujer que más recientemente haya sido madre; en algunas
más, el Niño aparece “milagrosamente” en un descuido de los niños.
Puede advertirse también otra etapa.
Los Reyes “llegan” recién en la noche del 6 de enero; pero como las urgencias
actuales precipitan los tiempos la tendencia es presentar a estos visitantes en
la misma Nochebuena o, a lo sumo, se los hace visibles en la mañana del día de
Navidad. En la Antigüedad los pesebres se dejaban armados durante todo el lapso
en que la Liturgia de la Iglesia católica celebraba el “tiempo de Navidad”,
aproximadamente hasta comienzos del mes de febrero, pero ahora suelen desarmarse
el 7 de enero, transcurrida la fecha de Reyes … o cuando la familia emprende
sus vacaciones a comienzos de este mes.
Es así que en la fiesta de Reyes estos adquieren precedencia en el lugar frente al Niño; por lo que, en muchos casos, los pastores quedan relegados o directamente “desaparecen”.
Conclusión
Sabemos que la primera recreación de aquel
primer belén fue inspiración de San Francisco y que se concretó en el año 1233.
Desde entonces ha evolucionado de acuerdo a los tiempos, las culturas y la
infinita creatividad humana. Así será por los siglos de los siglos hasta la
segunda venida de ese Niño convertido ya en Salvador universal.
Mientras tanto, la representación del primer Pesebre seguirá siendo plural, con más o con menos protagonistas y figuras secundarias; tanto sea en una o en otra posición; pero…; en lo personal, nos conformaríamos con haber explicado someramente cuál debe ser la posición de cada uno en nuestro Pesebre de Navidad.
Nota: sobre el Pesebre en pandemia ver http://banderasargentinas.blogspot.com/2020/11/armando-los-pesebres-belenes-en-pandemia.html
Excelente comentario, es muy ilustrativo, una sugerencia, presentar una imagen del Nacimiento con las imágenes ubicadas según lo explicado. Gracia y felicitaciones.
ResponderEliminarExcelente información, sugiero que ilustren con una imagen del nacimiento con las imágenes puestas cada una en el lugar que se explica. Gracias y felicitaciones.
ResponderEliminarMuchas gracias, lo tendré presente para ofrecerlo en el año próximo. Que tengas un 2020 con paz y bien
ResponderEliminarMiguel, recién leo esta parte del Blog, me encantó! Preciosa descripción. Felicitaciones
ResponderEliminarMuy interesante. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, feliz Navidad para vos
ResponderEliminarMuy huena información. Lo que faltaría aclarar es qué día o en qué instante se pone a los reyes de espaldas al pesebre.
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