Por Adolfo
Mario Golman y Francisco
Gregoric
Este Blog tiene
mucho gusto en reproducir a continuación una colaboración de los nuestros
amigos, reconocidos vexlólogos a quiénes ya nos hemos referido en otras
oportunidades. Mucho les agradecemos compartir este material con los otros
amigos que nos leen desde muchos lugares del mundo.
El 5 de enero de 2016, se cumplieron 199 años de la
bendición y jura, en Mendoza, del pabellón del Ejército de los Andes que guió a
la hueste sanmartiniana en la campaña por la libertad de Chile.
El ejemplar, que históricamente se considera como el
original, se conserva desde el 17 de agosto de 2012 en el Memorial a la
Bandera del Ejército de los Andes, en el Paseo del Bicentenario de
la ciudad de Mendoza.
Memorial de la Bandera del
Ejército de lo Andes y guardia de honor
Está confeccionado en dos franjas de raso,
blanco-marfil y celeste, de paño simple y con dos escudos (uno por cada cara)
en los que un sol con rostro amanece en la parte superior. Este conjunto (sol,
gorro de la libertad, pica, etc.) está rodeado por dos ramas de laurel con sus
hojas, flores y frutos. Las ramas se unen abajo con una cinta de tres franjas,
blanca, celeste y blanca.
Respecto de la disposición de sus franjas, muchos han
creído que son verticales con el escudo horizontal o “acostado”. Tal es la
costumbre con la que todavía se estila izarla, quizá siguiendo el modelo
pintado en 1908 por Pedro Subercaseaux en su obra “El Abrazo de Maipú”. Sin
embargo, ya en 1819 se conocía el grabado “La Batalla de Maipú” en el que
campean dos banderas bifranja, blanco arriba y celeste abajo, una de ellas con
el escudo vertical o “parado”[1]. Y
así debió ser originalmente.
"Batalla de Maipú" - Litografía de T. E. Brown, 1819
Pero existe un motivo excluyente para avalar nuestra
afirmación y que, entendemos, fue el que inspiró a San Martín.
En principio, recuérdese que la bandera adoptada para
las Provincias Unidas por el Congreso de Tucumán, en julio de 1816, era de tres
franjas horizontales e iguales, celeste en los extremos y blanco al medio.
Se argumenta que en Mendoza, en 1816, había escasez
de tela celeste (como para copiar el diseño aprobado) y que solo se pudo
conseguir lo suficiente para una franja.
Disentimos con esta hipótesis, ya que San Martín era
un prolijo organizador –en extremo detallista– como para dejar que la
preparación de su enseña dependiera de la existencia o no de una cierta
cantidad de tela.
El desarrollo de la idea
Después de las derrotas del Ejército Auxiliador del
Perú (o Ejército del Norte, como también lo conocemos) en Vilcapugio (1º de
octubre de 1813) y en Ayohuma (el 14 de noviembre siguiente), las tropas al
mando de Manuel Belgrano regresaron en diciembre a Jujuy y continuaron el
repliegue hacia Tucumán.
Al tiempo, en Buenos Aires, el coronel San Martín era
designado como segundo jefe de ese ejército. Partió de inmediato a Tucumán
donde llegó el 11 de enero de 1814. El encuentro con Belgrano se produjo el 17, a la salida de la posta
de Algarrobos, sobre el camino al río Juramento (Salta)[2]
Bandera del Ejército Auxiliador del Perú (1813 - 1816)
Por entonces, ese ejército detentaba una enseña de
dos franjas horizontales e iguales, blanco sobre celeste. El modelo –todavía
sin alegorías– había sido presentado por Belgrano el 13 de febrero de 1813 en
la jura de obediencia a la Soberana Asamblea, ceremonia realizada a orillas del
río Pasaje (rebautizado ese día como río Juramento).
Una semana más tarde la insignia lideró la victoria
frente a los realistas en Salta. Luego se llevó al Alto Perú, donde coexistió
con otras similares que tenían pintado el sello de la Asamblea del Año XIII (hoy
Escudo Argentino) y/o las aspas de Borgoña rojas. Se las llamó “Bandera del
Ejército de la Patria” o, simplemente, “Del Ejército”, por su uso restringido a
las armas de la nación.
San Martín conoció en nuestro Norte esa bandera,
participando del profundo significado de la creación belgraniana.
Ambos próceres compartieron tiempo suficiente como
para conversar sobre el futuro de la revolución, asumiendo la dificultad de
llegar a Lima (sede del poder realista) por el Altiplano. Seguramente, San
Martín expuso su plan de pasar por Mendoza a Chile y luego, por mar, hacia el
territorio peruano.
El 18 de enero de 1814, don José fue ascendido a
General en Jefe del ejército, hasta ese momento a cargo de Belgrano,
realizándose el cambio de mando el día 29.
Firma del general Belgrano
Belgrano partió de inmediato hacia
Buenos Aires a rendir explicaciones sobre sus recientes derrotas militares.
Desde Santiago del Estero le dirigió una misiva a San Martín fechada el 6 de
abril. De ella rescatamos la siguiente expresión, ilustrativa y confirmatoria
de que San Martín sabía cómo era el modelo de la enseña “Del Ejército”:
“…añadiré únicamente, que conserve la bandera que
le dejé, que la enarbole cuando todo el Ejercito se forme…”
Luego de renunciar a su cargo, San Martín asumió el
de Gobernador Intendente de Cuyo en agosto de 1814. Instalado en Mendoza,
dedicó tiempo y esfuerzo a ensamblar una maquinaria de guerra que se conoció
como el Ejército de los Andes y que, lógicamente, requirió de un pabellón
identificatorio. Avanzado 1816, y sin dudarlo, mandó a preparar un diseño
similar al de Belgrano. Vicente Quartaruolo señaló:
[San Martín] siguió las huellas del creador de la bandera…recordaba
muy bien la forma de la bandera que le había legado el creador de la primera
enseña, quien debió entrar en pormenores con su entonces jefe acerca de las
vicisitudes sufridas por el símbolo patrio...”
En el mismo sentido Félix Chaparro escribió:
“…Hay, como se observa, una predisposición
especial de San Martín a fabricar la bandera de su ejército en forma contraria
a la disposición legislativa y al uso generalizado, por lo cual debieron ser poderosas
las causas que le impelen a transgredirla…”
San Martín y la insignia de su Ejército (representada con el escudo "acostado")
En síntesis, resulta coherente pensar que San Martín
ordenó como divisa para su Ejército el modelo creado por Belgrano, de dos
mitades horizontales, blanco arriba y celeste abajo, con el escudo en posición
vertical. Para diferenciarlo del que llevaba “El Ejército Auxiliador del Perú”
agregó en las alegorías una serie de montañas –que interpretamos remiten a la
Cordillera de los Andes– cosidas debajo de los antebrazos cuyas manos sostienen
la pica y el gorro de la libertad, reflejando así la individualidad el nuevo
cuerpo armado patrio.
Fuentes consultadas
Benencia, Julio Arturo: Cómo San Martín y Belgrano no se
conocieron en Yatasto,Buenos Aires, Plus Ultra, 1973.
Chaparro, Félix: Belgrano y los símbolos de la Patria.
Escarapela, Bandera y Escudo, Santa Fe, 1942.
D'
Andrea, María Cristina y Luqui Lagleyze,
Julio Mario: “¿La más antigua descripción de la Bandera Argentina? en los
Anales Inéditos de Potosí -1813” ,
en Revista del Mar, Nº 148, Instituto Nacional Browniano, Buenos Aires,
1998.
Golman, Adolfo Mario: Enigmas sobre las primeras banderas
argentinas, una propuesta integradora, Buenos Aires, De los Cuatro Vientos,
2007.
Quartaruolo, Vicente Mario: “Forma y destino de la primera
bandera”, en Revista
Historia, Nº 45, Buenos Aires, 1966.
Artículo originalmente publicado en la
revista Rosario, su historia su
historia y región, Nº 127.
Notas
[1] “La Batalla de Maipú” fue editado en Londres por la
Casa Thomas Edward Brown el 2 de marzo de 1819. Solo se conocen dos ejemplares
originales: uno, está en el Museo Histórico Nacional, donado por
Bartolomé Mitre en 1893; el otro, se conserva en el Museo del Carmen de Maipú,
en Santiago de Chile.
Esta obra es esencial para
avalar el posible modelo de la insignia, ya que el diseño fue preparado por el
sargento mayor José Antonio Álvarez de Condarco quien, si bien no presenció la contienda
de Maipú (5 de abril de 1818) por encontrarse en Londres en comisión asignada
por el gobierno chileno, había asistido a la batalla de Chacabuco (12 de
febrero 1817), primera en la que flameó la divisa sanmartiniana.
Previo al cruce de los
Andes, San Martín envió a Álvarez de Condarco a reconocer los pasos de la
Cordillera. Así, fue a Chile por el Camino de Los Patos y regresó por Uspallata.
Su memoria prodigiosa, “fotográfica”, sirvió para cartografiar en detalle
los caminos cordilleranos. Ello, sin duda, valoriza la supervisión que este
oficial patriota hizo del grabado londinense y, particularmente, del modelo de
la bandera del Ejército de los Andes.
[2] Según la tradición oral, transmitida por los
descendientes del propietario José Vicente Toledo y Pimentel, recogida y
mantenida por los vecinos del lugar, y aceptada por la historiografía nacional,
San Martín y Belgrano se conocieron en la hacienda de Yatasto. Sin embargo, en
un minucioso trabajo de investigación Julio Arturo Benencia explicó por qué el
recordado encuentro entre Manuel Belgrano y José de San Martín se habría
producido el 17 de enero de 1814,
a la salida de la posta de Algarrobos, sobre el camino
al río Juramento, y no en la posta de Yatasto como corrientemente hemos
aprendido en las aulas. Señala este autor: Los documentos de transporte
revelados, las órdenes impartidas por Belgrano a San Martín desde la Ciénaga y Río
Juramento, el prieto texto de los Recuerdos de Lorenzo Lugones y la aseveración
del testigo D. José Manuel Torrens ponen de manifiesto en forma irrefutable que
en las proximidades del poblado de Algarrobos, situado a cinco leguas al sur
del Río Juramento, el 17 de enero de 1814, se conocieron y estrecharon en
fraternal abrazo los dos grandes próceres, comienzo de una amistad inalterable
que no se desmintió nunca.
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