Historia de los Premios Militares Argentinos
Cada uno de los premios
militares discernidos por la República Argentina encierra ejemplos de heroísmo, sacrificio, compromiso personal y de todas
las penurias consiguientes. También nos hablan de ideales. Muchos correspondieron
a quienes arriesgaron su vida en combate, batallando en nombre de la Nación.
Desde los primeros momentos de nuestra historia
los gobiernos intentaron retribuir los actos de arrojo, las victorias y hasta la generosidad de una humilde donación que hizo quien reveló una grave conspiración[1].
Cada uno revela dos facetas, la primera es la más evidente, premiar a quienes
la reciben; la segunda lo es menos, destacar lo actuado ante la consideración
popular, como forma de emular ejemplos análogos.
Con tal procedimiento “todo
soldado llevará a la vista la historia de sus campañas en premio de su valor y
estímulo para sus conciudadanos y veneración de las generaciones venideras[2]”.
En cualquier caso, los premios militares en Argentina no se
dieron con generosidad, todo lo contrario, es que el heroísmo sobró en los
turbulentos años del siglo XIX en que liberó y afianzo una nueva nación. Se dio
hasta la vida, sin esperar nada.
Como toda distinción por
acciones de guerra es seguro que muchos
no llegaron a recibir aquellas que les hubiera correspondido por haber
fallecido en el ínterin, porque sus méritos no llegaron a trascender ante sus
superiores o bien, porque el desempeño de otros camaradas de armas opacó sus acciones
d, igualmente valiosas, pero en menor grado. En ocasiones fueron de tipo
colectivo, pero las principales fueron de carácter individual.
Los estudiosos en la
materia refieren que una gran proporción de estos premios, generalmente preseas,
aún se conservan como preciadas
reliquias, en las familias de sus originales destinatarios otras muchas se
perdieron y, lamentablemente, un buen número debió venderlas para obtener algún
recurso para atender a una necesidad apremiante.
A los hombres del siglo
XXI, donde el estímulo al mérito
personal ha sufrido injustos y múltiples embates durante algunos de los
últimos gobiernos, puede parecernos que una pequeña medalla, un vistoso cordón
y hasta un simple pedazo de paño bordado, es pobre paga a tanto sacrificio implicado. Sin embargo, cada premio
tiene una mística propia, que aflora
en la piel de quien llegue a sostenerlo entre sus manos. Desafío a los
escépticos que hagan la prueba.
El precedente
Corrían los primeros años
del siglo XX, cuando dos hombres de armas, el Cnl. Rodolfo Mom y Tte. Cnl. Laurentino
Vigil, dieron a luz un importante ensayo que titularon “Heráldica Militar Argentina”, editado a
sus expensas. Con una enjundiosa nota y gran generosidad la pusieran a disposición
del Ministerio de Guerra de entonces.
La obra causó profunda
admiración, al punto que José Figueroa Alcorta, quien se hallaba en ejercicio
de la presidencia de la Nación Argentina, dictó un decreto fechado el 5 de febrero de 1906 nombró a los citados para
completar el estudio y dio directivas que posteriormente permitieron editarlo.
En esta norma se estipuló que el Museo Nacional, el Museo Histórico Nacional,
la Biblioteca Nacional y el Archivo General, brindaran toda la colaboración que
se les pidiera. También se ordenó que el Arsenal de Guerra proporcionara un
dibujante y un fotógrafo, para llevar adelante las ilustraciones del caso. Por
lo demás se les asignó un secretario rentado, otros auxiliares y algún recurso
económico.
La obra en concreto
Así se hizo y llegado el
“Año del centenario”, 1910, se editó la gran obra titulada “Historia de los Premios Militares -
República Argentina”, en tres tomos profusamente ilustrados y con precisas
descripciones de cada distinción, además de referencias sobre los motivos que
las determinaron; tampoco se olvidaron recompensas en dinero, tierras, honras
fúnebres, placas, diplomas, monumentos y otras demostraciones. El Ministerio de
Guerra fue responsable de la cuidada edición.
Lo interesante es que,
además de muchas ilustraciones, se
transcriben las leyes, decretos y resoluciones que justificaron la creación y
adjudicación de estos premios, lo que aporta una perspectiva notable ya que nos
acerca a las motivaciones de cada uno. También se incluyen recompensas de Uruguay,
Chile, del Perú y varias de las acordadas por las provincias en tiempos de las
luchas civiles.
La repercusión fue extraordinaria
y la “Historia…” llegó a distribuirse en el exterior, con gran aceptación. Hoy es un clásico en toda biblioteca
con ciertas pretensiones y un invalorable aporte a la disciplina que estudia.
Con los años se
advirtieron algunos errores mínimos y la aparición de nuevas constancias documentales
reveló ciertas omisiones. Por ejemplo, nada dicen los autores respecto de la “Bandera
Nacional de la Libertad Civil” que entregó el General Belgrano a los jujeños
por su esfuerzo de guerra en las batallas de Tucumán y Salta. Nada empaña a los logros de la obra de
Mom y Vigil, para nada.
En lo personal hace muchos años que pude consultar la edición que hay en la Biblioteca Argentina “Dr. Juan Alvarez” (Rosario), bajo estrictas condiciones de préstamo a su salón de lectura. Aprovecho para destacar acá mi enorme agradecimiento a este verdadero depósito del saber que alimentó mi alma durante décadas.
Posibilidad de acceder
En los tiempos de la
comunicación y, transcurrido ya el plazo legal de los derechos de autor, el
Gobierno Nacional a través del SAIJ (Sistema
Argentino de Informática Jurídica) digitalizó los tres tomos con impecable
calidad y los pone a disposición de los interesados, quienes podrán gozar del
placer de leerlos, apreciarlos y aún bajarlos en forma de archivos virtuales.
Bajo estas consideraciones
me congratulo de poder difundir esta
posibilidad entre mis amigos y lectores, tal como agradecería yo que alguien
me anoticiara sobre similares oportunidades.
Más aún, existe hoy un cúmulo en expansión de interesados en Historia,
Derecho Premia y Militaria (páginas web, blogs, grupos de discusión, etc.) a
los que se podrá recomendar el acceso a la obra. Sin dudas que aquellos que lo
hagan recibirán un sincero
agradecimiento.
Para esto, bastará cliquear en los links que copio
más abajo y se desplegará cada uno de los volúmenes con toda su magnificencia,
bajo el universal formato PDF:
Tomo I: http://www.bibliotecadigital.gob.ar/items/show/1234
Más todavía
Alguien
podrá decir que el historiador Manuel Florencio
Mantilla fue un precursor en la materia y tendrá razón. Su obra “Premios
Militares de la Rep. Argentina” data de 1892, pero no contiene ilustraciones y su
método de abordaje es mucho más simple que la obra de Mom-Vigil. Encontré su
libro digitalizado por la Univ. de Austin (Texas), que puede bajarse del link
que ofrece Google Books: https://books.googleusercontent.com/books/content?req=AKW5QafzVfinTe6lgWvNw8Xy4UsKk6IjCcDFVeu6X0WRJ8N_bfR0n6cv07LXzYEFJi7jyia9MY3xKdN8Oj78GvETI8lJi-0cBU9F7y4suwJKCBzyyTSGNByfWqvPxbzFM40oXPrN6Mq2c7LOda9Ck2fufRnqH0ikFAoXNTMnxJeCiS1WeBvqzCeLDcDHTbAJLwvj415tSUSXMU5hBo8dmfJTESnsR0b_zin_EArCI76-voEL7x7aUWyhTIFLwGS0mTRAcmu2FI0bXBaq9f9QrBQI0LgE3zc_oKAVzz1WqEMfl1HVfggx1rY
[1] Me refiero a la "Conspiración de Alzaga", que bien pudo frustrar la libertad nacional en sus orígenes, pero que se descubrió a las autoridades gracias a la intervención del negro Ventura Ortega además ofreció donar unos $480 ganados con su trabajo de cómico, se le concedió una onza de oro que renunció a recibir y con ella se compró un fusil al que se grabó el nombre del donante (Reg. Nacional T. I, p.175)
[2] Se parafrasea acá la cita del decreto de noviembre de 1810, que
otorgó un escudo a los vencedores en la batalla de Tupiza o Suipacha, tal como realizara
el Cnl. Mom al presentar su primer ensayo.
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