Para todos los gustos + una invitación
Por Miguel
Carrillo Bascary
Aviso: En esta nota se insertan algunos diseños
representativos que no fueron seleccionados por su calidad vexilográfica, sino
que responden a un criterio aleatorio.
Desde que en Argentina se
recuperó el orden constitucional (diciembre de 1983) han adoptado enseñas
particulares, varios cientos de municipios
y comunas de un total superior a los 2.300, cifra que varía según diversos parámetros.
Estas experiencias presentan perfiles muy diversos que merecen el comentario panorámico que les ofrezco.
Tendencias
La experiencia de conjunto
indica que la mayoría de los vexilos
locales alcanzaron un buen arraigo en el sentir de las poblaciones, en muchos
otros la iniciativa se fue perdiendo casi insensiblemente en el tiempo y hoy
son pocos quienes recuerdan el diseño que un día saludaron con alegría.
Un muestreo de las trayectorias de los símbolos municipales revela que cuando su diseño ha quedado “muy
pegado” a la gestión que definió la bandera local su legitimidad se vio licuada
a futuro. Esto ocurre porque la población la asocia con un gobierno en
particular.
Con más de cuatro décadas
desde el año 1983 es posible verificar que el
fenómeno que implica la adopción de banderas de municipios y comunas se manifestó ampliamente en algunas
provincias, mientras que en otras es casi inexistente. En síntesis, el
afloramiento no fue para nada uniforme.
Hay provincias donde la
tendencia de adoptar banderas locales está generalizada y cuenta con plena vitalidad. Ellas son: Buenos
Aires, Córdoba, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe. Con un menor número se
encuentran: Catamarca, Corrientes, La Pampa y Santiago del Estero. Las que
presentan una proliferación menor son: Mendoza, Salta, La Rioja,
Chaco, Neuquén, Río Negro, San Luis y Santa Cruz. Por contraste, hay provincias refractarias a seguir el
derrotero, al menos hasta el momento; Jujuy, registra solo dos casos, Tucumán y
Formosa, tres.
Un caso particular es el de Tierra del Fuego,
Antártida e islas del Atlántico Sur, donde la pequeña ciudad de Tolhuin es la única con
bandera. Los otros tres municipio, Ushuaia, Río Grande y Puerto Argentino,
carecen de ella, bien que la segunda adoptó una hace muchos años aunque más
tarde la olvidó, mientras que la última se encuentra bajo la ilegitima posesión
del Reino Unido[1]
.
Bandera = identidad
Manifestar la identidad a
través de una bandera es un complejo
proceso social. Para que el símbolo sea verdaderamente representativo es necesario involucrar al mayor número posible de las
personas que forman la comunidad. También deberían acompañar las fuerzas vivas.
En el marco de la explosión de las redes sociales es muy oportuno; más aún,
fundamental, interesar a los creadores
de contenidos para que se involucren. El principal impulso supone el protagonismo de las autoridades locales
a través de alguna ordenanza o decreto que promueva el proyecto, serán ellas a
las que les corresponde sostenerlo a lo largo del tiempo, más allá del término
de la gestión bajo cuyo mandato se concretó la elección. Esto último es particularmente crucial.
La inmensa mayoría de las banderas locales que hoy flamean en
Argentina se definieron a partir de concursos
donde intervinieron los escolares. Esto puede parecer a priori muy simpático,
pero no deja de ser una pauta de
exclusión que inevitablemente empobrece el producto final. Lo ideal es que
se invite a presentar iniciativas a todos
los vecinos y a quienes acrediten haber nacido en el lugar, aunque ya no vivan
ahí. También a los residentes que estén fuertemente enraizados en la localidad.
Nada impide que en la convocatoria se ponga especial énfasis en motivar a los escolares.
Hay casos donde se premió al ganador con una modesta suma de dinero, por lo general se considera que es un aporte ad-honorem. Tratándose de jóvenes estudiantes también se cuentan equipos de computación para la escuela o una excursión para el curso.
Por lo general los requisitos para presentar propuestas
han tenido características diversas. Se revela como un error que sean extensos
y complejos, corresponde que sean amplios
y fáciles de interpretar.
Cabe señalar como un valor
que los reglamentos de concursos habiliten una intervención profesional que
permita optimizar la propuesta ganadora,
introduciéndole pequeñas modificaciones acordes a las pautas vexilográficas o aquellas
que faciliten la posterior reproducción. Eventualmente es válido especificar
que las mutaciones deberán ser admitidas por el/la autor/a. A tenor de la
información recibida esta anuencia siempre fue positiva.
Afortunadamente los organizadores
suelen poner a disposición de los interesados algún tipo de información general sobre las pautas vexilográficas
que deberían seguir las propuestas; aunque no ocurre en todos los casos. En otros
han sido mínimas, francamente. La elaboración de este material tiene que ser
muy cuidadosa ya que su influencia puede llegar a ser considerable. Un análisis
de la realidad revela que las bases de
los concursos se van copiando de ciudad en ciudad, con resultados cuando
menos dispares.
Lamentablemente las recomendaciones
técnicas generales no han sido debidamente seguidas, fruto del desconocimiento
general de la metodología. La certeza de
esta manifestación se comprueba con solo analizar los diseños resultantes.
Los hay para todos los gustos.
Observaciones sobre los diseños
Desde la técnica
vexilográficas los resultados son muy
dispares, los hay algunos muy logrados, pero otros (quizás la mayoría),
presentan serios problemas. Los demasiados complejos conspiran contra las
posibilidades de reproducción y de afianzamiento en la población. Otros muchos comportan
diseños francamente espantosos.
Podrá parecer un muy duro este calificativo, pero es objetivamente merecido,
claro está que uno de los principios de la Vexilología demanda que se respete a
la decisión popular, pero esto no es suficiente para cambiar la calificación.
Uno de los principales
defectos es el de sumar cantidad de
emblemas al paño, sin considerar que cuando se lo mira desde cierta
distancia no pueden distinguirse, esto se agrava cuando la bandera está izada.
Debe advertirse, además, que hay ciudades que incluyen fotografías en sus banderas, una grave patología vexilográfica. Otras llevan sus escudos cívicos a los paños, un criterio que en algunos casos puede justificarse por razones históricas pero que la Vexilología moderna cuestiona. También se encuentran diseños asimétricos que no pueden traducirse en el reverso.
Incluso, pueden citarse algunos
que incorporan a la Bandera nacional y a las de provincias, verdaderas tautologías gráficas, que carecen de
todo sentido. Las particiones extravagantes
de los paños son otro defecto notable.
En materia de colores
corresponde que se definan conforme a escalas
cromáticas internacionales, esto solo lo podrán concretar los técnicos en
diseño que intervengan para elabora el modelo patrón elaborado desde la
iniciativa ganadora.
En proporción la presencia
del celeste y blanco es la que cuenta
con mayores preferencias entre las enseñas locales que hoy existen. No faltan
algunas que plantean tonos que no están disponibles en la industria, con lo que
para elaborar la bandera se deben adaptar los disponibles.
No es poco habitual que se
acierte en la elección de colores pero que surjan equívocos de bulto en lo que hace a las cargas. Entre las más comunes se encuentran: el Sol, las
estrellas, los surcos y las vías ferroviarias. Algunos diseños suman elementos
tecnológicos (vehículos, maquinaria, instrumentos) condenados de por sí a dar
una imagen vetusta a poco que la evolución del progreso les otorgue una pátina
de caducidad.
La Naturaleza se hace presente en muchísimas de estas banderas, tanto
a nivel de particiones, como de elementos vegetales, animales, hídricos y
orográficos. Al respecto habrá que cuidar que los primeros se
correspondan con los que existen en la región, en más de una ocasión utilizan
modelos foráneos levantados de Internet.
Es una fortuna que existan
pocos ejemplos que incorporen leyendas y
cifras, una característica muy común en los Estados Unidos. Esto hace que
la bandera se confunda con un isologo o imagotipo publicitario.
También debería
especificarse lo atinente a las proporciones
del paño, un aspecto que inadvertidamente suele dejarse a los proveedores
del vexilo, quienes motu proprio
suelen asignarles los que corresponden a la Bandera nacional, con lo que no
suele presentarse mayores problemas.
Donde se destaca netamente
el desconocimiento de Ceremonial y la Vexilología
de los proyectos destinados a dotar de una bandera a los municipios y comunas
argentinos es en materia de accesorios.
Solo una pequeñísima minoría tiene presente la necesidad de dotarla de una
corbata, de un tahalí y de las bandas de escoltas. No es cuestión de improvisar
cuando llege el momento de presentarlas. En cuanto al asta, la moharra y los
pies-soportes, cabe entender que serán los que dispone el Decreto nacional
Nº1.650/ 2010 para la Bandera Oficial de la Nación, pero, para evitar toda duda
nada costaría hacerlo explícito en el texto de la ordenanza.
Otra omisión destacada es
la falta de provisión sobre cómo se asignarán los roles de abanderados y escoltas que llevarán la bandera local en los actos y
ceremonias. No debería ser así, son funciones
de honor que no admiten improvisaciones. Debe tenerse presente que estas personas
representarán a toda la comunidad.
Las enseñas de ciertas
provincias parecen definir cierto estilo
en común pero todavía es prematuro definirlo ya que hay muchas poblaciones
que todavía no se han dado banderas. Tengo presente a La Pampa y a Santa Cruz.
Cierro estas líneas
advirtiendo que existen numerosas
banderas de municipios y comunas cuyo diseño desconozco, por esta razón las
conclusiones compartidas podrían llegar a modificarse al aumentar la base de
datos.
Sobre los jurados
Otro punto fundamental del
proceso radica en la composición del
jurado. El número de sus integrantes no puede ser numeroso, un aspecto en
el que suele coincidirse. En cuanto a sus calificaciones
hay experiencias a granel. Es evidente el intento de buscar personas consustanciadas con la historia y
la vida de la comunidad y que también cuenten con reconocimiento general a
consecuencia de su trayectoria de vida o de su función como referentes sociales. A esto debería
sumarse la competencia profesional,
lo que no siempre se ha podido lograr.
Aquí es que, con el debido
pedido de perdón a los profesionales dedicados a la Publicidad, no veo que deba asignárseles participación, salvo las
lógicas excepciones que siempre pueden darse. Es que las banderas tienen una filosofía diferente a los elementos
publicitarios, por esto deben responder a los cánones de la Vexilografía.
Tampoco tengo nada contra los artistas
plásticos, todo lo contrario, pero ocurre que los vexilos no son de por sí
obras de arte, sino que su reproducción repetitiva e inalterable posee una
vocación de futuro. Menos todavía cabe buscar a especialistas en Heráldica una disciplina diferente a la
Vexilología, aunque tengan puntos en común. Formulo estas particulares
manifestaciones porque son numerosas
las representaciones de estas profesiones en los tribunales evaluadores.
Lo adecuado es que del
jurado participen personas con
experiencia en Vexilografía o, al menos en Vexilología. No lo expreso por
un interés personal, pero es obvio que si se busca construir una casa no se
recurrirá un especialista en camping. Es cierto que los calificados en tan
especiales materias son pocos en el país y que es difícil que residan en la
ciudad que busca darse un emblema. Para solucionar la situación bien se podrá nombrar a un profesional en
Vexilología que participe a la distancia vía Internet, bien sea como jurado
o como asesor externo del mismo. Esta presencia es perceptible en las
convocatorias a diseñar las banderas de las ciudades de mayor importancia, no
ocurre igual respecto de las más pequeñas, quizás porque se desconoce que
existen estas disciplinas. La excepción es la provincia de Córdoba donde existe una particular conciencia por
buscar asesoramiento especializado, se constituye así en un modelo válido que bien podría seguirse
en otras.
La praxis revela también
lo negativo de que en numerosos tribunales evaluadores predominen los funcionarios políticos, a lo sumo su
presencia debería ser mínima, pero no lo es. Lo indicado es comprender que
dictaminar sobre la materia no es una decisión de política partidaria, con todo
lo que ello implica. En no pocos casos se advierte que el peso de las mayorías
en la representación inclina la decisión por una u otro propuesta. También
existen casos donde la figura más encumbrada impone su decisión personal
amparado en el poder que detenta.
Un dato de la realidad
radica en la idiosincrasia de algún
jurado que, si bien puede ser una persona muy representativa tiene
cualidades personales presentarán problemas. Entre ellas, el considerarse
“especial”, ciertos rasgos de autoritarismo, falta de empatía para con las opiniones
de otros miembros y similares. De esto es factible que derive en conflictos o
genere reticencia en otros miembros llegado el momento de decidir a cuento de
que, “¿cómo vamos a contradecir a …, podría ofenderse?” Se podría abundar al
respecto, pero me parece que se comprenderá lo que intento dejar plasmado.
Culminando
- Las banderas que hasta el momento han adoptado los municipios y comunas de Argentina presentan un panorama muy irregular.
- En estas breves líneas he intentado aportar una visión de conjunto, pero para hacerlo a ciencia cierta será necesario contar con una información más acabada que permita elaborar instrumentos de constatación adecuados.
- Entiendo que la temática puede ser de interés para los vexilólogos o sociólogos, pero mi experiencia indica que en el microcosmos del que resulta la adopción de estos vexilos pareciera que no existe mayor voluntad de llevar adelante el proceso con los recaudos que demanda la Vexilología.
Invitación a los lectores de este Blog
Tengo mucho gusto en invitar a quienes gusten de colaborar en el proyecto de recopilación de imágenes de banderas de municipios y
comunas que llevo adelante.
Podrán hacerlo aportándome
archivos en los formatos disponibles (JPG, JPEG, WEB, PNG, GIF, WORD o PDF) o
bien, algún link que me lleve a la fuente donde los diseños estén publicados. También
sería útil conocer la identidad del/ la autor/a, el año en que se oficializo la
enseña y cualquier otro dato que juzguen de interés. Tendré mucho gusto de dar
a conocer estos vexilos con la correspondiente
cita del/la corresponsal.
Podrán comunicarse al correo seminariodesimbolos@gmail.com, al wsp +54 9
341 6299664, o al medio de contacto que les resulte cómodo.
[1] La Asamblea General de las Naciones Unidas califica tal ocupación como una condición de coloniaje mediante la Resoluciones 1514 (XV) de 1960 y 2065 (XX) de 1965 (Ref.: https://www.iri.edu.ar/publicaciones_iri/IRI%20COMPLETO%20-%20Publicaciones-V05/Publicaciones/I2/I2-2A.htm y https://www.iri.edu.ar/publicaciones_iri/manual/Malvinas/RESOLUCION%202065.pdf
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