Un templo de argentinidad
Por Miguel
Carrillo Bascary
El 9 de julio se
conmemorará un nuevo aniversario de aquel día de 1816 en que se declaró la independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica, fecha
excelsa de todos los argentinos. Eran tiempos difíciles, seguramente mucho más
que aquellos por los que transcurrimos hoy. A despecho de los intereses de
sector, de la amenaza internacional y de sus propias contradicciones se
dispuso formalizar la decisión que venía macerándose en la lucha desde el
lluvioso mayo de 1810.
Fue marco de la solemne
declarcion un humilde salón, formado en
el adobe telúrico, enmarcando las toscas baldosas, con sus aberturas azules
talladas a fuerza de hachuela. Un ámbito donde 29 hombres de toda condición llegadsos desde los más lejanos rincones de la Patria asumieron el compromiso de
representar a sus pueblos de origen y ahí, reunidos frente a una mesa prestada, presidida por un
crucifijo[1],
símbolo de su fe y testigo de las trascendencia del acto, proclamaron la
libertad como principio de vida.
Ese instante sublime hizo historia, y cada momento posterior marcó el devenir del pueblo
que pocos días después y por intermedio de sus representantes, eligió por
divisa la enseña que se venía usando hasta entonces. La que hoy reconocemos
como Bandera nacional, únicos
colores capaces de superar cualquier grieta en la dimensión de las emociones
que impulsan el grito que sale de todos los pechos: ¡¡¡¡¡¡AR-GEN-TI-NA!!!!!!
Más de dos siglos después del histórico 9 de julio de 1816 en que se proclamó que “las provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli” a lo que diez días más tarde se agregó “… y de toda otra dominación extranjera", desde Tucumán se intenta llegar a un consenso pluralista que nos abarque a toodos.
Con justicia, la ciudad de “San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de
Promisión”, tal el nombre con que se fundó el 31 de mayo de 1565, es
conocida como la “cuna de la
independencia nacional”. En 1813 sumó el apelativo de ser el “sepulcro de la tiranía[2]”. Estos son títulos de honor imperecedero en los que los argentinos nos vemos reflejados.
Testigo de aquel 9 de
julio de 1816 es el salón donde se expresó esa resolución, culminando así semanas
de debates, acuerdos y disensos sobre la forma en que debía concretarse. Fue
entonces que esos 29 hombres dejaron escrito:
“… invocando al Eterno que preside el
universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos,
protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que
regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es
voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos
vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que
fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e
independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli”.
La historia siguió su
curso hasta el presente que nos reúne sobre la piedra angular de la Constitución que define un
estado de matriz federal en una nación conciente de su destino común, a despecho de naturales diferencias de sector.
No presidió el recinto ese escudo que nos plantean las
imágenes reconstruidas con propósitos didácticos, sino
una humilde cruz, colocada sobre una mesa prestada, circunstanciales testigos
del nacimiento de la Patria en tan humilde cuna. Entre ellas y como ejemplo les presento las siguientes:
La decisión que fue
recibida con júbilo indescriptible
por aquella Tucumán. Días después, ese mismo Congreso General se
pronunció en el siguiente párrafo que signó su presidente, el doctor Francisco
Narciso de Laprida[3]
y avaló su secretario, el Dr. Juan José Paso[4]:
“Elevadas las provincias Unidas en Sud
América al rango de una nación, después de la declaratoria solemne de su
independencia, será su peculiar distintivo la bandera celeste y blanca de que
se ha usado hasta el presente, y se usará en lo sucesivo exclusivamente en los
ejércitos, buques y fortalezas, en clase de bandera menor, ínterin, decretada
al término de las presentes discusiones la forma de gobierno más conveniente al
territorio, se fijen conforme a ella los jeroglíficos de la bandera nacional
mayor. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación”.
Aquella casa levantada hacia
1760 pasó por distintas vicisitudes, con toda justicia se la conoce como la “Casa Histórica de la Independencia[5]”.
En 1903 su decrepito estado general llevó a su demolición, preservando el salón donde tuvo lugar el trascendental acto. Como
testimonio del pasado argentino, en 1941 fue declarado monumento histórico nacional[6],
y al año siguiente comenzó su reconstrucción[7]
que finalizó dos años más tarde.
Según fotografías de comienzos
del siglo XX, el interior del salón no contuvo
originalmente a la Bandera oficial de la Nación. Queda pendiente una
investigación determine cuándo vino a sumarse. Los testimonios más recientes
son discordantes.
Desde hace pocas semanas,
el ambiente presenta una trascendente
novedad, con la incorporación de la Bandera
Nacional de la Libertad Civil, “símbolo patrio histórico”, como la reconoció
la Ley nacional Nº27.134 en el año 2015.
Para quienes no lo
conozcan, este emblema constituye el testimonio material con que el general Belgrano reconoció el
sacrificio del pueblo de Jujuy en las aciagas jornadas de 1813 y los esforzados
triunfos en las batallas de Tucumán y Salta. Fue preservado por los jujeños y
hoy goza es reconocida por todos los argentinos. El término “libertad civil” es una antigua forma de
referirse al concepto de estado de
derecho[9],
pauta de vigencia universal. La pieza original se guardó desde 1927 la Casa de
Gobierno de la provincia de Jujuy. Desde el año 2021 se halla en el centro de interpretación
que forma parte de la sede gubernamental.
La visual de este símbolo en el “Museo Casa Histórica de la Independencia[10]”,
tal su nombre formal, es una reivindicación de enorme trascendencia. Instalarla
en su recinto central fue de las primeras disposiciones que adoptó a poco de
asumir su actual director, el Dr. José María
Posse[11].
Con esta decisión, las decenas de miles de argentinos
que desde el presente ingresen al sagrado recinto podrán ver la Enseña Nacional y a la Bandera Nacional de la Libertad
Civil junto a la mesa que recuerda que allí se firmó el acta de nuestra
independencia. Sobre la pared del fondo, en el centro métrico del recinto,
resalta un antiguo crucifijo que expresa
la decisión que los congresales plasmaron en el Acta del 9 de Julio cuando invocaron
“… al Eterno que preside el universo en
nombre y por la autoridad de los pueblos” que representaban.
La instalación de este vexilo también es un acto de justicia si se observa que,
desde la aprobación de la Ley Nº27.134 en 2015, que le reconoció como símbolo, anteriores
gestiones a cargo del Museo inexplicablemente hicieron caso omiso a reiterados pedidos para que fuera mostrada.
La pieza que hoy se muestra en tan significativo sitio
tiene una plusvalía ya que fue donada
por el Instituto Nacional Belgraniano[12]
cuyo titular es el Lic. Manuel Belgrano, descendiente directo en quinta
generación del prócer de nuestra independencia, a raíz de un pedido que le
realizó el Dr. Posse.
La forma en que se disponen ambos vexilos es adecuada
a los cánones del protocolo de banderas,
pues se reconoce primacía a la Bandera Oficial de la Nación. Ambas tienen sus
accesorios reglamentarios, como resulta de las fotografías mostradas.
En ocasiones solemnes ambas enseñas son custodiadas por efectivos con uniforme de época correspondiente al Regimiento 10 de Montaña “Gral. Racedo[13]”, en las ceremonias son acompañados por la Banda Militar “Sargento Primero Pedro Bustamante”.
En forma concomitante, en la sala donde se referencian las luchas en el Norte argentino acaba de rescatarse un ejemplar enmarcado de la histórica bandera que corresponde a la versión oficializada como enseña oficial de la provincia de Jujuy[14], la misma tiene un diseño anterior al que fijó la Ley Nº5.772[15] que la regula. La pieza se encontraba en la reserva técnica del Museo, donde permaneció por años
Lejanos precedentes
No es este el primer vínculo entre la Bandera Nacional
de la Libertad Civil y la Casa Histórica. Fue
en1898 que la reliquia histórica se expuso en Tucumán, durante una escala rumbo
a su destino en la ciudad de Rosario, hacia donde se la llevó en tren para
enaltecer la colocación de la piedra
fundamental del Monumento a la Bandera Nacional que se intentaba en memoria
de su primer izamiento. La comitiva oficial que la transportaba descendió del
tren y fue recibida por el progresista intendente tucumano Zenón Santillán (1849-1910)
acompañado de una nutrida comisión. El pueblo tucumano se encolumnó en el trayecto
para brindarle su reconocimiento y luego desfiló ante ella. A su regreso, el
símbolo recibió idénticas demostraciones.
Incluso hubo una tercera
ocasión en que la histórica Bandera visitó el “Salón de la Independencia”.
Fue julio de 1906, cuando Argentina
celebraba los primeros noventa años de tan solemne declaración. Para entonces
las malas condiciones edilicias de la Casa determinaron su demolición, ocurrida
en 1905, con la debida preservación del Salón,
sobre el que se construyó un templete de acero y vidrio, muy a la usanza de
aquellos tiempos. Se escribió respecto del acontecimiento[16]:
“Allí se la veneró con sensibles muestras de
entusiasmo. Una verdadera lluvia de flores señaló su periplo. Otra vez se la
expuso en el histórico salón donde se declaró la Independencia. Ante ella
desfilaron los tucumanos y otros argentinos venidos desde todo el país. Cuenta
la crónica que la solemnidad fue realmente impresionante; miles pasaron ante la
reliquia, los hombres con sus cabezas descubiertas, como si fuera un objeto
sagrado compusieron una escena tan grandiosa y humilde “como un pesebre de
Belén”.
Además del citado, en representación del pueblo de Jujuy acompañaron entonces a la
reliquia cívica: el gobernador de esta provincia, Benjamín Villafañe, junto a Manuel
Buitrago, Julio Carrillo, Carlos González Pérez (senador de la Nación), Gabriel
Carrillo, Ricardo López Iriarte, Eulogio Solari, Genaro González, Arturo
Mendoza y Manuel Carrillo. Se sumaron a la comitiva muchos estudiantes jujeños,
que con los años tendrían señalado protagonismo, entre ellos: René Buitrago
(como presidente de los jóvenes), Miguel Zenarruza, David Carrillo, Domingo
Baca, Adolfo Meyer, Julio Wiaggio, Raúl Bertrés, Ernesto Claros y David Arias.
La ocasión se encuadró en un amplio programa de festejos sobre el que abundaré próximamente.
También concitó la adhesión de grupos de estudiantes llegados de diversos
lugares de país, deseosos de participar en tan especial reconocimiento. Valga
como ejemplo que desde la ciudad de Rosario se sumaron veinte alumnos de la
“Escuela Nacional de Comercio” y un grupo de profesores; también arribaron
desde otros puntos del país. Para conmemorar estas peregrinaciones patrióticas
se acuñó una medalla que se muestra:
Conclusiones
- No corresponden a la verdad histórica las imágenes que intentaron reconstruir la escena en que se declaró la independencia nacional, donde aparece un escudo similar a los usados desde 1813.
- Es válido que en el salón donde se proclamó la independencia esté presente un ejemplar de la Bandera argentina ya que ella representa tanto a la Nación como al gobierno que la misma se ha dado.
- El acompañamiento a la Bandera Oficial que presta un ejemplar de la Bandera Nacional de la Libertad Civil en la sala principal del “Museo Casa Histórica de la Independencia” es un hecho justo, pertinente y muy oportuno.
- La exhibición que se concreta de esta manera repara la inexplicable omisión que persistió por casi una década.
- Las condiciones de presentación de ambos vexilos son las adecuadas al protocolo.
- La presencia de la histórica reliquia cívica en el lugar y su público reconocimiento a cargo de las autoridades y pueblo de Tucumán aportan legitimidad al símbolo y a la exhibición en curso.
Notas y referencias:
[1] El crucifijo fue retirado del Salón de la Independencia en el año 2016, inmediatamente surgió una amplia repulsa popular lo que determinó que las autoridades del Museo lo restituyeran a su lugar.
[2] Así la consideró el general Manuel Belgrano en el oficio que dirigió al gobierno el 29 de septiembre de 1812 donde le informaba sobre la victoria obtenida en Tucumán cinco días antes.
[3] Nacido en San Juan, en 1816 contaba
con solo 29 años de edad.
[4] Su nombre era el de Juan José
Esteban del Passo, porteño, de 58 años al declararse la independencia.
[5] Es erróneo llamarla “Casita
de Tucumán” como se la conoce comunmente en la capital Federal, en las provincias del
Litoral y en la Patagonia.
[6] Decreto Nº98.076/ 1941.
[7] Ley Nº12.640 (1940) y Decreto
N°102.303/ 1941.
[8] Foto de la web del Inst. provincial
Mixto “San Agustín”: (Córdoba): https://institutosanagustin.com.ar/9-de-julio-dia-de-la-independencia/
[9] En pocas palabras indica que
los gobiernos no deben realizar su gestión según sus propios designios, sino
que están obligados a conducirse según lo marcan la Constitución y las leyes en procura del bien común, respetando los derechos fundamentales de los
habitantes.
[10] Depende de la Secretaría de
Cultura del Gobierno Nacional.
[11] Es abogado, historiador, columnista
del diario “La Gaceta”, miembro del Instituto Belgraniano de Tucumán, del Centro de
Estudios Genealógicos de Tucumán y delegado del Instituto Nacional Browniano, fue Director de Patrimonio Histórico y Cultural de la Municipalidad de Yerba Buena,
impulsó el proyecto que busca se declare “héroe nacional” a Bernabé Aráoz y es promotor de la “Ruta de la Independencia”. Algunos de sus libros:
[12] Se trata de una entidad de
carácter oficial, dotada de autonomía académica, que acaba de cumplir 80 años
de actuación velando por mantener vigente el testimonio de la vida del general
Belgrano y su legado para las nuevas generaciones.
[13] De conformidad a los dispuesto por
la Ley Nº24.024: https://www.senado.gob.ar/parlamentario/parlamentaria/101220/LEY%20%20%28Texto%20Sancionado%29%20-%2024024/descargarPdfParla
[14] Así lo dispuso la Ley provincial Nº4.816 de 1994: https://boletinoficial.jujuy.gob.ar/?p=56230
[15] Fue sancionada en el año
2013: https://boletinoficial.jujuy.gob.ar/?p=61166
[16] Carrillo Bascary, Miguel. La Bandera Nacional de la Libertad Civil, su historia y su pueblo.
Instituto Belgraniano de Jujuy. San Salvador de Jujuy. 2ª. Edic. 2018.
[17] En algunas publicaciones de la
época consta que “la bandera se colocó
sobre la mesa donde se firmó la declaración de la Independencia”, pero las
fotografías preservadas la muestran contenida en su caja/ vitrina; además el
mueble original se encuentra en la sacristía del templo de San Francisco, en
Tucumán.
[18] Era de una familia con amplia actuación en la historia de Jujuy. Nació en su ciudad capital en 1854 y
falleció en la finca que tenía en Yala, en el año 1935. Es autor de la primera obra histórica de carácter regional, Jujuy provincia federal argentina– Apuntes
para su historia civil, editado en 1877. Alto magistrado, docente, catedrático
en la Universidad de La Plata, vicerrector de la misma, naturalista de nota,
promotor del desarrollo económico y social de su provincia, poseía profundas convicciones religiosas y tuvo una rica vida de familia. Más
información en: https://banderasargentinas.blogspot.com/2021/07/dia-del-historiador.html
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