domingo, 30 de junio de 2024

La familia rosarina que alojó a Belgrano

Lo que nos cuenta el Censo de 1815/6

 
Manuel Belgrano y María Catalina Echevarría de Vidal

Por Miguel Carrillo Bascary

A comienzos del siglo XIX, cuando la Patria sumida en entre la lucha armada y limitaciones de todo tipo, los ejércitos no contaban con sistemas logísticos para atender a sus necesidades. Se les hacía forzoso “vivir del territorio” lo que se traducía en confiscaciones de elementos, impuestos de guerra y requerimientos de servicios a la población civil.

En febrero de 1812 el entonces coronel Manuel Belgrano llegó al pequeño poblado de Rosario y tanto él como sus oficiales fueron alojados en las casas de los rosarinos que se prestaron a esto. Era lógico, considerando que en el lugar no había cuarteles.

La tradición oral conserva que habitó en la casa de familiares de su amigo el Dr. Vicente A. Echevarría, ubicada en la hoy esquina de las calles Córdoba y J. M. de Rosas, a pocas decenas de metros del lugar donde ya se estaba trabajando para levantar la batería “Libertad”, lugar donde hoy se emplaza el Monumento Nacional a la Bandera. Era un sitio inmejorable que permitía a Belgrano controlar el avance de la obra.

Ahí en una típica casa de gruesas paredes de adobe, tirantería labrada con hacha y techo plano de tejas[1], habitaba la familia Tuella formada por el maestro Pedro[2], convencido español, y su esposa Nicolasa Costey. El matrimonio había amparado a los hijos menores de su amigo, el vasco Fermín Xavier Echevarría y de Thomasa de Acevedo, rosarina, cuando estos fallecieron[3].

Hacia 1812, María Catalina Echevarría, nacida en 1784, habitaba con sus ya ancianos padres adoptivos a quienes cuidaba, al par que atendía su negocio que funcionaba en el lugar. Había contraído matrimonio con Juan Manuel Vidal, el 26 de septiembre de 1810, era madre de su primera hija, Josefa; encontrándose embarazada de su segundo, al que bautizarían como Pedro.

Regía al país el Director Supremo nombrado por la Junta de Observación. En mayo se sancionó el Estatuto Provisorio de 1815 que disponía levantar un censo en todo el territorio y, sobre la base de su resultado elegir representantes al gobierno. En el partido de los Arroyos donde se encontraba comprendido la capilla de Nuestra Señora del Rosario, nombre que recibía el poblado, el censo se comenzó a fines de 1815 y quedó cerrado el 16 de enero de 1816 bajo responsabilidad del alcalde de hermandad Bernardino Moreno. Sus originales obran en el Archivo General de la Nación[4].

Del mismo resulta que el inmueble habitado por la viuda de Tuella y la familia Vidal-Echevarría quedaba en la manzana 5ta., comprendida por las hoy calles Córdoba, J. M. de Rosas, Rioja y Buenos Aires. Como era lógico el censista tomó como cabeza familiar a Doña Nicolasa Costey, originaria de Montevideo, de 66 años, salvo indicación expresa todos los otros eran nacidos en Rosario. Quedaron censados también a: [Juan] Manuel Vidal y Lucena, quién declaró ser empleado, de 31 años, casado con [María] Catalina Echevarría, de 30; padres de [María] Josefa [Antonia], de 5; Pedro, de 3 y [María] Manuela [Josefa], de 5 meses.

También habitaban la propiedad los cinco esclavos de la familia: Juan José, nacido en Angola, negro, de 40 años, Victoriana, parda, de 37; Francisco Antonio, pardo, de 26, zapatero; Josefa, parda, de 23, y Faustino, pardo, de 19 años. Juan José y Victoriana estaban casados. Finalmente encontramos un decimosegundo habitante de la casa, el negro Matías, nacido en Benguela, Angola, de 31 años, liberto al servicio de la casa. Por su condición no se registraron sus apellidos, aunque puede suponerse que llevaban el de la familia, tal como era usual.

Salvo los niños más pequeños, con ellos convivió Belgrano desde su llegada a Rosario, ocurrida el 7 de febrero de 1812 y el 3 de marzo, en que partió rumbo al Norte para hacerse cargo del Ejército Auxiliador del Perú.



Notas y referencias

[1] Subsistió hasta la primera década del siglo XX.

[2] Tuella (Huesca, 1738 – Rosario, 1814) había sido maestro y funcionario de la administración hispánica, un hombre culto que también ejercía el comercio en el lugar.

[3] Fermín fue muerto por una partida de indios en 1783 y Thomasa falleció en 1786.

[4] Para componer esta nota me baso en la investigación de Wladimir Mikielievich, “Rosario en 1816”, publicado en el Anuario del Instituto de Investigaciones Históricas, Nº9. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Rosario.

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