Para honrar a nuestra canción patria
Por Miguel Carrillo
Bascary
Hoy, 11 de mayo, se
conmemora el “Día del Himno Nacional Argentino” recordando la fecha del año
1813 en que la Asamblea General Constituyente, aprobó como “canción patriótica”
los versos compuestos por Vicente López y Planes a los que Blas Parera Morat puso
música.
Poco se tiene presente que
el Himno es un símbolo compuesto,
formado por dos elementos: la letra y su música. Esto, que parece obvio,
tiene una gran implicancia, aunque cuando se lo ejecuta en los actos públicos
parece olvidarse.
Identificamos como problema que, terminada la entonación de los versos, el
público irrumpe en aplausos, sin reparar que la música continúa con varios
compases. Tal apresuramiento es
formalmente equívoco e implica una falta de consideración para con el símbolo.
Lo que corresponde es aguardar hasta que
los sones musicales se extingan para, entonces sí, comenzar con los
aplausos.
La errónea costumbre que
reseño está enormemente arraigada, lo que no implica que deba ser aceptada,
todo lo contrario. Como una señal de
respeto por la integridad de la composición es necesario que los
organizadores hagan todo lo posible para que se cumpla con las buenas practicas.
El procedimiento es muy
sencillo, bastará que cuando el maestro de ceremonias anuncie que se entonará
el Himno lo haga con las siguientes palabras, que pueden adaptarse al gusto de
quien las pronuncia:
“Seguidamente entonaremos el Himno
Nacional, recordamos que corresponde aplaudirlo cuando se haya escuchado la última nota musical”.
El otro problema se refleja en la inveterada tradición que el Himno
Nacional se ejecuta inmediatamente después de haberse izado la Bandera nacional
o cuando se haya posicionado en el recinto la enseña de ceremonia, dando
comienzo a los actos conmemorativas de las fechas patrias y eventos similares. Ahora
bien:
¿por qué se encara en este momento?
¿qué sentido tiene cantar el Himno?
Trataré de explicarlo brevemente. Tanto las dos banderas nacionales como el Escudo son símbolos físicos, materiales, se manifiestan por sí mismos. En cambio, en el Himno, su materia radica en los sonidos de la música y de las voces. Físicamente se percibe mediante la audición, pero no con la vista, con lo que se abre una dimensión complementaria de la realidad.
Al cantar y escuchar el
Himno los presentes asumen una participación activa, sus voces son un canal sensitivo que los unifican en los sentimientos que expresa. Acá radica la importancia del Himno Nacional, ya que expresa
que los presentes forman y se reconocen como una comunidad.
Es una suerte de oración cívica en la que todos los
argentinos nos hermanamos recordando nuestro pasado, vivenciando el presente y
proyectándonos hacia el futuro. Nada
mejor entonces que cantar el Himno en el inicio de las ceremonias, lo que
explica que abra los actos.
Precisamente, por esta
causa es que desde 1942 se estipuló adoptar la tonalidad de “si bemol” que se adapta a la mayoría de las voces.
Veamos ahora el tercer problema. Como un intento de “dar mayor brillo” al acto se ha
difundido que una/a solista, seguramente dotado/a de maravillosa voz entonen el
Himno Nacional. En ocasiones un coro hace lo propio. Ante este protagonismo los
presentes permanecen en silencio, algunos deleitándose con esas voces
privilegiadas, otros adoptan actitudes de indiferencia, como si se aislaran en
su individualidad.
Sin dudas que la intención
de los organizadores es muy buena, también es obvio que todos gozamos al
escuchar a los dotados, pero a poco que se reflexione sobre lo expresado en
párrafos anteriores la abstracción del
silencio es contraria a la función del símbolo, generar un espíritu común.
¿Cómo resolver este aparente conflicto? También es simple, corresponde que los presentes
tomen al solista como guía y que lo acompañen con sus propios canticos, de
manera que se genere una “segunda voz”
que de marco a la que conduce.
Si se tienen presentes estas circunstancias y aplica lo explicado a superarlas se vitalizará la simbología con que todos percibimos al
Himno nacional. Una tarea particularmente indicada para ceremonialistas y organizadores de eventos.
Conclusiones que son aplicables a otras canciones con similares funciones, particularmente las que se desarrollan en ámbitos educativos.
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