Un recurso valioso
Por Miguel Carrillo Bascary
Entre las mil y una
demandas que plantea el Ceremonial se encuentra la oportunidad de emplear
pequeñas banderas que habitualmente se conocen como “de mesa” o·de escritorio”,
aunque también suelen presentarse en tribunas, atriles y ambones. Sobre ellas
trata esta nota.
Un chispazo de emoción
Al encarar este tema lo primero que podríamos pensar es, ¿porqué utilizar este tipo de banderas? ¿qué sentido tiene? Inmediatamente, sin que se requiera ninguna explicación, vienen a nuestra memoria cientos de imagenes de estas banderas en miniatura, integrantes silentes de espacios institucionales y reuniones multisectoriales. Solo este uso y costumbre podría validar que se continúen usando, actualizando la clásica expresión del quietismo y la rutina: ¿porqué cambiar si siempre se hizo así ?.
El caso es que la remanida frase me causa un rechazo visceral, creo que muchos lectores coincidirán en esto. El Ceremonial no es una disciplina fosilizada sino que cambia a la luz de los tiempos, sin afectar sus raíces pero renovando sus rituales. En este entorno las preguntas del principìo cobran pleno valor, por lo que intentaré responderlas.
La praxis indica que en los ámbitos institucionales la presencia de banderas de ceremonia o de sitio se impone. Nos resultan emocionalmente necesarias y su ausencia remarca una falta que verdaderamente incomoda. Existe una tendencia natural, insensible, liminar, de verlas allí, solemnes, rodeadas de un aura inmaterial que las justifica. Pero también pasa que el gran público las percibe lejanas, intocables, frías.
Por contraste, las banderas pequeñas son más familiares, las sentimos cercanas, amigables, simpáticas. Actualizan el significado que entrañan pero de ellas emana una sensibilidad especial. ¿Será que recordamos cuando nuestras manitas de niños las agitában en ocasión de las fiestas patrias? Algo de eso parece haber, perdido en los circunloquios de nuestras mentes.
Cuando un expositor extranjero sube a la tribuna para su presentación y allí, sobre esa circunstancial pequeña mesa de trabajo, encuentra una pequeña bandera de su nación, inmediatamente despierta su alegría. Es como si se sintiera amparado, sostenido por sus conciudadanos. Cuando nos sentamos en una mesa y en su centro encontramos una o más banderitas, sin dudas que nuestra sensibilidad vibra distinto que si encontramos un ramillete de flores que a las pocas horas estarán marchitas, definitivamente sacrificadas para dar instantes de frescura a la ocasión. Cuando en una reunión internacional o multisectorial hallamos que las respectivas banderas se entrelazan, tal posición anticipa el consenso que se espera alcanzar.
Podría extenderme al respecto pero creo que el lector ya me habrá entendido, pasemos entonces a la dimensión de lo concreto.
Función y posicionamiento
Entre estas pequeñas banderas se podrían distinguir los
siguientes tipos:
- De escritorio, es decir, las destinadas a lucir sobre los puestos
de trabajo, particularmente de los funcionarios.
- De mesa, las que se colocan sobre estos muebles, usualmente
en el centro del tablero.
- De atril, tribuna o de ambón, las que se instalan sobre su bandeja, como forma de expresar la nacionalidad del expositor, particularmente cuando se los fotografíe o se le realicen tomas televisivas de medio plano.
¿De qué dimensiones hablamos?
En el mercado cada
fabricante adopta aquellas que mejor le parece. Las dimensiones de los numerosos ejemplares
que tengo en mi colección son muy variables. Selecciono algunas que permitirían definir un promedio guía.
Largo |
Ancho |
25 cm |
15 cm |
24 cm |
12 cm |
20 cm |
15 cm |
20 cm |
12 cm |
Características
En Argentina no están
reguladas ni las características ni la funcionalidad de este tipo de enseñas,
por lo que solo cabe tener en cuenta el buen gusto y las costumbres aquilatadas
por su empleo inveterado, pero siempre se deberán tomar como referencia las pautas generales fijadas por la legislación vigente. Trataremos de explicitarlas y de
formular algunos comentarios que
pueden ser de utilidad para fabricantes, ceremonialistas y organizadores de
eventos, principalmente.
Tanto en sus proporciones como en sus colores, así como en el diseño del Sol, las enseñas argentinas de mesa o escritorio deberán basarse en las prescripciones del Decreto Nº1.650/ 20210 (Normas IRAM contenidas en el Decreto Nº1.650/ 2010) para los ejemplares de ceremonia, exclusión hecha de las especificaciones que regulan a la materialidad del textil y de sus costuras, ya que en estas dimensiones su cumplimiento excedería a lo razonable. En consecuencia, cabe remitir al citado decreto (https://banderasargentinas.blogspot.com/2023/05/normas-tecnicas-sobre-la-bandera.html).
Idénticas prescripciones
rigen respecto de la Bandera Nacional de
la Libertad Civil, por así disponerlo la Ley que la reconoció como símbolo
patrio de carácter histórico (Ley Nº27.134, artículos 2º y 3º) (https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-27134-247735/texto)
La observancia de lo
establecido en ambas normas será la pauta ya que, pese a su
pequeñez, expresan el mismísimo simbolismo
que atañe a los ejemplares de mayores dimensiones. Para más claridad afirmo que,
aunque sean pequeñas, representan al pueblo de la Nación (la soberanía popular)
y al Estado argentino, nada menos. En consecuencia, son merecedoras del respeto debido al símbolo patrio. No son meros objetos ornamentales.
Obviamente que sus
dimensiones quedarán libradas a la prudencia
de los responsables de armar el dispositivo ceremonial de que se trate, pero se deberán respetar las proporciones, definidas en la normativa (Ítem 4. 2.- Medidas (ver Anexo C),
Norma Argentina IRAM–DEF D 7679: 2002)
En este tipo de banderas de pequeña escala puede prescindirse del lazo o corbata, pero nada impide que se utilicen, como se muestra en la foto siguiente:
Número
Lo usual será que estas pequeñas enseñas se utilicen en solitario, pero es factible que las acompañen otras que correspondan a naciones amigas, provincias, municipios y a las que identifiquen a otros entes, según sea.
De los palos (mástiles y astas)
Lo apuntado sobre las
dimensiones de los paños vale para los
palos con que se presentan. En este punto las variantes son amplísimas, al
igual que con respecto a su basamento y los terminales.
Distingamos
particularmente que “palo” es el soporte donde se presenta el paño, incluye su basamento y su terminal,
aunque cada uno merezca consideraciones particulares, como se verá más adelante.
Hay palos de dos tipos:
- “Mástil”, vocablo que se reserva para el palo que cuenta con driza, lo que permitirá izar y arriar el paño en las ceremonias que lo involucren.
- “Asta”, señala al palo que no cuenta con driza, por lo que el paño queda fijado inmediatamente abajo del tope.
La praxis señala que el largo del palo usualmente oscilará
entre los 35 y 40 centímetros, en promedio, aunque en el mercado también se ven
algo menores.
Para dar relevancia a los izamientos, los ejemplares de endrizar suelen medir algo más (aproximadamente unos 50 o 60 centímetros) pero, atención, no deberán ser tan altos que oculten los rostros de los comensales, se demandará extrema prudencia y corresponderá que su emplazamiento se estudie muy bien para que esto no ocurra.
En cuanto al color del palo, también hay amplia libertad.
Los de metal habrían de guardar su aspecto natural o ser niquelados. Si fueran
de madera deberían ir lustrados o al menos teñidos. El blanco y el dorado
deberían ser los preferidos en caso delas enseñas de material sintético.
Hay en el mercado algunos palos que se bifurcan para permitir que los paños luzcan en cada extremo.
Sobre los mástiles en las banderas de mesa
Se caracterizan por contar con una driza, de tal manera que un invitado especial o la mayor autoridad presente pueda ser encargarse elevar el paño hasta el tope al comenzar una ceremonia o arriarlo, al terminar[1].
Sobre las astas
Su materialidad es también
amplia, usualmente se elaboran en metal o madera. Con cierta liberalidad
también podría utilizarse el plástico a condición de se empleen en actividades
de menor rigor formal. En lo personal considero que las de madera deberían privar
por su mejor calidad con relación a su costo.
Uso plural
Si se presenten conjuntos de varias banderas de mesa
pueden colocarse en línea o con sus astas insertadas en un mismo punto, a
manera de ramillete. En la materia se deberán seguir las pautas de protocolo propias de las banderas de ceremonia, no
hacerlo será evidencia de notable falta de profesionalismo.
Cabe señalar que en una
mesa redonda se posicionarán con referencia la persona de
mayor importancia.
Para exhibir numerosos
ejemplares, lo indicado será disponerlos sobre pequeñas cenefas, para que todos los paños se luzcan. Estos conjuntos se
usarán habitualmente para ornamentar el lugar más jerarquizado de un
dispositivo de ceremonial, particularmente en caso de reuniones internacionales
o con amplia participación de entidades.
Otros aspectos
Deberá cuidarse que los terminales sean proporcionales
al palo y al paño. La siguiente imagen ilustra una contextura disvaliosa, por
lo grotesca:
Para los basamentos se preferirá la simplicidad.
Sobre su materialidad también hay amplitud, pero será un fino detalle que sean
pétreos, de madera lustrada o bronceados. Otro aspecto esencial es que
garanticen una adecuada estabilidad.
Por lo general los mástiles cuentan con basamentos elaborados con calidad, buen gusto y materialidad jerarquizada. Es relativamente usual que haya algunos elementos patrimoniales, en cuyo caso pueden encontrarse basamentos muy elaborados, incluso con formas artísticas, como solían ser los de comienzos del siglo XX.
En ocasiones estas
pequeñas banderas llevan flecos a guisa
de terminación, deberá cuidarse que no sean desproporcionados con respecto al
paño, sobre todo cuando los ejemplares de ceremonia no usen estos complementos,
como ocurre en Argentina.
Si la superficie de la bandera es plástica o de trama abierta la industria suele
sellar el perímetro con pintura dorada para darle cierta rigidez o evitar la posibilidad
de que se deshilachen. Esta bordura, no prevista en los diseños formales, se
admite en razón de su funcionalidad, a condición que sea lo más estrecha
posible.
Es factible que los fabricantes
ofrezcan pequeñas banderas plásticas de
doble faz, de tal forma impresas ambas caras. Las desaconsejo totalmente ya
que como los lados no están pegados entre sí suelen adoptar un aspecto de bolsa
enastada que desmerece el conjunto.
No es necesario que los
paños se presenten con doble faz, ya
que en las mesas la pieza mostrará solo el anverso, ya que el reverso quedará
oculto. En consecuencia, la técnica del
sublimado, tan desaconsejada en materia de banderas de izar, será
perfectamente admisible.
Resulta muy importante que
el responsable del dispositivo de Ceremonial verifique la calidad de la impresión de las cargas. Si están realizadas
imperfectamente la mala calidad se trasuntará en forma muy evidente, por lo que deberían rechazarse.
Eventualmente los paños pueden adoptar forma de pendón o pancarta, algo bastante habitual en Europa Central, un recurso también válido para exponer insignias corporativas o consignas impresas.
Banderas de ceremonia y pequeña
En los dispositivos de
Ceremonial es factible advertir el empleo de banderas de sitio por detrás de
quienes integran las mesas principales y que las mismas se repiten como enseñas
de mesa. Algunos puristas plantean que es una inaceptable redundancia, un juicio con el que me
permito no coincidir.
No se trata de duplicar un
símbolo a diversa escala, sino que es la aplicación de un doble criterio en el
armado del dispositivo de Ceremonial, lo que se admite por mediar razones funcionales. Veamos los siguientes casos:
- El primero se corporiza en la línea de piezas enastadas que su ubica por detrás de las autoridades e invitados especiales, como es tradicional, donde cada una expresa a la nación o entidad que participa.
- El segundo se visualiza en las banderas de mesa, cuya inclusión en el dispositivo se justifica plenamente pues señalan la nacionalidad de los presentes. Esto facilita que las tomas fotográficas o televisivas de plano medio capten la bandera en conjunto con el busto del representante. Al respecto existen dos criterios:
Si hay dos personas o más que representan a un mismo país, también surge una dualidad de procedimiento:
- a.- Cuando los connacionales sean dos: a. 1) se coloca la bandera entre ambos; a. 2) se dispone a la derecha del funcionario más importante.
- b.- Si fueran más: b. 1) se posiciona la enseña a la derecha del funcionario más importante; b. 2) se ponen tantas banderas como personas de esa nacionalidad hubiera.
Una advertencia que no debe faltar, corresponde que cuando termina la
actividad las banderas pequeñas se retiren con adecuado cuidado, no son objetos
descartables. Tampoco suvenires para que se los lleve algún invitado; pero, si el presupuesto lo permite, podría llegar a autorizarse, con lo que el partícipe favorecido guardará un perdurable recuerdo de la ocasión.
Algo más, si las enseñas
pequeñas son de tela deberán estar bien planchadas pues en caso contrario la
desprolijidad resultará muy evidente y poco profesoional.
Ambones y banderas pequeñas
Existen muchos motivos que
mantienen la vigencia de los atriles,
tribunas y ambones, desde donde las autoridades o expositores se posicionan
en los eventos. Si la estructura del mueble lo permite será un fino detalle que
la organización prevea colocar a su derecha una pequeña bandera que exprese la nacionalidad foránea del orador, a condición
de que al terminar la exposición se retire la pieza, cosa que no siempre suele
ocurrir, con demérito para la calificación del organizador.
Sin dudas que las complejidades del Ceremonial podrían aportar otras observaciones al respecto, pero entiendo que las expuestas conforman una guía básica que resultará una buena referencia para los profesionales de la materia.
[1] Este ritual es muy común en los Rotary Clubs, instituciones
culturales y en otras entidades de servicio que se reúnen con cierta
periodicidad. Constituye un gesto de deferencia para quien asume el rol.
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