La Villa del Rosario y su Santa Patrona
Por Miguel Carrillo Bascary
Corría el año 1823, Rosario era un pequeño conjunto de
ranchos y de unas pocas casas que se habían
nucleado espontáneamente en derredor de la capilla dedicada a Nuestra Señora
del Rosario (valga la redundancia) a lo largo de los cien años anteriores. Pasados
ya los azares de la guerra, conseguida la independencia de las Provincias
Unidas, devenidas en la Confederación Argentina, gobernaba la provincia de
Santa Fe el mariscal Estanislao López.
Llegado el mes de
septiembre de ese año, más precisamente el día 21, los vecinos más caracterizados de entre las 1.000 personas que
habitaban las pocas manzanas que circundaban la hoy plaza “25 de Mayo”, se reunieron en la “sala del señor cura y
vicario del lugar”, como dice el acta levantada para constancia del acontecimiento
en vías de concreción. Se hallaban presentes el comandante de la milicia de la
región, Don Vicente Basualdo, así como Don Santiago Correa, juez y alcalde del
partido designado por el Cabildo santafesino.
No eran tiempos fáciles,
acababa de finalizar la novena dedicada
“Nuestra Señora de los Ángeles”, bajo la advocación del Rosario, titular de
la parroquia en la que se inscribía la población. Por medio de esa prédica se
impetraba la lluvia para la tierra reseca que auguraba grandes penurias en el
corto plazo, mientras que los esperanzados rosarinos se aprestaban a celebrar
la fiesta religiosa que le estaba dedicada, por la que se conmemoraba la
victoria en Lepanto[1]
de la flota cristiana por sobre la otomana.
A despecho de estas
difíciles circunstancias, confiando seguramente en que la intercesión de la
Virgen María sería propicia, aquellos
hombres expresaron su designio de solicitar que se conociera al poblado como
“villa o ciudad”, ni más, ni menos. Sus aspiraciones no paraban en esto, también pedían la anuencia de las
autoridades para jurar fidelidad a “Nuestra Señora del Rosario” como su “patrona”.
Digamos que era tradición que al fundarse una población se estableciera un
santo o una advocación mariana a los que se rendía especial veneración y a
quienes se atribuía la gracia de mediadores para la asistencia espiritual y
material de los vecinos, a falta de tal acto Rosario no contaba con ninguno de
ellos.
Hasta ese momento la aldea se conocía como la “Capilla del
Rosario”, por haberse formado insensiblemente en torno a la misma, sin acto
alguno que consagrara esa nominación. En las deliberaciones de los reunidos en
casa del cura párroco se observó que poblaciones menores, concretamente San Nicolás
de los Arroyos y La Bajada (Paraná) habían obtenido reconocimientos similares y
que Rosario acreditaba importantes servicios “a la causa de la libertad e independencia
de la Nación y especialmente de la Provincia”. En los relatos sobre aquellos
tiempos suele soslayarse qué servicios
eran estos, acá me permitiré resumirlos: la contribución de la población
para los gastos de la Defensa en la II Invasión Inglesa; la construcción de
baterías defensivas en 1810 y 1812 y el aporte del 10% de su población
masculina a la expedición al Paraguay que mandara Belgrano; la ayuda que prestó
al entonces coronel San Martín previamente al combate de San Lorenzo; la
adhesión a la Revolución de Mayo, el
haber soportado el incalificable incendio de 1819 con que Balcarce pretendió
vengarse del apoyo rosarino a la autonomía de la Provincia; y otras muestras de
patriotismo, que justificaron largamente que Belgrano encontrara el marco
propicio para concebir la Bandera Nacional que presentó el 27 de febrero de
1812.
Los
reunidos debatieron y adoptaron una resolución unánime, requerir que así lo
dispusiera la Junta de Representantes de la provincia (equivalente a su actual
Legislatura). Si bien en el acta se consigna aspirar a ser “villa o ciudad”, no
consta por qué finalmente solo se procurará el primero. Al decir del
historiador Juan Álvarez[2],
de ser reconocida como “ciudad” habría implicado formar un cabildo, lo que implicaba
los gastos consecuentes, una pesada carga económica al vecindario que con esto
se evitó.
Siete días más tarde se labró acta de lo ocurrido que,
además de los funcionarios citados, firmaron: el cura párroco, Pascual Silva
Braga, Juan A. Poms, Pablo Vidal, Gabriel López, Alberto Basaldúa, Pedro Pérez,
Francisco Crespo, Joaquín de Ibarlucea, Miguel Ramírez, Benito Meonis, Constantino
y Francisco Carbonell, José de Fuentes, Juan de Avellaneda, Ventura Corra, Tomás
Romero, Marcelino Bayo, Nicolás Zamora y Francisco Vidal. Varios de estos
apellidos constan en los anales de la hoy ciudad.
Siendo necesario tramitar
lo pertinente, ante el Comandante del lugar y del juez Alcalde, el día 2 de octubre se dio poder al Cura
Párroco, Doctor Pascual Silva Braga[3] para que actuara como representante del vecindario,
con legitimidad para procurar que se lo reconociera “villa” y se declarar como
“Santa Patrona a Nuestra Señora del Rosario”, en tanto ella era “objeto de
nuestros afectos y culto”, según se dejó escrito.
Este documento oficial
implica el primer ejercicio de la
potestad electoral que radicaba en los rosarinos, por lo que constituye un
hito fundamental en la historia cívica de la hoy ciudad. Cabe señalar que la jurisdicción
contaba con representante ante la Junta pero, en vez de confiarle tan legítima gestión,
se resolvió comisionar a Silva Braga, quizás por considerar que sería mejor y más
fiel ejecutor de la decisión popular, no
es un detalle menor.
No perdió tiempo el investido
y, como reza el escrito que presentó ante el gobernador “en nombre de este
pueblo del Rosario”, formalizó su cometido, dando inicio a las actuaciones
comisionadas. Ante lo razonable, oportuno y pertinente de lo peticionado el
Gobernador López, que se hallaba circunstancialmente en el lugar, se expidió
por formal decreto del 29 de octubre de
1823, en los siguientes términos:
“Rosario,
Octubre 29/823. En vista de la justicia con que se solicita la declamatoria de
Villa o Ciudad a esta población, el Gobierno la aprueba por su parte, debiendo
pasar a la honorable Representación Provincial, de quien es privativo resolver
sobre el particular, y extender los diplomas al efecto. [Firmaba] López.
Se patentizaba así la decisión favorable a la solicitud, pero
en respeto del esquema institucional de la época, López giró el expediente a la
Junta como órgano competente para resolver al respecto. La Representación se expidió mediante el documento siguiente, que tiene
el carácter de ley:
De esta manera, el 2 de diciembre de 1823, el poblado
mereció una doble distinción, se la reconoció como “villa”, o sea que adquirió
el carácter que hoy implica el ser un “pueblo”, y también se dio autorización
oficial para jurar como “patrona” a “Nuestra Señora del Rosario”, lo que se
concretó días más tarde en solemne función a la vez, cívica y religiosa.
Es importante señalar un grave error en que suele incurrirse,
cual es el de usar el título de “Villa del Rosario” para designar al poblado en
fechas anteriores a 1823. Como resulta de lo expuesto, hasta ese año su
apelativo usual era el de “Capilla del Rosario” o, en tono más solemne, “Capilla
de Nuestra Señora del Rosario en el Pago de los Arroyos” ¿Queda en claro?
La ley de referencia consigna
una declaración que cabe comentar, ya que expresa conceder a Rosario “el
título de Ilustre y Fiel Villa, con dependencia de esta capital de
provincia”. Este tipo de calificativos era tradicional en España y sus
dominios, aunque para la fecha el sentido de estas designaciones se había
vaciado de contenido, atento a la declaración de la independencia nacional, no
dejaba de ser un honor dispensado al vecindario. Observo aquí que se trató de
una liberalidad dispuesta por la
Legislatura, pero que al mismo tiempo irrogaba “recordar” a los rosarinos que
su Villa quedaba sujeta a la autoridad de la capital santafesina, algo nada inocente, por cierto.
Lo demás ya es conocido: el 5 de agosto de 1852 se reconoció a Rosario como “ciudad”,
contaba entonces con unos 3.500 habitantes, casi un siglo más tarde el
desarrollo económico y social reuniera en su ejido medio millón de personas[5],
laboriosas, emprendedoras, solidarias, llegadas desde diversas regiones del
mundo para amalgamarse con las raíces criollas que le dieron origen.
Hemos visto así que han pasado ya doscientos años de que Rosario
fuera reconocida como “villa” (pueblo) y que el Gobierno civil autorizara como “patrona”
a Nuestra Señora del Rosario, cuya imagen histórica llegara precisamente, el 3
de mayo de 1773, hace ya doscientos
cincuenta años. Ella es el más antiguo testimonio material de quienes
dieron forma al laborioso pueblo hoy devenido en ciudad y que luce con orgullo
su condición de “Cuna de la Bandera Nacional”.
[1] Esta decisiva batalla, que se dio el 7 de octubre de 1571, salvó a
Europa del predominio musulmán y se hizo general el concepto de que se debió a
la intercesión de Nuestra Señora del Rosario a la que la Cristiandad se había confiado,
pese al muy superior poderío de la flota enemiga. En consecuencia, surgieron las
advocaciones marianas sinónimas de aquella, “María Auxilio de los cristianos” y
“Nuestra Señora de la Victoria”. El Papa Clemente XI declaró el carácter “universal”
de la solemnidad y a principios del s. XX sería el santo Papa Pio X quien la
fijó cada 7 de octubre. Hasta esa fecha se concretaba el primer domingo de ese
mes. Por esta razón, la Ley Nº2882 estableció esa fecha como “día de Rosario” y
feriado local.
[2] En Historia de Rosario
(1689-1939). UNR Editora/Editorial Municipal de Rosario, 1998, pp. 222/223.
[3] Pueden verse noticias sobre su biografía en: https://banderasargentinas.blogspot.com/2018/05/rosario-en-el-cabildo-abierto-de-1810.html
[4] Aspecto que presentaba en 1823. En 1941 se la dotó de una corona preciosa (a partir de la donación de sus joyas personales que hicieron unas 850 señoras y señoritas) y de un aura, también se cambió de posisición del Divino Niño. Fue confeccionada en Cádiz, es una imagen "de vestir" construida en madera de sándalo, tiene rostro y manos de cerñamica y cabello natural. Con el agregado de la corona y de su base hoy mide un metro con un centímetro.
[5] El Censo Nacional de 1947 computó 467.937 habitantes para la ciudad de Rosario.
Nota: mayores referencias pueden verse en https://banderasargentinas.blogspot.com/2023/01/1823-rosario-reconocida-como-villa.html
Excelente Dr. Miguel Carrillo Bascary !!!
ResponderEliminar