Cuando toda precaución parece poca
Por Miguel
Carrillo Bascary
Es deplorable pero la
avidez por apoderarse de cualquier cosa llega a extremos inconcebibles hace
pocos años. Las calles de Argentina parecen tierra de nadie. Ni las banderas se
salvan.
Hoy les ofrezco el singular dispositivo de seguridad
concebido por algún creativo artesano rosarino que bien puede contribuir a
preservar banderas colocadas en astiles
que por su conformación son bastante fáciles de hurtar, ya que basta quitar el
palo de su cilindro portador. este tipo de mástiles suele emplearse en los frontis de los edificios públicos y corporativos.
Las fotografías son bastante elocuentes, pero para los más desprevenidos quizás convenga
explicar algo.
Consiste en dos aros de metal firmemente soldados (pueden ser también tuercas grandes),
uno al porta-bandera y el otro al palo. Colocados en posición conveniente permiten
que el brazo de un buen candado los atraviese, con lo que se impedirá la
extracción del elemento y del textil.
Desde ya que la altura a la quede este cierre ya de por sí dificulta que los “amigos de lo ajeno” puedan palanquear el candado y si este es sólido, el potencial disuasorio puede ser que evite la sustracción.
Se recomienda utilizar candados recubiertos, para impedir que la filtración de la humedad
hacia el interior altere su mecanismo.
Como vemos, la simpleza
del dispositivo y su relativamente bajo
costo son condiciones que hacen alentar su colocación, en principio.
¡Buena suerte!
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