Nomenclatura urbana y memoria comunitaria
Por Miguel Carrillo Bascary
El pasado 27 de febrero (2023) se inauguró en la
ciudad de Rosario un paseo que recuerda
a la mujer a quien la tradición adjudica la confección de la Bandera argentina,
María Catalina Echevarría de Vidal.
Si bien desde fines de los años 40 su historia se hizo bastante conocida
corresponde circunstanciarla para quienes no sean de esta nacionalidad.
Catalina
y su tiempo vital
En febrero de 1812, el entonces coronel patriota Manuel
Belgrano, llegó al pequeño poblado de Rosario (unos 700 habitantes) al mando
del regimiento 5 de infantería (antiguos “Patricios”) con la misión de levantar
un complejo de baterías costeras para defender la costa de las depredaciones
realistas. Como era habitual en aquellos tiempos se alojó en la casa de una familia principal del lugar, que en el caso
fue la de Pedro Tuella Monpesar (comerciante y funcionario español, momentáneamente ausente) y Constanza Costey, que
compartían su techo con su hija adoptiva, María Catalina de Echevarría, casada con
Juan Manuel Vidal y Lucena.
Belgrano permaneció en Rosario desde el 7 de febrero
al 3 de marzo de 1812 y durante su estancia desplegó intensa actividad. Existía una
firme relación entre Belgrano y esta familia, derivada de la amistad que
mantenía con otro de los hijos adoptivos de Tuella, el doctor Vicente Anastasio de Echevarría, otro decidido patriota con quien el año anterior había cumplido una
misión diplomática en el Paraguay.
A pedido del prócer, el gobierno decretó el uso de la
escarapela nacional por decreto del 19 de febrero, a cuya imagen Belgrano creó una bandera por propia decisión. La presentó el 27 de febrero, día en que
reunió al pueblo y a la guarnición del lugar en ocasión de inaugurar la batería
“Independencia”, emplazada en la isla. La ceremonia se concretó en la plaza de armas de la batería
“Libertad”, ubicada a unos 200 metros del centro del villorrio. La
tradición recuerda que Belgrano pidió a su huésped, María Catalina, que le confeccionara la bandera que izó en la efeméride. En oficio de la misma
fecha comunicó lo actuado al gobierno, precisando que concibió el vexilo “de conformidad a la escarapela nacional”.
Nada dijo sobre María Catalina, pero su participación persistió en la memoria
comunitaria y en su amplia familia, particularmente.
Las evidencias
iconográficas de entonces indican que la mentada escarapela fue una cucarda, con centro
celeste y corona blanca, lo que Belgrano tomó como referencia directa para
hacer confeccionar la bandera que habría tenido dos franjas horizontales (blanca
sobre celeste). Dos ejemplares con este formato se observan, en el óleo para el que modeló en persona frente al artista Françoise Casimir Carbonnier, durante su estada en Londres, en 1815.
María Catalina
protagonista
Si bien fue un personaje menor en aquellos primeros días de la Patria, el rol que la vincula con la confección de la Bandera se inscribe entre los
mitos fundacionales de la nacionalidad, al igual que ocurre con Betsy Ross en los Estados Unidos. Una
crítica objetiva permite concluir que no
hubo ningún siniestro complot destinado a “borrar su protagonismo de la historia argentina”, sino que la
historiografía más difundida simplemente no la destacó, lo mismo pasó con
cientos de otros personajes merecen honrosa honrosa memoria, aunque en la
historiografía apenas hayan merecido algunas líneas.
En 1812 María Catalina tenía 30 años y se había casado dos años antes. Su madre era de una antigua familia local, los Acevedo, y al quedar huérfana de ambos progenitores fue adoptada por un gran amigo de su padre, Pedro Tuella Monpesar y su esposa, en cuya casona vivía prestando sus amorosos cuidados a estos dos ancianos al par que atendería el giro comercial del negocio familiar. Cuando el citado falleció el 28 de febrero de 1814, Catalina se hizo plenamente cargo del comercio.
Se trató de una mujer piadosa que en 1814 profesó como terciaria franciscana, lo
que le permitió continuar con su vida marital. Más adelante, su familia se radicó en la vecina San Lorenzo, y
junto a su esposo regenteó una atahona, al par que registraba explotaciones
agropecuarias en cercanías de Fontezuela, partido de Pergamino, en la hoy
provincia de Bs. Aires. Su generosidad, plenamente coherente con la pobreza
franciscana sostenida por sus votos, la hizo muy querida en la localidad. Formó una extensa familia que salvo error u omisión engendró 6 hijos, sus vástagos se prolongan
hasta la actualidad. Falleció en 1866 en el vecino pueblo de San Lorenzo (a unos 20 km del centro
de Rosario) y sus restos se encuentran en el atrio de la capilla del histórico convento franciscano cercano a donde el
general San Martín cumplió el bautismo de fuego de sus Granaderos a Caballo, el
3 de febrero de 1813. Una reciente concepción teñida de fuerte ideología ha querido
hacer de Catalina un paradigma del empoderamiento femenino y brega por la
reivindicación de su memoria (lo que está muy bien), pero no se considera en la
totalidad de su vida.
El más
reciente hito urbano
El paseo María Catalina Echevarría está ubicado en Rosario (obviamente) sobre calle Santa Fe, a la altura del 600, a unos 150 mts. de la antigua
residencia de la casa que ocupaba en 1812 y a igual distancia de la capilla de
la Virgen del Rosario, en cuyo derredor se originó la hoy ciudad. Ocupa el
solar de una antigua casona que la Municipalidad de Rosario expropió oportunamente
con vistas a extender el “Parque Nacional a la Bandera”, un proyecto que no
prosperó sino parcialmente. Desde fines de los años 50 y hasta los 70 funcionaron
ahí la “Escuela Municipal de Danzas Ernesto de Larrechea” (fundada en 1925) y
otras dependencias municipales. Finalmente fue demolida y el espacio baldío se
utilizó como depósito de materiales, hasta que la decisión de la actual gestión
municipal impulsada desde la Secretaría de Cultura, a cargo del plástico Dante
Taparelli, dispuso convertirla en un espacio verde evocativo.
El sitio presenta un aterrazado en cuatro niveles,
parquizados, que remeda la antigua “Barranca de las Ceibas”, que ocupó toda la extensión
de costa sobre el río donde en 1812 en que se emplazó la batería “Libertad”,
lugar donde se izó por primera vez la Bandera nacional. Sobre la pared
medianera que da hacia el Oeste se pintó una línea de antiguas edificaciones que remite a la que pudo haber en
el Rosario de 1812. En esta representación se incluyó la imagen de la casa que ocupaban las familias
Tuella-Costey/Vidal-Echevarría. Su aspecto se basa en la única fotografía que la muestra, donde
se advierte parcialmente la construcción que cayó bajo la inclemente piqueta a
comienzos del siglo XX.
El conjunto es de un muy buen gusto, registra una cuidada
ejecución y alegres colores. Se ejecutó con un particular aserto, lo que permitió superar el
condicionamiento impuesto por la estrechez del espacio.
Se estima que el espacio podrá usarse a futuro con
fines culturales, una primera experiencia radicó en la presencia de “María Catalina
acompañada de Belgrano” que dialogaron con los presentes durante el acto de
inauguración.
En definitiva, el paseo suma un doble mérito, honra a María Catalina y es testimonio de la memoria urbana de los rosarinos.
Al ingresar al espacio se instaló una señal
referencial donde se aportan datos sobre la homenajeada. Según pudo recabarse se confeccionó a partir de información aportada por un repositorio local.
Se acompañó la reseña con la reproducción del rostro de una mujer madura de cabello recogido con un gran moño, a la usanza del siglo XIX. En el contexto queda implícito que se trata de la señora de Echevarría de Vidal, sin embargo no es así.
Es en este punto donde se observa un yerro sobre la identidad de la distinguida patricia. Ya con anterioridad desde este Blog me ocupé de compartir un sucinto ensayo sobre la iconografía de la dama tiempo, “María Catalina, realidad y fantasía. Las siete caras de la mujer que cosió la Bandera”, donde podrá hallarse información complementaria: http://banderasargentinas.blogspot.com/2021/03/maria-catalina-realidad-y-fantasia.html
Precisamente, la identidad real de la retratada me la proporcionó, una descendiente directa de la patricia, la señora Gabriela Fernández Díaz, miembro del "Centro de Estudios Belgranianos Rosario Siglo XXI". Les comparto el material que lo certifica, está tomado de la revista "Patria", editada en la ciudad de Pergamino en 1926. Allí consta que la foto corresponde a "Natalia Vidal Echevarría de Fernández", hija menor de la célebre María Catalina (Rosario, 1821). Su esposo fue Cipriano María Fernández Olazábal, con quien tuvo nada menos que 14 hijos [1]
Existe una octava
imagen de María Catalina que aparenta ser la persona de 30 años que
colaboró con Belgrano en la histórica jornada de 1812. Fue creada en forma
digital por el artista Ramiro Gigliazza,
tomando como referencia al retrato indubitado que corresponde a la Imagen Nº1.
En él luce la capacidad del plástico, como que su labor se confunde
extraordinariamente con los rasgos de una de las descendientes de la matrona,
chozna nieta de misma, a quien Gigliazza no conocía. Lamento mucho no poder
mostrarla en esta nota, pero no tengo la autorización del autor.
En conclusión, sería de esperar que pueda sustituirse el retrato existente por el que abre esta nota y que en su lugar se coloque la recreación, obra del genio de Gigliazza.
Un primer
precedente
Desde el año 2012, en oportunidad en que se conmemoró
el bicentenario de la creación de nuestra Bandera Nacional, se definió una
referencia urbana que lleva el nombre de María Catalina y se está muy cerca del
paseo que se acaba de inaugurar. Fue a pedido de la “Junta de Historia de Rosario”, que por entonces presidía el Lic. Jack Benoliel, por iniciativa del subscripto.
Se trata de un segmento peatonal integrado al sector “Pasaje Juramento”. Se desenvuelve en una rampa paralela a la calle Córdoba, que enlaza la explanada Oeste del Monumento a la Bandera (pasaje “Ángel Guido”) y el pasaje “Gregoria Pérez de Denis”, que vincula la calle Santa Fe con la de Córdoba, por debajo del puente peatonal que es propiamente el pasaje “Juramento”. Para constancia se acompaña copia de la norma en el Anexo que cierra esta nota.
Lamentablemente, ¡han pasado 11 años y el Municipio aún no ha colocado la correspondiente estela indicadora! Una omisión verdaderamente inexplicable.
Otras
referencias a María Catalina
1.
En el Monumento a la Bandera.
No
puede faltar en esta perspectiva el señalado espacio que se otorgó al bronce representativo de María Catalina
en la mismísima “Galería de Honor de las Banderas de América”, ubicado en el
subsuelo del Propileo del Monumento Nacional a la Bandera. Por iniciativa de su
inspirador, el arquitecto Ángel Guido,
alineado con un grupo de historiadores locales, planteó obtuvo la anuencia de
la Comisión encargada de la obra del memorial para incluir en dicho espacio una referencia al aporte histórico de la
distinguida señora.
Fue
natural que Guido eligiera como artista encargado de concretarlo a su muy
amigo, el escultor Eduardo Barnes,
que se desempeñaba como asesor artístico del arquitecto en dicha obra. Barnes
elaboró una gran placa de bronce que presenta en primer plano a una mujer joven
(sería Catalina) que sostiene en las manos el paño de la Bandera, que recibe la
bendición de un sacerdote, enriéndese que es el cura párroco de
la localidad, Dr. Julián Navarro. Sobre el
fondo luce la imagen de Nuestra Señora
del Rosario que desde 1773 se venera en la entonces capilla, hoy catedral,
a quien la memoria comunitaria reconoce como fundadora de la ciudad que se
formó en derredor del templo.
2. Sobre el Pasaje “Juramento”
Fue por Decreto Nº36.783 del 15 de diciembre de 2011, cuando por iniciativa del grupo cívico “20 de Junio Día de la Bandera Feriado Nacional no Trasladable”, orientado por el Dr. Adolfo Paulón, el Concejo Municipal de Rosario ordenó colocar en esta vía peatonal una gran placa de mármol. Ella testimonia la memoria urbana relativa a María Catalina Echevarría. Está fijada en la medianera Sur del Palacio Municipal.
Acompaña a la anterior una placa más pequeña, que recuerda a Pedro Tuella Monpesar, sobre el que se aclara que fue “padre adoptivo de María Catalina Echevarría de Vidal”. La misma se instaló en octubre de 2018, a petición del “Centro Aragonés de Rosario”, ya que el citado era nacido en Huesca, contó con el apoyo del “Foro de Colectividades Extranjeras de Rosario”.
3. “Las postas belgranianas”
En
el año 2018, desde el “Programa Rosario Cuna de la Bandera” (Secretaría de
Gobierno), a mi cargo, promoví la instalación de cartelas
señalizadoras de diferentes hitos urbanos vinculados con la presencia del
general Manuel Belgrano en diferentes lugares de la ciudad. Entre ellos
correspondía fijar un ejemplar en la esquina de las calles Córdoba y J. M.
de Rosas, donde otrora se encontró la casa de María Catalina Echevarría. Ya por
entonces existía allí un gran edificio de propiedad horizontal, cuyas columnas
exteriores están revestidas de mármol. Al parecer, por esta razón, los consorcistas
negaron el permiso para concretarlo, por lo que la cartela se colocó en
el zócalo del inmediato “Colegio Avellaneda”.
4. Para
referenciar más ampliamente el rol de María
Catalina, años después, la Secretaría de Cultura y Educación municipal hizo colocar una segunda cartela que complementa la información anterior:
Concluyendo
Como quedó plasmado en cercanías del lugar icónico donde se izó por primera vez la Bandera Nacional, son nada menos hay pluralidad de referencias explícitas al protagonismo que la historia otorga a María Catalina Echevarría. Bien está.
Nota 1: https://genealogiafamiliar.net/getperson.php?personID=I206122&tree=BVCZ
Anexo, texto de la Ordenanza aludida:
Un excelente artículo y muy interesante toda la historia de esta dama y su relación con nuestra bandera y nuestra historia al igual que de Rosario, sus pasajes, personas de la cultura como Barnes, Dante Taparelli, descendientes de la Sra María Catalina Echevarría cómo la citada Sra Gabriela Fernández Díaz y tantísimos nombres y datos mencionados, amerita ser publicado como referente de nuestra historia. Felicitaciones y muchas gracias
ResponderEliminarArquitecta Diana Teran
Muchas gracias Diana, simplemente trato de coordinar la información con espíritu afín a la critica histórica y de difundir mis conclusiones como un aporte positivo en aras al reconocimiento que merece la historia de Rosario.
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