Lo que no se debe admitir y lo que no se debe hacer
Se ha hecho habitual que cada presentación del primer mandatario argentino en ámbitos protocolares nos aporte amargas experiencias. En prueba de ello varios de lectores me enviaron fotografías sobre las recientes visitas a Rusia y China que motivan estos comentarios.
a) La visita a Rusia
En la foto que abre esta nota y en su ampliación que aparece seguidamente, se observa que el modelo de nuestra
bandera nacional presenta un inusual
diseño del Sol lo que da lugar a varias puntualizaciones.
Lo primero a destacar es que un encuentro del más alto nivel entre los jefes de estado de dos países como Argentina y Rusia se debió cuidar el máximo de los detalles ya que se trató de un evento que está destinado a ser visto por millones de personas a lo largo de todo el mundo, por lo que nunca debió ocurrir el uso de una bandera de equívoco diseño.
En esto hay responsabilidad compartida entre la diplomacia del país anfitrión y la de Argentina. Fue hace ya 22 años que el Poder Ejecutivo Nacional dictó el Decreto Nº1.650/ 2010 que entre otras cosas estableció las características del Sol de la Bandera Oficial de la Nación. Acompaño el modelo definido en la Norma IRAM-DEF D 7679, que es parte del citado decreto:
Como resulta palpable no hay correspondencia entre el Sol de la enseña que se mostró en Rusia y el del modelo legalmente fijado, lo cuál es particularmente significativo dado el alto nivel del encuentro.
Analicemos ahora la responsabilidad del Ceremonial ruso que, como estado anfitrión debió presentar al pabellón argentino en un todo conforme con la normativa vigente en nuestro país, algo prescripto por los usos y costumbres fijados desde antiguo en la diplomacia internacional.
Como una de las potencias mundiales Rusia no puede desconocer la norma que rige a la bandera estadal de su invitado. Hacer saber sobre el modelo reglamentario es responsabilidad primordial en la embajada rusa en Bs. Aires.
En segundo lugar, se configura la responsabilidad es de la propia Cancillería rusa, la que en el caso concreto debió verificar esa correspondencia y, eventualmente, arbitrar los medios necesarios para contar con banderas argentinas correctamente presentadas.
También hay responsabilidad en la embajada argentina en Moscú, cuyos funcionarios debieron verificar el armado del dispositivo ceremonial destinado a recibir al presidente de la Nación y en caso de hallar alguna irregularidad grave como la que se puso de relieve, tuvo que formular la pertinente observación ante la autoridad local responsable. Con ello se hubiera evitado, tanto el papelón internacional de nuestro presidente como el bochorno de la oficina de Ceremonial ruso que dejó en evidencia su improvisación.
Para que la cosa se entienda bien, presentar una bandera errónea no solo es una falta de profesionalismo, también implica una falta de respeto al país representado.
No entraré acá en otros deslices diplomático-políticos que ya fueron destacados por la prensa nacional e internacional.
b) La
visita a China
Aquí se puso de relieve otra falta de previsión de la delegación argentina y la inexperiencia que nuestro mandatario expone reiteradamente en la materia. Veamos:
Inmediatamente después del arribo del avión presidencial y como es tradición universal, el presidente argentino recibió un bouquet floral como ofrenda de bienvenida. Acto seguido se dispuso a saludar al funcionario local encargado de recibirlo, el miembro del departamento de Protocolo de la Cancillería china, embajador Wu Jie.
¿Cómo se debió proceder? Indudablemente que en un discreto segundo plano debió encontrarse un auxiliar del Ceremonial argentino, bien pudo ser un personal de la embajada u otro que hubiera descendido del avión antecediendo unos minutos al primer magistrado.
Tras recibir la ofrenda éste debió pasarla con toda naturalidad al auxiliar, con lo que habría liberado sus manos para saludar al representante del gobierno chino. Nada más simple, nada más natural, nada más correcto.
Como esto no ocurrió nuestro presidente quedó expuesto a una actitud equívoca, lo que seguramente implicará que en todos los institutos de capacitación en Ceremonial se analice la incidencia como un ejemplo “de lo que no hay que hacer”.
La yapa
El gesto amistoso entre los dos funcionarios presentes debió ser idéntico, acorde al principio universal de la igualdad jurídica de los estados.
En el caso analizado, la inclinación del invitado resultó mucho más pronunciada que la del funcionario chino (véanse las líneas rojas marcadas sobre la fotografía), además colocó su cabeza en un nivel inferior (así lo destacan las líneas amarillas). Esta actitud corporal revela una imagen de sumisión, que no debió ser así. Más aún, la jerarquía del embajador chino estaba cuando menos a tres o cuatro escalones por debajo de la investidura presidencial.
El mandatario argentino acostumbra a saludar con la mano derecha y tomar con la izquierda el brazo de la autoridad o funcioanario que saluda. Es decir que prácticamente lo toma con los dos brazos al final. No estamos en Argemntina donde esto muy común.
ResponderEliminarNo puede cerrar el saco como lo indica el protocolo, porque la barriga cada vez es más voluminosa.El presidente debe hacer algún ejercicio o la cosa seguirá creciendo.
ResponderEliminarParecería que un buen sastre solucionaría el problema ¿No te parece? Hay que darle trabajo a la gente. No creo que un presidente tenga problema en arreglar su vestimenta, para esto se liquidan en los haberes los "gastos de representación"
EliminarEn el ámbito universal tocar al interlocutor es un avance sobre su intimidad, por lo que no corresponde hacerlo, salvo que exista una familiaridad
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