Una gaffe oficial y un demorado acto de buenos reflejos
Por Miguel Carrillo
Bascary
La imagen está inscripta en un contexto escolar pretérito, desconocido para las nuevas generaciones de escolares. Viejas viñetas nos muestran al alumno que no había estudiado su lección o al revoltoso, asilados, solitario, en un rincón del frente, dando la espalda a sus compañeros, expuesto a la ignominia de la clase. Para reforzar el “mensaje” hacia los condiscípulos y degradar aún más la dignidad del sancionado antaño se le colocaba un “bonete de burro”.
El procedimiento equivocadamente
“pedagógico” de poner a un niño o niña
“en penitencia”, fue muy usado a fines del siglo XIX y a comienzos del XX
en la escuela primaria; en algunas latitudes se mantiene con distintas formas.
Pese a su lejanía en el tiempo y a su evidente error subsistió en los jardines
de infantes argentinos durante la centuria pasada, donde la maestra separaba al
alumno indisciplinado o agresivo y lo “mandaba
a crecer” a una esquina de la salita.
Fue así, que colocar a una
persona de espaldas contra una pared quedó atado al concepto de “estar en penitencia”.
Dar la espalda a una
persona o auditorio es una muestra atávica
de desprecio, que usualmente adopta un superior para aquél o aquellos que “no merecen su atención”. En su caso esta
demostración se completa con un apartarse.
Cualquiera que sea el significado que se asigne al “dar la
espalda” es un gesto tremendamente violento que por definición debe
excluirse en toda situación vinculada con el Ceremonial, particularmente cuando
se trata de actividades de Estado.
Nuestro caso en concreto
Lamentablemente, la imagen
que vemos ocurrió cuando el
Presidente de la Nación se llegó a San Juan para solidarizarse con las víctimas
del reciente terremoto. Fue el 19 de enero de 2021 cuando, acompañado por el
gobernador de la provincia y de varios ministros, se dirigió al país usando de la TV desde el salón de la Casa de
Gobierno local que habitualmente se usa para este tipo de eventos. Lo hizo en
un acto formal, donde se mostró a la
Bandera Nacional junto a la provincial, resaltando el vínculo entre ambos
gobiernos.
Para espanto de cualquiera
con un mínimo de Ceremonial pudo verse que la Bandera argentina se presentó “de espaldas”, como si estuviera "en
penitencia".
Quizás sin percibir la gravedad del error el director de
cámara persistió en mostrar una y otra
vez la imagen que contrastaba ambas enseñas.
La alocución presidencial
se extendió por algo menos de diez minutos, lo que en TV es una eternidad. No fue sino en los últimos
que pudo verse a nuestra Bandera nacional en la posición que nunca debió
perder.
Fue evidente entonces que algún funcionario de Ceremonial con buena presencia de ánimo pudo sacar de la “penitencia” a la Bandera y colocarla en la posición que le correspondía, con que se restauró su dignidad.
Enseñanzas del “blooper”, como se dice ahora:
- El personal de Ceremonial debe prestar permanentemente atención al armado de un espacio donde se desarrollará una actividad; más aún cuando implica a altos funcionarios.
- Esa atención incluye verificar “pequeños detalles” como la colocación de las banderas, ¡nada menos!
- En la eventualidad de un desaguisado como el expuesto, el personal de Ceremonial debe actuar con la mayor presteza y aún sin esperar recibir órdenes de su superior tiene que reparar el problema, si esto fuera factible y sin olvidar tampoco la siempre necesaria prudencia. No debe arredrarse ante la posibilidad de ser fotografiado o filmado en el curso de su intervención. La rapidez de reflejos resulta esencial, lo importantes es enmendarle error, luego habrá tiempo para deslindar responsabilidades. Cualquiera puede cometer un error, lo imperdonable es que no se subsane debidamente.
- Puede esperarse que un director de cámaras no conozca de Protocolo y que se le escape un yerro en la posición de las banderas, pero si fuera el caso, el personal de Ceremonial debe tener la prestancia de advertirle el error. Por su parte el director deberá tener la humildad de acatar la indicación que recibe. En el caso analizado el director enfocó reiteradamente la gaffe lo que magnificó la cosa.
- Como pauta a capitalizar es evidente que un director de cámara que habitualmente tenga a su cargo cubrir actos protocolares, tiene el deber de capacitarse mínimamente en los aspectos básico del Ceremonial. A este fin la colaboración del personal especializado en la materia no solo es necesario, resulta ser fundamental.
¿No les parece?
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