Una bandera de 3 lados
Histórica bandera del balneario de Ostende
Por Miguel Carrillo
Bascary
La imagen define la historia e identidad de Ostende. Su forma y composición, aún para quienes la conocen no deja de llamar la atención. Como estamos entrando al verano del hemisferio Sur parece pertinente analizarla.
Ostende x 2
El nombre despierta sensaciones marinas, nos habla de las
extensas playas; de la belle époque;
donde la alta sociedad vacacionaba respirando los aires salobres, en la costa de Bélgica, cercanías de
Brujas. Fue fundada en 1445 y su puerto ubicado sobre el Mar del Norte le dio cierta
prosperidad. A mediados del siglo XIX se la conocía como como una “estación de
baños” status que mantiene, aunque ya
no sea tan exclusiva como antaño.
Pero esta entrada se refiere a “otro Ostende”, que se ubica en Argentina. Fue en su origen una
costa medanosa de la provincia de Bs. Aires, a unos 300 kilómetros de la
Capital, barrida por los vientos; frente a un mar inmenso. Ahí nació Ostende a
comienzos de 1913.
Europa aún vivía en la belle epoque; las bicicletas hacían
furor entre las jóvenes; los hombres usaban traje de tres piezas y los
varoncitos vestían como “marineritos”; poco faltaba para que la I Guerra
Mundial estallara en drama y sangre. Argentina acababa de festejar la gran
fiesta del centenario, era una potencia en ascenso a nivel mundial, pero
pesadas nubes se delineaban en su horizonte social.
En la inmensidad de una pampa el ferrocarril del Sud
abrió un camino hacia el desolado litoral marítimo, corría 1908. Al año
siguiente dos aventureros Ferdinand Robette (belga) y Agustín Poli (italiano), formaron
una sociedad que proyectó establecer un balneario
estilo europeo. Compraron una fracción tierras, mejor dicho, de dunas y
delinearon una urbanización muy ambiciosa
bajo parámetros higienistas para el placer de los veraneantes; quizás germen de
un desarrollo mayor.
Puede decirse que el
primer hito fue la “Rambla Sur” cuyos restos, varias veces cubiertos por la
arena fueron definitivamente desenterrados entre 1992 y 1993; mudo testigo de
los sueños de aquellos pioneros.
En diciembre se inició la construcción de un gran hotel de unas 80 habitaciones y todas las comodidades que exigiría la selecta clientela a la que aspiraba servir. Colonos japoneses afincados en las cercanías aportaron la mano de obra. Un pequeño tren especial vinculó al hotel con la estación donde terminaba la línea que llevaba a la capital Federal. Un muelle permitía recibir insumos.
El Hotel en sus inicios
Los primeros
años fueron duros. Varios factores se sumaron para que el proyecto no
llegara a buen puerto: primero fue el estallido de la Guerra Mundial que hizo
que sus propulsores volvieran a Europa; luego, fue el viento y la arena lo que
provocó que Ostende corriera serio riesgo de desaparecer engullido por la
Naturaleza. Sin embargo, tuvo la simpatía de la sociedad porteña y recibió numerosos
visitantes distinguidos. Los años 30 y 40 fueron sus tiempos de su mayor esplendor. Mucha de aquella magia todavía se
conserva que el original “Termas Hotel”, sigue prestando sus servicios bajo el
nombre de “Viejo Hotel Ostende”.
En 1943 comenzó otro proyecto cercano, Pinamar que con los años prevaleció y que ha llegado a convertirse en eje de un conglomerado turístico, muy lindo e importante. Cincuenta años después fue reconocido como cabecera del partido de su nombre, abarcando Valeria del Mar, Cariló, Montecarlo; Mar de Ostende y …, por supuesto, Ostende. En conjunto suman unas 26.000 habitantes permanentes (Censo 2010).
Cercana al Hotel, sobre la playa, se levanta una modestísima construcción prefabricada en maderas que es considerada la primera residencia de veraneo de la localidad. que en los años 30 mandó construir para su esposa y familia el ex presidente de la Nación Arturo Frondizi.
Ostende en sus banderas
La Vexilología nos enseña que las banderas pueden tener innumerables formas, aunque la mayoría sean
rectangulares (alguna vez explicaré
por qué); aunque en Europa y Asia pueden verse algunas que a los verdaderamente
extrañas. Es posible que la de Ostende
sea la única bandera triangular en Latinoamérica;
hecha la salvedad respecto de los usos náuticos, donde abundan.
El ventoso 6 de abril de 1913, el emblema de Ostende flameó por primera vez. Sus colores
remiten a la ensaña patria argentina; al límpido cielo y a la espuma del mar,
aunque también podemos ver reflejados en ellos a los trajes de baño de los
caballeros de entonces. Una gran “O” dorada, particularizó el futuro que
auguraban los visionarios empresarios. Por esas cosas del destino, este paño
triangular quedó como testimonio
vexilológico del hermoso proyecto que no pudo ser.
Si tuviéramos que caracterizarla podemos decir que es
una pieza histórica. Así se la muestra
en el museo local, acompañando al
escudo que debió ostentar la frustrada ciudad.
Su blasón tiene mucho para decirnos, fue diseñado en el estilo naturista, propio de fines
del siglo XIX. Tiene forma germánica,
de los que se usaban en las justas medievales, con un recorte para permitir
mayor maniobrabilidad a la lanza. Su campo carga un mar sereno; una canoa de
pesca sobre la que se recuesta plácidamente una joven rubia, apenas cubierta por un lienzo celeste, notable
premonición de los bikinis. En su
mano derecha sostiene una caracola. Tan “lanzada” imagen, a principios del
siglo XIX, nos habla de libertad (en todo sentido); pero también de un tranquilo
un contemplar a la Naturaleza. Todo sobre un paisaje marino, con un cielo sereno y un Sol, rojizo, poniente,
recordando que Ostende puede traducirse como “puerto del Oeste”; lo que indica
el nombre del balneario belga.
El blasón diseñado para la ciudad de Ostende
Por timbre, una muralla, emblema de la ciudad que aspiró a ser. En la ornamentación la bandera local; un delfín y dos aves marinas
(¿gaviotas?) en vuelo. Por lema puede leerse el nombre de “Ostende” inscripto
sobre típico aro salvavidas rosáceo.
Un conjunto insinuante
de ejecución compleja a nuestros ojos, demasiado elaborado pero acorde a los
usos de la época. En sí mismo constituye un elemento publicitario que lució en los prospectos destinados a
promocionar la ciudad balnearia que nacía.
Si lo comparamos con el blasón de la ciudad belga es imposible no observar cierta influencia
en el diseño elegido por los emprendedores. Eso sí, lo flanquean una ninfa
oceánide y un tritón; mientras que otros atributos heráldicos definen la
impronta histórica del burgo.
Como Ostende
integra Pinamar, la bandera del partido nos habla de los dos colores que
predominan allí.
Nota: dedicado a mis amigos Ana María y Juan José Staffieri.
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