La autora del diseño y autoridades de la municipalidad de Montecarlo (Misiones)
Por Miguel Carrillo Bascary
Diseñando una bandera
Corresponde reconocer que crear una bandera no es tarea para
improvisados, por más emoción que se comprometa.
La enseña que distinguirá a una
comunidad demanda una medulosa reflexión
para la elección de sus colores y de los símbolos con que se cargará el paño. Para
esto hace falta un específico asesoramiento
profesional.
Hemos de considerar que concebir una bandera que identificará a
un conjunto social es un acto que
trasciende a los actores del momento y que está destinado a proyectarse
hacia el futuro de generación en generación.
El fenómeno en la República Argentino
Desde la regeneración del federalismo con
el advenimiento de la democracia, a fines de 1983, las provincias que la integran
fueron recuperando la memoria de las antiguas
banderas que algunas emplearon a comienzos del siglo XIX. Otras adoptaron
enseñas apelando a diversos procedimientos, principalmente concursos. El
resultado puede ser considerado más o menos feliz dependiendo del subjetivismo
de quién haga el juicio.
Por su parte, las municipalidades y comunas siguieron el ejemplo. En muchos casos fue
en ocasión de celebrarse el centenario o el sesquicentenario de la fundación de
la ciudad o del establecimiento de su primer gobierno local.
Silencio normativo
En nuestro país, como en la mayoría de
los estados, no existe una norma que disponga sobre cómo deben elaborarse las
banderas de municipalidades y comunas. Esto alentó las más iniciativas plurales en cuanto a la adopción de banderas.
Hay algunas que son notables aciertos, pero otras lamentablemente
son verdaderamente espantosas, un calificativo que solo puede disimular la
buena voluntad de los realizadores y el enamoramiento circunstancial por alguno
de las propuestas.
El resultado es lógicamente explicable porque a los concursos suele invitarse a cualquier
miembro de la comunidad. En otras ocasiones, se limitan a los niños de escuela
primaria; una perspectiva que excluye al resto de la población perdiendo así la
riqueza de aportes más diferenciados.
Un ejemplo ya clásico resulta ser la propuesta ("Fire the laser") que James Gray presentó al reciente concurso que buscaba definir un nuevo diseño para la bandera de Nueva Zelandia y que se ha divulgado en el ciber espacio como el paradigma de los despropósitos en la materia.
"Laser Kiwi flag", como se conoce esta bandera
Desde la perspectiva de la participación democrática es lo
querible, pero también debe pensarse en lograr un producto de calidad ya que, como se dijo, identificará a la
comunidad y no es cuestión de hacerlo en forma deficiente.
No promuevo reducir la convocatoria a
los diseñadores, nada de esto. Sería una limitación absurda, que por otra parte
tampoco garantiza calidad, ya que la materia tiene tantas dimensiones que ser
un profesional de la materia no garantiza alcanzar el objetivo propuesto. Demasiadas
banderas hay en el mundo que parecen el paking
de un producto.
Como se ve, la problemática es
compleja y tiene dimensión universal;
en muchos países afloran banderas francamente contradictorias con las reglas
aplicables. Uno de los ejemplos negativos podemos ubicarlo en las banderas
municipales de los Estados Unidos.
Debido a esa complejidad de la que
hablábamos en estas breves líneas no puede intentarse un análisis serio, ni
siquiera en forma esquemática. Con estas líneas me limito a plantear el tema.
Cabe señalar que en el ámbito de la
Vexilología (estudio de las banderas) existe una disciplina específica, la Vexilografía que brinda directivas
precisas para que el diseño de estos lábaros tenga un valor ínsito, más allá de
los diversos juicios a que lleva analizar la creatividad.
No me extenderé más.
Un aporte desde la experiencia
Esta introducción no se reduce a un
planteo teórico, quiero señalar un
aspecto que considero fundamental y que eventualmente puede contribuir a
orientar a las autoridades que consideren convocar un concurso para adoptar una
bandera de su comunidad. Es muy sencillo.
Convocado el concurso quienes
presenten sus propuestas tienen la lógica
expectativa de que se convierta en el emblema local. Por este motivo en las
bases se especifica que los autores ceden sus derechos sobre su obra.
Convengamos que sus concepciones pueden
ser muy buenas, pero sin dudas podrían ser mejor de admitirse algunos ajustes que aconsejados por la
Vexilografía.
Por esto, el consejo radica en consignar
en la base de la convocatoria la posibilidad
de introducir las modificaciones necesarias para mejorar el producto final.
A veces esto puede lograrse contando
con la buena voluntad del autor, pero en otras ocasiones puede ocurrir que insista
con lo suyo; con lo que se generará un conflicto no deseado por ninguna de las
partes.
El ejemplo en análisis
Más que una larga explicación puede
ser presentar el ejemplo de la ciudad de Montecarlo,
Misiones (Argentina), sede de la “Fiesta Nacional de la Orquídea”. La
ordenanza que promovió la creación de la enseña local respondió a la iniciativa
del entonces concejal, profesor Fernando
Perini, director de la “Escuela Municipal de Artes Plásticas”.
El llamado se concretó en el año 2015
y reunió cien trabajos. Tras diversas fases fue seleccionado el que presentó la
señorita Verónica González, quién hoy es profesora de Filosofía.
Proyecto original
Una oportuna y acertada reelaboración posterior permitió
oficializar como diseño de la bandera local, el que seguidamente se expone.
Obviamente ganó mucho, sin que el producto original perdiera su esencia.
Modelo adoptado, observar las pequeñas pero significativas reformas comparando con el original
Vemos acá cómo leves ajustes perfeccionaron la concepción inicial.
Esto no invalida que desde la Vexilografía dejemos de señalar que el dibujo
central es muy complejo, lo que dificulta su reproducción y encarece los costos de elaboración.
El emblema central consiste en una orquídea (elemento de por sí muy complejo) al que se suma un
mate (bebida característica de la zona y una de las producciones que sustenta
el trabajo local).
Significado de la bandera de Montecarlo
Se reproducen a continuación la explicación del diseño que la profesora González brindó a “Portal Misiones” (https://portalmisiones.com/hace-tres-anos-que-montecarlo-tiene-bandera-oficial)
“En la
parte superior y detrás, una figura de medio círculo amarillo, obviamente
simbolizando la mayor fuente de luz y energía que brilla en lo alto del cielo,
el Sol, que nos da calor y vida a todos los seres. Al frente, uno de los
representantes turísticos de la zona, por su hermoso paisaje y gran obra verde,
totalmente regalada por la naturaleza, la Isla Caraguatay. Con tantas especies
de flora y fauna dentro de sí que sin duda merecía un color característico, el
verde. Dicha isla se encuentra rodeada por el río Paraná, simbolizado por la
franja ondulada, situada en el centro horizontal del dibujo, como límite y
unión con nuestros vecinos del Paraguay.
A la
localidad de Montecarlo se la conoce como “Capital Nacional de la Orquídea” y
“Provincial de la Flor”, por ende, justifica la graficada imagen de una
orquídea en el centro, su color no es particular de una de ellas, sino que
representa el tipo de suelo, considerado el más fértil del mundo por su alto
contenido de nutrientes para plantas. Lo caracteriza su color colorado
inconfundible.
Dentro de
la flor se observa un anillo de hojas, interpretando, por un lado, las hojas de
yerba mate, ya que es un producto de gran importancia regional y que en
Montecarlo puede visitarse el molino y la envasadora de la misma. Por el otro,
intento identificar también con él, las hojas del ligustro que conforman el
atractivo y apreciado “Laberinto Vegetal” [laberinto que es una atracción turística y lúdica]
En el
interior de eso dibujé un mate, presente en reuniones, debates o simplemente
para comenzar un buen día, motivo para compartir con los demás, es algo de
nuestra cultura y se conserva desde hace años ésta tradición.
En la
parte inferior se puede notar un redondo casi completo, como una pelota, dentro
de ella se representan las dimensiones y figuras marcadas en la mayoría de las
canchas. Hace poco Montecarlo fue denominada “Capital provincial del deporte”,
es por ello que un lugar en la obra es otorgado a dicho espacio, el deporte.
Como su
nombre lo indica Montecarlo, era y aún conserva, grandes zonas de campos,
montes, lo natural del vivo color verde de la selva misionera, es por ello
especialmente que, en gran porcentaje, la obra esté pintada con dicho color en
la parte inferior.
La parte
superior, desde la mitad, de color celeste, el gran cielo, puro e infinito”.
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