Éxodo
jujeño, la gesta sin par
Exodo jujeño - Anónimo
Por Miguel Carrillo Bascary
En la noche de un día como hoy, 23 de agosto, pero de 1812, se
completaba la desocupación de la ciudad de Jujuy y de toda la extensión de la
provincia. Cerraba la marcha el mismísimo general Manuel Belgrano acompañado de su escolta.
Fue el inicio de aquella gesta inigualable que la Historia
conoce con el nombre de “Éxodo Jujeño”,
única opción que quedaba al prócer para intentar demorar el avance triunfador
del ejército español que ya había masacrado a la población de Cochabamba y amenazaba
continuar hasta Bs. Aires para hacer lo propio con la revolución iniciada el 25
de mayo de 1810.
Los efectivos de Belgrano eran
mínimos; muchos de ellos enfermos y casi sin armas; por lo que el pueblo llano
debió improvisarse para coadyuvar a la resistencia.
Cuentan los testigos que el silencio
de las desoladas calles de Jujuy oprimía
el alma. Sobre la sombra de los cerros se recortaban las llamas de las
cosechas y depósitos de mercaderías que sus propios dueños habían incendiado.
El ganado mayor fue arriado por delante de la población para no dejar recursos
a los españoles. El menor fue llevado o dispersado en los montes. Todo enser
que podría ser de utilidad al enemigo fue destruido. Hasta las iglesias quedaron
despojadas.
Recreación del Éxodo
Con temperaturas gélidas por la noche;
hostilizado por las avanzadas enemigas; carente de agua y ahogado por el polvo
levantado por miles de pies cansados, avanzó
ese pueblo mártir hacia un destino incierto.
Sabemos hoy que su decisión y heroísmo salvó literalmente la revolución patriota.
Sin el Éxodo no habrían sucedido los triunfos de Tucumán y Salta y el poder
español habría prevalecido sin oposición sobre las débiles autoridades criollas.
La ciudad de Jujuy fue reconquistada recién en marzo del año siguiente, momento en
que sus habitantes pudieron constatar las ruinas en que había quedado por
despecho de los invasores.
La bandera reliquia en el salón que hoy la guarda
Meses más tarde, el 25 de mayo de 1813,
Belgrano quiso destacar el valor de los
jujeños y les entregó como humilde pero significativo testimonio la “Bandera
Nacional de la Libertad Civil”, emblema del estado de Derecho, reliquia
belgraniana que aquellos atesoraron por más de dos siglos y que aún conservan
con unción.
El Cabildo de Jujuy cuando Belgrano cedió la bandera al pueblo de la provincia
(Fotomontaje de Joaquín Carrillo)
Esta enseña fue reconocida en el 2015
como símbolo patrio histórico y hoy
acompaña a la Bandera argentina en nuestras presentes circunstancias. Es un
modo silencioso de decirnos que, si los
jujeños superaron tamañas dificultades, hemos de alentar que los argentinos sabremos sobreponernos las
actuales adversidades para protagonizar nuestro presente y construir un
porvenir de desarrollo para nuestros hijos.
¡Gloria al pueblo de Jujuy!
Vitrina que preserva la histórica bandera
(foto tomada en el año 2014)
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