Una curiosa alegoría:
Confederación Argentina – Estados Unidos
Por Miguel Carrillo Bascary
Sobre la pieza
En el Archivo General de la Nación
(Argentina) se preserva una curiosa alegoría que celebra la amistad y el paralelismo entre la historia de ambos estados,
particularmente en la derrota del Imperio Británico.
Según las referencias está depositada en
el “Departamento de Documentos Escritos”, Sala 10 C. 13 A.8 Nº3. Lamentamos no
poder aportar otros datos.
Tomamos esta interesante imagen de la portada
correspondiente al catálogo de la
colección de Mario Cesar Grass, que agrupa documentos datas entre 1577 y
1883.
Descripción
Como elemento central del conjunto se encuentra un “trofeo” que celebra los
triunfos de la Confederación y los Estados Unidos sobre el Imperio. El diseño
en general se adscribe al estilo
“naturalista” tan en boga durante el siglo XIX.
El águila
americana extiende sus alas en posición exployada, la que adopta en el blasón
norteamericano. Desde su cuello pende una gruesa cadena abierta, con sendos
escudos.
El argentino, a su derecha, de forma elíptica; con la pica, el
gorro de la Libertad, cuya punta cae hacia la izquierda; sostenidos ambos por
dos brazos diestros desnudos.
En cuanto al escudo norteamericano, lleva una boca a la “suiza”, su campo incorpora
once franjas blancas y oscuras (rojas); en jefe (que debería estar esmaltado de
azur) hay cuatro estrellas y un lucero central con ocho rayos.
Las garras del ave aprensan: la diestra, una rama de olivo y un haz de
flechas, la siniestra; al igual que se presenta en la Heráldica norteña.
El peso del animal soporta, por no
decir que aplasta, en clara posición de triunfo, a un león abatido, cuya corona imperial ha caído. En esta figura felina
podemos ver corporizado al Imperio británico, lo que permitiría datar la
alegoría en una fecha posterior a 1846.
Por detrás del águila, a manera de
abanico, se extienden cuatro banderas a
cada lado y otros trofeos que se describirán más adelante. Los dos primeros lábaros
no permiten identificar a qué nación pertenecen. Por su parte, los habidos sobre
la derecha corresponden por su orden a: la Argentina; los Estados Unidos y el
Brasil (aunque no podamos atribuir a qué se debe esta presencia). Por la
izquierda, también por su orden, se distinguen las enseñas del país del Norte y
de la Confederación; mientras que hay otra que es imposible de distinguir.
En cuanto a los otros trofeos, pueden señalarse por la diestra: un cañón, con
quince balas esféricas en pirámide y una caja de guerra; como volúmenes
dominantes; junto a la moharra de una lanza; una pala de artillería; un fusil
con bayoneta calada y un hacha; también hay otro objeto indeterminado. Por el
lado opuesto se observan: el pabellón de una trompeta; la culata de un fusil y la
campana de un cuerno de guerra; mas otro elemento no identificado.
El depredador sostiene con su pico una
cartela doblemente convexa que lleva
inscripto el lema propio de los Estados Unidos: “E PLURIBUS UNUM”, que
significativamente es equivalente al que adoptaron las Provincias Unidas (estado
antecesor de la Confederación Argentina) desde 1813, “EN UNION Y LIBERTAD”.
Detrás de la cabeza del plumífero luce
un Sol pleno, con 24 rayos visibles que
deja ver solo sus ojos; en una evidente caracterización de la Confederación
Argentina. Está asentado sobre una gran nube que lo resalta y flanqueado por
cuatro estrellas de cinco puntas.
Por sobre todo lo descripto hay una cartela convexa, de mayor tamaño que la
anterior, que reza: “¡VIVA LA CONFEDERACION ARG.na!” (Argentina)
La composición esta afirmada sobre un zócalo que se presenta acolinado, sobre
la derecha y plano por su contrario.
Bajo el elemento anterior, obra la
leyenda “MUERAN LOS SALVAJES UNITARIOS”, a manera del grito de guerra de los federales; tal como se prescribía incluir en
toda correspondencia e impreso, satisfaciendo así la expresa disposición
oficial. Un subrayado artístico subraya la fuerza de aquella expresión de odio
destinada a sembrar el terror opositor.
Sobre la primera sección destaca la
figura de un indio piel roja erguido,
que sostiene una bandera de los Estados Unidos, enastada, rematada por una
alabarda y de cuya base cae un cordón de pasamanería que finaliza en un pompón
con flecos, tal como es tradicional en ese país. Con su brazo derecho sostiene
un fusil de avancarga, armado; cuya culata está adornada con una plaqueta. Los
largos cabellos del aborigen están ceñidos por una gruesa vincha frontal, sin
adorno alguno, rematada por una solitaria pluma en su delantera. Lleva su torso
desnudo cruzado por dos correas; de la primera cuelga un cuerno de pólvora;
pero nada se observa respecto de la segunda. Se adorna con grandes aretes; un
collar del que pende un medallón; sendos brazaletes sobre sus bíceps y una pulsera
sobre la muñeca derecha. Un grueso cinto sujeta una falda con flecos, cortada
poco más arriba de las rodillas; del aquel cuelgan, una polvorera y un letal tomahawk,
arma tradicional de los indígenas norteamericanos. Calza mocasines, propios de
las culturas autóctonas del Norte.
Por su parte, sobre la siniestra,
vemos a un militar (también erguido)
que podemos caracterizar, considerando todo su atuendo, como perteneciente a la caballería de la provincia
de Buenos Aires, principal arma de la Confederación, dominada entonces por
el régimen de Rosas. Con su mano derecha sostiene la bandera nacional argentina,
cuyo Sol posee 16 rayos, el asta consiste en una lanza equipada con un espontón
de brazos ondeados. El rostro del personaje está adornado por un grueso bigote,
característico de aquella época. Cubre su cabeza con un bonete, con su punta
caída hacia la izquierda; también a la moda de entonces. Los alamares del
cuello alto del uniforme que viste, provisto de abotonadura central y la espada
de caballería que ciñe del cinto, evidencian que se trata de un oficial. En su
pecho lleva una divisa, que puede caracterizarse como “federal”. Usa chiripá y
calzoncillos cribados. Su pecho está cruzado por dos correas; de una de ellas
pende una carabina que lleva sobre sus espaldas, aunque apenas se divisa su
culata. Calza botas de potro, que dejan descubiertos los dedos de los pies, que
portan grandes espuelas. Con el derecho pisa una boleadora de una sola piedra
(“bola loca” o “perdida”), con su huasca (correa) arrollada.
Entre este militar y la composición
central recientemente descripta, sobre el horizonte y en la lejanía se
distingue una escena plena de dinamismo en
que un soldado huye corriendo,
portando una bandera del Reino Unido, poco más atrasado lo persigue otro militar,
montado y al galope, que revolea una boleadora de dos piedras preparándose para
arrojarla sobre el primero.
Por su parte entre el indígena armado
y el conjunto principal se observa, también en un segundo plano, un navío a vapor (tal como lo evidencia su
chimenea humeante) equipado con una rueda impulsora lateral y con su velamen
desplegado. Un pabellón norteamericano flamea sobre su castillo de mando con lo
que identifica su nacionalidad.
Otros aspectos
La composición presenta aspectos plenos
de ingenua expresividad.
Contrasta particularmente que se
observe a un oficial argentino y a un auxiliar de las tropas norteamericanas,
cuando lo lógico habría sido representar a otro oficial en su uniforme.
El protagonismo atribuido a la posición
y al volumen del águila, señala una preponderancia en favor de los Estados
Unidos; que se acentúa al ubicarse al indígena y al navío sobre la diestra del
conjunto.
Por su parte la representación de la
Confederación predomina en la posición y magnitud relativa de la cartela que la
alude, pero reconocemos que ésta es un adorno de jerarquía
inferior. Otro aspecto en favor de la Confederación es que el escudo nacional
se encuentra a la derecha, respecto del norteamericano.
La presencia de la nave podría
interpretarse en el sentido de que la victoria de los Estados Unidos se concretó,
principalmente, a consecuencia de su predominio sobre la Marina Real. Mientras
que la lucha entre la Confederación y el Reino Unido se habría alcanzado en virtud del desempeño de su caballería, aspecto en donde la
realidad no coincide con lo sucedido, pero que se puede explicar por la
preponderancia que tuvo el arma en tiempos de Rosas.
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