La bandera de Curuzú Cuatiá en perspectiva histórica
En el presente resumimos las referencias históricas sobre una
bandera que creó y mandó a bendecir Belgrano cuando en noviembre de 1810 se
hallaba en Curuzú Cuatiá y que colocó al frente de la Expedición al Paraguay.
Se especula también sobre el significado; diseño y el destino de esta enseña,
indudablemente belgraniana.
Por Miguel Carrillo Bascary
Introducción
El 22 de
septiembre de 1810 el vocal de la Junta revolucionaria de Bs. Aires, Manuel
Belgrano, fue comisionado para comandar la “Expedición Auxiliadora” que debía llevar
las nuevas ideas hasta el Paraguay. Su designación como “general en jefe” le
otorgaba jurisdicción sobre los pueblos de la Banda Oriental; Santa Fe;
Corrientes y Paraguay, comprendiendo a Entre Ríos (ver
“Documentos para la historia del Gral. Don Manuel Belgrano”; tomo III, vol. 1;
pág. 257. Inst. Nacional Belgraniano; Bs. Aires; 1997); aunque su
rango militar era el de coronel.
Nota:
La fuerza originalmente estaba formada por un contingente de los regimientos de
Infantería 3 “Arribeños”; “Pardos y Morenos”, “Granaderos de Terrada” o “de
Fernando VII”, unos doscientos efectivos que se incrementaron durante el
trayecto que cubrió la columna. Pasando por San Nicolás se les sumaron elementos
del regimiento “Voluntarios de la Frontera” (también llamados “Blandengues”);
en Rosario se incorporó como voluntarios casi un 10% de su población masculina;
mientras que en Santa Fe se agregó la compañía de “Blandengues” y más tarde se
les adicionaron paisanos del interior de Entre Ríos que revistaron como
“Milicia Patriótica del Paraná”. También ocurrió lo propio con una sección de
“Patricios”; los milicianos de Corrientes y de las Misiones.
Este ejército
cruzó el Paraná, se afianzó en la villa de La Bajada donde recibió los auxilios
logísticos aportados por los hacendados de la región (entre ellos, los de la
patricia Gregoria Pérez de Denis) y marchó dividido en cuatro divisiones para
reagruparse en el paraje de Curuzú Cuatiá; aproximadamente unos 350 kilómetros.
Fue allí que este
cuerpo armado habría recibido de manos de Belgrano una bandera particular que motiva
el presente análisis. La temprana aparición de esta divisa, a pocos meses del
pronunciamiento de Mayo y cuando aún se mantenía oficialmente la “máscara de la
fidelidad a Fernando VII” es motivo de diversas especulaciones.
Documentos
antecedentes
Desde Paraná,
Belgrano solicitó a la delegación de la Real Hacienda con asiento en Santa Fe
que le remitiera telas de diversos colores “para banderas”.
Se debe al
investigador Federico Cervera (miembro correspondiente de la Academia Nacional
de la Historia) la difusión del precioso documento que dio a conocer
debidamente circunstanciado en una colaboración de su autoría, “Belgrano y la
primera bandera paraguaya”, publicada en la revista “Historia” Nº27 (1962); que
posteriormente redondeó bajo el nombre “Banderas de Belgrano en 1810” (difundido
en el “Boletín de la Academia Nacional de la Historia” de 1977; págs. 185 a 202).
Allí
informa que el documento es una hoja suelta que obraba en el Archivo de Santa
Fe. Sección Contaduría; tomo XV; legajo 13; folio1178 nueva denominación:
Documento 99)
El
oficio está dirigido a los “Señores Ministros de la Real Hacienda” residentes
en Santa Fe, que dice en lo medular: (en esta publicación se
ha dispuesto conservar la grafía original de los documentos)
“En el instante remitirán Vms [“Vuesas
Mercedes”, arcaico título de cortesía], 2 varas de gro de lana azul, 2 de amarillo y 2 de
encarnado, como pa vanderas, y quando de esta calidad no se encuentre lo
facilitarán de hilo o seda” (sic)
Otro documento, complementario del anterior consiste en la
factura/recibo del siguiente tenor:
“Decimos nosotros Da. [Doña]
Ma. del Tránsito Troncoso y Dn. [Don] José Seguí, que hemos vendido a
los SS. [Señores] Ministros de Rl. [Real] Hacienda de esta ciudad
los gros que siguen: 2 vs. [varas] tafetán amarillo a 9 rs [reales]
2,2; 2 id. azul a id. 2,2; 2 id. Encarnado a 12 rs. 3 [lo que totalizaba]
7,4. Cuya cantidad hemos recibido de dhs. [dichos] Srs. y para
constancia lo firmamos en Sta. Fe a 21 de Octubre de 1810. A ruego de dicha
Sra. Nicolás Hernández, por ocupación de mi pe político Don José Seguí; Juan
Fco. Morcillo”.
Cervera sigue contando que en el margen izquierdo de la pieza anterior con
signatura de Belgrano se lee:
“He recibido las 8 vs. de
tafetán que Vsm me remiten con ofo. [oficio] del 23 del corrte. [corriente]
a que contesto. Dios guarde a Vms. ms. as. Bajada del Paraná, 23 Octb. 1810”.
En
nota a su trabajo publicado en el “Boletín de la Academia”, Cervera da el
correspondiente crédito a Modesto Osuna que descubrió el documento en 1937, pero
que no lo difundió sino hasta 1974 (en “Revista
de la Junta Provincial de Estudios Históricos”, tomo 47). Señala
también que la pieza fue reproducida en el “Anuario del Instituto de Historia
de la Univ. Nacional del Litoral”, Nº4, 1960, como parte de un ensayo de la
investigadora Elda González.
Simplificando:
Belgrano solicitó la compra de género “para banderas” en colores “amarillo”;
azul y “encarnado”, lo que se concretó en Santa Fe y se le remitió al
campamento de La Bajada (Paraná), lugar donde las recibió el requirente. Esto
pone de relieve que hubo una decisión concreta del prócer, lo que pone en valor
el destino que les asignaba.
Los paños hechos banderas
El 20
de octubre de 1810 Belgrano dirigió otro oficio a la Junta detallando el plan
de operaciones que había dispuesto. Es allí donde los géneros que pidió aparecen
formando sendas banderas monocolores que se asignaron a cada una de las tres
divisiones de la Expedición: “roja” para la primera; azul para la segunda y
amarilla para la tercera; mientras que a la Plana Mayor y reserva quedaba sin
elemento de identificación alguno (Ver la composición del contingente en el Anexo al presente).
Una
reflexión personal: la comunicación de Belgrano indica a todas luces que estas
banderas tenía como función identificar a cada segmento del ejército; constituían
señales que facilitaban que fueran percibidas todo desenvolvimiento, lo que se
certifica si se reflexiona que la Plana Mayor bajo el mando directo del citado
jefe no llevaba distintivo alguno, simplemente por que no lo necesitaba.
En su trabajo de 1977 Cervera
destacó sagazmente que el uso
de estas enseñas contravenía las disposiciones castrenses coloniales que de
hecho aplicaban las fuerzas patriotas. Indica también que cuando la Junta a
recibió la comunicación las aprobó en los siguientes términos: “es de
aprobación de la Junta” (AGN; 2ª. 4; Nº15, folios 195 y subsiguientes)
El acontecimiento
de Curuzú Cuatiá
Decíamos que desde La Bajada
partieron los expedicionarios en forma escalonada, lo que facilitaba la
logística del desplazamiento. Tenían como objetivo el caserío de la “posta de
Cruz”, ya conocido como Curuzú Cuatiá, que hoy es parte del territorio de la provincia
de Corrientes.
Trayecto
de la expedición al Paraguay
El 7 de noviembre Belgrano
comunicó a la Junta su llegada a Curuzú Cuatiá, donde ya se encontraban las dos
primeras divisiones; que al día siguiente arribó la 3ª. división, y manifiesta
su calculo que dos jornadas más adelante haría lo propio la 4ª. (Ver “Documentos …”; tomo III; Vol. 1; pág. 317)
Es ampliamente conocido que en
uso de las facultades de su competencia Belgrano resolvió establecer formalmente
esta villa, previo el necesario deslinde, con lo que resolvió una antigua
controversia de jurisdicciones entre el cabildo de Corrientes y las posesiones
de los “indios del Yapeyú”. El acta lleva fecha del 16 de noviembre de 1810. La
Historia llama a este acontecimiento “la fundación de Curuzú Cuatiá”, en rigor
“Nuestra Señora del Pilar de Curuzucuatiá”, como la llama Belgrano (ver.
“Documentos …”; tomo III; vol. 1; pág. 325). Esto justifica el slogan con que hoy se identifica la
ciudad: “primer pueblo patrio”.
Esto revela a Belgrano como un maestro de la sicología
social, como forma de expresar las características progresistas del gobierno al
que representaba Belgrano magnificó su decisión fundadora y la rodeó de un
aparato ceremonial destinado a impresionar a los lugareños y a fortalecer el
espíritu de cuerpo de su tropa. Para ello es evidente que dispuso solemnizar la
ocasión con una ceremonia solemne en la que hizo bendecir una bandera para el ejército
expedicionario lo que ejecutó el capellán, padre Arboleya.
El momento era el apropiado, ya
que la reunión de los diversos cuerpos de la expedición era el paso previo para
el comienzo de las acciones bélicas, lo que justificaba contar con una bandera
propia. Recordar que si bien Curuzú hoy se encuentra al sur de Corrientes en
aquella época los límites no eran claros y que poco más adelante ya existía la
posibilidad de enfrentar a los realistas paraguayos.
En el pensamiento de Cervera y de muchos otros, a los que me sumo, esta bandera fue divisa particular
de la Expedición Auxiliadora al Paraguay, o sea, que fue un emblema de la
Revolución de Mayo a cuyo gobierno representaba la fuerza bajo mando legítimo
de Belgrano. Sin embargo, no dejo de señalar que el significado atribuido no
cuenta con fundamento documental indubitable.
La existencia de la
bandera bendecida en Curuzú resulta de una carta de tipo que el propio Belgrano
dirigió al secretario de la Junta, Mariano Moreno; lleva fecha del 13 de noviembre
de 1810 y dice en lo pertinente:
“Porqué me ha olvidado Ud. tanto a nuestro
Arboleya. Es muy bien Patricio y no pierde ocasión de hacer servir su
ministerio a la sagrada causa: dos veces ha predicado en la bendición de la
Bandera, y el día de San Martín con que conviene Ud. esas episcopales que tanto
desea” (Fuente
original: “Carta inédita de Belgrano a Moreno”, colaboración del historiador y
sacerdote Guillermo Furlong publicada en la “Revista de Estudios”; tomo 19;
págs. 67 a 79; 1920. Reproducido íntegramente en “Documentos …”, tomo III; vol.
II; pág. 387. Inst. Nacional Belgraniano, Bs. Aires, 2004).
Análisis
del documento
En el documento observamos tres
hechos significativos para el análisis en curso:
I.-
Se alude a una “Bandera”
(sic) lo que permite inferir que identifica a todo el Ejército, en consecuencia
a partir de su oficialización, manifestada en su bendición que estaba en
concordancia a los usos y reglamentos de entonces debía hallarse en la jefatura
de la fuerza y ser custodiada por la guardia personal del comandante. Una
antigua costumbre nacida en la Edad Media daba libertad para que los generales
en campaña pudieran adoptar banderas para su ejército si el mismo carecía de
ella, por lo que la decisión de Belgrano estaba dentro de sus atribuciones y de
debió extrañar. Una oportuna discreción sería destacar que no ocurrió lo mismo
en Rosario cuando el prócer creó la Bandera nacional, ya que entonces no
comandaba un ejército sino un reducido destacamento y su cometido era netamente
defensivo y posicional. En cambio otras unidades de menor entidad, como por
ejemplo el “Regimiento Fijo de Bs. Aires” o el “Regimiento América” debieron
solicitar instrucciones al gobierno para disponer sobre sus insignias.
II.-
Se omite toda referencia a las tres banderas divisionales. Nada dejó escrito Belgrano al
respecto lo que autoriza a suponer su desaparición, pues en caso contrario hubiera
sido ocasión propicia para hacerlas bendecir y luego entregarlas solemnemente a
cada división ya que con esto se exaltaría su identificación con ellas en
ocasión de las marchas y los combates que protagonizarían. Y si esto no ocurrió
la interpretación posible es que los paños de esas banderas se reunieron para
formar la nueva insignia del ejército. Recordar aquí que Curuzú estaba en medio
de la campaña y que las telas para banderas eran bienes tan significativos que
solo podían conseguirse en una importante ciudad como Santa Fe, de manera que
no podemos pensar que Belgrano tuviera otra fuente de provisión más que la reseñada.
Soy del parecer que a partir de Curuzú Cuatiá las banderas divisionales
perdieron todo objeto, ya que Belgrano informó a la Junta: “… mi plan es no dividir de ningún modo mis
fuerzas, para seguir la empresa del Paraguay adelante …” (Ver: “Documentos
…”; tomo III, Vol 1; pág. 318).
Entiendo que fue luego de tomar esta decisión que se le hizo evidente la
inutilidad de tales enseñas, por lo que ideó reunir sus paños para formar una
nueva que representara a todo su ejército; volveremos sobre el punto.
III.- Se menciona a una persona de apellido
“Arboleya” quien fue un clérigo comprometido con la causa patriota. Se conoce una carta el 6 de junio de 1810 que éste le
dirigió a Cornelio Saavedra, donde manifiesta su adhesión a la recién formada
Junta, de ella se infiere conocía a su presidente desde su juventud y que
aspiraba a que Rosario del Colla (ubicado a unos 50 kilómetros hacia el Este de
Colonia) enviara un diputado para sumarse a dicha corporación, para lo que invocó
la antigüedad de la villa, fundada en 1775 y constituida en parroquia en 1802
por disposición del obispo de Bs. Aires, Benito Lue y Riega. También deja
entrever su aspiración de desempeñar ese cargo, a cuyo fin señala los doce años
de ministerio en la misma. (Ver. “Boletín Histórico”; Nos. 64-87; Estado Mayor del Ejército; Montevideo;
1960; desde https://www.estudioshistoricos-en.edu.uy/assets/069-bolet%C3%ADn-hist%C3%B3rico-n%C2%BA-084---087---a%C3%B1o-1960.pdf)
La Junta
rechazó la pretensión, por entender que solo debían enviar diputación las
poblaciones que fueran cabeza de partido, lo que no hizo más que renovar las
muestras de almibarada adhesión del clérigo en otra carta fechada el 12 de
julio. Tales evidencias no permanecieron ocultas a los ojos de las autoridades
realistas de Montevideo, de forma que Arboleya debió huir y se refugió en Santa
Fe, en donde se incorporó al ejército de Belgrano como capellán.
De la nota de
Belgrano a Moreno se desprende la existencia de otra comunicación, donde el
primero abogaba a favor del religioso con relaciona unas “licencias
episcopales” (ver nota al final de este ítem). Lo que en definitiva interesa a
nuestro análisis es el declarado patriotismo de Arboleya. Por esto se estima
que arbitró todos los medios para rodear con las mayores solemnidades la
ceremonia de bendición de la bandera, lo cuál seguramente fue muy del gusto de
Belgrano por coincidir con el objetivo estratégico de impresionar a la
población y de dignificar la revolución por medio del sentir religioso.
En la “Gaceta
Extraordinaria de Buenos Ayres” del 12 de febrero de 1811 Arboleya describió
con lujo de detalles la batalla de Paraguarí, que tuvo lugar el 19 de enero de
1811; allí se trascribe su carta a Joaquín Correa y Morales, residente en Tebiquarí,
fechada el 25 de enero de ese año.
Nota:
Ocurre que Arboleya era cura de Rosario del Colla por lo que no podía
ausentarse sin licencia nel obispo. Su patriotismo lo obligó a retirarse y se
puso al servicio de Belgrano. A todas luces su situación personal era
irregular, por esto se pedía la autorización que le permitiría liberar su
responsabilidad por faltar a su sede y para ser formalmente nombrado capellán
de la expedición.
Forma
de la bandera y otras disquisiciones
En conclusión,
si Belgrano dispuso formar una nueva bandera a partir de los paños de aquellas
otras que habían usado las divisiones de referencia, correspondería analizar cuál
fue el diseño ordenado, destacando que se carece de referencias documentales y que
tampoco se conservó alguna tradición oral. Tan escasas fuentes generan
numerosos interrogantes.
En primer lugar
se trató de una enseña materialmente
reciente, tanto que no había sido bendecida al ponerla en servicio, como
se acostumbraba entonces. Presumiblemente se construyó en la misma Curuzú, ya
que en los aprestos de la marcha no se la menciona. Alguien podría decir que
Belgrano ya contaba con ella y que por eso omitió mencionarla en el oficio a la
Junta (13 de noviembre) pero parece poco probable que se refiera a las enseñas
divisionales y que haya olvidado la principal, si la hubo. Además, no hay que
olvidar que Belgrano no comandaba una unidad orgánica que podía contar con bandera;
se trataba de un conglomerado militar de muy diversa extracción, de manera que
este variopinto conjunto no permite entender que tuviera entidad para poseer
una divisa propia.
Aún
considerando las referencias previas y la escasa logística disponible, la
confección de una bandera no era tema menor. Demandaba que luciera “con
decencia”; la tropa debía reflejarse en ella lo que requería cierta dignidad en
sus materiales. Si recordamos que Belgrano debió solicitar que se comprara en
Santa Fe un género específico para elaborar las enseñas divisionales esto
indica que faltaba en las existencias del ejército. Y, si en el pueblo de La
Bajada no existía alguna tienda capaz de proveerla, menos aún en Curuzú Cuatiá
que solo tendría unas ochenta casas y, a lo sumo, pulperías de campaña.
Esto avala
razonablemente la presunción de que Belgrano haya echado mano de las enseñas
divisionales para preparar la que debía identificar al cuerpo expedicionario.
Otro punto a
considerar es ¿qué colores tenía? La
respuesta surge sola, aquellos que formaron las enseñas divisionales: roja,
amarilla y azul.
Lo que no quedó
documentado es su disposición, por lo que vale preguntarse ¿las franjas eran verticales u horizontales?
La Historia
cuenta que, excepto la “Bandera Nacional de la Libertad Civil” (que es lisa)
las varias banderas que creó Belgrano tuvieron segmentos horizontales; esto
corresponde a la tradición española de usar emblemas franjados, salvo que utilizan
paños monocromos. Repasando las primeras banderas de Sudamérica la disposición
apaisada predomina casi en absoluto (la excepción es Perú, pero recordemos que
previamente usó una de franjas planas). Esto indica como razonable que la
enseña nacida en Curuzú Cuatiá haya tenido franjas horizontales.
¿En qué orden pudieron disponerse los colores? Cervera señala
que pudo seguirse el esquema empleado por los seguidores de Francisco de Miranda,
que luego se reflejarían en los pabellones de Venezuela, Colombia y del Ecuador:
amarillo; azul y rojo.
Por lo demás, estimo
que su paño no llevó carga alguna. Baso esta afirmación en los escasos medios de
que disponía Belgrano; en la complejidad que hubiera demandado bordar algún
distintivo y en los pocos días que mediaron entre la llegada a Curuzú y la bendición.
En esa época, para bordar una bandera se necesitaban hilos de oro o plata;
sedas para las figuras aplicadas y alguna pedrería; ninguno de estos elementos
debieron estar al alcance de Belgrano en la remota Curuzú. Razón que avala la
ausencia de toda aplicación.
Podemos
formularnos otra pregunta ¿cuándo y de
qué forma se empleó? Se contesta aseverando que como bandera de guerra era
natural que presidiera las formaciones y, salvo orden expresa en contrario, era
portada por miembros de la guardia personal del jefe.
Carecemos de seguridad sobre la fecha en que se bendijo. En su oficio
a Moreno (13 de noviembre de 1810) Belgrano refiere la intervención previa de
Arboleya; mientras que el acta de constitución de Curuzú Cuatiá lleva fecha de 16
de noviembre (puede verse en http://www.curuzu.gov.ar/htdocs/ciudad/fundacion.htm)
En
consecuencia, la bendición pudo ocurrir en la primera formación que se realizó ya
con el ejército al completo, es decir entre el 10 y el 12 de noviembre. El rito
fue una oportunidad excepcional para que Belgrano intentara crear espíritu de
cuerpo en sus hombres tomando como referencia la novísima bandera que les
presentaba.
Finalmente, ¿hasta cuando se usó esta bandera?
Sabemos que luego de su honrosa derrota en Tacuarí (el 9 de marzo de 1811) Belgrano
capituló ante el jefe paraguayo, Manuel Atanasio Cabañas y Gamarra. No hay ninguna
referencia documental, ni tampoco proveniente de la tradición oral que indique haya
entregado la bandera de su ejército. Por otra parte, las capitulaciones con
honores excluían la entrega de los emblemas del vencido, por lo que cabe
concluir que la unidad comandada por Belgrano conservó su bandera. Más tarde,
cuando ya retornado a Buenos Aires, el ejército expedicionario se terminó de
disolver la enseña perdió su función y a falta de disposición expresa se perdió
en algún momento y destino impreciso.
Esto es cuanto
podemos avanzar sobre la histórica enseña. Son muchas las dudas que genera,
pero su existencia está fuera de toda duda; más aún se trató de una insignia
creada por el general Manuel Belgrano.
Ejemplaridad
de la nueva bandera
Federico Guillermo Cervera
Cervera aduce que fue azul, amarilla y roja en franjas horizontales,
basándose en que la bandera de la expedición criolla se habría sido el modelo
para la que usaron los revolucionarios del Paraguay durante los hechos del 17
de junio de 1811. En consecuencia, a su entender, habría sido la “primera
bandera paraguaya”. Esto lo funda en una relación de los dichos del patriota
asunceño Mariano José de Molas quien describió el uso de “una bandera tricolor de azul, encarnado y amarillo con el escudo de las
armas del rey”, de lo que se hizo eco la “Gaceta de Montevideo” del 12 de
septiembre.
Sobre esta
enseña revolucionaria se extiende Vicente
Ayala Queirolo en su obra “Origen y evolución de la bandera nacional”
(originalmente publicado en el diario “La Tribuna” del 1º de mayo de 1961), allí
cita al historiador Agustín Berazza quién dio a conocer el expediente formado a
consecuencia del apresamiento de la balandra “San José” por el bergantín “El
Paraná”. En el mismo se rescata el testimonio de una persona de apellido Beltrán,
donde consta que los patriotas de Asunción “tienen
bandera azul, encarnado y medio amarilla en tres listas a lo largo y el escudo
de armas”.
El fracaso
militar de la expedición al Paraguay así como la escasa referencia documental
sobre esta bandera precipitó el olvido
que le dispensó la bibliografía, hasta las publicaciones de Cervera,
principalmente, pero también las de Osuna y Elda González.
La
bandera de la ciudad de Curuzú Cuatiá
Es evidente que
los trabajos de Cervera asistieron a la sensibilidad belgraniana del doctor Horacio Julio Rodríguez y a su amor por
la ciudad de la que hizo su hogar. Estimo que en sus años de duro trabajo
concibió y pulió la iniciativa de vincular formalmente a Curuzú con el olvidado
lábaro nacido en 1810. Al par que su autoridad intelectual se aquilataba Rodríguez
desandaba el derrotero de este emblema desde su brumoso origen histórico soñando
que fuera reconocido como enseña del municipio correntino. Cuando el azar del
destino y la consideración de que llegó a gozar en vida lo ungieron concejal de
Curuzú Cuatiá, Rodríguez encontró el momento oportuno para promover que se oficializara
como tal; veremos cómo.
Horacio Julio Rodríguez
Con silenciosa
sencillez y habilidad de curial promovió desde su banca un ambiente favorable a
la consideración de su iniciativa. En aquellas conversaciones con sus pares, supo
despertar buen eco, pero halló que algunos de sus pares cuestionaron el uso del vocablo “bandera” por entender que implicaba
connotaciones de soberanía alejadas de la naturaleza jurídica de un municipio. Fue
así que con toda ductilidad de criterio propuso
reemplazar el término cuestionado por el de “enseña”, con lo que la
prevención inicial desapareció.
Nota: la Vexilología considera varios vocablos
como sinónimo de “bandera”, sin que
pueda distinguirse jerarquía entre ellos. Citamos: pabellón, enseña, emblema, confalón, banderola, divisa, estandarte, gonfalón, guion, pendón, gallardete, flámula, oriflama, insignia, grímpola, lábaro, todos tienen una naturaleza común, son “vexilos”, aunque varios de
estos nombres indiquen su forma aproximada (cuadrangular, triangular, farpados, etc.) Las precedencias entre ellos radican en la función que les asigna en la
normativa o en los usos y costumbres de cada pueblo o estado.
En
esta instancia, una concejal señaló la oportunidad de adoptar una canción oficial local para lo que se
eligió el chamamé “A Curuzú Cuatiá”
compuesto por el popular artista folklórico Antonio Tarragó Ros, una iniciativa
que complementó el anteproyecto de ordenanza que Rodríguez estaba elaborando.
Sobre su composición cromática, Rodríguez explicó
que no quiso que fuera igual a la empleada por los estados del área
bolivariana, lo que justificó alterar el orden de sus colores y disponerlos con
el amarillo, arriba; el rojo en el medio y el azul, en la base. En sus
publicaciones, sigue relatando don Horacio, pidió al doctor Raúl Antonio Brambilla
que acompañara con su firma el proyecto que presentó en el Concejo Municipal de
Curuzú. El expediente se trató el 7 de abril de 1988 y obtuvo sanción como Ordenanza Nº496, unanimidad.
En
lo particular la norma dispone sobre la bandera y también contiene un artículo
transitorio relativo a su primer izamiento. Veamos sus términos:
“Art. 1º.- Decláranse símbolos oficiales de la ciudad y de la
municipalidad de Curuzú Cuatiá, además del Escudo otorgado por decreto del
Poder Ejecutivo provincial, la canción oficial y la Enseña municipal. […]
Art. 3º. La Enseña municipal será una réplica de la “Bandera
de Belgrano”, que en franjas horizontales e iguales, con los colores oro, rojo
y azul, izó Belgrano en Curuzú Cuatiá en la época de la fundación de la ciudad
y en oportunidad de la marcha al Paraguay de la Expedición Auxiliadora. […]
Art. 5º.- En el próximo aniversario de la fundación de la
ciudad el 16 de noviembre de 1988 se inaugurará la enseña de Curuzú Cuatiá, que
desde ese día estará izada en el edificio municipal y en los actos oficiales,
junto y a la izquierda de la Bandera Nacional”. […]
La bandera apronada
En la
actualidad verificamos que la ordenanza de referencia no definió los colores a
usar según alguna escala cromática, una faceta hoy indispensable según los
cánones de la Vexilología. Es de esperar que en un futuro cercano se dicte una
nueva ordenanza que complete este aspecto; única manera que la enseña tenga una
coloración indubitada.
Afianzamiento
del símbolo
Cuando llegó el
día dispuesto, el protocolo asignaba al intendente de la ciudad el doctor Abel
Grela protagonizar el primer izamiento de la enseña, pero con notable sentido
de la dignidad y reconocimiento a su figura le cedió tal honor al doctor Horacio Rodríguez.
El lugar elegido fue el mástil ubicado en
la conjunción de España y Juan Pujol. La Bandera nacional ascendió seguida por
la que representa a Curuzú Cuatiá compartiendo la misma driza. Ese mismo día la
celebración cobró particular brillo porque para conmemorar la efeméride se
hicieron presentes en Curuzú el entonces presidente de la Nación, doctor
Alfonsín y el gobernador de Corrientes, Ricardo Leconte.
La Semiótica
enseña que una vez formalizada la adopción de un símbolo se abre el proceso de enriquecimiento de su rol
representativo. La población de Curuzú acogió la nueva bandera en forma muy
favorable. Más tarde, en 1994, cuando la ciudad se dio su carta orgánica, su artículo 3º ratificó la bandera en los términos
de la Ordenanza Nº496.
Además cuando se
aproximaba el bicentenario de la creación de la Bandera nacional (2012) el
pueblo curuceño quiso vincular su enseña con aquella otra también creada por
Belgrano. Para esto, se concibió que una caravana de gauchos llevara la enseña
de Curuzú hasta la ciudad de Rosario, para ser depositada en el Monumento
Nacional a nuestra Enseña patria … pero esto y mucho más será materia de otro
post que se dará a conocer en fecha próxima.
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Fuente: informe de
Belgrano a la Junta fechado el 20 de octubre de 1810, con un total de 673
hombres.
Plana Mayor:
Sargento
Mayor [segundo jefe de la Expedición]: José Machain
Ayudantes:
Francisco Sáenz y Gabriel Meléndez
Comisario:
Miguel Garmendia
Capellán:
desde el 11 de octubre Belgrano le asignó esta función al presbítero Juan José
Arboleya
Cirujanos:
Juan Frubé (o Froure) y Mariano Vico
1ª. División, bandera roja:
Comandante
interino: Celestino Vidal
Ayudantes
generales: José Espínola (hijo) y Ramón Espínola
Compañía de
“Granaderos de Fernando VII”, también llamados “de Terrada” por el apellido de
su jefe
Regimiento
de “Caballería de la Patria”: 1ª, 4ª y 6ª compañías
Compañía de
“Blandengues” de Santa Fe: 30 hombres
Con dos
cañones de a 4 del tren volante en un carro capuchino; un tercio de las
municiones y otros útiles del parque conducidos en ocho carretillas.
2ª. División, bandera azul:
Comandante
interino: José Ramón Elorga
Ayudante
general: Pedro Aldecoa
Compañía de
“Pardos”
Regimiento
de “Caballería de la Patria”: 2ª, 5ª y 8ª compañías
Compañía de
“Blandengues” de Santa Fe: 30 hombres
Con dos
cañones de a 4 del tren volante en un carro capuchino; un tercio de las
municiones y otros útiles del parque, conducidos en ocho carretillas.
3ª. División, bandera amarilla:
Comandante
interino Manuel Campos
Ayudante general:
Manuel Artigas
Compañía de
“Arribeños”
Regimiento
de “Caballería de la Patria”: 9ª compañía
Compañía de
“Blandengues” de Santa Fe: 30 hombres
Con dos
cañones de bronce de a 2; un tercio de las municiones y otros útiles del parque
conducidos en carretillas.
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Notas:
Cervera
consigna que el oficio del que se extrae la información antecedente consta en
el Archivo General de la Nación con las siguientes referencias: 2ª. 4; Nº15,
folio 195 y siguientes.
El 21 de octubre de 1810 Belgrano ordenó un itinerario a cada
jefe de división y les impartió otras directivas.
El
presente es un nuevo aporte del Programa Rosario, cuna de la Bandera y ciudad
de la inclusión (Secretaría de Gobierno – Municipalidad de Rosario)
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