sábado, 26 de junio de 2021

Vexilología e Historia

Tres banderas de la Independencia americana

Afiche del evento

Hace unos días se concretó con sede en Lima (Perú) el “Simposio Internacional: Textiles Emblemáticos en el Umbral de la Independencia”, que reunió un grupo de académicos de nota provenientes de todo el continente. 

Consignaré los resúmenes de las tres intervenciones de su primera jornada (*) que tuve el privilegio de escuchar, con mucho provecho, ya que tuvieron por objeto referirse a varias banderas históricas que lucieron en los primeros tiempos del proceso independentista de Sudamérica.  En lo personal, agradezco a los organizadores la invitación a participar.

MCB

“La bandera del Ejército de los Andes: un ícono de la Independencia” - Adolfo Mario Golman (Argentina), investigador independiente y vexilólogo (**)


“Referirnos a la Bandera del Ejército de los Andes, es presentar una de las mayores reliquias de la guerra por la Independencia Sudamericana. Es el emblema que guio a la hueste sanmartiniana en la campaña por la libertad de Chile iniciada a principios de 1817.

¿Por qué el general José de San Martín ordenó su confección con dos franjas horizontales y no con tres, tal como lo presenta la clásica enseña argentina — celeste, blanca y celeste—, que había aprobado el Congreso de Tucumán en julio de 1816? Se describieron las distintas características que hacen único su diseño. El ejemplar, que históricamente se considera como el original, se conserva desde el 17 de agosto de 2012 en el Memorial a la Bandera del Ejército de los Andes, en el Paseo del Bicentenario de la ciudad de Mendoza, República Argentina.

Se comentó su uso en las batallas libradas en tierra chilena y su intrincado destino, lo que lleva a preguntarnos si el paño que se preserva en Mendoza es el auténtico que pasó los Andes con San Martín. No menos atrapante es describir el derrotero de la Bandera del Regimiento Río de la Plata, formado en Lima en 1823, luego del alejamiento de San Martín, y que durante años se confundió con la del Ejército de los Andes”. 

“La bandera de Macha. Hoy, una bandera de dos naciones (Argentina y Bolivia)” - Mario Linares Urioste (Bolivia), director de la “Casa de La Libertad”, Sucre.


“Los Incas Wiracocha, Pachakuti y Tupaq Yupanqui expandieron su imperio hacia Charcas llegando hasta Chile y Tucumán. Con la invasión de los españoles el desarrollo del imperio quedó truncado, pero los territorios que llegaban hasta Santiago del Estero al sur de Tucumán (gran parte de la hoy llamada República Argentina) pertenecían al imperio incaico, al igual que lo que hoy se llama Bolivia.

La invasión europea trató, en forma violenta o pacífica, de adaptar sus estructuras sociales, económicas y políticas a las preexistentes en los territorios anexados. Fue así como se creó el Virreinato del Perú sobre la base del Tawantinsuyo. Sin embargo, Felipe II determinó mediante Cédula Real del junio 12 de 1559 que “por las grandes distancias que existen desde Córdoba del Tucumán hasta Lima, por el buen celo y por el amor que debemos a nuestros vasallos y súbditos naturales…, la Real Audiencia de Charcas y Chancillería Real esté y resida en la ciudad de La Plata (hoy Sucre) provincia de Charcas de dichos reynos”. La Real Audiencia de La Plata de la Nueva Toledo en la provincia de Charcas, si bien era subordinada al Virreinato del Perú, debido a sus lejanos y vastísimos territorios, a las inagotables riquezas argentíferas de Potosí y a los revolucionarios conocimientos que impartía la Universidad jesuítica de Chuquisaca, desde un principio ostentó tendencias rebeldes y autonomistas que la convirtieron, en la práctica, en capital plena de su inmensa región y en otra suerte de corte como la de Lima.

La bandera en su más alta significación es símbolo de nacionalidad y representación genuina de la patria. Identifica a la nación que ha adquirido conciencia de sí misma y ha logrado del pueblo que la integra un especial sentimiento de adhesión.

En 1883, en la Capilla de Titiri, en el entonces curato de Santiago de Macha, se encontraron dos banderas del general Manuel Belgrano, que fueron salvaguardadas después de las honrosas derrotas de las batallas de Vilcapugio y Ayohuma. Estas banderas son el primer símbolo patriótico compartido por lo que hoy son dos naciones, que otrora, durante muchos siglos, fueron una sola. En 1896 el Gobierno de Bolivia atendió favorablemente la solicitud de la hermana República Argentina de entregar una de las banderas, precisamente la celeste blanca y celeste, que corresponde a los colores de su actual símbolo patrio y que se encuentra en el Museo Nacional de Historia en Buenos Aires”. 

 “La bandera de la independencia de Chile en cuatro momentos” - Leonardo Mellado González, del “Archivo Nacional de Chile” y presidente del “Comité Chileno de Museos”


“Desde su creación en el contexto emancipatorio, la bandera de la Independencia de Chile ha sido protagonista y testigo de diversos momentos que permiten dar cuenta de su significación tanto histórica como patrimonial.

Los cuatro momentos a los que se hace referencia son: la Jura, primer momento que alude al contexto histórico de comienzos del siglo XIX, los valores heráldicos que la componen y el proceso de construcción de los símbolos de representación que transitan del súbdito al ciudadano.

Un segundo momento que hemos llamado la Nación, dentro del cual se representa por medio de la bandera patria, todo el proceso de legitimación de los nuevos símbolos republicanos y como estos son apropiados socialmente por medio de ejercicios de invención y construcción de la Nación y de una “chilenidad”, por parte de las élites y del nuevo Estado, el cual a su vez se reafirma dentro de los modelos nacional-liberales durante el siglo XIX, y como “benefactor” en el XX, hasta la crisis de la institucionalidad dentro del marco de la dictadura cívico-militar de finales del mismo siglo.

El tercer momento lo hemos llamado el Bicentenario, contexto acotado a los finales del siglo XX y el naciente siglo XXI, coincidente con la consolidación de un modelo democrático post dictatorial, neoliberal, lleno de encendidos discursos en donde la bandera patria es utilizada como símbolo de unidad nacional, desde la restauración técnica del pabellón original hasta su utilización como proyecto bicentenario refundacional.

El cuarto y último momento, hoy, en el que surgen nuevas lecturas de representación simbólica de “lo patrimonial”, cruzado por movimientos sociales, confinamiento sanitario y crisis económico-política que reescriben un nuevo escenario”. 

Notas:

(*) Adaptación de los textos contenidos en el “Cuaderno de resúmenes” del evento.

(**) Autor de “Enigmas sobre las primeras banderas argentinas, una propuesta integradora” (2007) y de “La divisa punzó y la bandera federal” (2017). Coautor con Francisco Gregoric de “La Bandera del Ejército de los Andes. Reflexiones sobre la carta que explica su confección” (2014).

viernes, 25 de junio de 2021

Curiosidades: cuando la vista se engaña

Una aparente alteración a la regla de la derecha

Foto 1

Por Miguel Carrillo Bascary

Si bien la normativa, usos y costumbres en materia del Ceremonial de Estados, coinciden en muchísimos aspectos, es un dato de la realidad que las particularidades culturales aportan curiosidades, que se apartan de los cánones más generalizados.

A partir de una consulta que me hizo una reconocida colega de Tucumán, les comparto la fotografía que abre este comentario. Data de marzo del año 2012 e ilustra la visita que hizo a Kabul (Afganistán) el entonces presidente de Francia, oportunidad en que se entrevistó con su par local.

Como se observa, para la presentación ante la prensa internacional se dispusieron dos podios idénticos, desde los que los mandatarios se dirigieron a la prensa, en cada caso los flanqueaban sus respectivas banderas nacionales, según es lo usual.

Vemos que Kazai, como jefe de estado huésped, cedió la derecha a Hollande, esto fue reproducido por el posicionamiento de ambas enseñas, lo que en América es una práctica de excepción en el Protocolo. Nada objeto sobre que el jefe de Estado local ceda la derecha al visitante, pero considero inapropiado que ocurra lo propio con las banderas nacionales.

Desde la perspectiva a la que adhiero, la enseña local nunca debería ceder su natural primacía, ya que ella evidencia la soberanía del pueblo huésped, sin perjuicio que su primer mandatario considere políticamente adecuado intercambiar su lugar con el foráneo, como un gesto de galantería extrema.

Dicho esto, volvamos al caso los invito a un análisis más detallado, a tal fin es necesario observar las fotografías con detenimiento.

Ambas banderas están sobre sendos pies-soportes, lo que destaco en la Foto 2.

Foto 2

Los militares tienen la función de extender los paños para facilitar que se visualicen mejor (particularmente en el caso de la enseña afgana que carga el escudo nacional en su centro). La asignación no es de poca importancia, sino que, en primer lugar, debe interpretarse como un verdadero acto de servicio y, en segundo, como una comisión de honor para la que fueron designados por sus superiores. Véase lo destacado a continuación:


Foto 3

Ambos son miembros de las fuerzas armadas locales (lo que se evidencia en sus gorras y puños de las casacas), aunque la lógica indique que cada bandera debería ser asistida por un militar correspondiente a su nacionalidad. Lo que se muestra no me parece adecuado, claro está que mi perspectiva es netamente subjetiva. Como argentino entiendo que en el marco de una ceremonia de Estado la Bandera de mi Nación debe estar al cuidado de un connacional, jamás de un militar extranjero. Para el caso, debió ser un militar francés quie asumiera el rol, los había en Afganistán. Entiendo que muchos de los que leen estas líneas coincidirán con mi apreciación, aunque admito que otros puedan pensar diferente.

El principio de la igualdad jurídica de los estados, un paradigma básico en el mundo del Derecho Internacional Público, no se respetó en la ocasión. Esto se evidencia en los paños de ambas banderas, ya que la afgana está jerarquizada respecto de la francesa, por llevar una guarda de flecos dorados; lo correcto hubiera sido que ambas contaran con flecos o, en contrario, ninguna. Ver la Foto 3. En consecuencia, se expone una poco sutil práctica en beneficio al pabellón local, lo que me parece francamente improcedente. 

Interesa explicar, además, por qué el militar que sostiene la enseña francesa se coloca a la derecha de su asta, lo que visualmente contrasta con su compañero que hace lo propio con la afgana. Todo está determinado por la cobertura periodística del evento.  Cuando la toma abarca a ambos jefes de Estado, la cosa no es muy notoria, pero encuentra justificación si se realiza un plano medio sobre alguno de ellos.

En el caso del dignatario francés, el plano medio lo enfocará, pero la vista de su bandera, quedará interferida por la imagen del militar. Para que esto no ocurra, la única solución es colocar al soldado a la derecha del asta/bandera, lo que aparentemente la desjerarquiza. Digo que esto es solo una apariencia, ya que el militar NO LLEVA LA BANDERA CON LA IZQUIERDA, ya que se limita a extender el paño. Distinto es el caso inverso, porque tanto el mandatario como el militar se identifican con la enseña afgana.

Foto 4

Convengamos que todo esto es muy sutil, hasta el punto en que el gran público difícilmente aprecie lo expuesto, pero es indudable que ver la bandera de Francia, aparentemente a la izquierda de un militar extranjero, llama mucho la atención y que a los nacionalistas sin mayor conocimiento de Ceremonial y Protocolo les debe parecer muy chocante. Espero haber hecho entender.

jueves, 24 de junio de 2021

Una novedad en materia de Ceremonial

Las banderas-conos


Cone-flags en la recepción al presidente argentino en Israel 

Por Miguel  Carrillo Bascary 

A fines del año 2020 vi las primeras, empleadas por el Estado de Israel y sentí una lógica curiosidad, pregunté a varios ceremonialistas y vexilólogos amigos y a todos les sorprendió mi inquietud, al par que me manifestaron su total falta de información al respecto. 

Afortunadamente, la publicación de Marc Pasquin en “Vexilología-Vexillology” (Facebook 25 de abril 2021) me orientó en la materia ya que los individualiza con el término de cone-flags, banderas cónicas.

Hoy quería comentarles sobre estos novedosos elementos a disposición de los ceremonialistas, adelantando desde ya que personalmente no me gustan, ni en lo estético ni en lo conceptual; más aún, los considero inaceptables para usos oficiales. 

Digamos desde ya que no son técnicamente “banderas”. Marc las llama con acierto “flagloides”, es decir, “parecidos a banderas”. Si castellanizamos el término serían “banderoides”; o con más propiedad “vexiloides”. 

Debidamente armadas aparentan ser “banderas de posición” que en lo cotidiano son “de ceremonias” que se exhiben en su pie en las circunstancias que todos los que nos dedicamos a esto conocemos. Los ejemplos recopilados así lo expresan. 

Nos dice Marc: “En cuanto a por qué la gente los usaría en lugar de una bandera real, hay 3 razones principales que puedo pensar. Primero, son más fáciles de mantener ya que tienen una superficie rígida. Segundo, una persona puede llevarla fácilmente ya que no tienes que preocuparte de que caigan al suelo. En tercer lugar, ya que, técnicamente, no son una bandera, se puede seguir con los elementos mencionados anteriormente sin preocuparse de romper el código de la bandera local”. 

Como bien lo observa Pasquin, al no ser banderas, admiten que sus elementos se agranden o giren para facilitar su exhibición, como lo vemos en los casos referidos a la India y a sus fuerzas armadas. Más aún si se observa al que representa a India se verá que la franja central blanca no guarda el posicionamiento implicado en una bandera. 

Bandera nacional India, de su Fuerza aérea, del jefe de la misma y 
del cuerpo de Guardacostas (por lo que puede verse, salvo error)

Eventualmente, también podría ser el de Argentina, pero esto no ocurrió como se observa en la foto que abre esta entrada. 

Observaciones:

Sobre el primer ítem que nos señala Marc: la rigidez de su superficie les otorga un aspecto impecable, ya que no presentan los pliegues propios de un textil; sin embargo, no es suficiente para preservarlos de arrugas, particularmente si se manipulan sin cuidado. 

Como resulta del segundo y tercer aspecto, como no son técnicamente banderas, su manipulación puede hacerse sin temor de infringir las normas del adecuado respeto que estas últimas demandan, particularmente cuando se tratan de enseñas nacionales. 

Su armado demanda mayor cuidado que los que requiere una bandera de posición, pues quien no sea practico puede arrugar la superficie de estos vexiloides. 

Pesan menos que las banderas, lo que puede ser potencialmente inconveniente si se utilizan en exteriores; en estos casos quizás fuera prudente, adicionar un peso a la base. 

El principal argumento en su favor sería su menor costo si las comparamos con el de las banderas de posición, ya que estas últimas demandan costuras y eventualmente bordados, ausentes en las cone-flags. 

Su confección es también mucho más sencilla ya que   la superficie podrá imprimirse con los diseños y colores, con mayor economía de tiempo que el que demanda hacerlo con una bandera textil. 

Por otra parte, el conjunto asta/moharra implica el mismo costo que el que una cone-flag. Apunto que las fotografías muestran un terminal del asta, muy simple, obviamente más económico que el que llevaría una bandera, lo que no debería ser aceptable para el uso protocolar de un jefe de estado u otra función oficial. 

Terminales de cone-flags

Estos vexiloides están concebidos para ser armados en un sitio determinado, sin mayor posibilidad de traslado, ya que en este caso su superficie es decididamente incómoda de mudar de lugar y. además, su pulcritud puede quedar afectada por imponderables. Desarmados tienen la siguiente forma:

Figura cónica desplegada

En cuanto a la limpieza no hay mayores diferencias con una bandera, ya que su superficie es de seda artificial, más aún, quizás sea más delicada aún. 

Como lo evidencian las imágenes que se acompañan y las referencias indicadas, el origen de estos vexiloides parece ser, la India; e Israel el estado que los introdujo en sus prácticas de Ceremonial con amplitud.

Diversas con-flags usadas en Israel

Otro ejemplo de uso, también en Israel

Y este otro caso, en Afganistán 

 Los únicos proveedores verificados que he podido identificar son “Ganesh & Co., de Asam, y “Crown Crafts”, de Maler Kotla, Punjab, fabricantes de banderas y sus accesorios, que  ofrecen estos productos con despacho a todo el mundo.

En consecuencia, si no son banderas, no corresponde admitir las cone-flag en los actos oficiales. ¿Cuál podría ser entonces su uso? En mi entender podrían emplearse como decorado en stands de ferias, como decoración en comercios, en ámbitos de circulación común. Eventualmente, portando emblemas de instituciones privadas o corporaciones privadas.  

sábado, 19 de junio de 2021

Crónicas del Monumento a la Bandera/ 4: la Cripta de Belgrano

El corazón del Monumento, un homenaje a la Bandera y a su Creador

Manuel Belgrano, presidente del Instituto Nacional Belgraniano
ante la escultura de su ilustre ancestro
(Foto: Celina Mutti/ Diario La Capital)

Por Miguel Carrillo Bascary 

La “Cripta de Belgrano” es el núcleo arquitectónico en torno al cual se estructura el memorial que los argentinos dedicaron a su Bandera nacional. Es un testimonio material de la creación del primer símbolo de la nacionalidad, pero también es un emocionado homenaje a su creador, Manuel Belgrano, constituido en paradigma de civismo y de compromiso de vida ofrecida a la Patria. 

Se concibió a la Cripta como un ámbito de reflexión, donde los visitantes pueden transportarse a uno de los momentos fundacionales de la historia común, aquel 27 de febrero de 1812 donde la Enseña patria ondeó por primera vez por designio del entonces coronel Manuel Belgrano. Su personalidad, sus ideas y su ejemplo se proponen como modelo a cuantos llegan al lugar, sin distinciones de ningún tipo, trascendiendo las circunstancias de su tiempo. 

Con estas líneas me propongo describir este espacio, desentrañar su simbolismo y difundir algunas vivencias que les permitirá apreciarlo, lo haré como si fuera un recorrido virtual. Acompáñenme. 

La función de la Cripta 

En sí mismo el Monumento es un templo cívico destinado a enaltecer a la Bandera nacional y su creador. 

Todo templo tiene un recinto íntimo, profundo, un santo sanctórum, un lugar santo entre los santos. Cuando en Edad Media un pueblo resolvía construir una catedral se comenzaba por excavar y se establecían sólidos cimientos destinado a soportar su estructura. Esas fundaciones definían un espacio bajo el nivel de la superficie del terreno y, cuando se techaba para continuar el desarrollo arquitectónico, se consagraba al culto. Con los años se levantaban los muros exteriores, como una silenciosa oración en piedra y mortero. Al terminar la techumbre externa el culto comenzaba a celebrarse en el templo superior y el primero quedaba postergado. Como era una superficie consagrada se destinaba a contener los restos de los fieles fallecidos; la idea era que allí se conservaran hasta que, llegado el fin de los tiempos, se cumpliera la resurrección en cuerpo y alma para la eternidad. 

El término “cripta” deriva del griego, krypté, y se aplica recordando que en los primeros años del Cristianismo los restos de los mártires se ocultaban en las necrópolis subterráneas, donde sus hermanos celebraban la Eucaristía a escondidas de sus perseguidores paganos.


Un ejemplo perfecto lo ofrece la basílica de San Pedro, en el Vaticano. Entre sus fundaciones, bajo el altar mayor, se encuentran una antiquísima capilla recubierta por la mole edificada bajo sucesivos papas. En ese recinto, olvidado por muchos siglos, luego de años de estudio a cargo de expertos, el papa San Pablo VI reconoció formalmente que allí se guardaban los restos del primer pontífice, San Pedro; Francisco I mostró públicamente sus reliquias en el año 2013. De esta manera se cumplió literalmente la cita del Evangelio de San Mateo (capítulo 16, versículo 18), cuando Nuestro Señor, refiriéndose a Pedro dijo: “sobre esta piedra edificaré mi iglesia”, lo que se interpreta como el momento en que lo designa su representante en la tierra. 

En la concepción del ingeniero Ángel Guido, a quien con toda propiedad puede considerarse como el principal gestor del Monumento, la Cripta está destinada a honrar al Prócer y a la Enseña patria nacida en Rosario, ciudad a la que se conoce como “cuna de la Bandera”. 

Planta de la Cripta

Allí pensó Guido colocar los restos de Belgrano que desde su muerte se preservaron en el atrio de la basílica de Ntra. Sra. del Rosario, en Bs. Aires y que en 1903 se colocaron en el mausoleo que hoy vemos. De esta forma, Guido quería referenciar al Monumento con la personalidad del Prócer.

Mausoleo de Belgrano, atrio de la basílica Ntra. Sra. del Rosario 

Ubicación 

El emplazamiento del Monumento, otrora conocido como la “Barranca de las Ceibas”, donde estuvo la batería “Libertad” en 1812, se basó en las conclusiones a que arribó una investigación oficial dispuesta por la Municipalidad de Rosario. A mediados del siglo XIX se abrieron las hoy calles Córdoba y Santa Fe, lo que implicó una profunda reforma de ese entorno. La superficie trianguloide comprendida entre ambas arterias se parquizó como una plaza, que primero recibió el nombre de “Almirante Brown” y que, a partir de 1898, se designó como “Belgrano” porque ya desde entonces se destinó a contener el monumento a la Bandera que la población de Rosario aspiraba a levantar. Cuando en 1943 comenzó a construirse el Monumento fue imprescindible levantarlo a partir de numerosos pilotes Franklin destinados a sustentarlo que fueron enclavados en el subsuelo a golpe de martinete. Cumplida esta etapa primaria de los trabajos, lo primero que se construyó fue la Cripta, sobre la que más tarde se edificó la Torre, que representa a la Revolución de Mayo en la interpretación de sus autores.

Martinete en acción al iniciarse las obras del Monumento, 1943  

En el origen 

En 1940, con el anteproyecto “Invicta” que seleccionó el jurado del concurse convocado, se acompañaron dos maquetas del monumento a construir. Una se componía solo de la Torre, en esta la Cripta es inexistente, como resulta de la fotografía que se acompaña. En la otra, que reproducía al completo el anteproyecto, los ingresos a la Cripta están sugeridos.


maqueta original, donde no se advierten los ingresos a la Cripta

En los planos particulares del anteproyecto, la Cripta está descripta en detalle, pero si se los compara con los que se elaboraron para la obra, surgen numerosas e importantes modificaciones de detalles. Estas surgieron a consecuencia de un replanteo efectuado por el propio Guido, en concordancia con el parecer de los miembros de la Comisión Ejecutiva que controlaba la ejecución de la obra. 

Ubicación relativa de la Cripta en la base de la Torre (escala: 1:50)

Atrio de la Torre, obsérvense las puertas de la Cripta 

Atrio y patria

Cuando el visitante se adentra en el Monumento, la estructura del Patio Cívico interno lo deriva hasta el Atrio, sus contrafuertes definen el espacio y operan como una invitación para avanzar hasta el pie de una colosal figura matricia, la “Patria de la Fraternidad y del Amor” o “Patria Madre”, a la que me referiré en otra ocasión. 

Hasta allí nada hace sospechar de la existencia de la Cripta, pero, pasado el primer impacto emocional, la natural curiosidad humana repara en dos sólidas puertas que se abren simétricas a cada lado. Su bronce, sus refuerzos externos y su forma casi cuadrada, trasmiten una imagen de genuina fortaleza e inmediatamente hace pensar en bóvedas que preservan riquezas ingentes; no hay equívoco, pero estas son de naturaleza inmaterial, lógicamente.

Puerta de acceso a la Cripta

Sobre cada una se observan sendos bajorrelieves esculpidos en el tosco travertino que recubre todo el memorial. El de la derecha lleva un rotulo que dice “El Ideal”, en el otro se lee “La Gloria”. Si se interpretan ambas leyendas en conjunto se entiende que: al perseguir el “ideal”, se alcanza la “gloria”, es decir la auto justificación de la vida, síntesis que se manifiesta en la trayectoria implícita en el periplo vital de Belgrano. Volveré sobre ambas esculturas en otra ocasión.

Al ingresar por la puerta de “El Ideal”, se pasa de la luminosidad del exterior a una antecámara donde la luz se atenúa, preparando al visitante para adentrarse en la profundidad del mito. Descendiendo cinco escalones, inmediatamente se advierte un detalle que jerarquiza todo el recinto interno, el áspero travertino que recubre el exterior del Monumento se transmuta en un cálido pulido de la piedra, su solo aspecto invita a tocarlo y al hacerlo se aprecia el frío de su textura sin relieves. Entramos así en una antesala, e inmediatamente se nos muestra sobre la pared derecha una talla del Escudo nacional argentino, que respeta fielmente el modelo patrón que se definió oficialmente en 1944.

Escudo Nacional Argentino

A sus pies, enmarcada en madera hay un sólido bloque de mármol blanco sostenido por cuatro rosetas broncíneas, donde letras excavadas en gris permiten leer: “PIEDRA FUNDAMENTAL/ DEL/ MONUMENTO A LA BANDERA ARGENTINA/ MUNICIPALIDAD DEL ROSARIO/ 9 DE JULIO DE 1898”.


Esta pieza tiene un profundo significado. Fue en 1872 cuando la ciudad “del Rosario”, como se la llamaba entonces, por inspiración del ingeniero Nicolás Grondona, inmigrante italiano, dispuso erigir un monumento a la Bandera, que finalmente no pudo culminarse. Al llegar 1898 se formó una comisión popular alentada por el intendente Luis Lamas que se propuso cumplir con ese anhelo. La opinión pública se movilizó y se concretó en la decisión de colocar la “piedra fundamental” de un monumento aun no proyectado. Según lo dispuesto por el decreto del 5 de julio de 1898, se instaló en el centro de la plaza, que desde entonces se denominó “Belgrano”. Cuando en 1943 comenzó a levantarse el Monumento la piedra se trasladó en custodia al Museo Histórico Provincial hasta que, por gestión del Intendente de Rosario, Héctor Cavallero, el gobierno de la Provincia dispuso restituirla al municipio, según decreto Nº406 del 10 de marzo de 1993. Como su marco estaba muy estropeado fue necesario colocarle un nuevo ejecutado en madera de roble, trabajo que ejecutaron los Talleres Torsegno, de Rosario. Con esta presentación integró la muestra que en homenaje a Guido se inauguró en el Monumento, el 27 de mayo de 1993.El conjunto mide 1,44 metros de largo por 0,95 de ancho. 

Piedra fundamental del Monumento a la Bandera

Continuando con nuestro paseo virtual, en el muro que enfrenta al acceso, en letras marmóreas se lee: ¡SOLDADOS! ¡ESTA ES LA PRIMERA BANDERA LIBRE QUE SE HA LEVANTADO EN AMÉRICA! ¡JURAD SOSTENERLA MURIENDO EN SU DEFENSA COMO YO LO JURO!”, es un extracto de la arenga que pronunció en la ciudad de Mendoza el general José de San Martín, el 5 de enero de 1817, inmediatamente después que la Enseña del Ejercito de los Andes fuera bendecida en vísperas de partir la expedición libertadora a Chile. Al mismo tiempo, expresa al visitante un enfático pedido de respeto, a mantener en el ámbito al que ingresa. 

Por debajo de ella hay una placa de bronce que testimonia la bendición especial que el santo papa Juan Pablo II impartió al Monumento en ocasión de su histórica visita a la ciudad de Rosario, ocurrida el 11 de abril de 1987, oportunidad en que celebró la eucaristía en su explanada Este, ante unos 300.000 fieles reunidos en el lugar. El pedido de tal bendición la formuló el arzobispo de Rosario, Mons. Jorge M. López al Papa en oportunidad de recibirlo en el aeropuerto local, todo a solicitud de la Junta del Monumento, que por entonces colaboraba con el Municipio. El pontífice accedió a lo solicitado y así lo hizo. La placa de referencia se instaló en la Cripta y fue descubierta durante el acto conmemorativo del 27 de febrero de 1988 y consta del texto de la oración pronunciada en la ocasión:


“BENDICION PAPAL/ DERRAMA SEÑOR LA ABUNDANCIA DE TUS BENDICIONES SOBRE ESTE/ MONUMENTO NACIONAL A LA BANDERA, EN TORNO DEL/ CUAL NOS ENCONTRAMOS Y QUE HA SIDO ERIGIDO EN ESTA NOBLE CIUDAD/ DE LA VIRGEN DEL ROSARIO, CUNA DE LA BANDERA. QUE LA MAGESTUOSIDAD DE/ESTE INSIGNE MONUMENTO LLENO DE PATRIOTICA SIGNIFICACION, SEA, CON/ TU BENDICION, SIMBOLO DE LA UNIDAD DE TODOS LOS ARGENTINOS COBIJADOS BAJO/ EL AZUL Y BLANCO DE SU EMBLEMA NACIONAL. JUAN PABLO II/”. Más abajo se lee: “MUNICIPLAIDAD DE ROSARIO/ JUNTA DEL MONUMENTO A LA BANDERA/ GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE SANTA FE/ ROSARIO, 11 DE ABRIL DE 1987”. 

Cita de la arenga de San Martín y placa de la bendición papal 

Descendiendo otros cuatro escalones, dos pequeñas puertas se abren a cada lado; la izquierda es de bronce, corrediza, y lleva a una escalera, es primer tramo para acceder al Mirador (ver http://banderasargentinas.blogspot.com/2021/05/cronicas-del-monumento-la-bandera-3-el.html); la derecha es de vidrio blindex, una vez traspuesta conduce hacia el interior del memorial. Es el puesto del agente administrativo encargado del recinto, que también expende la tasa para el ascensor. 

Trasponiendo esa abertura existe una habitación que opera como camerino en las innumerables presentaciones de grandes artistas que se han presentado en el Monumento. Puede decirse que esos ocho metros cuadrados, aproximadamente, recibieron a: Aníbal Troilo, Jorge Don, Mercedes Sosa, León Gieco, Zamba Quipildor, Los Palmeras, Peteco Carabajal, Tarragó Ros, Ramona Galarza, Horacio Guarany, Soledad Pastorutti, Mariano Mores, Pugliese, Sergio Denis, Lola Ponce, Juan Carlos Baglietto, Adrián Abonizio, Jorge Fandermole, Liliana Herrero, Lito Vitale, Vicentico, Patricia Sosa, Pedro Aznar, Marcela Morelo, David Lebon, Jairo, Jorge Cafrune, Los Fronterizos, el "Chango" Spasiuk, Sandra Mihanovich, Javier Calamaro, Fito Páez, Eduardo Falú, Iván Hernández Largía y muchísimos otros. 

Hacia la izquierda, se visualiza la majestuosidad de la Cripta, tenuemente iluminada, como invitando a la trascendencia. Por su volumen destaca una escultura que representa al general Manuel Belgrano que inmediatamente capta la atención. Trascendiendo tres escalones más nos encontramos inmersos en la superficie perfectamente circular del solado. 

Corte transversal de la Cripta, plano original 

Planta de la Cripta, plano original de Guido

En ese recinto aislado del exterior y de la cotidianeidad, el visitante parece encontrarse en otra dimensión. Si su sensibilidad lo advierte podrá experimentar la doble simbología que se expresó al inicio: la escultura del Prócer es una referencia material consustanciada con su protagonismo histórico, pero, inicialmente no verá ninguna Bandera. 

Desde este momento el protagonismo de Manuel Belgrano se hace evidente y su centralidad define la dimensión del homenaje. Esto indica que en la magna obra del Monumento además de estar dedicada a la Bandera, el pueblo argentino también quiso rendir homenaje a su creador. 

Pero, inmediatamente surgirá la duda ¿es posible que no haya ninguna Bandera, precisamente en el lugar cívicamente más sagrado del Monumento? La paradoja es evidente y el visitante poco atento se verá interpelado por tan evidente falta. 

Es acá donde se manifiesta el genio de Guido ya que, así como nos expresó la humanidad de Belgrano, en un marcado contraste también ofrece la inmaterialidad de todo aquello que significa la Bandera, es decir, la Nación argentina, a la que identifica. 

Cuando el visitante se repone de la emoción innegable del panorama que se abre a sus ojos, en esa semiesfera que es la Cripta puede leer en el friso que la circunda:


“EN ESTE SITIO SAGRADO PARA LOS ARGENTINOS -ENTONCES BARRANCAS DEL PARANÁ- EL GENERAL BELGRANO IZÓ POR PRIMERA VEZ LA BANDERA DE LA PATRIA, SIENDO LAS 6 Y 30 DE LA TARDE DEL DÍA 27 DE FEBRERO DE 1812”. 

La leyenda nos trasporta al histórico momento del primer izamiento, en aquel atardecer estival, ante los habitantes del poblado conocido como la “Capilla del Rosario”, en el sitio mítico en que Sol saludó al primer símbolo de la nueva Nación.


De hecho, la exactitud de la posición es incomprobable ya que no hay documentos ni tradición que lo indique. El croquis de la batería, que levantó el capitán Ángel Monasterio en 1812, se perdió para siempre décadas más tardes y, además, la mano del hombre alteró la conformación física de la “Barranca de las Ceibas” a mediados del siglo XIX, sin que se tomara ninguna previsión para conservar memoria del aspecto original del lugar. Lo único cierto es la aproximación que aporta la investigación que ordenó el municipio de Rosario en 1898. Sin embargo, cabe entender que el sitio preciso en que se levantó el primer mástil donde ondeó nuestra Bandera estuvo en las inmediaciones, a tenor de esas informaciones recabadas por los doctores Jacinto Fernández y Calixto Lassaga. 

En los planos originales del Monumento este friso no estaba previsto, lo que indica que la referencia puntual al eventual lugar del primer izamiento fue una reelaboración posterior. 

Superando con la mirada el nivel del friso se advertirá el techo cóncavo que cierra el espacio a unos diez metros de altura, aproximadamente. Recién entonces se verá a la Bandera, ubicada en una dimensión superior, etérea, inmaterial. Se evidencia en una cinta lumínica que la representa, surgiendo por detrás de la escultura, imagen del designio del Prócer, abarcando toda la cúpula, cual si fuera el firmamento de la Historia y proyectándose hasta la eternidad expresada en la Cruz. 

Con gran habilidad Guido escindió la superficie con tres gargantas que ocultan a los ojos las luminarias que proyectan la luz blanca y las celestes, laterales, que cuando se encienden forman la Insignia patria.


Detalle de la cúpula

 La escultura 

La de Belgrano es una de las tres esculturas asimétricas que hay el Monumento, las otras son “La Patria Abanderada”, de Bigatti, y “La Patria de la Fraternidad y del Amor”, también de Fioravanti. Todas se expresan en un estilo tal que parecen surgidas de un mismo artista. Tanto aquella, como la Cruz están emplazadas sobre sendos pedestales, que las separan de la realidad contingente de los visitantes. A su vez se presentan enmarcadas en hornacinas, un recurso arquitectónico que permite resaltar al elemento que contienen. 

Manuel Belgrano, por José Fioravanti

Una vez en ejecución el proyecto definitivo Guido propuso a José Fioravanti para ejecutar la escultura del Prócer, la Comisión lo aceptó y el artista comenzó su trabajo. Si se considera que el escultor rosarino Eduardo Barnes actuó como asesor artístico de Guido, por haber este solicitado su concurso, cabe entender que ambos habrán evaluado detenidamente la opción que se les presentaba entre el elegido y Bigatti, el otro plástico comprometido en la obra. Entre los antecedentes a favor, Fioravanti contaba con otras obras cuya posición se asemejaba a la imaginada por Guido. La principal es la figura central del monumento a Enrique Carbó, gobernador de Entre Ríos (1903-1907) instalado en la ciudad de Paraná, que se inauguró el 12 de octubre de 1929.


Monumento al gobernador Carbó, por Fioravanti, detalle

El Prócer se nos presenta en actitud serena, reflexiva. Así lo indica la posición de su brazo derecho, con la mano posada en su mejilla, mientras que la otra descansa sobre sus piernas cruzadas, sosteniendo un libro. La mirada reposa en la lejanía, como tratando de avizorar el destino de la Patria.

Detalle de la estatua del general Manuel Belgrano

El libro también tiene un profundo simbolismo: está abierto, ofreciéndose a quien quiera leerlo, pero sus hojas (sin rasgo alguno) evidencian la dinámica propia de los conceptos en el acontecer humano, también puede entenderse que esas líneas deben ser escritas por cada generación de argentinos. Se ha dicho también, que es el “libro de la ley” o que contiene el conjunto de los escritos belgranianos, a manera de legado para las generaciones futuras. Si así fuera, esas páginas expresan el imperativo de respetar el Estado de Derecho (la “libertad civil” como se lo denominaba por entonces) y con ello los derecho inalienables de todo hombre o mujer; también se corresponden con la educación, ya que posibilita el compartir una cultura y protagonizar el progreso; sin olvidar, las referencias al desarrollo socioeconómico que promovió, con lo que podría pensarse que ese libro es un signo del ofrecimiento de su vida que hace el Prócer, con lo que nos invita a emularlo.


Antaño, la web institucional del Monumento a la Bandera consignaba que la pieza escultórica que representa a Belgrano lo ofrecía como paradigma cívico y, consecuentemente, la difundía con el nombre de “El Ciudadano”. En la actualidad afortunadamente se cambió esa caracterización (http://www.monumentoalabandera.gob.ar/page/arquitectura/id/21/title/2.-La-Proa) En consecuencia, hoy coincide con aquella interpretación que expuse anteriormente, que es la misma que nos brindó el Dr. Carlos de Sanctis, en su opúsculo “El Monumento de ‘La patria a su Bandera’ en el Rosario”, editado en 1957, que contó con el patrocinio de la Comisión Nacional del Monumento y Parque de la bandera” (Decreto Nº84.678 de 1936)

Portada de la obra

De Sanctis fue nada menos que secretario de esa Comisión, por lo que cabe entender que los conceptos que vierte son “interpretación auténtica”, como se dice en la judicatura. En concreto, escribió en la página 31 de su obra: “Estamos ante la venerada figura del meritísimo abogado y general, a quien las necesidades del momento obligaron a cambiar la pluma del letrado y del periodista por la espada del guerrero … El bronce de Fioravanti lo representa en esa personalidad dual”. Esta dualidad se manifiesta en la vestimenta ya que, su porción superior se corresponde con el ropaje ciudadano propio de un miembro de la elite de aquella época, mientras que sus fuertes botas y ajustado pantalón remiten al uniforme que usó en las campañas militares, de las que debió hacerse cargo por órdenes superiores. Hay en esto una síntesis de las experiencias vitales del Prócer, cosa que doy por conocidas. 

Es innegable la referencia general que muestra la escultura de Fioravanti con el retrato al óleo que el pintor Casimir Carbonnier le realizó al Prócer en 1815.

Manuel Belgrano, por Carbonnier (1815) 

La pieza es de bronce, fue fundida a la cera perdida por la firma “Humberto Radaelli y Gemelli”, de Buenos Aires, estuvo lista en mayo de 1955 y se instaló al año siguiente.


Presupuesto por la fundición
(Imagen difundida por Claudia Myr, según se me informa)

El tasel original, también de yeso, se encuentra en el “Museo de la Casa de Gobierno” (Buenos Aires). Sirvió de modelo para confeccionar las varias copias de la obra que hay distintos lugares del país: en la plaza central de Garín, provincia de Bs. Aires; en la plaza “Belgrano” de Tigre, en el Museo de Arte Tigre “Intendente Ricardo Ubieto”, y en la propia “Casa Rosada” (se agradecerá conocer si existe alguna otra que no haya mencionado). 

Tasel de la obra de Fioravanti

Los monumentos emplazado en Garín, Tigre y Casa Rosada, respectivamente

Como paso previo, el artista elaboró un estudio en yeso, que actualmente se preserva en una colección particular; sus dimensiones son: 57 x 30 x 39 cm. La escultura emplazada en la Cripta mide dos metros con veinte centímetros de alto; su ancho y profundidad, son de un metro.

Ensayo de la obra de Fioravanti

La Cruz 

Es la representación del sacrificio de Cristo, trascendido por Su resurrección, obsérvese que el emblema no lleva representación del Crucificado. Es una directa alusión al catolicismo de Belgrano que evidenció en innumerables circunstancias de su vida. Es de tipo latino, maciza, evidencia gran solidez. Se ubica frente a la escultura del prócer, en una hornacina idéntica. 

La Cruz flanqueada por los pebeteros/luminarias

Con su brazo superior señala hacia los cielos, los laterales parecen abrazar amorosamente a quienes se le presentan, mientras que el inferior, enraizado sobre el suelo, alude a la humanidad de Cristo, a su presencia en la Historia. Es un símbolo de vida oblada, pero también expresa el triunfo sublime en la posterior redención, es decir, el cumplimiento de la promesa de Dios al género humano. En esta compleja referencia se aúna entonces lo material con lo sublime. 

En los planos originales la Cruz oficiaba de atributo del hipotético altar previsto para conformar una capilla destinada al culto católico. Por delante del símbolo se pautó un sarcófago (2,40 x 0,80 metros) revestido de travertino en donde se pensó colocar una urna con los restos del Prócer, un proyecto que no prosperó en virtud de que en su testamento expresamente dispuso ser inhumado en Bs. Aires. Pese a esto, reiteradamente se presentan proyectos de ley promoviendo el traslado. ¡Flaca memoria tienen sus autores ((Ver: http://banderasargentinas.blogspot.com/2021/03/reaparece-una-cuestion-ya-resuelta.html)

Corte trasversal de la Cripta, muro hacia el Oeste

Detalle que permite apreciar el sarcófago destinado a los restos del prócer

Otros detalles 

Sobre el dintel de la abertura que permite acceder a la Cripta se lee, también en letras esculpidas, “ROSARIO CUNA DE LA BANDERA”. 

Vista de la Cripta, que permite apreciar la antesala de ingreso

En el perímetro del sector se observan ocho estilizados pebeteros de bronce, con pátina bizantina. Estos elementos se usaban en los templos de la Antigüedad clásica y se los alimentaba con el aceite ofrendado a los dioses. En los planos de Guido se preveían doce, pero se redujo su número para abaratar costos, disimulan las luminarias.

El piso está formado por una gigantesca estrella de ocho puntas, impronta que identifica a Guido en todas sus obras, sobre cuya interpretación me referiré en una futura oportunidad. 

La estrella integrada al solado

En los planos originales se planteaba un diseño con el perfil de un Sol, de rayos rectos y flamígeros, similar al de la Bandera Oficial de la Nación y que, en su centro, se instalaría un motivo flamígero en bronce. 

Planta de la Cripta según el plano original, adviértase el detalle del Sol y del altar

Si nos posicionamos en el punto central de la estrella y pronunciamos algunas palabras, nuestra voz se magnificará por efecto de la cúpula, cualidad acústica que algunos guías turísticos aprovechan para brindar sus explicaciones; por respeto a otros visitantes esto solo se permite si no hay más personas presentes. 

Ya saliendo 

El el dintel que se abre ante nosotros, letras de mármol muestran la dedicatoria del recinto, expresando: "A BELGRANO/ CREADOR DE LA BANDERA", nada más y nada menos.

Dintel-dedicatoria en homenaje al prócer

Para retirarse de la Cripta se ascienden tres escalones y se llega a un primer nivel de la segunda antesala. A cada lado se abren puertas, ambas de bronce, la izquierda corresponde a la salida de la escalera interna que evacúa a quienes han ascendido al Mirador, la derecha permite ir hacia el interior de la estructura, pero antes existe una pieza donde originalmente se emplazó un pequeño estudio de sonido/radio que antaño se usaba para los eventos realizados en el Patio Cívico. Subiendo otros cuatro peldaños se llega a un segundo nivel de la antecámara. 

En el muro del frente se ve un gran escudo de la ciudad de Rosario, tallado en mármol, que fue donado por la firma rosarina “Sucesión de Emilio Capella” proveedora del travertino usado en el Monumento. En realidad, no se corresponde con el modelo oficializado del blasón cívico. El emblema lo propuso el edil Eudoro Carrasco y se oficializó por medio de la Ordenanza del 4 de mayo de 1862.

Escudo de Rosario en la Cripta, versión Guido y el diseño oficializado en 1964

Por defecto en su técnica legislativa dio lugar a decenas de interpretaciones. Consta de un campo elíptico con un gran río abierto a la navegación; sobre el horizonte un grupo de islas y un sol amaneciendo; en primer plano, una llanura feraz y cultivable evidenciada por las gavillas; una hoz y un arado mansero; a los que se suma un ancla, indicativa de ser un puerto. Complementan los atributos: una muralla provista de almenas con tres cañones, caracterizando a una ciudad y al mismo tiempo, a la batería “Libertad” donde ondeó por primera vez la Bandera nacional, que se observa ondeante, sostenida por un brazo derecho colosal que surge desde la fortificación, que según Carrasco es el de Belgrano. Dos gajos de olivos abrazan al escudo. El diseño patrón del blasón fue oficializado por Ordenanza Nº1.737 del año 1964 (https://www.rosario.gob.ar/normativa/ver/visualExterna.do?accion=verNormativa&idNormativa=353)

Por debajo de esta leyenda, en letras de menor volumen están grabados en el mármol los nombres de los artistas que ejecutaron el Monumento, según es tradicional costumbre. En primer lugar, luce el nombre de Ángel Guido, seguido de las referencias a Bigatti y a José Fioravanti.

Inscripciones similares pueden verse en el exterior, esculpidas en la base del coloso marmóreo “El Río Paraná”. Podrá llamar la atención la ausencia de Alejandro Bustillo, quien fue cofirmante del anteproyecto “Invicta”, pero esto se explica en que, luego de presentarse al concurso se alejó del grupo de artistas por alguna diferencia con Guido, tampoco aparece en el contrato para la ejecución del memorial, por lo que con toda razón puede decirse que “Bustillo no fue el autor del Monumento a la bandera”, como lo afirma otro gran arquitecto, Ramón Gutiérrez, que también concursó en 1940. 

En la pared de la derecha de la antesala se lee: “LA BANDERA QUE ALZOSE EN EL ROSARIO DEL ARGENTINO ES GLORIA O ES SUDARIO”, versos del poeta Carlos Guido y Spano (1827 -1918), hijo del célebre hombre confianza del general San Martín, Tomas Guido. La elección no es caprichosa, figuraba en el reverso de una de las medallas que se acuñaron para celebrar la colocación de la primera piedra del Monumento en 1898, con lo que establece un nexo directo entre aquel acontecimiento y la feliz inauguración concretada en 1957.


Anverso y reverso de la medalla alegórica de 1898

Subiendo otros cuatro escalones nos aprestamos egresar por la puerta de “La Gloria” hacia la luz, que nos reintegra el Atrio y a la realidad cotidiana. Inmediatamente se nos ofrecen a cada lado dos sólidos bancos, idénticos a los que se encuentran antes del acceso, que nos permiten sentarnos para reflexionar sobre la nuestra experiencia. No son un accidente, se hace evidente que Guido los pensó para conceder al visitante un instante que le permitiera capitalizar el momento. Esta interpretación se remarca si se considera que no hay otros muebles similares en todo el ámbito del Monumento, ni en el exterior ni los interiores. 

Hemos transitado por el pasado histórico que sustenta nuestro presente de argentinos y que nos define para protagonizar la historia vital que nos ocupa.

Apostillas 

El ámbito de la Cripta se presta excepcionalmente para realizar actos oficiales e institucionales en homenaje a la Bandera y a Belgrano, aunque sus reducidas dimensiones no permiten que sean multitudinarios, lógicamente. Eventualmente caben con comodidad entre 40/60 personas. Con este número la excelente acústica hace innecesario contar con un equipo de audio. Por lo general los actos conmemorativos en el lugar comprenden la colocación de una corona cívica ante la escultura del Prócer, seguida de palabras alusivas. Es interesante reseñar que hace casi cuarenta años el “Instituto Belgraniano de Rosario” promovió que en estas ceremonias se coloque una corona de ramas verdes, usualmente laureles, a la que eventualmente puede adosarse una faja de raso con el nombre de la entidad ofertante; en vez de utilizar los clásicos tributos florales, de esta manera se entendía que era más propio de la austeridad republicana. La idea gustó y mantiene su vigencia hasta la actualidad. 

En ocasiones, un trompa policial o de otra banda de música, hace un toque de silencio lo que produce un increíble impacto emocional cuando se ejecuta en ese estrecho recito. 

Desde la inauguración del Monumento se hizo habitual que al llegar el 20 de Junio, se incluyera en el programa de actos oficiales del “Día de la Bandera”, que las autoridades locales y eventualmente el presidente de la Nación, si es que concurría, colocaran una ofrenda ante la escultura de Belgrano. En la ocasión los acompañaban sus funcionarios subalternos y algunos invitados especiales, entre los que no faltaba una delegación del “Instituto Belgraniano”, lógicamente. Lamentablemente esta hermosa costumbre se perdió en los últimos lustros. 

Una corona cívica depositada como ofrenda

Hace ya muchos años un gran incendio originado en un desperfecto eléctrico afectó profundamente al Monumento por lo que permaneció cerrado un largo periodo de tiempo. Fue entonces que se instaló en la antecámara de egreso varias vitrinas para la venta de recuerdos, lo que antes se realizaba en el acceso a la “Sala de las Banderas”. Por supuesto que no era una ubicación adecuada ya que conspiraba contra la majestuosidad del lugar. También hace décadas se colocó un teléfono público, esta vez en la primera antecámara, cuando me hice cargo de la dirección del lugar, no sin pocos trámites fue retirado, de todas maneras, la era del celular lo había tornado inútil. 

Por muchos años, los feriados y fines de semana atendieron en el lugar, plenamente conscientes del honor que implica ese puesto, los excombatientes de Malvinas, Abel Pare y Víctor Zinni que, respectivamente, prestaron servicios en el Regimiento de Infantería Mecanizado 12 “General Arenales”, que combatió en “Pradera del Ganso”, y en el buque tanquero A.R.A. “Punta Médanos”, que estuvo bajo fuego enemigo en alta mar. Desgraciadamente la pandemia se cobró la vida del primero, en el curso del año pasado. Su recuerdo quedará permanentemente ligado a la Cripta. 

Debido a las condiciones lumínicas del interior de la Cripta, con las antiguas cámaras fotográficas era necesario emplear flash para documentar la visita. El advenimiento de los teléfonos celulares permite obtener una selfi que incluya a la escultura de Belgrano con toda comodidad, por esto, hoy es habitual que los turistas difundan en las redes fotografías tomadas en el lugar. 

También en la Cripta, inaccesible, se encuentra un testimonio que firmó Guido, junto a todos los profesionales y obreros que trabajaron en la obra del Monumento. 

Cuando se concibió al Monumento a la Bandera, hace casi ochenta años atrás, no existía la sensibilidad actual por las personas con discapacidades motrices. La Cripta está precedida de numerosas pequeñas escaleras que hacen insalvable el acceso con silla de ruedas y que generan un gran esfuerzo a quienes se desplazan con bastones o prótesis. Los estudios orientados a superar estas barreras físicas han sido muchos y sin resultado satisfactorio. La adaptación de elementos técnicos que ayuden a franquear estos numerosos tramos escalonados hacen impracticable su colocación y los ángulos de pendientes posibles no permiten colocar rampas adecuadas. Una verdadera pena, pero la posibilidad está más allá de la voluntad de las autoridades. 

Un párrafo final que solo pueden aportar los que tuvieron la dicha de recorrer la Cripta cuando está cerrada al público. Con las luces apagadas, la falta de conexión física entre el recinto central y el exterior, solo se filtra la claridad solar por entre el marco de las grandes y pesadas puertas laterales, si a esto se agrega el silencio, se genera un clima atemporal donde la sombra de la escultura del Prócer da lugar a profundas emociones. Más aún, he tenido oportunidad recorrer la Cripta en horas de la noche y al estar apagadas las luces, el ámbito queda sumido en una oscuridad uterina, los pasos reverberan, la respiración clama, es un mundo irreal, con algo de magia. En el silencio es imposible no sentirse transportado a otra dimensión. La experiencia es única, magnífica. Al encender una linterna uno se transporta a otra realidad, similar a la que deben experimentar los espeleólogos. Que yo sepa nadie que haya protagonizado esto ha sentido la presencia de ningún prócer, pero la sensación de irrealidad verdaderamente impacta.

Nota: se agradece la información recibida de la museóloga Elvira Fernández referente a la piedra fundamental.

Observación: esta publicación integra la Serie "Crónicas del Monumento a la Bandera"